CIBERCIUDADANÍA, CULTURA Y BIENES PÚBLICOS (J.F. Alvarez)
Introducción
La sociedad red transforma la vida cotidiana, las diversas manifestaciones culturales, los negocios, las esferas más diversas de la vida privada y social. La forma en que se generan los bienes públicos en la red exige una preocupación explícita por la libertad de acceso y la generación de nuevos servicios, que ayuden a superar limitaciones de los individuos y faciliten desdibujar las diversas brechas digitales y ciberculturales. El gobierno electrónico (e-gobierno) resulta culturalmente decisivo en esta fase de expansión de la cibersociedad. Las tecnologías amplían las capacidades humanas, expanden el espacio y las formas de acción social, incluidas la producción y gestión cultural. También producen cambios en las formas de generación, reproducción y transmisión del conocimiento (social).
Existen algunos bienes y servicios con la propiedad de que una vez generados, nadie puede verse privado de los mismos. Son lo que llamamos bienes comunes o bienes públicos. Dichos bienes llevan irremisiblemente aparejados sus respectivos males. Estamos asistiendo a un cambio que, a pesar de lo manido, podemos calificar de cambio de época. Es de tal magnitud la transformación social producida por las tecnologías de la información y la comunicación que resulta indispensable adquirir nuevos hábitos para esa nueva era. En los diversos procesos de socialización aprendemos y adquirimos hábitos de consumo, así en este nuevo tipo de sociedad de la información se conforman algunos hábitos como resultado del aprendizaje del consumo a la vez que se generan nuevos servicios y bienes públicos en ese nuevo espacio sociotécnico (tercer entorno o ciberespacio). En torno al mismo nace la llamada cibercultura, que las nuevas generaciones absorben por inmersión. Todas las artes anteriores encuentran su acomodo en este nuevo espacio, así, tenemos ciberpintura, ciberarquitectura, cibermúsica, etc. Allí donde x representa una parcela del saber o de la cultura humana, ciber(x) es una parcela de este nuevo entorno.
Este nuevo entorno es denominado por Javier Echeverría el tercer entorno (e3). Evidentemente se plantea el tercer entorno en contraposición a la existencia clara de otros dos, los entornos uno y dos .
El primer entorno (e1 ) sería aquel que gira alrededor del ambiente natural al ser humano: el cuerpo humano, el clan, la familia, la tribu , las costumbres, los ritos, las técnicas de producción, la lengua, la propiedad ... serían algunas de las formas humanas y sociales características del primer entorno (J.Echeverría , 1999, 28).
El segundo entorno (e2) sería aquel que gira alrededor del ambiente social de la ciudad y del pueblo, es un entorno urbano, es un entorno social y cultural. Los espacios urbanos han desarrollado diversas formas sociales constitutivas de las maneras del segundo entorno: el vestido, el mercado, el taller, le empresa, la industria, la cuidad, el estado, la nación, el poder, la iglesia, la economía, .. y donde la sociedad industrial sería su forma mas desarrollada (J.Echeverría, 1999,42).
El tercer entorno (e3) es un nuevo espacio social en construcción, básicamente artificial y posibilitado por una serie de tecnologías que modifican las relaciones sociales y culturales que se dan y daban en los entornos primero y segundo.
¿Podemos conocer algunos ciberbienes y de entre ellos el subconjunto de ciberbienes públicos? Desde mi punto de vista la respuesta resulta plenamente afirmativa y solamente estamos en el comienzo de una exploración o investigación que merecería continuarse.
Un primer ejemplo lo tenemos en el acceso universal a la educación y a la extensión de la educación. Internet tiene una enorma potencialidad de generación de bienes públicos, pero está el problema del acceso a los mismos: “todo lo que está en la red podría estar para todos los que puedan acceder a ella”). Aquí nace el concepto de brecha digital: Se entiende por brecha digital la distancia en el acceso, uso y apropiación de las tecnologías tanto a nivel geográfico, a nivel socioeconómico (entre quintiles de ingreso) y también en las dimensiones de género, en articulación con otras desigualdades culturales. Cabe destacar que la brecha digital está en relación con la calidad de la infraestructura tecnológica, los dispositivos y conexiones, pero sobre todo, con el capital cultural para transformar la información circulante en conocimiento relevante. Dicha brecha puede ser individual o colectiva.
Un ejemplo de ciberbien público lo tenemos en la wikipedia: su carácter de bien público reside precisamente en que está disponible para todos, hayan colaborado o no en su producción. Es algo asi como la sangre obtenida por donación voluntaria.
