Advertencia: situaciones o lenguaje de naturaleza sexual que pueden incomodar a personas sensibles a ello. Leer bajo tu propio riesgo.
Remordimiento
Por Sadness
Febrero 2008
DEDICATORIA: Aquí de metiche jajaja aunque no me registre para participar, esto es con especial dedicación para Carolina. Y aprovecho para enviarles un afectuoso saludo a todas las compañeras participantes quiénes han realizado estupendo trabajo.
“Lo irritante del Amor, estriba en que se trata de un crimen que requiere de un cómplice…”
Charles Baudelaire.
***
El hombre, impecablemente vestido yacía desolado sobre elegantísimo y mullido sillón, apuraba de un sólo golpe su trago, dejando escapar un profundo suspiro transido del más puro dolor, acto seguido en un arranque de furia contrajo con violencia sus maxilares, en un rictus de frustración, ejerció fuerza sobre la copa que sostenía en la mano derecha, haciéndola estallar en diminutos fragmentos, que fueron acompañados de inmediato por una profusa cantidad de líquido rojizo que manaba de las heridas que habíase provocado en la palma, que antes sostuviera íntegra la copa de licor-¡Ah, rayos!- Maldijo, al tiempo que sacudió las astillas de cristal y tomando un pañuelo de seda que guardaba en uno de sus bolsillo, lo enrolló en la palma herida, le examinó para ver la gravedad del daño, nada de cuidado, aunque seguro iba a necesitar de algunas puntadas, de pronto, la asociación medicina-hospital, hizo estremecer todo su ser. La herida dolía, pero el dolor más desgarrador era el que le producía la culpa, que se alojaba en su corazón y crecía día con día-¿Dios, cómo pude caer tan bajo? ¿Por qué puse por encima del amor filial mis instintos básicos?-Musitaba desvastado, al tiempo que mesaba con desesperación sus sienes, como tratando de olvidar recuerdos y así con el olvido borrar los actos que ahora le provocaban una incomoda zozobra, una culpa irremediable e inquisitiva que le roía lo más profundo de su alma, y los recuerdos emergieron, como si trataran de restregarle su vileza:
La conocía de toda la vida, desde ese día, que llegó a revolucionar con la alegría e inocencia de sus recién cumplidos seis años, la añeja solemnidad de la casona Andrew. El fue el encargado de realizar los trámites pertinentes para la adopción de la criatura, según instrucciones del joven amo William, y muy a pesar de el disgusto de la vieja Elroy; le vio dejar la niñez y convertirse en una rebelde e independiente adolescente, que ya dejaba ver en su silueta la promesa de una voluptuosidad encantadora. Estuvo, tan al pendiente de su desarrollo, aún cuando Candice, eligió emanciparse de la tutela Andrew, y siguiendo las estrictas órdenes de William, él continúo cuidando de ella, muy de cerca. A pesar de sus dieciocho años y ser toda una profesional de la enfermería, la esbelta rubia, continuaba comportándose con desfachatez y descuido en sus maneras, no sé conducía como una dama de sociedad, era un espíritu libre, carente de malicia. Era un ángel que contagiaba la alegría de vivir, con su ternura, con su espontaneidad y su belleza física. En él, surgió un afecto por ella, cual si se tratase de una pequeña hermana….
George, procuraba siempre que podía evadirse de sus tareas, hacerse de un tiempo, para ir a recoger a la rubia del hospital y llevarle a el departamento que había alquilado la joven, al independizarse de los Andrew. Aunque, estas salidas no eran tan frecuentes, ambos solían disfrutarlas, la rubia, le ponía al corriente de todos sus logros, sus alegrías e incluso de sus tristezas, y a pesar de que el trigueño era de temperamento taciturno, de pocas palabras y grandes silencios, la rubia tenía la magia de poder arrancarle una sonrisa y en ocasiones una sonora carcajada con sus inocentes ocurrencias.
