¿Alguna vez te has preguntado por qué usas el cinturón de seguridad cuando viajas en automóvil? ¿O por qué un niño decide no robar algo que desea desesperadamente pero que sus padres no comprarían? La cognición modal suele estar en el centro de tales decisiones. Sabemos que cualquiera de nosotros podría tener un accidente automovilístico y que un cinturón de seguridad correctamente usado disminuye el daño humano en caso de que lo haya. Este conocimiento informa nuestra decisión de usar el cinturón de seguridad. (O, para sujetos inclinados de otra manera, la posibilidad de una multa jugaría un papel similar). Análogamente, el niño sabe que podría ser atrapado, y el miedo al castigo si lo atrapan tiene el poder de doblegar su voluntad moral inmadura. Normalmente damos por sentado que estas decisiones son racionales, y nuestra forma de actuar se explica en parte por nuestra creencia de que esas posibilidades existen y que los conocedores modales están, en general, justificados en sus creencias modales.
Pero, ¿qué es la modalidad en primer lugar? Esta es la pregunta central del presente Elemento, y la abordaré en dos niveles, con un efecto acumulativo: primero, me centro en la modalidad en general y, después de eso, en la modalidad metafísica en particular, posiblemente el tipo de modalidad que es distintivamente central para la metafísica. En pocas palabras, la modalidad se refiere a modos; modos, por ejemplo, en los que una proposición puede ser verdadera o poseer una propiedad: necesaria o contingentemente. De manera más general, la modalidad en filosofía es el área que estudia las nociones de necesidad, posibilidad y contingencia (más cognados). Pero la modalidad es un fenómeno muy amplio y, dentro de ella, podemos distinguir distintos tipos, incluso familias, como la deóntica, la epistémica y la alética. Y dependiendo de cuál de estas familias sea nuestro foco en una determinada ocasión, nuestras investigaciones modales también nos llevarán a estudiar nociones afines como esencia, accidente, disposición, potestad, permiso, obligación, norma, conocimiento, evidencia, entre otras.
Qué familia de modalidades es más central en un contexto filosófico dado depende de la rama de la filosofía en consideración: las modalidades deónticas, por ejemplo, probablemente sean más centrales para la ética que para la epistemología general. En la metafísica, la serie en la que se sitúa este Elemento, las modalidades aléticas son en gran medida centrales y, entre ellas, la modalidad metafísica lo es de manera distintiva. Pero la modalidad como fenómeno general ya plantea cuestiones muy interesantes, incluidas las metafísicas, que no se manifestarían vívidamente si uno se centrara en la modalidad alética o, dentro de ella, metafísica desde el principio.
La Sección 2 de este Elemento está así dedicada al fenómeno general. En él, analizaremos cuestiones tales como qué es lo que reúne a todos los diferentes tipos de modalidad: ¿qué es, si es que algo, lo que hace que todos los tipos de modalidad, tipos de modalidad? ¿Hay alguna modalidad fundamental entre ellos? La literatura contemporánea está curiosamente dividida al respecto y, a modo de anticipación, veremos que las posiciones al respecto no son independientes de la propia postura sobre la fuente de la modalidad metafísica. Por lo tanto, esta sección informará a la Sección 3, que se enfoca, de manera más estrecha, en diferentes puntos de vista sobre la fuente de la modalidad metafísica. La Sección 3 también evidenciará (aunque solo de pasada) cómo las preocupaciones epistemológicas pueden afectar las preguntas sobre la metafísica de la modalidad; es decir, preocupaciones sobre nuestro conocimiento de la modalidad.
2.1 Variedad de discursos modales
El discurso modal es ubicuo y está muy arraigado en nuestra vida cotidiana. Hemos considerado un par de ejemplos en la Introducción, y no es difícil llegar a una lista mucho más larga de escenarios donde las proposiciones modales (o creencias modales) están en el centro de nuestro razonamiento o procesos de toma de decisiones. Como se caracterizó crudamente en la Introducción, una proposición modal implica alguna noción modal, entre las que se encuentran la posibilidad y la necesidad.
En lo que sigue, es la ausencia de nociones modales en (1) y su presencia en (2) lo que hace que sólo la segunda proposición sea modal:
(1) La rodilla de Iris está sangrando.
(2) La caída debe haber sido peor de lo que parecía.
Como con cualquier otro tipo de proposición, las proposiciones modales pueden ser verdaderas o falsas. Independientemente de su valor de verdad, todas las siguientes proposiciones son modales en virtud de que cada una implica una noción modal:
(3) Iris podría ser más cuidadosa.
(4) Dos más cinco deben ser siete.
(5) No siempre se puede ser un buen samaritano.
(6) Ser filósofo es accidental para Sócrates.
(7) Un cohete puede viajar más rápido que la luz.
(8) Necesariamente, si Ernest no está casado, es soltero.
(9) Puede conducir sin cinturón de seguridad cuando está muy embarazada.
(10) Si Ernest no está casado, necesariamente es soltero.
(11) Umar no puede estar en el hospital.
(12) Puedes saltar esta corriente.
(13) Debe respetar los turnos de las personas (por ejemplo, en una cola).
(14) Debe haber estado lloviendo.
(15) No puedes torturar a la gente
Estas proposiciones, y algunos contrastes entre ellas, nos servirán primero para ilustrar la ubicuidad del discurso modal, y luego nos ayudarán a establecer distinciones entre diferentes tipos de modalidades (Secciones 2.2, 2.3 y 2.4). A continuación, abordaremos el tema tan discutido de la unificación. (Secciones 2.5 y 2.6) y usaremos esta discusión para reflexionar sobre el papel contemporáneo de los mundos posibles (Sección 2.7) y las perspectivas de precisar, dentro de la modalidad, la distinción de re/de dicto (Sección 2.8).
De las proposiciones anteriores, algunas pueden parecer artificiales (han sido elegidas con un propósito), pero otras son proposiciones modales ordinarias y no es difícil concebir escenarios en los que uno podría aplicarlas fácilmente. Por ejemplo, alguien le dice que su vecino, Umar, ingresó en el hospital ayer por la noche con Covid-19 grave; esto te sorprende ya que acabas de hablar con él por teléfono esta mañana. Respondes con (11) – Umar no puede estar en el hospital. En un segundo ejemplo, su hija está jugando en el parque, que está dividido por un arroyo. Ella está de un lado, pero quiere unirse
un grupo de niños que están jugando al otro lado. Está impaciente y se pregunta si caminar hasta el puente, cruzarlo y volver a subir, o si debería atreverse a saltar el arroyo. Después de evaluar las circunstancias, la animas con (12) – Puedes saltar esta corriente. Y un tercer ejemplo: su sobrino entra en una concurrida tienda de golosinas y va directo al mostrador exigiendo una piruleta. Intervienes con (13) – Debes respetar los turnos de las personas.
Estos son sólo un par de ejemplos. Pueden ser triviales, pero son ilustrativo de lo cotidiano del pensamiento modal y del razonamiento modal. Más allá de la vida cotidiana, la medicina preventiva es una especialización de la salud cuyo objetivo es evitar que las personas contraigan enfermedades que pueden (con relativa facilidad) contraer. En un nivel más abstracto, el razonamiento modal es central en la metodología científica.
El proceso de adquirir información acerca de cómo es el mundo puede verse como el proceso de descartar que el mundo sea de alguna otra forma posible. Supongamos que hay dos hipótesis, H1 y H2, que parecen explicar igualmente nuestro cuerpo de evidencia, E. Por lo que sabemos, el mundo podría ser como dice H1, pero también podría ser como dice H2. Si queremos saber cómo es el mundo, y dado que la evidencia E es neutral entre H1 y H2, necesitamos evidencia desambiguadora. Esta evidencia adicional se puede lograr mediante el diseño y la realización de experimentos; esta es una práctica científica común. Y, sin embargo, diseñar y llevar a cabo experimentos puede ser muy costoso (económicamente y de otro modo). ¿Podríamos justificar esta práctica si tuviéramos razones suficientes para creer que H1 o H2 son imposibles? ¿O si tuviéramos motivos suficientes para descartarlo? Cuando una hipótesis se toma en serio, asumimos, al menos implícitamente, que el mundo podría ser como lo describe la hipótesis.
El lector que ya está familiarizado con la distinción entre modalidades aléticas, epistémicas y deónticas podría preguntarse por qué no estoy siendo más riguroso.
- La modalidad alética es aquella que indica la verdad o falsedad de un enunciado, lo necesario y lo posible.
- La modalidad epistémica es aquella que se vincula con el ámbito de la posibilidad de que un enunciado sea cierto, es decir, expresa certidumbre y el grado del compromiso del hablante con lo que dice.
- La modalidad deóntica es aquella que expresa la obligatoriedad de que se cumpla lo que el hablante dice.
¿Son posibilidades epistémicas o aléticas las que se asumen en la práctica científica, por ejemplo? ¿Es en un sentido epistémico o en un sentido físico que Umar no puede estar en el hospital? Sin embargo, esta falta de rigor, en esta etapa, es intencionada. Ilustra que, de hecho, hay diferentes sentidos asociados con nuestro vocabulario modal, y cuál está involucrado varía fácilmente de un contexto a otro (incluidas las intenciones del hablante). Considere nuevamente la proposición (11): Umar no puede estar en el hospital. ¿Es esto cierto o falso? Esta pregunta no puede responderse de una vez por todas; depende del sentido (y contexto) en que se pronuncie. Por ejemplo, arriba, imaginé un contexto destinado a ser uno en el que es muy probable que una expresión de (11) sea verdadera. Si sabe que escuchó a Umar en su casa esta mañana, hablando por teléfono, entonces (es probable que) no pudo haber sido ingresado en el hospital con Covid-19 grave la noche anterior. Debe haber habido un malentendido en alguna parte: ¿tal vez lo revisaron pero no lo encerraron? El sentido de modalidad en el que estas conclusiones son verdaderas es, como veremos en breve, epistémico: depende de lo que sabemos.
Pero (11) podría pronunciarse en otros contextos en los que no nos referimos a un sentido epistémico de 'puede'. Imaginemos un grupo de amigos y uno de ellos, Shyla, pregunta dónde está Umar. Joel responde: "Bueno, está bastante sano, por lo que no puede estar en el hospital", a lo que Kiran protesta que el hecho de que esté bastante sano no significa que no pueda enfermarse o tener un accidente. En este contexto, (11), tal como lo expresó Joel, es probable que sea falso, y lo que lo hace falso no depende de lo que el grupo de amigos sabe o cree sobre Umar, sino más bien de lo que es modalmente cierto de él: independientemente de su grado de salud, Umar, como organismo, no es inmune a enfermedades o accidentes.
Como también veremos en breve, esta dependencia de la verdad hace que este sentido de modalidad sea alético. Además de la epistémica y la alética, existe otro tipo de modalidad en la que también nos centraremos en esta sección: la deóntica, que tiene que ver con las normas. Para probarlo, considera (15) – No puedes torturar a la gente. Si esto te parece cierto, lo más probable es que lo estés leyendo en el sentido deóntico y, de ser así, el mensaje que estás sacando de él es que no es moralmente permisible torturar a las personas. Nótese que, en un sentido alético, (15) es falso: como se ve con demasiada frecuencia, no hay muchos impedimentos físicos para que las personas torturen a otros.
