PALABRAS DE ALIENTO
Microfic por Caro
(Inspirado en el Manga Libro 2 Paginas 128-132)
Los servicios fúnebres del señor Anthony han concluido y el señor Brown junto con el resto de la familia Andrew se encuentran camino de regreso a sus hogares. El único que no estuvo presente fue el tío abuelo William, cuya salud precaria no le permitió asistir.
La realidad es que William debe continuar entre sombras hasta que las condiciones sean óptimas. Aunque no siempre esté dispuesto a acatar las disposiciones de los ancianos, especialmente cuando estas no le permiten estar cerca de sus seres más queridos.
Fue hasta altas horas de la madrugada que pudo escabullirse a la capilla familiar para darle el último adiós a su sobrino y hablar con el señor Brown- quien como yo- sabe la verdadera historia de William y ha jurado guardar el secreto.
Al día siguiente, estando en el pasadizo que conecta la vieja cabaña de verano con la mansión de Lakewood, William escuchó los gritos de la señora Elroy culpando a Candy por la muerte del señor Anthony.
"Anthony murió por tu culpa. ¡Vete!"
"Si no hubieras venido nunca... si no hubiéramos organizado la cacería..."
Regresó muy alterado a la cabaña donde yo lo esperaba. Dijo que era una injusticia culpar a la señorita por esta desgracia. Le hice entender que no tenía caso recriminar a la señora por esas palabras hirientes, ya que la tristeza y la desesperación nos hacen decir o hacer cosas de las cuales nos arrepentimos más tarde. Por lo que decidió buscar nuevamente a la señorita Candy para minimizar el daño causado por la señora.
Sólo espero que no lo descubra el guardabosque, la última vez alcanzó a dispararle rompiendo sus anteojos y causándole heridas leves en la sien.
"Ya regresé."
"¿Viste a la señorita?"
"Sí" dijo, dejando su mochila en el suelo. "La encontré llorando en el portal de las rosas. Creo que logré tranquilizarla. Hubiera deseado quedarme más tiempo, pero aparecieron Stear y Archie."
Observé cómo se quitaba los lentes y se arrancaba la barba postiza que escondía su identidad y le agregaba años, dejando al joven que apenas había entrado a la segunda década de su vida. Se dejó caer pesadamente sobre un sillón.
Cuando volteó a verme, vi la prueba inequívoca de su sufrimiento en su semblante. Amaba a su sobrino y había sido obligado a estar lejos de él para no afectar los intereses familiares.
Al igual que la señorita Candy, también necesitaba palabras de aliento.
"Estaba pensando que podríamos adelantar nuestro viaje a Londres..."
"¿Eso me ayudará a olvidar?"
Nunca lo había escuchado tan compungido, tan desanimado. "William..."
"¿Qué? ¿Me vas a decir que no es mi culpa que Anthony haya muerto?" Se encogió de hombros y dejó escapar un suspiro lastimero que me hizo sentir pena por él. "Recuerda que el tío abuelo estuvo de acuerdo con que organizaran esa maldita cacería."
"¡No! Tú no sabías lo que iba a pasar. Nadie puede predecir el futuro."
Se me quedó viendo, sus ojos llenándose de lagrimas. "¿No te das cuenta, George? Le fallé a Pauna. No cumplí mi promesa de cuidar a su hijo, lo único que me quedaba de ella."
"Espera-"
"Creí que tendría todo el tiempo del mundo para dedicarme a Anthony, una vez que lo enviara junto con Candy, Stear y Archie a estudiar al San Pablo."
"Escúchame-"
"En lugar de eso me dediqué a vagar por el mundo para encontrarme a mí mismo, y no alcancé a decirle cuanto lo quería. Cuando Anthony murió, también una parte de mí murió. Soy un fracaso."
Se cubrió el rostro con las manos y los sollozos estremecieron su cuerpo. Estaba acostumbrado a ver a William como el fuerte. Fuerte para su hermana, fuerte para mí, y fuerte para su familia. Verlo llorando de esta manera me partía el corazón.
Fui a su lado y puse un brazo alrededor de sus hombros. "No eres un fracaso, William. Nunca vuelvas a pensar eso. No fue tu culpa, lo sabes perfectamente."
"Te juro que hubiera dado mi vida a cambio de la suya."
"Lo sé. Siempre lo he sabido."
Cuando me vio con esos ojos azules enrojecidos recordé aquel niño perdido que se aparecía en mi habitación para decirme que había tenido una pesadilla.
"Me siento vacío. No tengo nada ni a nadie."
"Eso no es verdad." Le ofrecí mi pañuelo. "Tienes a la señorita Candy y me tienes a mí. Nosotros te necesitamos, Albert."
Tomó el pañuelo y se enjugó las lágrimas. "Creo que esperas demasiado de mí, George."
"No es que lo crea, estoy seguro que llegarás muy lejos. ¿Acaso no fui tu tutor?"
Albert sonrió levemente. "Tutor, amigo, cómplice, en una palabra, hermano."
FINIS
Marzo 26 2011