Entonces, un día, William, confesóle a su mentor- George, tengo que compartir un secreto que me esta devorando el alma y si no lo explayó, seguro reviento- Dime William, ¿Qué te sucede? Sabes que puedes confiar plenamente y tu secreto será celosamente guardado y si está en mí, poder ayudarte a resolver tu problema….-No, no es grave, bueno, eso creo yo-Le respondió titubeante su rubio pupilo- George, apreciaba y admiraba al joven heredero de los Andrew, le quería como si se tratase de un hijo, claro si, tuviera uno, pues a sus treinta y tres años, aun se conservaba soltero, no había sido tocado por ese raro sentimiento llamado amor; increíblemente, a pesar de ser un gran partido entre las jóvenes y no tan jóvenes de sociedad, el albacea legal de los Andrew, no habíase enamorado, así que sus principales prioridades eran la educación, formación y seguridad de el joven cabeza de la poderosa familia Andrew y de la pequeña protegida de William- ¿Entonces, William que ocurre?- Prosiguió interrogante, el hombre- ¡Me he enamorado!- Gritó a todo pulmón y como si se tratará de un atolondrado adolescente, su rubio pupilo- Jajaja, Yo no le veo problema alguno a eso, al contrario enhorabuena, ya te estabas tardando, ha esta familia le hace falta sangre nueva, nuevos herederos, jajaja- Sonrío benevolente, para agregar curioso -¿ Y se puede saber quién es la afortunada? Debe ser alguien muy especial, porqué, mira que lograr conquistar el corazón del soltero más codiciado, no es nada fácil, he?- ¡Candy!-Volvió a rugir el atribulado rubio -¡Candy! Y esta confesión golpeóle como un mazo, el cerebro y el alma, dejándole aturdido- ¿Vamos, George qué opinas?- el cuestionamiento de William, le volvió a la realidad-¿Y ella, te ama? ¿Ya te ha aceptado? (Pero qué estupidez, era tan obvio que ambos jóvenes tenían inclinación uno por el otro, ambos se prodigaban el cariño más desinteresado y William podía volverse el ser más implacable en contra de quién hiciera daño a su joven amiga y protegida, y ella, simplemente adoraba, admiraba e idolatraba a Albert y de igual forma daría la vida por él, y si esto no era amor, ¿Entonces qué?, se reprochaba así mismo, el hombre) –No, aún no le confieso mi sentir, tengo miedo de ser rechazado- Respondió consternado el joven- George le lanzó una mirada de incredulidad, no podía creer, que aquel rubio coloso, a quiénes sus competidores comerciales temían, se comportara como un pusilánime- Creo debes armarte de valor y hablarle de tus sentimientos, es la única forma de que salgas de dudas y tu alma este en sosiego- Ahora la estupefacción era hacia él, apenas podía creer, que le estuviera dando esos consejos…él, que ahora se daba cuenta que amaba a Candy no como a una, hermana o pupila, sino como mujer, y lo lamentable, era que se viniera dando cuenta hasta este momento.
Desde esa confesión, George, decidió poner tierra de por medio entre Candy y él, y no porque la rubia le pudiera corresponder, sino temía no poder controlarse y confesarle su amor y no podía, no le estaba permitido esa felicidad, porque William amaba a Candy, y seguramente era correspondido -¡Qué locura, Candy es una niña aún, con sus dieciocho años, y yo con treinta y tres, seguro ella, me ve como a un padre! ¡Quince años de diferencia, es una auténtica locura! Lo más sano para mí es que me aleje de ella, si quiero conservar la cordura-El hombre desarrollaba una lucha interna entre su sentir y la razòn. Y a partir de esa fecha, George, se negó a recibir a Candice en su despacho, como era costumbre cuando acudía a él, para resolver alguna cuestión legal, ahora la turnaba con su secretario, aludiendo a una sobrecarga de trabajo o a juntas recurrentes que no podían ser interrumpidas, dejó de ir a buscarle al hospital. George la extrañaba a morir, pero eligió, lo que creía era lo correcto.
Una tarde coincidiendo, con una más de las ausencias de William, por negocios, recibió una llamada urgente del hospital donde laboraba Candice- ¿Sr. Mc Carthy? –Sí, ¿Qué desea?- Le llamó del Hospital Santa Ana, sería tan amable de enviar a alguien por la Señorita White-¿Candice?¿Se encuentra bien?- Le dio un vuelco el corazón- Tranquilo Sr. Mc Carthy, no es nada de gravedad, la señorita White tuvo un ligero desvanecimiento, debido a la anemia crónica que padece, le recomendamos ir a casa a reposar, pero se niega….-Estaré personalmente, en unos minutos, gracias- Y salió como centella con dirección a el hospital. El trayecto de las oficinas corporativas del Chicago Bank al Santa Ana, se le hicieron una eternidad. Ya instalado en la sala de espera, le invadió un gran temor; anhelaba tanto verla, tenerla cerca, embriagarse de su fragancia a rosas y perderse en esa mirada color esperanza…pero el temor a evidenciar el amor que sentía por ella era tan grande, que de tardar unos minutos más en salir la joven, él hubiera huído del hospital. Y allí, estaba ella, con su sonrisa eterna…