El objetivo de las siguientes tres secciones (Secciones 2.2, 2.3 y 2.4) es desarrollar estas breves observaciones centrándose en tres familias principales de modalidades: epistémica, deóntica y alética. Primero los presentaré por separado. Después de esto, en las Secciones 2.5 y 2.6, estaré más interesado en explorar las relaciones entre ellos, prestando especial atención a los debates en la literatura reciente que tienen que ver con las perspectivas de encontrar un tratamiento unificador. Antes de todo esto, permítanme introducir las nociones de posibilidad y necesidad como duales entre sí. Aproximadamente, por 'dualidad' en este contexto queremos decir que podemos definir la posibilidad en términos de necesidad, y viceversa. Específicamente, p es posible – en símbolos, ◊p – significa que no es necesario que no p – en símbolos, ¬□¬p. Acabamos de definir posibilidad en términos de necesidad. Y correspondientemente podemos definir necesidad en términos de posibilidad: p es necesario (□p) significa que no es posible que nop (¬◊¬p). Una vez establecida la dualidad, pasemos a los diferentes tipos de modalidades.
2.2 Modalidades epistémicas
Asumiendo la dualidad entre posibilidad y necesidad, nos queda abierto caracterizar directamente el sentido epistémico de sólo una de las dos nociones modales -necesidad o posibilidad- y llegar a la otra por el camino conceptual que su dualidad permite. Ilustraré esto a medida que avancemos, comenzando con la noción de posibilidad epistémica. Como primera aproximación, la posibilidad epistémica se puede caracterizar de la siguiente manera:
Posibilidad epistémica (EP): Una proposición, p, es epistémicamente posible para un sujeto, S, si y sólo si p es (lógicamente) compatible con todo lo que S sabe.
Es esta dependencia del conocimiento la que da nombre a la modalidad epistémica, del griego antiguo episteme, que significa conocimiento o ciencia. Lo primero a notar es que (EP) caracteriza la posibilidad epistémica como relativa a un sujeto. Esto no puede ser de otro modo, debido precisamente, a su dependencia del cuerpo de conocimientos de un sujeto dado. Tenga en cuenta también que, dado que diferentes sujetos claramente sabrán cosas diferentes, las proposiciones que son (o no) epistémicamente posibles variarán en consecuencia entre los sujetos. Para ilustrar: si no tengo idea de cuál es la velocidad más alta que puede alcanzar una tortuga de muslos rectos, es epistémicamente posible para mí que Clark (la tortuga de muslos rectos de mi amigo) caminara a tres kilómetros por hora ayer; tal velocidad es ciertamente compatible con todo lo que sé, prácticamente nada, sobre las tortugas. Sin embargo, un herpetólogo tendrá información relevante acerca de las tortugas que le permitirá descartar que Clark haya alcanzado alguna vez esa velocidad. Así, no es epistémicamente posible para el herpetólogo que Clark caminara ayer a tres kilómetros por hora.
(EP) es una buena primera aproximación. Captura una especie de modalidad epistémica que a menudo se destaca en contextos ordinarios, como el ejemplo anterior de Umar y el caso de la tortuga que acabamos de describir, sirven para ilustrar. Dado que estamos asumiendo la dualidad de las nociones de necesidad y posibilidad, ahora tenemos dos opciones para caracterizar la necesidad epistémica correspondiente: o la caracterizamos directamente, o bien lo hacemos desde (EP), explotando la dualidad. Las dos formas serán (y deberían, si la dualidad es tal) ser extensionalmente equivalentes:
Necesidad epistémica (EN), directamente: Una proposición, p, es epistémicamente necesaria para S si y sólo si p (lógicamente) se sigue de lo que S sabe.
Necesidad epistémica (EN), explotando la dualidad: Una proposición, p, es epistémicamente necesaria para S si y sólo si no es epistémicamente posible para S que no sea p.
(EP) y (EN) caracterizan conjuntamente el que quizás sea el tipo de modalidad epistémica más paradigmático. Sin embargo, para ser rigurosos, caracterizan potencialmente tantas modalidades epistémicas diferentes como individuos (o, más rigurosamente, como pares de individuos y tiempos). Porque lo que tenemos es un esquema, en lugar de una modalidad, y podemos reemplazar 'S' por cualquier individuo, cada uno de estos movimientos da como resultado una modalidad epistémica.
Pero aun dejando de lado esta esquemática, este esquema (de modalidades epistémicas relativizadas a un solo individuo) no es el único dentro de la familia de modalidades epistémicas, ni siquiera el que siempre será destacado. A veces, el contexto puede hacer que sobresalga una modalidad epistémica relativa a un grupo de individuos. Para capturar estos otros tipos de modalidades epistémicas, necesitaríamos mencionar explícitamente un grupo de individuos en el esquema. Además, tendríamos que acompañar esto de una noción inequívoca de conocimiento colectivo. Esto da lugar a (esquemas de) modalidades epistémicas alternativas, no equivalentes, como se ilustra a continuación sin pretender ser exhaustivo:
Posibilidad epistémica, relativizada a grupos, intersección: Una proposición, p, es epistémicamente posible para un grupo de personas G si y sólo si p es (lógicamente) compatible con lo que sabe cada miembro de G.
Posibilidad epistémica, relativizada a grupos, unión: Una proposición, p, es epistémicamente posible para un grupo de personas G si y sólo si p es (lógicamente) compatible con lo que sabe algún miembro de G.
Como arriba, estos son esquemas. Para obtener una modalidad epistémica de ellos, necesitaríamos conectar un grupo determinado de personas en cada caso. Técnicamente, para cualquier grupo de personas que se nos ocurra, podríamos seleccionarlo y obtendríamos como resultado una modalidad epistémica específica. Es cierto que algunas de estas modalidades son de mayor interés que otras. Por ejemplo, en medio de una pandemia, conectar un grupo mundial de epidemiólogos generaría una modalidad epistémica mucho más interesante (ya sea en el sentido de unión o de intersección) que el grupo de miembros en mi hogar, especialmente con respecto a las posibilidades relativas, por ejemplo, a cuán estresados estarán los hospitales dentro de un año, o cuán arriesgado es reservar un vuelo para dos meses.
Nos hemos centrado hasta ahora en las modalidades epistémicas en un sentido estricto: es decir, las modalidades que dependen del conocimiento. Uno podría preguntarse cuál sería el resultado si consideráramos nociones alternativas cercanas, como creencia, o incluso creencia justificada. La respuesta, en pocas palabras, es que obtendríamos diferentes tipos de modalidades que, con una comprensión adecuadamente relajada de la etiqueta 'modalidad epistémica', todavía podrían tomarse como tales, y para las cuales, con una insistencia más estricta en las etiquetas, las 'modalidades doxásticas' serían más adecuadas. Independientemente de nuestras elecciones terminológicas, todas estas modalidades tienen en común su relativización a un individuo o grupo de individuos, y que lo que es posible o necesario para ellos depende del cuerpo de información con el que los individuos están comprometidos, al menos a nivel de creencia. Esto hace que todos los elementos de este grupo (relajado) de modalidades estén muy cerca unos de otros como fenómenos.
Y, sin embargo, una diferencia interesante entre las modalidades epistémicas y las doxásticas (en el sentido estricto de estas etiquetas), surge de la facticidad del conocimiento y la falta de facticidad de la creencia (incluso de la creencia justificada). Sabemos que lo que se sabe es de hecho el caso, el conocimiento es fáctico, pero que las creencias, incluso las justificadas, pueden ser falsas, la creencia no es fáctica. Esta diferencia tiene un fuerte impacto en las lógicas modales que pueden usarse para modelar modalidades epistémicas y doxásticas. Pensemos en el principio según el cual lo necesario es (también) el caso, que se conoce como principio (M) en lógica modal (en símbolos, □p→p). Con un sentido epistémico estricto de 'necesario', este principio resulta válido (no puede dejar de ser cierto), pero este no es el caso con el sentido doxástico del término. Tomaremos los casos por turno.
Si p es epistémicamente necesario (si □p, en el sentido epistémico), entonces p se sigue de un cuerpo de conocimiento (ya sea el conocimiento de un solo individuo o de un grupo de individuos). Dado que el conocimiento es fáctico, p es el caso. Como resultado, si □p entonces p. Y como la elección de p fue arbitraria, esto concluye el razonamiento del sentido epistémico.
Por el contrario, si p es doxásticamente necesaria (si □p, en el sentido doxástico), entonces ciertamente p se sigue de un cuerpo de creencias, pero esto es insuficiente para garantizar la verdad de p; de hecho, se podría creer falsamente en p (es decir, el cuerpo de información del que se deriva p podría ser falso). Como resultado, en el caso doxástico, no podemos pasar con seguridad de □p a p: algunas de estas transiciones podrían llevarnos de la verdad a la falsedad.
Siendo así las cosas, si uno va a modelar la modalidad epistémica con lógica modal, tendrá que ser con una lógica modal que incluya el principio (M), mientras que uno tendría que excluirlo si está modelando modalidades doxásticas. Volveremos a (M) al considerar las modalidades deónticas, a las que ahora nos dirigimos
2.3 Modalidades Deónticas
Las modalidades deónticas, recordará de la Sección 2.1, tienen que ver con el permiso y la obligación. Recuerde la proposición (15): No se puede torturar a la gente. En un sentido físico de 'poder', ciertamente se puede torturar a la gente. El sentido en el que se pretende que (15) sea cierto es más bien deóntico: no está permitido torturar a la gente (o, explotando la dualidad de la Sección 2.1, es una obligación que no lo hagas). Al igual que las modalidades epistémicas, y como indica el plural, las modalidades deónticas constituyen una familia, unificada por el hecho de que todas se relacionan con el permiso y la obligación. Cualquier código de conducta –en una escuela, en el trabajo, en el hogar, en relación con un juego, en un estado, en una comunidad, etc.– equivale a una modalidad deóntica. Entre los muchos miembros de esta familia, la modalidad moral y la modalidad jurídica son las más destacadas. En el sentido moral, (15) nos dice que torturar a la gente equivaldría a transgredir un principio moral. En el sentido legal, (15) nos dice que torturar a la gente no está permitido por un sistema dado de leyes (hechas por el hombre). Incluso este tipo de modalidades son, una vez más, familias:
no hay un solo sistema de leyes (hechas por el hombre) en el mundo, sino muchos; cada estado (y no solo los estados) tiene su propio conjunto. Y, independientemente de que exista o no un código moral absoluto (universal), en un uso igualmente legítimo del término “moralidad”, hay varias moralidades; estos se asocian con bastante frecuencia con (pero no se limitan a) la variedad de religiones. Un esquema para las posibilidades deónticas puede ser así:
p es C-posible si y solo si p es (lógicamente) compatible con todos los elementos en C (donde C codifica un código de conducta dado).
Este esquema nos permite ver una diferencia estructural en comparación con las modalidades epistémicas: las modalidades deónticas no están relativizadas a los individuos como lo están las modalidades epistémicas. Para dar un par de ejemplos, consideremos la moral cristiana, según la cual no matarás, no robarás, no cometerás adulterio, etc.
