Nos Volveremos A Ver
Minific por Caro
(Inspirado en el tomo 9 página 89 del Manga)
Me encuentro de regreso en Lakewood, esperando el día de mi presentación ante la sociedad como cabeza de la familia Andrew. Sin embargo, mis pensamientos son únicamente para Candy.
No puedo olvidar la conversación tan reveladora que tuve con ella esa noche...
Habíamos terminado de cenar y me había pedido que tomara asiento mientras traía el servicio de té. Era lo menos que podía hacer después de esa cena tan deliciosa que le había preparado, me dijo con una sonrisa.
Puso la bandeja con el servicio de té sobre la mesita. "Hoy fueron a visitarme Annie y Patty a la clínica durante mi hora de comer, y dejaron estas galletas de naranja que están deliciosas. Anda, pruébalas."
"Hmmm, están riquísimas. Pero dime, ¿han recibido noticias de Stear?"
"Sí, Stear se encuentra bien, te manda muchos saludos, y se volvió a disculpar por el golpe que te dio en la cabeza con su invento."
Hice una mueca. "Todavía me acuerdo."
Ella frunció la nariz. "Lástima que no funcionó."
"¿Y de qué más platicaron?"
"Sobre ti especialmente, de lo mucho que me apoyas y me proteges, pero también que un día puedes buscarte novia, enamorarte y marcharte."
Sacudí la cabeza con bríos. "Nunca me iría sin antes ayudarte a resolver tus problemas."
"Me ayudarás, ¿verdad, Albert? A encontrar la manera de que ese odioso de Neil deje de molestarme, o me obligue a salir con él diciendo que es una orden del abuelo William."
"Nunca lo consentiré."
Candy sonrió aliviada y vino a sentarse a mi lado. Quedó cerca de mí. Pude sentir el calor de sus muslos en los míos.
¿Qué pasaría si la tomara en brazos, la besara y le enseñara algo que ella desconocía?
No podría hacerlo, no soy así. Además, la amaba demasiado, podría decir que la adoraba.
A veces me conmueve y tengo que apretar los puños y morderme la lengua para callar. Qué no daría por decirle la verdad, ¡qué he recobrado la memoria y no quiero separarme de ella!
Podría conquistarla, me sería muy fácil debido a su rompimiento con Terry, pero eso no sería digno de mí.
Llevo meses amándola. Nunca pensé seriamente en otra mujer y debo confesar que he tenido mujeres que me han declarado su amor, mujeres que me han coqueteado, pero no encontré a la correcta para enamorarme.
Soy como cualquier hombre con deseos y necesidades, pero antes me mataría que saciarlas en una inocente como Candy.
Tal vez de pequeña me despertaba pena y ternura, ese instinto de protección que tenemos algunos hombres. Pero estos meses de convivencia me han confirmado que quiero ser más que el protector de Candy.
No sé si ella podrá enamorarse de mí algún día, pero eso sí, la defenderé de Neil, tía Elroy y el mundo mismo si fuera necesario. Y aunque nunca me acepte, estoy convencido que nunca amaré a otra mujer como a Candy.
"Estás muy callado, Albert."
"Estaba distraído."
"¿En qué estabas pensando?"
"Nada importante."
"¿No estarás enamorado?"
"¿Y si lo estuviera?"
Candy entrecerró los ojos, presionando sus manos sobre su pecho.
"Me dolería... me dolería tanto que te pediría que me llevaras contigo."
"Qué cosas dices, Candy."
"De verdad, Albert, no podría vivir sola."
Y me sorprendió cuando rompió a llorar. La apreté contra mí sujetándola de los hombros. "¿Qué te pasa, Candy?"
"Es que si tú te casaras y te fueras... no sabría qué hacer con mi vida."
"Candy, por favor-"
"Albert, si estás enamorado, ¡dímelo!"
"No estoy enamorado, tú eres la que está hablando de supuestos amores."
Se secó los ojos con el dorso de la mano y me miró entre lágrimas.
"Pues haces muy mal, porque estás guapísimo. Annie y Patty dicen que eres muy interesante y atractivo."
"¿Eso dicen?" Sentí calor en el rostro, sin duda estaba rojo.
"Sí, y también que debería olvidarme de Terry y enamorarme de ti."
Al decir eso, soltó una risita nerviosa.
Creo que yo estaba más nervioso que ella, porque al querer recoger el servicio de té, derramé la crema en la bandeja.
"Te ayudo a lavar los platos" me dijo, aparentemente olvidando aquella propuesta de sus amigas.
Pasaron los días y no volvió acordarse. Yo procuraba hablar de otros temas, porque no quería ponerme más nervioso de lo que estaba.
Han sido tiempos difíciles para mí. No quisiera sonar falto de modestia, pero he pensado que Candy está enamorada de mi sin saberlo. Yo debería quitarle la venda de los ojos, pero mi temor a perderla definitivamente me lo impide. Era mejor guardar el secreto de mi recuperación, así tendría tiempo para seguir con ella y no forzar la situación entre nosotros.
Sin embargo, las circunstancias precipitaron mi salida de ese departamento y de la vida de Candy. No quería que sufriera más vejaciones por mi culpa, un desconocido que anda con malas compañías, según la casera y los inquilinos.
Recuerdo que después de escuchar su enfrentamiento con la casera entré con sigilo al departamento, y descubrí a Candy dormida en el comedor. La pobre estaba tiritando de frío, así que fui a la habitación por una frazada.
La cubrí cuidadosamente. Entonces saqué la carta que traía en mi bolsillo y la dejé sobre la mesa.
Espero que haya entendido mis razones para irme de su lado y que no se haya ofendido por el dinero que le dejé.
Recuerdo que estuve tentado a darle un beso, pero no quise despertarla. Nunca me han gustado las despedidas.
Querida Candy, te juro que nos volveremos a ver... muy pronto.
Finis
Junio 27, 2009