-George, siento que te hayan molestado por nada y con la carga de trabajo que tienes- En tono de reproche por el abandonó a que la había sometido y haciendo un lindo puchero, imposible de resistir-Vamos señorita, sabe que no es una molestia y siento mucho no poder estar al pendiente de usted, como antes- Le respondió en tono carente de emoción, pero en la realidad, sentía temblar todo su ser, ante la cercanía del objeto de su amor, le cubrió diligente con una manta y le ayudo acomodarse en el auto. Enseguida tomó el lugar del conductor y arrancó motores, ambos se mantuvieron en silencio, durante la mayor parte del trayecto, de vez en cuando al mirar por el espejo retrovisor, George, aprovechaba para mirar el bello rostro de la joven, se le veía tan pálida e incluso lucía bastante delgada y demacrada, en su semblante había algo de melancolía-¿Qué te ocurre Candice, porqué esa melancolía en tu rostro?- Se cuestionó en sus pensamientos, el abogado. El agotamiento y su salud quebrantada hicieron mella, en la joven y quedándose dormida a los pocos minutos, situación que George aprovechó, para mirarle con más detenimiento al través, del rabillo del ojo. La joven recargaba la testa sobre el cristal de la ventanilla de la puerta y sostenía con una mano la manta que le cubría la espalda, su uniforme tenía la botonadura por delante desde el escote hasta un poco debajo de las rodillas. Su respirar tranquilo y rítmico exhalar e inhalar, hacía que la línea del escote se elevara y bajara parsimoniosamente en un movimiento provocativamente erótico y que hizo estremecer al moreno a todo lo largo de su espina dorsal, quedóse contemplando absorto por unos instantes esa mágica danza, entre la sincronía de la respiración y lo henchido de su pecho, bajó la mirada y pudo observar, que pérfidamente los dos últimos botones del uniforme a la altura de la faldilla, se habían liberado de los ojales que debían sujetarles y dejaban al descubierto con encantador descuido sus torneados muslos, era la primera vez, que George la contemplaba con los ojos de un hombre con deseos por la mujer tanto tiempo anhelada; y para hacer aún más seductora esta visión, el primoroso encaje de sus ligueros, dotaban a esta visión de una fuerte carga de provocativa lasciva, que ocasionóle una espontánea e inesperada erección, que hizo perdiera el control del auto y se saliera del camino. Al tratar de retomar el control del auto, este dio movimientos bruscos, alcanzando a frenar de forma intempestiva y la rubia, que yacía dormida hasta hace unos segundos por la fuerza de inercia fue sacudida como una muñeca de trapo, para finalmente ir a dar sobre el piso del conductor y su cabeza quedar exactamente entre las piernas de George y su erecto miembro, al principio el rubor cubrió las mejillas de la rubia por lo embarazoso de la situación en que se encontraba y la ya nada oculta erección de él, que la aturdió por un momento, pero luego, al levantar su mirada, encontróse con la de él, que la miraba de un modo tan diferente, que al principio le incomodo, pero luego, pudo observar un seductor y enigmático brillo en su mirada que le acarició soez, que le hizo estremecer, entonces bajo la vista para observar que miraba con lujuriosa insistencia George. Por la violencia del movimiento su uniforme había perdido más botones, dejando al descubierto su ropa interior que apenas cubría sus pechos, al percatarse de que era lo que él miraba, sintió como se humedecía su entrepierna y una excitación espontánea se hacía de su intimidad, por instinto ella, hizo un ligero movimiento, como ofreciendo sus pechos y su boca se entorno en gesto provocativo. Sin palabras, le pedía a George, la tomará, el moreno, luchaba consigo mismo por controlar sus deseos, entonces, ella, introdujó su pequeña, delicada y suave mano dentro del pantalón, esto provocó en George un estremecimiento y todo su autocontrol fue a dar al traste, mientras la rubia, masajeaba su falo, el acariciaba ya sin decoro los dos pequeños, pero bien formados pechos de la joven-¡Ahhh!- Emitió un gritito, al sentir lo placentero que era ser tocada por las manos grandes y fuertes de un hombre, su pierna estaba tan húmeda, que temía sus jugos se derramaran incontenibles, desabrochó por completo el pantalón, tomó con sus dos manos el falo del hombre y lo engulló de un tirón, en ese momento, no había razonamiento del porque se conducía de esa forma, sólo era el instinto, el deseo, la pasión incontrolable de la primera vez que experimentaba la pasión, el deseo….George, tomó con delicadeza su cabeza y marcábale el ritmo a seguir-¡Ahh, mm…así, así, preciosa, la voz de George tornóse ronca y emitía ligeros gemidos que no podía controlar, eso sonidos nunca antes escuchados excitaron poderosamente a la rubia, quien aceleró el ritmo con que succionaba, acariciaba