Una medida de la implantación de las nuevas tecnologías en la administración pública es un punto de partida fundamental para proceder a una reflexión seria sobre la extensión de los bienes públicos en la cibercultura. España ha avanzado del puesto 68 al 10 en e-gobierno en pocos años. No se trata meramente de informatizar antiguos servicios, sino de que las nuevas tecnologías posibilitan ofrecer otros nuevos, antes impensables. No se trata simplemente de facilitar la información de manera más rápida, el cambio necesario es mucho más profundo. La Universidad de Brown (Rhode Island) ha elaborado una lista de las cinco localizaciones de mejor implantación de ciberservicios de administración electrónica. El primero es Singapur, allí llama la atención cómo el portal prácticamente sirve como punto de partida para toda la relación ciudadano-administración. Evidentemente todos los espacios de la web correspondientes a la administración están vinculados a este portal. Desde allí se accede a la gestión integral de todos los aspectos de la administración, incluso desde PDA. Le siguen Canadá y Australia.
Resulta indispensable proceder a una atenta reflexión sobre qué es esa cosa que se llama “sociedad del conocimiento”. La declaración de la renta empieza a realizarse vía web, y el voto electrónico es un futurible nada descabellado. Pero no sólo en su relación con la administración gubernamental: la articulación entre la sociedad civil y sus diversas formas organizativas junto a las competencias y servicios del Estado (la articulación entre las ONG’s y las OG’s por así decirlo) requieren también una atenta reconsideración. Como ejemplo, la expansión de las comunidades virtuales en Internet plantean un desafío claro a múltiples servicios ofrecidos previamente por las Administraciones públicas. Para atender cuidadosamente a estos desarrollos conviene ser preciso en la nomenclatura, y una de esas primeras precisiones consiste en establecer los rasgos distintivos entre la sociedad industrial y otras variantes que se han acuñado como la sociedad de la información, la sociedad red o la sociedad del conocimiento. Sin embargo, este crecimiento del acceso a la administración no ha ido acompañado de una gestión convincente de la pedagogía necesaria hacia el ciudadano ni en el estudio de sus profundas implicaciones:
“Nuestro estudio ha demostrado una enorme aceleración en el ritmo en que los gobiernos de las comunidades autónomas están incorporando los servicios de información on-line en Internet (aunque los autores consideran que es más por imagen y moda que por una auténtica necesidad de crear centros de información). No hay signos que indiquen una gran preocupación por implementar servicios interactivos con los ciudadanos” (Cañavate, 2004).
“En muchos aspectos EL e-GOBIENO no es sino otra manera de denominar la informatización del sector público que lleva en marcha más de dos décadas. Aunque el uso de las tecnologías de la información en la administración pública y en diversos ámbitos del gobierno se ha extendido mucho en los países industrializados, no se ha tenido un interés político claro en este proceso creciente y casi invisible de modernización del gobierno. Solamente algunos académicos y agentes consultores insistían en la importancia de la informatización para la gobernalidad y su modernización”. “Hacia dónde se dirige el gobierno electrónico”, de Klaus Lenk y Roland Traunmüller (2002),
Se plantean así dos tareas que deben llevarse conjuntamente:
1. Analizar las posibles transformaciones que introducen en el sistema social las tecnologías de la información y la comunicación, incluyendo las transformaciones de conceptos muy fijados socialmente como la residencia, la propiedad, bienes públicos, etc.
2. Aprovechar la experiencia del trabajo en el sector público para tratar de ajustar las necesidades de los ciudadanos y las capacidades de acción de la Administración en el marco de las nuevas capacidades de acción que ofrecen estas tecnologías.
El e-gobierno planteará (ya está planteando) con toda urgencia la necesidad de una transformación de nuestro mismo concepto de la Administración pública y su relación con los ciudadanos. Sería una buena idea para implementar el e-gobierno atender a las dificultades iniciales con las que se topó el e-comercio, que pretendió simplemente vender por nuevos cauces sin atender a las necesidades de los usuarios, muchas de las cuales eran de nuevo cuño precisamente por la introducción de dichas tecnologías. Aspectos tan elementales como la coordinación de las administraciones, la aceptación clara y sencilla por parte de los funcionarios de la documentación emitida mediante procedimientos electrónicos, pudiera ser un primer paso, que puede parecer trivial pero que no es todavía normal en nuestro país, y que, sin embargo, supondrían un avance en la capacidad de defensa de los propios derechos mediante el recurso a las nuevas tecnologías (por ejemplo, abrir los períodos de información pública en la red, hacer llegar información directa a los ciudadanos que “se puedan” ver afectados por una acción de la Administración, serían simples ejemplos que pudieran ser un primer paso práctico de nuevo servicio).
El tema del derecho a la privacidad y la ausencia de intromisión ilegal a datos personales; las garantías civiles en suma y el no sentirse en indefensión ante las inmensas posibilidades que las nuevas tecnologías dotan a la administración, es una percepción que el ciudadano debería tener asegurada para hacer sintonizar con el e-gobierno.