Podemos llamar 'ChM' al código de conducta codificado en los Diez Mandamientos. Similar a lo que hicimos con las modalidades epistémicas, ahora podemos caracterizar la modalidad de moral cristiana de la siguiente manera:
p es cristiano-moralmente posible ºsi y sólo si es (lógicamente) compatible con todos los elementos en ChM.
p es cristiana-moralmente necesaria si y solo si (lógicamente) se sigue de los elementos en ChM.
De la caracterización anterior se deduce que es moralmente cristiano necesario que Caín no mate a Abel. Y sin embargo (asumiendo por el bien del ejemplo que lo que hemos oído acerca de ellos es cierto), Caín mató a Abel. Así podemos identificar una proposición –Caín no mata a Abel– que es necesaria, en el sentido actual del término, y no es verdadera. Como tal, esta proposición por sí sola es suficiente para comprometer la validez del principio (M), □p→p, para la modalidad actual; y no hace falta mucha imaginación para identificar toda una batería de otras proposiciones con el mismo efecto.
La modalidad Scottish-Legal, por poner un ejemplo más, se comporta de manera similar.
Llamemos al sistema legal escocés 'SLS'. Entonces podemos caracterizar la posibilidad legal escocesa como aquella que es compatible con todos los elementos en SLS. Según SLS, conducir bajo los efectos del alcohol es un delito y, como tal, la proposición de que Finley, que condujo a casa mientras estaba notablemente borracho es escocés, es legalmente imposible.
A pesar de tal estatus, en un sentido físico de 'posible', ciertamente es posible para él, y para cualquiera, conducir a casa mientras está notablemente borracho. Cualquier caso de conducción bajo los efectos del alcohol en Escocia es prueba de la invalidez del principio (M) para el caso de la modalidad legal escocesa.
Estos razonamientos se generalizan a cualquier modalidad deóntica. De hecho, todas las modalidades deónticas tienen en común con las modalidades doxásticas su invalidación del principio (M): así como no hay garantía de que la gente (creerá) verdaderamente, tampoco hay garantía de que la gente (hará) lo que deónticamente debe hacer. Es característico de las modalidades deónticas que sus imperativos puedan típicamente (en un sentido físico) ser transgredidos. Como veremos en la siguiente sección, esta característica distingue las modalidades aléticas de las modalidades deónticas.
2.4. Modelidades aléticas
En comparación con las modalidades epistémicas, que, como se vio en la Sección 2.2, pueden caracterizarse como dependientes de un cuerpo dado de conocimiento (o creencias), las modalidades aléticas pueden caracterizarse como dependientes de un cuerpo de verdades. Y es esta característica la que da su nombre a las modalidades aléticas, del griego antiguo aletheia, para la verdad. El esquema para ellos es muy similar al de las modalidades deónticas y, en particular, comparten con la familia deóntica que no están relativizados a los individuos:
p es C-posible si y solo si es (lógicamente) compatible con todos los elementos en C (donde C es un conjunto dado de verdades).
Son varias las preguntas que pronto aparecen cuando se trata de caracterizar estructuralmente las modalidades aléticas. Un tema importante, que dará forma a nuestra discusión aquí y será relevante en gran parte de la Sección 2.5, puede ser informado por los siguientes comentarios.
Consideremos las modalidades epistémicas en sentido estricto; las que dependen del conocimiento. Como se apreciará, potencialmente cualquier conjunto de proposiciones verdaderas, siempre que sean comprensibles, puede constituir un cuerpo de información conocido por algún individuo (o grupo). Como consecuencia, la familia de modalidades epistémicas es potencialmente vasta. E incluso si en realidad podría no ser tan vasta, sin duda es muy grande: hay muchas personas en el mundo, y cualquier variación, por pequeña que sea, en el cuerpo de conocimiento de dos personas determinará diferentes modalidades epistémicas. . La pregunta es: ¿podemos decir algo similar sobre la familia de modalidades aléticas? Es decir, ¿existe una modalidad alética para cualquier conjunto de verdades (cualquiera que sea)? Esta pregunta es importante. También es un tema controvertido que no puede responderse de una manera teóricamente neutral. Por esta razón, pospondré su tratamiento hasta la Sección 2.5, cuando examinaremos la cuestión de si hay algo que unifique los diferentes tipos de modalidades (diferentes respuestas a esta pregunta tienen diferentes implicaciones sobre el tamaño de la familia de modalidades aléticas). Por el momento, me centraré en algunos ejemplos típicos (y otros menos típicos) de modalidades aléticas. Estos ejemplos plantean sus propias controversias, algunas de las cuales merecen más atención de la que se les ha prestado hasta ahora. (Como nota de precaución, tenga en cuenta que, como en las Secciones 2.2 y 2.3, hablaré sobre formas de caracterizar las modalidades (aléticas), no sobre formas de definirlas. Más sobre esto en la Sección 2.5).
2.4.1 Modalidad Nómica (o física, o natural)
El término “modalidad nómica” proviene del griego nomos, que significa ley. Se podría señalar que existen varios tipos de leyes (recuerde, por ejemplo, nuestro uso del término 'ley' en la Sección 2.3, dentro del contexto de las modalidades deónticas) y que, como resultado, 'modalidad nómica' podría potencialmente referirse a varias familias de modalidades. Si bien esto es así, también es cierto que, en el contexto de las modalidades, la “modalidad nómica” suele tomarse para referirse a un tipo particular de modalidad alética: la relacionada con las leyes de la naturaleza. Esto es en parte estipulativo, y simplemente seguiré la práctica habitual. Dada la relación de la modalidad nómica con las leyes de la naturaleza, a menudo se la denomina "modalidad física" y también "modalidad natural", y usaré estas tres etiquetas indistintamente. Hecha esta observación, sea LN el conjunto de leyes naturales (o una axiomatización de ellas). De una manera que es estructuralmente similar a lo que hemos hecho anteriormente, podemos caracterizar la posibilidad nómica y la necesidad nómica, directamente, como sigue. Para cualquier p:
p es nómicamente necesario si y solo si (lógicamente) se sigue de los elementos en LN.
p es nómicamente posible si y solo si es (lógicamente) compatible con todos los elementos en LN.
Presumiblemente, uno de los elementos en LN dice que ningún objeto viaja a una velocidad mayor que la de la luz. Considere ahora la proposición de que hay un meteoro que se acerca a la Tierra a una velocidad dos veces mayor que la de la luz. Esta proposición es incompatible con LN y, en consecuencia, se considerará nómicamente imposible. Sin embargo, aquí hay un ejemplo un tanto engañoso que requerirá un ligero refinamiento de la caracterización anterior: Meteor 211 no se acerca a la Tierra al doble de la velocidad de la luz. Este ejemplo es engañoso porque los elementos en LN son presumiblemente generalizaciones con poca o ninguna mención de individuos específicos. En particular, Meteor 211 no se menciona. Como resultado, estrictamente hablando, la proposición de que Meteor 211 no se acerca a la Tierra al doble de la velocidad de la luz no sigue desde LN. Y, sin embargo, considerar que es nómicamente contingente sería ampliamente considerado como un resultado inadecuado. Las leyes pueden no mencionar a individuos particulares, pero sin embargo los afectan a todos (los existentes en todo caso). Para manejar este y otros casos similares, debemos entender (de ahí el refinamiento) que
una proposición p es nómicamente necesaria si y solo si p se sigue de los elementos en LN más la existencia de los individuos mencionados en p (si los hay).
Desde una perspectiva lógica, esto equivaldría a tener un axioma que establezca la existencia de Meteor 211: hay algo, x, a lo que Meteor 211 es idéntico. Hasta ahora, todo bien. Pero he aquí un ejemplo más controvertido que presentaré con extrema neutralidad (debido a la controversia que genera), y eso nos dará material para la Sección 2.5, donde exploramos la unificación potencial de varias modalidades aléticas. ¿Qué pasa con la proposición de que Sócrates es un perro? ¿Es compatible con los elementos de LN? Nuevamente, dado que las leyes de la naturaleza son generalizaciones sin mención de individuos particulares, la respuesta parece ser 'sí': el hecho de que Sócrates sea un perro no las contradice.
La razón por la que este ejemplo es más complicado que el anterior (y no se puede acomodar de manera similar) es doble:
Primero, muchos metafísicos modales se inclinarían a pensar en esta proposición como nómicamente imposible. La razón de esto sería similar a la siguiente: se supondría que
(i) la posibilidad nómica implica posibilidad metafísica, pero creer que
(ii) Sócrates es un perro es metafísicamente imposible y, en consecuencia, que
(iii) también es nomicamente imposible.
En segundo lugar, sin embargo, está el hecho recién mencionado de que los elementos en LN son generalizaciones con poca o ninguna mención de individuos específicos. Puede haber leyes biológicas en el sentido de que los perros ladran, que los humanos son mamíferos (quizás incluso que los humanos no son perros), etc. Pero tales leyes no son incompatibles con la proposición de que Sócrates es un perro, ni siquiera cuando se tiene en cuenta la existencia de Sócrates (es decir, ni siquiera cuando se agrega el axioma de que hay algo, x, a lo que Sócrates es idéntico). Entonces la proposición resulta al fin y al cabo nómicamente posible.
Así, como se anticipó, este ejemplo se resiste a ser tratado a la par de cómo tratamos el ejemplo del Meteoro 211. La controversia ahora es si contar o no a Sócrates es un perro como nómicamente imposible, y cada opción parece imponer alguna revisión: o bien sobre la caracterización de la noción, o bien sobre su extensión. La concepción estándar de la modalidad nómica es la justamente anterior: crudamente, la posibilidad nómica es una cuestión de compatibilidad con las leyes de la naturaleza. Pero dado que esta concepción ajustada no es suficiente para sancionar que Sócrates es un perro es nómicamente imposible, se necesita una noción más gruesa de posibilidad nómica. O bien, habría que aceptar la posibilidad nómica de que Sócrates sea un perro.
Para aclarar: la diferencia entre este ejemplo y el anterior se reduce a las diferentes formas lógicas de las leyes que están (o estarían) involucradas en la generación de la imposibilidad. En el ejemplo del meteorito, la ley relevante es la generalización de un enunciado incondicional (es decir, ∀x¬Px, donde P representa la propiedad de viajar más rápido que cierta velocidad). Por el contrario, en el caso de Sócrates, las leyes que potencialmente podrían generar la imposibilidad son generalizaciones de un enunciado condicional (por ejemplo, ∀x(Hx→¬Dx), donde H y D representan humano y perro (dog) respectivamente). Y esta diferencia explica el hecho de que, en el caso de Sócrates, un mero axioma afirmando la existencia de Sócrates no implica su satisfacción del antecedente, H. Lo que generaría la imposibilidad nómica de que Sócrates sea un perro sería (en combinación con LN) la proposición de que Sócrates es humano (siempre que, como estamos concediendo, LN incluya una ley en el sentido de que los humanos no son perros). Pero introducir la proposición de que Sócrates es humano al caracterizar la noción de modalidad nómica sería contrario a la comprensión ajustada de la noción: como relacionada con las leyes de la naturaleza. Y la magnitud de este problema es enorme. Porque, dada la posibilidad de generalizar el ejemplo (prácticamente a cualquier proposición de re, es decir, relativa a cosas del mundo), resulta que, para acomodar cualquier caso complicado (por ejemplo, ¿Puede Obama ser una mesa?, ¿Puede mi escritorio estar hecho de hielo?, etc.) on), necesitaríamos imponer indefinidamente muchas proposiciones singulares en la clase de enunciados que gobiernan la modalidad nómica. ¿Cuántos exactamente? Muchos: cualquier predicción verdadera (de re) que queramos que resulte como nómicamente necesaria debería incluirse. Sin embargo, soy de la opinión de que estas predicciones verdaderas (singulares) no son constitutivas de la modalidad nómica y así engrosar la caracterización de la modalidad nómica de esta manera no es algo en lo que esté a favor.