George se sentía confundido todo había cambiado tan rápido, en un instante luchaba por controlar el vehículo y ahora luchaba por controlar esa erección y su deseo por la rubia, que lucía tan perversamente seductora semidesnuda y en una posición por demás excitante, entre sus piernas. Primero percibió como la situación abochornaba a la rubia y de pronto el semblante inocente de la joven se torno provocativo y le ofrecía sus pechos semidesnudos, aun no salía de la sorpresa, cuando ella, con toda seguridad, hurgó en su pantalón y se hizo de su erecto miembro, entonces, venció toda conciencia y fue totalmente de ella. Cuando estaba a punto de estallar, separó un momento a la joven de su lúbrica tarea, la tomó de los hombros y la colocó a la altura de su rostro y besándola de forma tierna al principio-¡cuantas noches en la soledad de su cuarto anheló besar esa boca!-, luego conforme ella le acariciaba el pecho y él estrujaba uno de los senos, el beso tierno, se tornó demandante y su lengua tomó vida propia, al principio, sintió el titubeo de la joven, que la rechazó con algo de repulsión, pero conforme crecía la excitación en ambos, ella se acostumbró e incluso le superó en técnica-¡Ahhh, Candí!, ella se montó sobre su regazo, el la levantó un poco, sólo para estar a la altura de la redondez de sus pechos, jugueteando con su lengua sobre la punta de la aureola y ella se estremecía y gemía, a cada contacto, de pronto ella acomodó su entrepierna sobre el endurecido miembro que ya para entonces había doblado su tamaño y empezó a moverse con atrevido ritmo, restregando su clítoris sobre el miembro de él, ambos comenzaron un coro de gemidos alternados, cada uno en el disfrute de su propio placer, él mordía alternadamente los pequeños senos de forma salvaje y esto producía aún más placer en la chica, quien aceleraba más el movimiento de caderas, él ya no sólo mordía los senos, ahora se apoderaba de hombros, cuello, boca, tiraba de la rubia y ensortijada cabellera, bajó sus manos hasta las pequeñas pero redondas nalgas de ella, las tomó con fuerza, y haciendo a un lado la diminuta prenda interior, introdujo ligeramente la punta de dos de sus dedos, humedecidos con los humores que destilaban el sexo de la chica, este movimiento inesperado coincidió con el clímax de la joven- Ahhhhhh¡ George se esforzó por controlarse y no venirse, lo logró, aún no era el momento de poseerla…no hasta que la pudiera gozar más y ella gozará cada caricia que le faltaba por descubrir.
Pasado el momento de pasión desbordada, la joven arreglóse el uniforme y paso sus manitas por su rebelde cabellera para peinarle un poco, todo en silencio, no se atrevía a mirar a George, se sentía avergonzada, tomó la frazada y cubrióse, deseaba con vehemencia, con ella cubrir su vergonzoso proceder y profusas lágrimas empezaron a correr por su rostro. George observó sin perder detalle, se acomodo el zipper de su pantalón, se peinó frente al retrovisor y hecho a andar el auto. El silencio era insoportable, así que frenó unos metros adelante, y tomando el rostro de la joven, buscó su mirada- Lo siento, linda yo…no fue mi intención hacerte sentir mal-George, no sabía que decir, para que ella, dejará de llorar, ella siguió en silencio y sus lágrimas habían descompuesto ya su hermoso rostro- ¡Candy por favor, yo….!- No es eso, es que…¿Qué habrás de pensar de mí? ¿qué soy una pérdida?, no sé porqué actúe así, no puedo explicarlo, sólo que….te deseaba- Agregó la joven llorando-Candy linda, ¿Qué voy a pensar? Y hacer el amor, dejarse llevar por algo tan natural, no es vergonzoso y me hace muy feliz saber que me deseabas tanto como yo a ti- Respondió él, más tranquilo- ¿Tú me deseabas? –Cuestionó incrédula ¿Entonces, porqué te has alejado de mí?-Cuestionó- Por qué te amo y temía, que tú sólo podrías verme como a un hermano o padre….además, me atemorizaba el no poder controlar mis sentimientos, tal y como sucedió hoy y ofendida, te alejaras para siempre de mí- Explicó con su acostumbrada serenidad y acto seguido, depositó un tierno beso en la frente de la rubia-¿Y entonces, porqué no terminaste lo que iniciaste? ¿Por qué no me hiciste tu mujer? Así me hubiera sentido menos avergonzada-Reprochó herida la rubia-¿Por qué? Linda, no sabes cuanto deseaba perderme en ti, hacerte mi mujer, pero no era el lugar, ni el momento, no, aún no, quiero que ese acto sea inolvidable para ambos, y el interior del auto, en vía pública, es atrevido, delicioso y arriesgado, pero no es lo que quiero para ti ¿Comprendes, si lo deseaba, pero no allí y de esa manera?-La rubia asintió y se arrojó a los brazos del hombre, que la estrechó con infinita ternura y de no ser por que ya la noche caía y aún les faltaba camino por recorrer, él se hubiera quedado toda la vida abrazándola.
