Pa el cumple de Albert
por Elia
Bueno, como siempre, los cumpleaños no son el mejor día del año para mi: Atender gente por montones sin oportunidad de escapar, comidas elegantes, cenas llenas de familiares pidiendo favores. Parece un bautizo salido de la película del padrino.
Afortunadamente mi preferido siempre es el día siguiente. Nadie llama, nadie me busca, todos saben que estaré cansado y me dejan ser.
Nadie, excepto Candy. La rutina de cada año se concentra en pasar por ella, irnos de picnic, platicar en lo alto de un gran roble y decirnos lo mucho que nos queremos. Eso es la felicidad.
Este año, Candy ha intentado un regalo bastante arriesgado. Decidió tejerme un suéter. Como era de esperarse, al no recibir ayuda ni adiestramiento externo, ha quedado una prenda algo rara, como un suéter de tres mangas y sin cuello. Al solo verlo me doy cuenta que no me quedara bien, pero los ojos ilusionados de ella no me dan opción y me lo tengo que probar. Después de varios intentos por descubrir la parte superior o las mangas reales, ambos nos rendimos en un mar de carcajadas. Finalmente decidimos deshacer el suéter, yo hago madejas y ella desenreda puntos.
Mas tarde me doy cuenta cuanto me gustaría usar una prenda tejida por las manos de ella, seria algo hermoso, llevar puesto el esfuerzo y tiempo dedicado, saber que ese tiempo lo dedico a pensar en mi.
Llega la hora de apagar la vela del pastel y mi deseo es... que ella aprenda a tejer...