La alternativa es revisar la opinión recibida sobre la extensión y aceptar la idea de que Sócrates es un perro es nómicamente posible. Por razones que desarrollaré en la Sección 2.5 (parcialmente inspirada en Fine 2005), esta es mi opción recomendada. Esta opción tiene una consecuencia destacada: si no vamos a revisar además la opinión (también) recibida de que es metafísicamente imposible que Sócrates sea un perro, tendríamos que negar que la posibilidad nómica implica posibilidad metafísica, en contra de lo que muchos parecen suponer. Por el momento, dejaré las cosas aquí pero, como se indicó, volveremos a este tema en la Sección 2.5.
Antes de pasar a la siguiente modalidad, permítanme hacer una breve observación. Una de las razones por las que la modalidad nómica es un ejemplo paradigmático de una modalidad alética es el hecho de que se caracteriza por medio de un conjunto de verdades claramente interesantes: las leyes de la naturaleza, que nos dicen cómo funciona el mundo. Esto lo convierte no solo en un ejemplo paradigmático, sino también poco controvertido; a diferencia quizás de una modalidad caracterizada por cualquier conjunto aleatorio de verdades como, por ejemplo, las primeras 100 verdades que aprendí. Nuestro próximo ejemplo de modalidad alética comparte con la modalidad nómica esta característica de ser bastante incontrovertible, por razones análogas. Las cuestiones filosóficas que abordaremos en la Sección 2.5 se refieren en gran medida a la existencia (o inexistencia) de modalidades aléticas manipuladas, de alguna manera distanciadas de las modalidades nómica y metafísica.
2.4.2 Modalidad metafísica
Una distinción metafísicamente interesante, y hoy en día bastante poco controvertida, es la que existe entre propiedades esenciales y accidentales. La importancia de esta distinción surge del hecho de que se cree que las propiedades esenciales son aquellas que brindan una respuesta a las preguntas sobre la naturaleza de una entidad (es decir, un identidad de la entidad): ¿qué es ser un objeto dado? Si sabemos que Greta Thunberg no es solo humana sino esencialmente humana, este conocimiento nos ayudará a comprender mejor qué es ser Greta Thunberg, es decir, en qué consiste ser Greta Thunberg. dedicaremos toda la Sección 3 a este tipo de modalidad), la modalidad metafísica se puede caracterizar como aquella modalidad que rastrea la diferencia entre las propiedades esenciales y accidentales de las entidades. Permítanme explicar cómo puede caracterizarse todo esto.
Hay varias tesis esencialistas que han sido ampliamente discutidas en la literatura y, entre ellas, tomaremos a su vez tres de las más destacadas (históricamente): la Esencialidad de los Orígenes (EO), la Esencialidad de la Naturaleza (EK) y el Esencialismo de Clases Naturales (NKE).
De acuerdo con la Esencialidad de los Orígenes (EO), muy crudamente, los orígenes -o las propiedades del origen, como originarse en x- son esenciales para las entidades originadas. Ahora, hay desacuerdo en la literatura acerca de cómo entender mejor la afirmación de que una propiedad dada, P, es esencial para un individuo dado, a. Aquí, lo entenderemos como al menos implicando que a no podría existir sin ser P. Con este entendimiento, (EO) implica que mi escritorio de oficina, que se originó (digamos) en el trozo de madera h, no puede existir a menos que se origine en h. Se puede hacer una mesa con cualquier otra pieza de madera pero, si (EO) es cierto, la mesa que se crearía al hacerlo no sería el escritorio de mi oficina sino uno numéricamente diferente. Análogamente, provenir del cigoto del que se originó Aretha Franklin es, según (EO), esencial para ella. Si esto es así, en ninguna parte, en este mundo o en cualquier otro mundo posible, se la encuentra con orígenes diferentes.
La tesis de la Esencialidad de la Naturaleza (EK) se comporta de manera similar a (EO), pero con diferentes tipos de propiedades: a saber, propiedades sortales, como a menudo se les conoce en la literatura a los conceptos o propiedades, cuya comprensión incluye el conocimiento de criterios de individuación y reidentificación, como perro o concierto, pero no carne o música. Una caracterización de trabajo de esta noción será suficiente aquí: entendemos por 'propiedad sortal' de un objeto a, a una propiedad que especifica el tipo de entidad que a es en un sentido metafísico distintivamente robusto. Los ejemplos ayudarán: ser humano, ser una mesa, ser un número y ser un animal se consideran ejemplos (relativamente) no controvertidos de propiedades sortales; a diferencia, por ejemplo, de ser feliz, ser filósofo o ser el coche favorito de mi hijo. Esta caracterización de trabajo ahora puede ayudarnos a desarrollar (EK). Según esta tesis esencialista, el número dos no puede ser un triángulo, o un canguro, ya que es esencialmente un número, y esto implica que no puede existir en otra forma que no sea la de un número. Del mismo modo, no puedes ser un número, ni un gato, ni ningún tipo de entidad que no sea un ser humano.
En contraste con los dos principios esbozados hasta ahora, (NKE) es una tesis que implica que las clases naturales también tienen propiedades esenciales. Según (NKE), si las instancias (o muestras) de un tipo natural dado, k, tienen una estructura x (ya sea esta estructura microfísica, estructura biológica, estructura química, etc.), entonces es esencial a k que todas sus instancias ( o muestras) tengan la estructura x. Por ejemplo, el tipo natural de agua sería esencialmente H2O, y para el oro sería fundamental que tuviera el número atómico 79.
Ahora bien, como se sugirió anteriormente, decir que P es una propiedad esencial de a implica (así se supone ampliamente) que, en la medida en que a existe, la proposición de que a es P es verdadera. Pero implica algo más fuerte que eso: implica que es necesario que a sea P (en la medida en que a existe) o, en otras palabras, implica que a es P no puede dejar de ser verdadero. He estado confiando en esta implicación en la forma en que he esbozado los tres principios esencialistas anteriores. Por lo tanto, es urgente preguntarse qué sentido de 'necesario' (o 'no se puede') se pretende aquí. Y la respuesta, sin más, es que ese es el sentido metafísico. Como tal, un ser esencialmente P implica que es metafísicamente necesario que a sea P (siempre que a exista). Como se anticipó, la modalidad metafísica por lo tanto se puede caracterizar como un seguimiento de las propiedades esenciales y accidentales de los objetos. Esta forma de introducir la modalidad metafísica está, debo advertirle, fuertemente cargada teóricamente. Haré las paces en la Sección 3 con aquellos que están irritados por ella, ya que esa sección está dedicada a la metafísica de la modalidad metafísica, y veremos allí las formas alternativas más destacadas de entender esta modalidad. Por el momento, la caracterización siguiente servirá:
Ahora, hace un rato (en la Sección 2.4.1) vimos que podemos Caracterizar la modalidad nómica sobre la base de las leyes de la naturaleza. De manera similar, la sugerencia (por ahora) es caracterizar la modalidad metafísica sobre la base de lo que podemos llamar, por analogía, las leyes metafísicas (en adelante, 'ML'), donde se piensa que son el conjunto de verdades esenciales. Si lo hacemos así, la caracterización sería más o menos como sigue:
p es metafísicamente necesario si y solo si (lógicamente) se sigue de los elementos en ML.
p es metafísicamente posible si y solo si es (lógicamente) compatible con todos los elementos en ML.
Pero la analogía con la modalidad nómica solo puede llegar hasta cierto punto. Para ver por qué, exploraré un tema que también surgió en el caso de la modalidad nómica. La exploración revelará que, en el caso actual, el tema necesita un tratamiento diferente. En la Sección 2.4.1 asumimos (presumiblemente con seguridad) que las leyes de la naturaleza son todas generalizaciones. Por analogía, uno pensaría en ML (las leyes metafísicas) como generalizaciones también. Sin embargo, ¿debemos considerar que este es el caso? Las tres tesis esencialistas presentadas anteriormente (EO), (EK) y (NKE) son ciertamente principios generales y, si se guía por esta observación, uno podría verse tentado a responder afirmativamente a esta pregunta. Sin embargo, como se revela a continuación, hay razones para pensar que ciertas proposiciones (o declaraciones) particulares, y no solo las generales, deben considerarse ineliminablemente como pertenecientes a ML. (Por esta razón, en el caso metafísico, hablar de axiomas metafísicos, más que de leyes, es una mejor elección terminológica.) Veamos algunas de estas razones.
Sabemos, para ceñirnos a nuestro ejemplo, que Greta Thunberg es humana. Asumiendo (EK), es esencial que ella lo sea y, como tal, en el sentido metafísico del término, es un resultado esperado que su ser humano sea un hecho necesario (verdadero en todos los mundos donde ella existe). En otras palabras, en ningún mundo posible se daría el caso de que Greta Thunberg exista y no sea humana.
Sin embargo, de una manera que imita el ejemplo más polémico que vimos en el caso de la modalidad nómica (sobre la posibilidad de que Sócrates sea un perro), ahora podemos plantear una pregunta problemática similar: ¿es incompatible la proposición de que Greta Thunberg es un canguro con los elementos en ML? Ciertamente no es incompatible con los principios generales (EK), (EO) o (NKE) per se, siendo la razón (como en la Sección 2.4.1) que estos principios son generalizaciones de enunciados condicionales. Como resultado, si ML va a incluir solo proposiciones generales, en la línea de (EO), (EK) y (NKE), la caracterización anterior arrojará resultados no deseados. No se descarta la posibilidad de que Greta Thunberg sea un canguro, pero esto es (según la opinión de la mayoría) un mal resultado: Se supone que Greta Thunberg, y de hecho cualquier otro ser humano, es esencialmente, y por lo tanto metafísicamente necesariamente, un ser humano. Se necesita una solución aquí para evitar que ocurra la consecuencia no deseada. Recuérdese que, en el caso de la modalidad nómica, identificamos dos opciones principales en relación con el ejemplo: aceptar, después de todo, que Sócrates puede, nómicamente, ser un perro, o bien ensanchar nuestra noción de posibilidad nómica. Aunque expresé mi preferencia por la primera, ambas opciones están, por lo que sé, teóricamente abiertas. En el caso de la modalidad nómica, se podría argumentar, hasta cierto punto, que no hay mucho en juego más allá de las etiquetas. Bastante cierto: nuestra caracterización funcional de la modalidad nómica arroja el resultado de que Sócrates podría (en el sentido nómico) ser un perro. Esto podría sorprender a aquellos que irreflexivamente asumieron (o heredaron el punto de vista) que él nómicamente no podía. Sin embargo, después de reflexionar, ¿por qué la modalidad nómica debería prohibirlo?