El camino de regresó no fue menos tormentoso para el hombre, pues en su interior se entablaba una lucha terrible, entre su deseo a ser feliz con la única mujer que había despertado en él, pasión, ternura y amor, y su lealtad a William- ¡Qué ironía, amar a la misma mujer!- Y aunque, no habían pasado de caricias lascivas y de haber dejado íntegra la virginidad de la chica, no dejaba de sentirse culpable-Aunque, para ser una criatura virginal, es una mujer sumamente apasionada y salvaje- Este pensamiento, borró por un momento el sentimiento de culpa- ¡Y me quiere y fui dueño de sus caricias, su boca, su piel!-Esbozó satisfecho una gran sonrisa- Lo siento William, pero el corazón, no entiende de razones y amo a esa mujer, sobre todas las razones.
Capítulo II
“Cultivo una impecable Soledad,
Una soledad largamente esculpida,
Con el material de los abandonos
Y las desilusiones,
Una Soledad, merecidamente ganada,
Simple y tranquila…es mi refuerzo contra algunas derrotas...”
Después de esa sublime tarde, George mudó su natural forma de ser, la rigidez de su temperamento se suavizó y su varonil rostro se iluminó con una leve pero radiante sonrisa, era el rostro del amor. Su cuerpo se hizo extraordinariamente sensible y se estremecía al recuerdo de ese apasionado encuentro. Y constantemente a solas se cuestionaba si era digno de esta felicidad- ¿Pero, qué hago yo, un malhumorado, un solitario depresivo, un incapacitado para el amor, con una criatura que me demandará un cariño que no tengo siquiera para mí? ¿Qué hace un hombre aferrado a la soledad con una niña tan llena de ternura y ansiosa de cariño, y que toda ella, huele a deseos de vivir? ¿Cómo le explicó a mi corazón que no entiende de razones?- pero estas dudas quedaban atrás al recodar las palabras de la rubia- Te deseo, también te quiero- Y esbozaba una sonrisa de satisfacción-¡Me quiere, me quiere!- Y esta realidad le daba un brillo especial a su nostálgica mirada color golondrina, pero…luego, esta alegría en su mirar era eclipsada por el remordimiento- ¿Y William, qué hay de su sentir por Candy? ¿Cuál va hacer su opinión acerca mío, cuando conozca mi traición?
Así, transcurrían los días del trigueño, en una lucha constante entre su amor y deseo por la mujer amada y la lealtad hacía el hombre que consideraba hasta hace tiempo como a un hermano. Además, anhelaba ir al encuentro de la rubia, tomarla, hacerla suya completamente y enseñarle más acerca de los secretos de las artes amatorias, pero una serie de cuestiones legales de una de las Sucursales del Chicago Bank, exigían su presencia en New York, y un precipitado viaje que estaba planeado por unos cuantos días, se prolongó por varias semanas. El hombre se encontraba desesperado por regresar, pero más por no tener noticias de ella, ante la imposibilidad de entablar comunicación por cualquier medio, por lo delicado de la situación entre ellos, esta situación le estaba volviendo loco.
Lo primero que deseaba hacer al llegar a Chicago, era entrevistarse con la rubia o por lo menos, saber como se encontraba- Seguro debe estar indignada conmigo, no tuve tiempo de informarle de mi partida, tal vez, ella indago y debe estar consciente que no fue mi intención abandonarle por tanto tiempo…una eternidad- Cavilaba durante, el trayecto de regreso a casa, para sosegar su inquietud, de vez en cuando se perdía en la belleza del paisaje que podía admirar al través de la ventanilla del tren, pero este reposo era sólo momentáneo- Candy, linda esta ausencia me ha permitido darme cuenta de lo importante que eres en mi vida, y ya hice una elección, estimo a William, pero mi amor por ti, es aun mayor que mi lealtad por los Andrew, sé que les debo lo que soy, pero un hombre debe tomar elecciones nada fáciles y yo te elegí a ti, cariño. En cuanto este frente tuyo, te pediré que seas mi esposa, te abrazaré para no dejarte ir nunca y no quiero ocultar más este sentimiento por ti y aunque, le cauce dolor a William, debo hablarle con rectitud y con la verdad- Con estos pensamientos, el hombre quedóse más tranquilo.
Y aunque, su primera intención era indagar sobre su rubio amor, no le quedó otra, que pasar a reportarse al corporativo y dar algunas instrucciones para dejar finiquitado el asunto que le había llevado a New York, ya habría tiempo de sobra para dedicárselo a ella. –Buena tarde, William- Entró al despacho del rubio cabeza de los Andrew, el joven leía un legajo de documentos con distraído desgano y esbozó una luminosa sonrisa al levantar la mirada y encontrarse con la de su colaborador, al que consideraba más que eso, un amigo- ¡George, has vuelto amigo!- y se incorporó efusivo al encuentro del trigueño, a quién recibió con un afectuoso abrazo- ¡Gracias, pero no esperaba tan efusivo recibimiento, está bien, que me porté heroico en esta diligencia, pero no es para tanto!- Sonrío el trigueño en son de broma; -Vamos, George, toma asiento, tengo que contarte algo muy importante- Haciendo caso omiso a la ironía de su confidente, se dirigió al pequeño bar, instalado en su oficina y preparó dos tragos, tomó uno y ofreció el otro a su interlocutor- ¿Y qué estamos celebrando, William?- Lanzó con un temor inexplicable el cuestionamiento-¡Me casó, Candy aceptó ser mi esposa! Y aunque, le corresponde a Archibald por parentesco quién me apadrine en este acto, mi inclinación es hacía ti, que por derecho te lo mereces, nadie mejor que tú, George- Soltó directo el joven.
