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Archie. Un Sueño de Elegancia.

No cualquiera tiene la suerte de encontrar a un bello durmiente en el bosque.

Candy si.

Mientras caminaba por el bosque buscando príncipes encontró la señal que anunciaba su cercanía en la figura del águila tras una cortina de agua. Con la curiosidad típica de su edad tiró de la cadena que la abría. El agua se abrió paso arrastrando un bote que no estaba atado a la orilla. Con sorpresa descubrió que desde ese bote un chico le pedía ayuda.

Su habilidad para el lazo fue invaluable para rescatar al chico y mantener seca y a salvo su preciosa camisa.

Se presento ante ella como Archibald Cornwell. Tremendamente cortes, con modales impecables, la educación de un caballero y un dejo natural de seducción. El elegante chico no sólo dejo boquiabierta a Candy. Un beso en la mano, un guiño y el mote de “gatita” al despedirse provocaron que los colores subieran al rostro de la pequeña. Situaciones así no ocurrían ni en sus sueños.

El impacto desde luego fue mutuo como lo comprobó días después la invitación de Archie para Candy a asistir a una fiesta en la mansión Andrew. Como invitada especial Candy recibió la atención esmerada de sus anfitriones. Bajo la guía de Archie le correspondió el honor de ser la primera en degustar las golosinas que engalanaban la mesa. Claro si no hubiera sido bajo la mesa y su risa al ver la cara de Archie llena de crema no hubiese interrumpido el discurso de la matriarca de los Andrew, nadie habría reparado en su falta de glamour.

A los chicos no pareció importarles. Poco a poco los fue conociendo y apreciando. Supo del agradable humor de Archie. Fue testigo de las constantes bromas a su hermano. Y se integró como una mas a la peculiar pandilla que ellos formaban.

“Los hermanos piensan igual” solía exclamar Anthony. Varias veces Archie y Stear lo comprobaron. Como cuando ambos escribieron al Tío Abuelo William para pedirle que adoptara a Candy con excelentes resultados.

A pesar de que para este momento el corazón de Candy no lo había elegido a él. Se mantuvo a su lado. Alimentando la esperanza, brindando su compañía, manteniendo su abierta coquetería y compartiendo desde los momentos mas divertidos hasta la desgracia de perder a Anthony.

Tras una breve separación para aliviar un poco el dolor Archie tiene una nueva oportunidad con Candy. En el colegio San Pablo de Londres donde él, Stear y los chicos Legan han sido enviados a estudiar.

Nuevas costumbres. Nuevos lugares. Nuevas situaciones. Nuevas personas.

Terry acapara la atención de Candy y Annie Britter requiere de la suya.

¿Se le puede llamar vanidad? ¿Es condenable sucumbir a una tentación? ¿cuántas veces nos hemos planteado que se sentirá ser amado de una forma total?

No debió ser fácil para Archie elegir entre amar sin recibir la misma respuesta y ser amado por lo que era.

Annie dio muchas muestras de que estaba dispuesta a todo por conseguir su amor. Annie luchó en la medida de sus posibilidades por estar cerca del objeto de su afecto. Annie le ofreció a Archie lo que nunca obtendría de Candy: un amor incondicional. Al aceptar este obsequio Archie hace un compromiso que dura toda la serie. El y Annie se mantienen juntos. Ella no se separa ni un momento de él. Ambos tienen que dejar el colegio cuando la Guerra se vuelve una amenaza. Vuelven primeramente a Lakewood y posteriormente se mudan a Chicago. Donde la pandilla de los Conrwell, Candy con la adición de Annie recupera el tiempo perdido.

La amenaza de la guerra trasciende el océano e influye en su hermano. Con la partida de Stear para luchar por un ideal y su consecuente desaparición. Archie únicamente cuenta con Annie a su lado. No cualquiera tiene esa suerte.

+++++Fran(2007)