Algunos teóricos podrían insistir en evitar este resultado (que la citada sea un canguro). Para ellos, podría haber formas de diseñar una caracterización de la modalidad nómica que la evite. Por el contrario, no veo ninguna razón sólida para insistir en evitar ese resultado: no veo por qué debería importarle al orden físico qué entidades caen bajo qué categorías. Pero independientemente, el punto es que cualquiera de estas dos reacciones teóricas (ante el resultado inesperado) parece estar caracterizando tipos diferentes pero igualmente legítimos de modalidad alética. Cuál deberíamos etiquetar como 'modalidad nómica' puede ser diagnosticado como una decisión lingüística sin importancia.
Sin embargo, las cosas son diferentes en el caso metafísico. Se puede argumentar que permanecer neutral aquí es una mala opción y, por las razones que siguen, deberíamos verlo como un mal comportamiento de cualquier caracterización de la posibilidad metafísica si arroja el resultado de que Greta Thunberg puede, metafísicamente, ser un canguro; o, más generalmente, que puede ser metafísicamente cualquier cosa que intuitivamente pensemos que es contraria a su esencia. Nada depende de la especificidad de este ejemplo.
¿Por qué debería verse esto como una mala conducta en el caso actual? Hemos introducido la noción de modalidad metafísica, intuitivamente, como esa modalidad alética que rastrea las posibilidades de los objetos como restringidas por sus propiedades esenciales. Lo que enfrentamos ahora es el hecho de que Greta Thunberg es (o eso suponemos) esencialmente un ser humano, pero también el resultado de que, con ML sin complementar con hechos particulares, podría, metafísicamente, ser cualquier cosa; un canguro, por ejemplo. Este resultado está en tensión con la comprensión de la posibilidad metafísica como restringida por hechos esenciales; es decir, como rastrear lo que es ser Greta Thunberg. En otras palabras: la modalidad metafísica habla de rangos no triviales de posibilidades para las entidades, a menudo referidas en la literatura como perfiles modales. Y, sin embargo, estos rangos no triviales de posibilidades escapan en gran medida a la modalidad metafísica cuando se caracterizan como se indicó anteriormente; es decir, al entender el ML como contenedor de principios esencialistas que son generalizaciones de enunciados condicionales sin ser complementados con los verdaderos hechos antecedentes particulares.
Siendo así, la opción de aceptar los resultados no deseados debe descartarse en este caso. Una vez descartada, deberíamos complicar nuestra caracterización de la modalidad metafísica. Este engrosamiento es de hecho una forma simple de reconciliar la noción intuitiva de modalidad metafísica y la caracterización de trabajo: debemos considerar que ML está poblado por ciertas proposiciones particulares (incondicionales), así como, quizás, por generalizaciones como (EO), (EK) y (NKE). En particular, ML debe incluir aquellas proposiciones particulares que son esencialmente verdaderas, como que Greta Thunberg es humana, que Aretha Franklin proviene del cigoto z, o que el material original de mi escritorio de oficina es x. Si consideramos que ML está tan poblada, la proposición de que Greta Thunberg es un canguro se vuelve incompatible con ML, ya que choca con la de que ella es humana junto con (EK).
Dejaré estos asuntos aquí por el momento y cerraré esta introducción a la modalidad metafísica con una breve observación comparativa. Lo que hemos visto hasta ahora es que las modalidades aléticas tienen en común que todas pueden caracterizarse en relación con un conjunto de verdades. A pesar de esta característica común, existe cierta flexibilidad sobre lo que puede o debe tomarse este conjunto de verdades (especialmente al caracterizar tipos de modalidades para las que tenemos una concepción preteórica). Hasta ahora hemos visto dos modalidades relacionadas con dos conjuntos bastante interesantes:
el de las leyes de la naturaleza, que caracterizan el funcionamiento del mundo, y
el de las leyes (o mejor, axiomas) de la metafísica, que caracterizan la naturaleza de las cosas.
Estos dos conjuntos de verdades no son equivalentes y, en consecuencia, las modalidades caracterizadas en relación con ellos tampoco lo son. El ejemplo Sócrates es un perro de la Sección 2.4.1 ilustra esta no equivalencia, ya que (en mi movimiento recomendado) resultaría ser una posibilidad solo en el sentido nómico.
Análogamente, suponiendo junto con muchos (y por el bien del ejemplo) que al menos algunas necesidades nómicas no están incluidas en ML, algunas necesidades nómicas resultarían ser falsas en el sentido metafísico de 'puede'. Pero, ¿qué otros ejemplos de modalidades aléticas podemos proporcionar?
2.4.3 Modalidad Conceptual y Otros
La modalidad conceptual es otro ejemplo de modalidad alética. Como su propio nombre indica, esta modalidad se caracteriza a partir del conjunto de verdades conceptuales, analíticas o una axiomatización de las mismas. La mejor forma de entender la noción de una verdad conceptual es controvertida. Para los propósitos de este Elemento, podemos adoptar (junto con la literatura reciente dominante) una concepción epistemológica de la misma. De acuerdo con nuestra caracterización de trabajo, una verdad p es una verdad analítica si y solo si captar el significado de un pensamiento o afirmación que la expresa es suficiente para estar en posición de conocerla (o creerla justificadamente). (Podríamos caracterizar fácilmente la falsedad analítica en la misma línea, pero no la necesitaremos aquí).
Considere, por ejemplo, la proposición de que todos los solteros no están casados. Cualquiera que lo entienda -y por lo tanto sea competente con los conceptos involucrados- puede, simplemente sobre la base de su comprensión, llegar a determinar su verdad. Esto no es así con la proposición de que todos los guías turísticos son amables con sus grupos. En este último caso, incluso si la proposición fuera verdadera, su comprensión no puede proporcionar por sí sola la base única para su aceptación racional. De los dos, por tanto, sólo el primero entrará en el conjunto de las verdades conceptuales; Llamemos a este conjunto 'CT'. Con esto en mente, la modalidad conceptual (caracterizada a continuación) es aquella modalidad con la que rastrear estas características epistémicas:
p es conceptualmente posible si y solo si es (lógicamente) compatible con todos los elementos en CT.
p es conceptualmente necesario si y solo si (lógicamente) se sigue de los elementos en CT.
Es fácil ver que todas las verdades conceptuales resultan ser (bastante trivialmente) necesidades conceptuales. Una pregunta interesante es si las verdades conceptuales también son metafísicamente necesarias y si afirmaciones analíticas contingentes como "Estoy aquí ahora", permitidas por la indexicalidad de su lenguaje, sugieren una respuesta negativa.
Una pregunta más interesante es si la modalidad conceptual es genuinamente diferente de la modalidad metafísica. A esta pregunta no podemos dar una respuesta teóricamente neutral, y la abordaré más adelante (hasta cierto punto) en la Sección 2.5. Una nota de advertencia que necesito enfatizar ahora es la siguiente. Ocasionalmente, uno podría ver una modalidad conceptual, o una noción similar, tomada como una modalidad epistémica. Por ejemplo, este es (más o menos) el sentido en la entrada de Kment (2021) sobre 'Variedades de modalidad', así como en la mayor parte de la literatura sobre semántica bidimensional.17 Hay una explicación para esto, que no necesitamos. Sin embargo, para evitar confusiones, es importante que el lector esté alerta de que existe un caso límite de modalidad epistémica, dentro de las epistémicas, que puede asimilarse a lo que ahora estamos caracterizando como modalidad conceptual dentro de las modalidades epistémicas dentro de las aléticas.19
¿Qué pasa con otros tipos de modalidades aléticas? A menudo se toman como modalidades aléticas las siguientes:
modalidad matemática, caracterizada sobre la base del conjunto de verdades matemáticas;
modalidad biológica, caracterizada a partir del conjunto de leyes biológicas;
modalidad psicológica, caracterizada por el conjunto de leyes psicológicas (humanas);
modalidad lógica, caracterizada por un conjunto de reglas de inferencia (o axiomas correspondientes); y
modalidad socioeconómica, entre otros.
Lo que ocurre con todos estos ejemplos un tanto naturales de modalidades aléticas es el hecho de que los conjuntos de verdades sobre los que se caracterizan pueden tomarse todos como partícipes de un carácter de ley (más o menos artificialmente, dependiendo de los casos).
Como habrá notado el lector, he omitido la caracterización de la modalidad lógica, a pesar de su innegable prominencia: esta modalidad se ha utilizado para caracterizar todas las modalidades hasta ahora. Lo he omitido porque tengo la intención de que una noción funcional de consecuencia lógica (y consistencia) sea suficiente para los propósitos actuales. Y, sin embargo, para desarrollarlo un poco, me uniré a Bob Hale al considerar que esta noción de trabajo es amplia y lo dejaré así:
La necesidad lógica debe entenderse aquí en un sentido amplio. No se limita a aquellas necesidades que son instancias de sustitución de esquemas lógicamente válidos, como p ⊃ p o ∀x((Fx ∧ Gx) ⊃ Fx), o sus contrapartes en lenguajes naturales, sino que incluye también lo que a veces se denomina necesidades analíticas o conceptuales, como 'Las zorras son mujeres' o 'Cualquier cosa más alta que la Torre Eiffel es más alta que cualquier cosa más baja que ella'. (Hale 2013, 47)
Aquí, estoy más interesado en una pregunta que pospuse en la Sección 2.4.1: la pregunta de qué tan grande debe (o puede) tomarse la familia de modalidades aléticas, que será el enfoque de la Sección 2.5. Para ilustrar la controversia, permítanme concluir esta sección presentando un ejemplo potencial extravagante de modalidad alética: la modalidad de Alaska.
La modalidad de Alaska se caracteriza por el conjunto de verdades sobre Alaska; Llamemos a este conjunto 'AT'. A pesar de su discutible extravagancia, técnicamente, la caracterización de la modalidad de Alaska puede ser estrictamente análoga a la de cualquiera de las modalidades aléticas caracterizadas anteriormente:
p es "alaskamente" necesario si y sólo si (lógicamente) se sigue de los elementos en AT.
p es "alaskamente" posible si y solo si es (lógicamente) compatible con todos los elementos en AT.
Si vamos a negar la existencia de la modalidad de Alaska, las razones de esta exclusión no pueden ser, por lo tanto, las dificultades técnicas para caracterizarla (no existen tales dificultades) o nuestras dificultades para comprender esa propiedad (la entendemos). Más bien tendrán que ser razones teóricas en contra de que tomemos esa propiedad (cualquiera que sea) como un tipo de modalidad.
Por ejemplo, uno podría hacer un caso no ad hoc de que las verdades en AT carecen de carácter legal. Algunos, sin embargo, y como vamos a ver, no exigen un carácter legal de las verdades que caracterizan una determinada modalidad alética y, en consecuencia, tales razones no les persuadirían a excluir estos ejemplos menos típicos del ámbito de la modalidades.
2.5 ¿Unificación de Modalidades Aléticas?