¿Cómo logró mantener la ecuanimidad en ese trance tan inesperado y doloroso para él? ¿Cómo evitó desplomarse al suelo y caer hecho trizas? La naturaleza humana es tan difícil de comprender, y sin embargo, en situaciones en extremo demandantes, logra sacar fuerzas para enfrentar las peores situaciones –Candy, se casa ¿Y que hago yo, con este amor, con esta ilusión, tan de pronto truncada?- Y esa noche fue el principio de noches más amargas, dolorosas e insomnes, que cual aves de rapiña, rasgarían las entrañas de ese hombre, que lloraba en soledad su derrota.
Capítulo III
“..Su ausencia trastorna mi universo,
La extraño, así pase un rato breve sin sentirla, sin olerla, sin abrazarla, sin vivirla.
La necesito conmigo como quien ve una estrella y le pide deseos,
Como quien besa por vez primera,
Como quien se descubre adorador de sus pies y de sus ojos para desafiar las tormentas y los desaliños de eso que llamamos vida.
Digo su nombre y amanece,
Digo ternura y mis pensamientos la anidan,
Digo mujer, o cielo, o abrigo y ella sobresale, inteligente y bella, completa y contundente.
La necesito conmigo. Su ausencia me provoca aullidos de loco, celos de hombre seguro de sí mismo, una inquietud que ni mis cantinas calman. No estoy con ella y mi universo se trastorna…”
Mauricio Carrera.
A partir de ese día el moreno se enfocó al trabajo como un demente, su semblante se volvió aún más taciturno e incluso hóstil, sobre todo con William, con quién últimamente terminaba en feroz desacuerdo, no era otra cosa, que celos de hombre. A ella, no la buscó más, ¿Para qué, ella ya había hecho su elección? La próxima vez, que ambos se vieran de cerca, sería ante el altar, pero no de su brazo como lo soñó alguna vez, sino convirtiéndose, en la señora Andrew.
Él, quiso olvidar el sabor de sus labios, la textura de su piel, su fragancia, enredado en brazos de mujeres extrañas que se alquilaban por unos cuantos centavos y le fingían placer. Pero cuanto más hacía para que el olvido se hiciera presente, el recuerdo de ella, se hundía más en todo su ser, como una daga que le desgarraba hasta lo más profundo de su alma.
Una de tantas noches en que se quedó a laborar hasta tarde, no tenía nada más interesante que hacer, los solitarios profesionales como él, raramente tienen una vida social demandante, además le disgustaba ese tipo de actividades, quede no ser, por su labor de representante legal, comercial y relacionista público de los Andrews, con gusto declinaría asistir a las fastuosa vida social que su cargo le confería. Realmente no existía una razón para quedarse en la oficina hasta muy entrada la noche, sólo que no quería regresar a casa y enfrentar su odiosa soledad, sobre todo, teniendo en cuenta que la fecha para el gran enlace se encontraba tan cercana, no, definitivamente no deseaba estar sólo con sus fantasmas y relamerse sus heridas, como fiera herida, aguardando que la vida se le extinga. Reclinó su espalda sobre el respaldo de su asiento, hecho la cabeza hacia atrás, cerro sus ojos y aspiro con fuerza el aire, mientras trataba de relajarse, escuchó una murmullo, voces, ruidos confusos y un silencio – Mmm, seguró, Berny, ha comenzado a realizar el aseo de las oficinas, seguro abrió la puerta de mi despacho para cerciorarse que aún estoy aquí, y no causar molestias- De pronto, su entornó se inundo con un fuerte aroma a rosas, que provocaban en él, excitación y disgusto ¡Maldición, estoy a punto de enloquecer!- No tuvo tiempo de reflexionar más, de pronto, sintió como su sillón daba un giro y un peso ligero, pero agradable caía sobre su regazo, enseguida abrió sus ojos -¡Candy!- exclamó sorprendido, pero de inmediato su semblante tornóse, frío y repelente y en sus ojos podían observarse un poco de rencor- ¿Qué hace usted aquí tan tarde, señorita? – recobrando su temple ante tal situación- ¿Si busca usted a William, hace tiempo que partió?- Al tiempo, que tomaba del talle a la joven y trataba de liberarse de esa preciosa carga, que había tomado asiento sobre su regazo y le rodeaba con sus brazos, como si nada –Eso ya lo sé, ¿Acaso no te da gusto verme? ¿No me has echado de menos?