Las nuevas formas de acción merecen asimismo una profunda reflexión. Por ejemplo, el ciberespacio como espacio electoral en el que se juega una parte de los derechos ciudadanos. Y no ha sido precisamente la izquierda quien más lo ha aprovechado.
Conclusiones.
El cambio de hoy no es similar al producido por la introducción de la máquina de escribir eléctrica sino un cambio de mucho mayor calado: estamos ante un cambio de relaciones sociales y no de un simple cambio tecnológico. Analizar el significado profundo de los cambios sociales producidos por las TIC, puede ayudar a superar algunos “defectos” técnicos y facilitar su expansión. Algunos de esos cambios transforman las formas de acción social, incluidos los procesos de gestión, además de producir cambios en las formas de generación, reproducción y transmisión del conocimiento (social).
INNOVACIÓN ABIERTA
El modelo de innovación abierta supone un camino alternativo y/o complementario a la gestión del conocimiento en sus distintas etapas, cuestionado la validez de algunas de las estrategias y procesos imperantes en innovación tecnológica. La nueva lógica del proceso innovador, reconoce el valor de la difusión del conocimiento a través de nuevas comunidades de innovación y considera prioritario el acceso a los conocimientos desarrollados por los miembros de dichas comunidades.
El modelo tradicional de innovación supone una perspectiva cerrada y lineal de generación, desarrollo y comercialización del conocimiento, a través de sus propias estructuras. De este modo, dicho conocimiento se crea y transfiere de forma interna y se previene su transferencia a los competidores. En definitiva, este modelo de innovación cerrada defiende, por un lado, que el único conocimiento estratégico es aquél desarrollado a partir de fuentes internas y, por otro lado, que la materialización de resultados económicos se logra exclusivamente a través de la incorporación de dicho conocimiento en los productos de su cartera. Frente a este modelo clásico, la innovación abierta asume que las empresas pueden y deben mantener estrechas relaciones con terceros agentes, tanto en el proceso de acumulación de conocimiento como en el de su comercialización. La Innovación abierta (en inglés: Open Innovation), término acuñado por el profesor Henry Chesbrough, es una nueva estrategia de innovación bajo la cual las empresas van más allá de los límites internos de su organización y donde la cooperación con profesionales externos pasa a tener un papel fundamental. Open Innovation significa combinar el conocimiento interno con el conocimiento externo para sacar adelante los proyectos de estrategia y de I+D. Significa también que las empresas utilizan tanto canales internos como externos para poner en el mercado sus productos y tecnologías innovadoras. Bajo este contexto, universidades y centros de investigación ofrecen nuevas perspectivas y soluciones a las compañías que utilizan este modelo. Este tipo de innovación responde a la posibilidad de ocurrencia de lo que se conoce como inteligencia colectiva. La innovación abierta, en resumen, trata de que sector público e industria privada cooperen.
A través de la innovación abierta se consiguen varias cosas:
1. Se acelera el proceso de innovación
2. Se reducen los costes y riesgos asociados
3. Se abren nuevas posibilidades para la explotación
Por lo tanto, se trata de una transferencia de tecnología o conocimiento que considera una doble dirección, interna y externa. Por un lado, podemos hablar de una absorción de tecnología o conocimiento externos, por ejemplo a través de alianzas o empresas de capital riesgo. Por otro lado, la explotación de tecnología o conocimiento externos se identifica con su comercialización, por ejemplo a través de la concesión de licencias o spin-offs. Para lograr esta doble transferencia, se requiere que la empresa haga más permeables sus fronteras, con el objetivo de lograr una fuerte interrelación con su entorno.
La gestión del conocimiento como elemento clave en la innovación abierta
Chesbrough (2006:1) define la innovación abierta como “el uso de flujos internos y externos de conocimiento de forma determinada para acelerar la innovación interna y expandir los mercados para el uso externo de la innovación, respectivamente”.
Las organizaciones desarrollaban sus nuevos productos o servicios a través de procesos internos por lo que, durante un largo periodo de tiempo, el modelo de innovación cerrada ha supuesto la manera más exitosa de mantener las ventajas competitivas en una organización. Sin embargo, el aumento del número de trabajadores de alta cualificación y su mayor movilidad, la mayor tasa de obsolescencia y nivel de complejidad de las tecnologías, el surgimiento de nuevas empresas orientadas a los proyectos de fuentes abiertas (start-ups) y financiadas por capital riesgo (venture-capital), y la existencia de un importante stock de conocimiento básico en el interior de las empresas susceptible de múltiples usos, han propiciado la necesidad de detectar y explotar las ideas valiosas, independientemente de dónde surjan.
Factores determinantes del éxito en los proyectos de innovación abierta:
Factores externos: el liderazgo, los sistemas de comunicación y la posición de los agentes.
Factores internos determinantes en la gestión del proyecto de innovación abierta: los mecanismos de coordinación