Ahora es el momento de profundizar en la familia de problemas relacionados que hemos estado almacenando en la Sección 2.4. ¿Cuántas modalidades aléticas existen? Esta es ahora nuestra pregunta central. Permítanme comenzar señalando que no he estado hablando de las caracterizaciones de las diferentes modalidades aléticas como definiciones de ellas. Esto tiene un propósito. Porque ahora estamos pasando a una discusión sobre cuántos tipos diferentes de modalidad hay, en un nivel fundamental. Y, si hubiera estado hablando de las caracterizaciones en las Secciones 2.2, 2.3 y 2.4 como definiciones, fácilmente habría planteado la pregunta (en contra de mi intención de neutralidad) a favor de un lado de este debate, el que llamaremos “el lado relativista reduccionista”. Las caracterizaciones son, de manera importante, diferentes de las definiciones. Por ejemplo, puedo caracterizar la propiedad de ser un gato como el tipo fundamental de mi mascota. Y debido a que solo tengo gatos como mascotas (y de hecho solo tengo una mascota), esa caracterización identifica de manera única la propiedad de ser un gato. En efecto, algo es propiedad de ser gato si y sólo si es el tipo fundamental de mi mascota. Con esta caracterización, me comprometo con la equivalencia extensional entre los dos lados del bi condicional. Pero este compromiso con la equivalencia extensional no me compromete a su vez a que haya una equivalencia definicional entre los dos. Y, al menos en este caso, eso es bueno, porque prefiero negar la equivalencia definitoria: ¡sin duda hay más en ser un gato que ser el tipo fundamental de mi mascota!
Consideremos ahora todas las caracterizaciones de la Sección 2.4: la nómica, la metafísica, la conceptual, etc. Y plantéese la cuestión de si existe, en cada caso, una equivalencia definitoria entre sus dos vertientes.
Como primera aproximación, podemos caracterizar a los relativistas reduccionistas de este debate como aquellos que responden afirmativamente a esta pregunta. Por el contrario, para los no reduccionistas (sean o no relativistas), entre los cuales me cuento, hay más en ser un cierto tipo de modalidad alética que satisfacer las caracterizaciones correspondientes.
Como veremos brevemente, uno de los mayores puntos de venta del relativista reduccionista es lo que podemos denominar "el poder de unificación". Tal relativista tiene una respuesta fácilmente disponible a la pregunta de qué hace que cada tipo de modalidad, precisamente, sea un tipo de modalidad: son todas sus formas relativizadas de modalidad lógica. Pero al mismo tiempo, hay una característica de esta posición reduccionista, que podemos etiquetar como "proliferación barata", que, para muchos, yo mismo incluido, es un punto para 'no comprar'. Estructuraremos la discusión en esta sección alrededor de estos dos puntos, y comenzaremos con el primero: el poder de unificación.
Jessica Leech es una destacada relativista reduccionista contemporánea, y ha defendido esta postura metafísica en Leech (2016), donde la distingue claramente de la relativista no reduccionista. Después de esto, Hale y Leech (2017) han contribuido aún más a nuestra comprensión general de las perspectivas y las fortalezas (así como las debilidades) de los diferentes proyectos relativistas. Porque cada uno tiene diferentes agendas metafísicas, y una de las diferencias consiste, precisamente, en que solo Leech es un relativista reduccionista. Para Leech (pero no para Hale) lo que presentan como buenas caracterizaciones relativistas de las diferentes modalidades agotan, metafísicamente, lo que son estas modalidades.
¿Cuáles son estas caracterizaciones relativistas, en las que ambos coinciden a pesar de su discrepancia metafísica? La literatura contiene una discusión precedente muy completa sobre cómo debería ser una caracterización relativista. Con el objetivo de brindar un enfoque contemporáneo al Elemento actual, simplemente dejaré de lado las propuestas anteriores (y los problemas que enfrentan) y saltaré directamente a la propuesta relativista tal y como se encuentra en Hale y Leech (2017). Aquí está, en máxima generalidad, su propuesta relativista (Hale y Leech 2017, 14):
Es ϕ-necesario que p si y solo si ∃q(ϕ(q) ∧ □(q →p)), donde □ representa la necesidad lógica – y por lo tanto, '□(q →p)' debe leerse como 'p es una consecuencia lógica (necesaria) de q' – y donde la variable ϕ (en el lado izquierdo) oscila sobre cualquier tipo potencial de necesidad relativa.
Los siguientes ejemplos son todos instancias de este esquema:
Es físicamente necesario que p si y si ∃q(π(q) ∧ □(q →p)),
Es biológicamente necesario que p si y si ∃q(β(q) ∧ □(q →p)),
Es tecnológicamente necesario que p si y si ∃q(τ(q) ∧ □(q →p)),
donde 'π(q)', 'β(q)' y 'τ(q)' se abrevian, respectivamente, 'es una ley de la física que q', 'es una ley de la biología que q' y ' es una ley de la tecnología que q'.
Según el primer caso, pues, algo (p) es físicamente necesario si y sólo si se sigue lógicamente de una ley de la física. No nos dejemos distraer por el hecho de que la forma de las caracterizaciones relativistas de Hale y Leech es muy diferente a la que nos hemos acostumbrado hasta ahora: incluyen la cuantificación existencial sobre cierto tipo de proposiciones. La razón de esto es que, sin este cambio, cualquier modalidad relativa heredaría inevitablemente la satisfacción del axioma S4 (□p → □□p) por el hecho de que la modalidad lógica lo satisface. Y, sin embargo, es deseable, sostienen, no imponer la satisfacción de este principio.
Independientemente de la forma, la unificación, como se anticipó anteriormente, es uno de los puntos de acuerdo más importantes del proyecto relativista reduccionista. En palabras de Hale y Leech (2017, 19),
“lo que impulsó ese proyecto” fue precisamente ese objetivo unificador. Es decir, "mostrar que, contrariamente a las apariencias, no hay necesidad de reconocer una variedad de tipos independientes de necesidad -física, matemática, etc.- mostrando que cada uno de estos tipos de modalidad ostensiblemente diferentes puede explicarse completamente" usando un solo tipo de modalidad, como la modalidad lógica' (Hale y Leech 2017, 20).
La unificación, proporcionada aquí por el proyecto relativista reduccionista, trae consigo poder explicativo. Volvamos a mirar el esquema general anterior: no importa qué tipo (relativo) de modalidad estamos caracterizando, es decir, no importa con qué sustituyamos la variable ϕ, todas se caracterizan como relativas sobre la base de una y la misma modalidad absoluta: la lógica. Cuando una gama tan amplia de modalidades se caracteriza, incluso se define (según la reducción), de esta manera, se identifica una característica importante que es compartida por todas ellas y, en última instancia, esta característica compartida puede explicar que los consideremos a todos como tipos de modalidad. ¿Qué tan exitosa es, sin embargo, esta explicación?
Para ver una amenaza, nótese que hay una característica distintiva de las caracterizaciones relativistas propuestas por Hale y Leech que merece atención: a saber, el hecho de que descansa, en cada caso, en una comprensión antecedente del tipo de verdad, ϕ , con respecto al cual se define un tipo dado de ϕ-necesidad. Siguiendo con el ejemplo de la necesidad física, la definición ‘∃q(π(q) ∧ □(q →p))’ anterior dice que p se sigue como una cuestión de necesidad lógica de una ley de la física.
Se puede pensar que esta característica amenaza el poder unificador y explicativo de la propuesta. La razón es que, para que tal definición funcione según lo previsto, es necesario apelar a la noción de una ley física. A su vez, para que tal apelación no amenace el poder unificador, es mejor que esta noción no involucre una noción y tipo sui generis de modalidad. Pero la preocupación es, precisamente, que no se evite esa modalidad sui generis. (Y tenga en cuenta que el razonamiento no es específico de la modalidad física, sino que es general). Para descubrir de dónde viene la preocupación
de, recuérdese que, en la Sección 2.4.3, mencioné que, típicamente, los tipos de verdades relativas a las cuales uno caracteriza una modalidad alética parecen disfrutar todas de un carácter similar a una ley. Para poner la preocupación actual en esos términos, la preocupación es que, en cada caso, tal carácter legal equivale a un tipo de fuerza modal que no puede asimilarse a la de la necesidad lógica (la del '□' en el esquema ).
Y, si esto es así, la necesidad lógica por sí sola no sustentará la anhelada unificación.
Dicho sin rodeos, la objeción dice que al hacer un uso esencial de los operadores así entendidos, la explicación simplemente renuncia a la aspiración explicativa reduccionista... Este objetivo explicativo se ve completamente socavado por nuestra apelación a las leyes de la física, por ejemplo, porque la noción de una ley de la física misma implica la idea de necesidad física. (Hale y Sanguijuela 2017, 19)
Es en gran medida en torno a este tema que las agendas metafísicas de Hale y Leech se desmoronan. Hale está menos preocupado por la reducción y la unificación y se contenta con el objetivo menos ambicioso de "lograr una mejor comprensión del contraste entre tipos de necesidad meramente relativos y absolutos". El logro de ese objetivo no se ve comprometido de ninguna manera por la irreductibilidad, si es que lo es, de los diversos tipos de supuesta necesidad relativa a una única necesidad absoluta” (Hale y Leech 2017, 20).
Para los propósitos actuales, lo que debemos enfatizar es que el poder de unificación potencial es, por concepción, un punto de interés potencial para el relativista reduccionista, como Leech. Como tal, es este tipo de relativista el que necesita dar una respuesta a la amenaza que acabamos de identificar. Como estamos a punto de ver, esta respuesta se puede adaptar en conjunto como una respuesta a lo que podemos etiquetar como "el problema de la proliferación barata".
La fuente de esta etiqueta se remonta a Fine. En Fine (2005), describe al relativista reduccionista como sufriendo de una proliferación inaceptable de modalidades, y afirma que no hay nada a lo que puedan apelar para explicar la diferencia entre, por ejemplo, la modalidad física y la modalidad manipulada de Alaska ( Apartado 2.4.3). Según Fine, el primero no es trivial y el segundo es trivial, barato, y esta distinción no debe perderse.
Este problema nos lleva de vuelta a la pregunta principal de esta sección: ¿cuántas modalidades aléticas existen? O, en otras palabras, ¿existe una modalidad alética para cualquier (cualquiera) conjunto de verdades? En el espíritu de esta queja, se podría decir que es solo un subproducto del esquema anterior que podemos caracterizar la modalidad de Alaska, pero que realmente no hay nada genuinamente modal al respecto.