- al tiempo, que acariciaba seductoramente, el varonil rostro con una de sus manos, como si ese recorrido, le permitiera rememorar cada gesto ya aprendido y cada nuevo detalle de el rostro de su amado- Por qué yo sí, te he extrañado y siento que la vida se me va día a día, sin saber nada tuyo- tomando de la barbilla el rostro del trigueño y acercando peligrosamente sus labios a los de él- ¡Basta, ya fue suficiente! ¡Comportese como debe, como la prometida de William Andrew!- haciendo acopió de todas sus fuerzas, pues sentía que podía ceder a la cercanía de esos labios, así como su masculinidad, ya se encontraba reaccionando a voluntad propia, al sentir el calor del cuerpo de la joven sobre él. La rechazó con fuerza, haciéndola trastabillar, al incorporarse del sillón, pues en esa posición, se encontraba vulnerable ante ella- No es justo, George, ¿Por qué me rechazas?¡Yo, te amo!- le reprochó la joven al punto del llanto, algo que el trigueño no podía resistir. Y Allí, estaba ella, de pie, suplicando por una respuesta, tan deliciosamente seductora, tal como la manzana prohibida, que le era ofrecida a un hambriento Adán.
La rubia, en estos últimos meses había embarnecido, haciendo sus curvas más voluptuosas y lucían intensificadas sin proponérselo, con una blusa de punto entallada y de cuello alto, falda en corte semicircular, cuyo vuelo daba más notoriedad a su brevísima cintura y resaltaba sus caderas, un par de estiletes que destacaban más sus ya de por si largísimas y torneadas piernas, su ensortijada cabellera, le daba ese aspecto felino que contrastaba con la inocencia de su rostro, un delicioso y tentador bocado, difícil de rechazar- ¡JAJAJAJAJA ¿Tú me amas?- Exclamó herido e irónico el hombre- ¿Pero amas más la posición social que te puede ofrecer ser la señora Andrew no?- Dándole la espalda a la joven, pues de seguir contemplándola en todo su esplendor, la situación se saldría de su control – Eso no es cierto, eres muy injusto conmigo George, ¿Ahora veo que no me conoces realmente?- Entre palabras entrecortadas por el llanto y la ira- ¿Entonces fue por despecho que aceptaste la propuesta de William? – cuestionó el hombre, necesitaba saber la verdadera razón por la que su ilusión, su oportunidad de una vida estable y feliz a lado de la mujer que amaba con locura, había dando tremendo giro -¿Fue porqué salí intempestivamente a New York, sin notificarte? ¿Por qué?- Girando sobre sus propios pies y mirando de frente a la rubia- Siendo una huérfana, la vida no me ofrecía muchas posibilidades, sin embargo, un alma generosa me acogió, me educó, me brindo un hogar, cariño y amistad desinteresada, él siempre ha estado en los peores momentos de mi vida, es un ángel guardián, que ha estado cuando más le he necesitado y yo lo amo- En este punto de la conversación, el trigueño, pareció asumir su derrota y volvió a dar la espalda- lo amo, pero como se quiere a un hermano, todo el tiempo lo he visto como tal. Así que cuando, Albert, me confesó sus sentimientos y me propuso matrimonio, no pude decirle no, pues le debo mucho y con gusto le daría mi vida, aunque, esta desición me parte el alma, porque estoy profundamente enamorada de ti, y por Albert, soy capaz de cualquier sacrificio, incluso renunciar a tu amor- La rubia se acercó por detrás del joven, le rodeo con sus brazos, y le murmuró al oído – ¡George, te amo, te necesito, te deseo…hazme tu mujer!- Esta insinuación, fue una descarga de lasciva por todo su cuerpo, su deseo se entremezclaba con ira y frustración y actúo como animal herido - ¿Me deseas, me necesitas, pero renuncias a mí? ¿Qué significo para ti? ¿Acaso sólo soy un objeto que te da placer?- Acto seguido, atrinchero a la joven contra la pared y sus manos ansiosas por recorrer la sinuosidad de esos pechos, se introdujeron debajo de su blusa, acariciando, pellizcando, la tibia redondez que le era ofrecida sin resistencia, su boca apago la sed, en esos labios, que acariciaban, mordisqueaban y herían, sus manos la recorrían sin control, su espalda, sus nalgas firmes y voluptuosas, la aterciopelada piel de sus largas piernas, le sujetaban, le aprisionaba demandantes y le atraían hacia ella. La rubia, introdujo una de sus manos en la entrepierna de él, al simple contacto el falo del trigueño reacciono y ella comenzó a mesarlo, acariciarle, con frenesí, hasta sentirle como iba cobrando vida, él la tomó del talle, la levantó y arrojó sobre la mesa de juntas, arremangóle la falda y de un tirón, que hizo respingar a la joven, rompióle las braguitas, y allí, al descubierto, vulnerable y a la vez desafiante, su intimidad, que con labios hambrientos, le suplicaban apagara su urgencia carnal. El acercóse como animal salvaje que desea impregnarse del olor de la hembra, su lengua experta, húmeda, áspera y deseosa se introdujo entre esos virginales labios, ese contacto provoco en la rubia, un estremecimiento de un placer nuevo y redimensionado- ¡Ahhhh!