Y, sin embargo, cuando uno (como Leech) toma las caracterizaciones como definiciones, de manera reduccionista, no hay forma de excluir estas propiedades manipuladas de ser modalidades. ¿Cuán problemática, sin embargo, es esta proliferación para el relativista reduccionista? Por sus luces, no mucho en absoluto. Incluso Leech (2016) habla de las muchas modalidades relativas como baratas al responder al desafío de Fine. Y el hecho de que lo haga no debería sugerir que comparte con Fine su diagnóstico de la proliferación como una característica problemática. Por el contrario, adopta la frase 'modalidad barata' pero no sus connotaciones negativas. A nivel metafísico, Leech no puede explicar la diferencia entre una modalidad trivial y una no trivial. Pero esto no se considera problemático porque, según sus luces, no hay ninguna. Según Leech (2016), no tiene por qué haber, y no hay nada objetivamente especial sobre el tipo de verdad, ϕ, a la que se relativiza una determinada ϕ-necesidad. Por ello, queda abierta la puerta para definir tantas modalidades relativas como conjuntos de verdades, ϕ, se desee considerar. Uno puede abrazar todas las modalidades, manipuladas o no, porque, metafísicamente, las modalidades son de hecho baratas y ontológicamente todas a la par. Qué modalidades relativas, entre las muchas, encontremos interesantes dependerá de qué conjuntos de verdades encontremos interesantes. De hecho, encontramos la modalidad física, la modalidad matemática, la modalidad biológica y una gama limitada de otras modalidades, más interesantes que la modalidad de Alaska o, tomando prestado el propio ejemplo de Leech (2016), la modalidad de Argos, definida como relativa a las verdades sobre artículos incluidos en el catálogo de Argos. Pero, en su marco reduccionista, esta diferencia de interés (por parte de nosotros los humanos) no refleja ningún contraste metafísico profundo entre ellos.
En pocas palabras, por lo tanto, la respuesta de Leech al problema de la proliferación de Fine se basa en negar una presuposición en la queja de Fine: la presuposición de que algunas modalidades son triviales y otras no. Por lo tanto, un relativista reduccionista, como Leech, felizmente haría frente a la proliferación y respondería a nuestra pregunta principal en esta sección (sobre cuántas modalidades hay) con algo así como "tantas como conjuntos de verdades no equivalentes haya, y no se debe hacer ninguna distinción metafísica significativa entre ellos”.
Como se anticipó, esta respuesta constituye, a su vez, una respuesta a la amenaza de unificación anterior: la gran cantidad de modalidades relativas siguen siendo, todas ellas, solo formas relativizadas de modalidad lógica. No se cuela ninguna modalidad sui generis. Se logra así la unificación, a pesar de la amenaza. Para muchos, sin embargo, aceptar todas estas propiedades como modalidades es insatisfactorio y, de hecho, una de las principales razones para alejarse de un enfoque relativista reduccionista. ¿Cuáles son, entonces, las alternativas?
Una alternativa queda clara de lo anterior: el relativismo no reduccionista. Cuando uno, como Hale, no toma la reducción y la unificación como una meta en su agenda metafísica, puede insistir (incluso cuando participa del relativismo) en que cualquier conjunto de verdades relativas a las cuales se caracteriza una modalidad (relativa) debe ser tal que sus los elementos deben tener, precisamente, un cierto grado de fuerza modal. (Y cuando uno no está intentando la reducción, esta apelación a una fuerza modal sui generis no tiene por qué estar en peligro). Si esta es la elección teórica de uno, la supuesta modalidad de Alaska o la modalidad de Argos de Leech serían fácilmente prohibidas a la hora de ser consideradas modalidades genuinas.
De hecho, el contraste intuitivo entre ellos y, por ejemplo, la modalidad física ahora se explica precisamente en términos de los elementos de LN, el conjunto de leyes de la naturaleza, que tienen un cierto grado de fuerza modal sui generis, algo que está ausente en el caso de las (ahora prohibidas) modalidades manupiladas. Sin embargo, hasta donde sabemos, al renunciar a la reducción, el relativismo no reduccionista también renuncia al objetivo de la unificación de unificar relativizando.
En lo que resta de esta sección, me concentraré en las dos preguntas que, en vista de esto, son dialécticamente más relevantes. Primero, ¿cuáles son las alternativas no relativistas? Y, segundo, ¿cómo les va con las perspectivas de unificación?
Al abordar estas dos preguntas, en lugar de cubrir una amplia gama de alternativas, me limitaré a ilustrar las respuestas centrándome en el trabajo contemporáneo de Kment (2006b, 2014) y Fine (2005). Estos trabajos son interesantes en sí mismos, pero también lo son en comparación unos con otros, como quedará claro a continuación. (En la Sección 3, cuando volvamos a la metafísica de la modalidad metafísica en particular, consideraremos otras explicaciones (la de Thomasson, por ejemplo) cuyas consecuencias se relacionan con el tema de la unificación).
Kit Fine (2005) abre 'Las variedades de la necesidad' con la cuestión de la unificación, dejando muy claro desde el principio que no cree que la unificación total (incluso de las modalidades aléticas) sea posible:
la necesidad abunda. Existen las verdades necesarias de la lógica, las matemáticas y la metafísica, las conexiones necesarias entre los eventos del mundo natural, los principios éticos necesarios o incondicionales y muchas otras formas de verdades o conexiones necesarias. Pero, ¿cuánta diversidad hay en esta abundancia? ¿Son todas las verdades y conexiones necesarias reducibles a una sola forma común de necesidad? Y si no, ¿cuáles son las diferentes formas en que una verdad podría ser necesaria o una conexión necesaria podría mantenerse? ... El objetivo de este trabajo es mostrar que la diversidad prevalece. (Fine 2005, 235)
La diversidad por la que se conforma es tripartita, identificando tres tipos fundamentales de necesidad, irreductibles entre sí: deóntica, natural (es decir, física, nómica) y metafísica. En línea con la discusión anterior, dejaremos de lado por el momento el tipo deóntico y nos centraremos en cambio en los dos aléticos: el natural y el metafísico. En sus comentarios exploratorios, Fine considera dos estrategias de unificación diferentes. La primera es la ya familiar relativización (entendida reductivamente) y la segunda, la restricción. Para ver brevemente por qué Fine considera estos dos tipos de necesidades aléticas como fundamentales, y por lo tanto ninguno de ellos definible en términos del otro, es conveniente señalar que la relativización nos permitiría definir un tipo más amplio de necesidad en términos de un tipo más estrecho, mientras que la restricción nos permitiría definir un tipo de necesidad más estrecho en términos de uno más amplio.
¿Qué queremos decir con esto? Tomemos, por ejemplo, la necesidad lógica en comparación con la necesidad metafísica. Es norma considerar todas las necesidades lógicas como necesidades metafísicas, pero no al revés: que Kit Fine sea una persona sería una necesidad metafísica que no llega a ser lógica. Debido a esta relación de inclusión adecuada, las necesidades lógicas están incluidas correctamente en las metafísicas: la necesidad metafísica se considera más amplia que la necesidad lógica. Sobre esta base, podemos definir la necesidad metafísica en términos de necesidad lógica por relativización (a la Leech), o podemos definir la necesidad lógica en términos de necesidad metafísica por restricción. Ya estamos familiarizados con la primera estrategia, y sabemos que Fine considera que la característica de "proliferación barata" de esta estrategia es una razón (entre otras) para estar descontento con ella. Para él, la unificación por restricción tiene más posibilidades de éxito. La forma específica en que visualiza esta estrategia (en nuestro ejemplo actual) se puede ilustrar de la siguiente manera. Para Kit Fine, la necesidad metafísica es la necesidad que se obtiene en virtud de la identidad (naturaleza, esencia) de todas las cosas. Debido a esta universalidad, hay un buen sentido en el que la necesidad metafísica es máximamente amplia, o absoluta: a saber, no hay una necesidad que sea más amplia que ella, en el sentido específico de incluir todas las metafísicas más otras.
La necesidad metafísica es, en consecuencia, una buena candidata a partir de la cual definir necesidades más estrechas por restricción. ¿Cómo iría esto? En lugar de considerar la naturaleza de todas las cosas, consideraríamos la naturaleza de un tipo restringido de cosas. Considere, por ejemplo, solo la naturaleza de las funciones lógicas, y obtendrá la necesidad lógica; considere, en cambio, solo las naturalezas de las entidades matemáticas, y obtendrá la necesidad matemática, etc. Estas necesidades más estrechas están, sin embargo, todas basadas en las esencias de las cosas (es decir, en las esencias de colecciones más o menos restringidas de cosas) . Y debido a esto, “cada una de ellas puede ser considerado como una especie de necesidad metafísica” (Fine 2005, 237), permitiendo cierto grado de unificación: unificación por restricción.
¿Qué sucede, sin embargo, en el caso de dos necesidades, tal que ninguna es más amplia/más restringida que la otra? Esto, para abreviar la historia de Fine, es lo que sucede con el par de necesidades naturales (nómicas) y metafísicas y este hecho, según Fine, se encuentra en el corazón de su irreductibilidad entre sí.
Las siguientes observaciones explican por qué Fine considera que la necesidad metafísica no es ni más amplia ni más estrecha que la necesidad natural. La necesidad metafísica, que se obtiene en virtud de la identidad de las cosas, se considera una necesidad de re. En el nivel fundamental, hay hechos de identidad particulares – por ejemplo, que Kit Fine es una persona – que fundamentan las necesidades sobre esos particulares – continuando con el ejemplo, que Kit Fine es necesariamente una persona.
Por el contrario, la necesidad natural es, según Fine, de dicto: las leyes naturales, de donde surge la necesidad natural, son en cambio generalizaciones. Vale la pena citar el siguiente pasaje (en gran parte pasado por alto):
Aunque he enfatizado la forma en que las necesidades naturales pueden superar las necesidades metafísicas, me parece que hay un aspecto en el que esto puede no ser cierto. Porque me inclino a pensar que no hay necesidades distintivas de re naturales. Supongamos que x e y son dos partículas y que es una necesidad natural que se atraigan (¡suponiendo, por supuesto, que existan!). Entonces es plausible suponer que esto debería seguirse de (a) que sea una necesidad metafísica que cada una de las partículas sea del tipo que es y (b) que sea una necesidad natural que las partículas de este tipo se atraigan unas a otras. Así, la necesidad de re natural se reducirá a una necesidad metafísica de re y a una necesidad natural de dicto; y podría pensarse que algo similar debería ser cierto de cualquier necesidad de re natural o, de hecho, de cualquier forma de necesidad de re cualquiera que sea. Todas las formas de necesidad de re (y de esencia) serán fundamentalmente metafísicas, aunque algunas formas de necesidad de dicto pueden no serlo. (Fine 2005, 243)
Lo que esto significa es que podemos encontrar ciertas generalizaciones, las leyes naturales, que (asumiendo su contingencia metafísica) serían necesidades naturales pero no metafísicas, y a su vez podemos encontrar ciertos hechos particulares, por ejemplo, Kit Fine es una persona, que ser necesidades metafísicas pero no naturales, un resultado muy en línea con nuestros hallazgos en la Sección 2.4.
Siendo ninguno de ellos estrictamente más amplio que el otro, por lo tanto, las necesidades naturales y metafísicas generan un punto de quiebre a la hora de implementar la estrategia de unificar por restricción. (Y recuerde: esto llega en un punto en el que ya se ha descartado la unificación por relativización, debido a la proliferación barata con la que Fine no está contento).
Es en este punto que encuentro muy interesante comparar el trabajo de Kit Fine con el de Boris Kment. Kment (2006b, 2021), como muchos metafísicos modales, comparte con Fine una vacilación acerca de la estrategia de relativización: debe evitarse la proliferación barata, ya que daría lugar a modalidades no genuinas, lo que a su vez oscurecería lo que las modalidades genuinas tienen en común. Así es como Kment expresa la preocupación (que, recordemos, no preocuparía a un relativista reduccionista como Leech):23
Pero, ¿cuál es, desde tal punto de vista [relativista], la coincidencia entre la necesidad nómica y la necesidad metafísica que las convierte en tipos de necesidad? Cada uno de los dos tipos de necesidad tiene la propiedad de ser una consecuencia analítica de un cierto conjunto de proposiciones. Pero no toda propiedad de ser una consecuencia lógica de cierto conjunto de proposiciones es una especie de necesidad.