- No pudo evitar expeler un gemido de placer y con natural instinto, comenzó acariciarse la punta de ambos pechos y a mover sus caderas, a cada lengüetazo, a cada succión de su clítoris, en los labios del hombre, que yacía entre sus piernas- Mmmm..ahhhh…así, así, no te detengas…por favor…sigue..no te detengas…más, más…mmmm…oh….George…..cuanto te deseo- Al punto del clímax la joven, se perdió en su propio placer, percibir y disfrutar de esas nuevas sensaciones. Aún no bien, tomaba aliento, cuando sintió como, era tomada de nuevo de su talle y colocada boca bajo sobre la mesa y su derrié expuesto, cuando trató de reaccionar, George le sujetaba con un brazo de ambas manos y con la que le quedaba libre, hacia a un lado la falda que le estorbaba, desabrochaba su pantalón y dirigía su miembro hacía ese reducido punto virginal; sin consideración y hecho una fiera, dejóse ir- ¡Ayyyy, detente, me haces daño…George por favor….!- Como única respuesta, el martilleo doloroso del hombre y su agitada respiración- ¿Así me deseas? ¿Futura señora Andrew, así esta bien o necesita más de su objeto de placer?- la rubia no sabía que dolía más, si las palabras de George o su martilleo sin compasión. La rubia, no suplicó, lloró en silencio- ¡No sería correcto robar la virginidad que se dio a otro con una promesa de matrimonio! Así que como satisfacer su petición de hacerla mía, futura señora Andrew, sin tomar lo que no me corresponde- Empujaba herido en su amor propio, empujaba en su deseo, de sentirla. Como la chica ya no opuso resistencia, liberó los brazos de ella, e introdujo sus dedos en la vulva y comenzó a estimularle, para hacerle menos dolorosa su posesión; la chica comenzó a acoplarse a esta nueva experiencia y a sentir con esa carga de dolor al principio, un placer que iba en crecendo - ¡Ahhhh, Candy…no sabes como te extrañe! ¡Cómo me haz hecho falta!...Ahhhh!- Conforme se acercaba a la cúspide del placer, el hombre imprimía a su embate más fuerza y aceleraba cada embestida, su respiración era agitada, ya no podía contener los gemidos que le provocaba sentir tanto pasión largamente contenida, mordía los hombros de la chica, tiraba de la alborotada melena-¡Ahhhhh!- Gritaron henchidos de placer ambos.
Pasado el momento, ambos se alisaron sus prendas, la joven limpiaba discretamente su rostro, no quería darle el gusto de mostrarle que había llorado y aún dolida no quería evidenciarlo. Al fin, George fue el que rompió el silencio- Candy me haz hecho mucha falta, sin ti, soy un espectro, no tengo vida, no tengo nada. Pero de ninguna manera, te voy a compartir con otro y menos, asumiré el papel del que sólo te sirve para darte placer, eso no va conmigo. Te amo y te deseo y no sabes cuanto. Y por favor, no vuelvas a buscarme con el motivo que te trajo el día de hoy, no hagas que me envilezca, no tú…que eres mi luz…por favor. Y si ya hiciste tu elección por el motivo que este sea, respeta tu desición y entrégate por completo a ese hombre, si lo amas como dices, sabes que no se merece le seas infiel…si ya de por si, le mentiste, al aceptarle como esposo, sin amarle…olvídate de mí. Ella, no levantó su mirada, salió en silencio, él hubiera querido ir tras ella y decirle no te vayas, abrazarle y besarle, aunque fuera una última vez…pero no lo hizo, porque esa fortaleza, se derrumbó y cayó de
hinojos y el llanto empezó a fluir, una vez más, ante lo perdido…
“…La mayor parte de nuestras vidas, pasamos buscando el AMOR REAL, pocas son las personas afortunadas, la mayoría morimos sin haberlo encontrado. Y otras, simplemente lo dejamos ir, por cobardía o
miopía…”
Febrero 2008.
**Nota: Para comentarios, quejas, cebollazas y jitomatazos, agradeceré se sirvan comunicarse vía correo electrónico: hinova_mar @hotmail.com