¿Qué distingue esas propiedades de este tipo que son clases de necesidad de aquellas que no lo son? La explicación [relativista] prevista nos deja completamente a oscuras acerca de la respuesta. (Kment 2006b, 271)
A diferencia de Fine, Kment espera una unificación mayor. Elogia relatos que, como el de Fine, se alejan del relativismo reduccionista y, sin embargo, logran reducir –a tres, en el caso de Fine– el número de modalidades fundamentales. Pero eso seguiría siendo insatisfactorio según Kment:
La reducción de los diversos tipos de necesidad a un pequeño número de fundamentales sería un paso importante hacia la meta de una explicación unificada de la modalidad. Pero aquellos que creen que hay varios tipos fundamentales diferentes de necesidad necesitan abordar otra pregunta: ¿Cuál es la característica común de estos tipos fundamentales de necesidad que los convierte en todos los tipos de necesidad? ¿Por qué cuentan como tipos de necesidad, mientras que otras propiedades ¿no? (Acta 2021, art. 3)
Dialécticamente, es importante tener en cuenta que si Kment tuviera éxito en responder estas preguntas, entonces la unificación, una de los mayores ventajas de la reducción relativista, no sería una virtud teórica exclusiva de los relativistas, haciéndoles perder la persuasión abductiva (además del problema, al menos para muchos, que se deriva de la proliferación barata). Sin embargo, como veremos a continuación, la unificación de Kment tiene algunas características no explicadas, y hay razones, compatibles con las consideraciones anteriores de Fine, para dudar de la naturalidad de la unificación que logra. Al presentar los puntos de vista de Kment, me aprovecho (como él lo hace) del uso heurístico de los mundos. (Más sobre mundos, brevemente, en la Sección 2.7.)
Considere el conjunto (o clase) de mundos lógicamente consistentes, entre los cuales se encuentra el mundo real. Se considera que este conjunto forma una esfera alrededor del mundo real. Como es estándar, una esfera se toma como un subconjunto de mundos que incluye todos los mundos que no están más allá de una cierta distancia de un mundo dado, w, en el centro del espacio total de mundos; y, para propósitos actuales, el mundo real, @, siempre será el mundo en el centro. Como tal, la afirmación de que los mundos lógicamente consistentes forman una esfera alrededor del mundo real significa que cualquier mundo lógicamente inconsistente estaría más lejos que todos lógicamente consistentes (ver Kment 2014, Ch. 2.). Según Kment, los mundos de esta esfera pueden ordenarse por su grado de posibilidad, que se relaciona con la inexorabilidad de los hechos. Sin necesidad de profundizar demasiado en esto, podemos tomar esta inexorabilidad para rastrear la fuerza modal de los hechos: cuanto menos fácilmente podría haber fallado un hecho, más seguro, inexorable, es: es decir, mayor es su necesidad.
Cuando ordenamos los mundos en esta esfera por su grado de inexorabilidad, nos damos cuenta, sostiene Kment, de que los mundos nómicamente posibles también forman una esfera alrededor del mundo real, al igual que los mundos metafísicamente posibles.
No solo esto: también nos damos cuenta de que, de las tres esferas hasta ahora, la esfera nómica es la más pequeña y la lógica es la más grande. Lo que esto significa es que hay un punto en la escala de inexorabilidad, vn, por debajo del cual todos los mundos son nómicamente posibles y por encima del cual todos los mundos son nómicamente imposibles; y también hay un punto más lejano en esa misma escala, vm, por debajo del cual todos los mundos son metafísicamente posibles y por encima del cual todos los mundos son metafísicamente imposibles. Por último, también encontraríamos en la misma escala el punto de la esfera lógica.
Ahora, en su libro Modalidad y razonamiento explicativo, Kment (2014) considera que la esfera exterior está poblada por los mundos lógicamente consistentes, tal como lo hemos hecho nosotros. Este es un ligero cambio con respecto a su artículo, 'Contrafactuales y el análisis de la necesidad' (Kment 2006b), donde consideró en cambio el conjunto de mundos conceptualmente coherentes. No tenemos que preocuparnos por este cambio.
Como se mencionó en la Sección 2.4.3, nos basamos en este Elemento en una noción operativa de necesidad lógica lo suficientemente amplia como para incluir necesidades conceptuales (analíticas), y no dañará esta presentación si no las distinguimos. Si no lo hacemos, podemos ilustrar gráficamente lo anterior, mediante la Figura 1. En términos de necesidades, esta imagen representa que, entre las nómicas, las metafísicas y las conceptuales, la nómica es la menos inexorable, seguida de la metafísica, siendo el conceptual el más seguro de los tres tipos: se puede violar más fácilmente una ley natural que una metafísica, pero se puede violar más fácilmente una ley metafísica que una lógica.
Es la existencia de estos puntos, vn, vm y vc, en la misma escala lo que, según Kment, hace que todas las especies del mismo género sean modalidades lógicas, metafísicas y nómicas. Con él, Kment logra una unificación sobresaliente, que Fine había abortado: a saber, subsumir la modalidad nómica y metafísica bajo un mismo género. Lo que hace que estas dos modalidades sean tipos de modalidades es que ambas identifican puntos en la escala de inexorabilidad. A su vez, es la inexistencia de puntos correspondientes para las nociones de necesidades biológicas, tecnológicas, epistémicas, matemáticas o prácticas (entre otras) lo que hace que Kment no las cuente como otras especies del mismo género. En cambio, para este otra batería de nociones modales, Kment considera, al igual que Fine, la opción de definirlas por restricción o relativización. Y al hacerlo, Kment amplía considerablemente el poder de unificación de su punto de vista.
Sin embargo, ¿deberíamos estar contentos con la unificación que logra Kment? En particular, ¿debemos alegrarnos de que la necesidad nómica sea una especie del mismo género que la necesidad metafísica? No se le habría escapado al lector que, según Kment, y contrariamente a Fine, la necesidad nómica es estrictamente más amplia que la necesidad metafísica. Y a la inversa para las posibilidades: los mundos nómicamente posibles están propiamente incluidos en los mundos metafísicamente posibles. Fundamentalmente, es solo por esto que Kment puede identificar el punto vn en la escala de inexorabilidad, lo que le permite declarar la modalidad nómica como una especie del mismo género que la modalidad metafísica. Pero la razón última por la que logra este resultado es, sostengo, que ha incrustado estipulativamente la necesidad metafísica en la necesidad nómica:
(DN) Una proposición es nómicamente necesaria si y solo si es verdadera en toda la esfera alrededor de la actualidad que contiene los mundos que coinciden con la actualidad con respecto a las leyes metafísicas y que tienen las mismas leyes naturales que la actualidad. (Kment 2014, 189; cursivas mías)26
Las cursivas en el lado derecho de (DN) corresponden a la definición de necesidad metafísica de Kment. De la definición de necesidad nómica de Kment se sigue que las proposiciones nómicamente necesarias son aquellas proposiciones metafísicamente necesarias que cumplen una condición adicional: a saber, no violar ninguna ley natural. Esto, como se vio anteriormente, abre una posibilidad teórica que Fine considera inasequible: a saber, construir una necesidad en términos de la otra, mediante restricción o relativización.
Pero, ¿por qué esta definición? ¿Por qué incluir las leyes metafísicas (o axiomas) como restricciones sobre la modalidad nómica? Conocemos los términos en los que Fine discreparía de Kment: la modalidad nómica tiene que ver con ciertas generalizaciones, las leyes naturales. Al exigir, por definición, que los mundos nómicamente posibles también sean metafísicamente posibles, lo que se está definiendo —podría quejarse un fineano— es más bien la propiedad conjuntiva de ser tanto metafísica como nómicamente necesarios. ¿Deberíamos pelear por las etiquetas? No lo hagamos, como tampoco lo hicimos en la Sección 2.4. Incluso si permitimos que la etiqueta 'necesidad nómica' se invierta de esta manera, queda la siguiente preocupación. Hay una noción legítima de necesidad alética, llamémosla 'necesidad nómica*', que no es así conjuntiva (¿más simple? ¿más fundamental?), que tiene que ver con las leyes de la naturaleza, y tal que la nómicamente* los mundos posibles no forman una esfera alrededor del mundo real. En lugar de formar una esfera, el conjunto de los mundos nómicamente* posibles es la unión de la esfera de los mundos nómicos (de Kment) más un caparazón que se cierne sobre la esfera de los mundos metafísicamente posibles. (Una capa, en contraste con una esfera, debe entenderse como un subconjunto de mundos que incluye todos los
mundos que no están ni más cerca que una cierta distancia ni más lejos que otra cierta distancia mayor del mundo centrado, en nuestro caso, @. Una cáscara, pero no una esfera, por lo tanto, tiene una cavidad esférica vacía.)
Todos los mundos de ese caparazón satisfacen las leyes de la naturaleza, pero de formas metafísicamente imposibles: en algunos de ellos, por ejemplo, Sócrates es un perro; en otros, mi escritorio está hecho de hierro fundido en lugar de madera, etc. Aparte de estas rarezas metafísicas, estos mundos están físicamente lejos de ser extraordinarios: Sócrates ladra en todos esos mundos donde es un perro. Ahora bien, la necesidad nómica* no puede, a la luz de Kment, ser tomada como una especie del mismo género que la modalidad metafísica: pues la distribución de sus mundos significa que no hay punto en la escala de inexorabilidad por debajo del cual todos los mundos son nómicamente* posibles y por encima de ella. que todos los mundos son nómicamente* imposibles. Como resultado, esta propiedad, independientemente de las etiquetas, amenaza el intento de unificación.
Además, y ahora estoy luchando por la etiqueta, la necesidad nómica* no es solo un tipo robusto de necesidad. Es también, sostengo, el tipo de necesidad que nuestra noción popular de necesidad natural está rastreando: no importa para el orden físico qué individuos caen bajo qué categorías. El gráfico alternativo (posiblemente de Finean) es, por lo tanto, como en la Figura 2.
Nada de lo anterior es concluyente, pero nos alerta hasta el punto de que debemos ser cautelosos acerca de las perspectivas de lograr una explicación unificada y no relativista de las modalidades aléticas. (Este tema volverá a surgir en la Sección 3.5.)
2.6 ¿Unificación más amplia?
La sección anterior se centró exclusivamente en las modalidades aléticas y, aun cuando tan restringida, la discusión ya se ha mostrado compleja y lejos de ser concluyente. Para complicar aún más las cosas, no perdamos de vista las otras familias de modalidades, las epistémicas y las deónticas. Porque lo que decimos sobre ellas podría tener un impacto en la discusión que acabamos de tener en la Sección 2.5, en una de al menos dos formas.
Primero, Fine, por ejemplo, piensa que la necesidad normativa es un tipo fundamental de necesidad, y que no puede subsumir ni el tipo nómico ni el metafísico. Uno podría querer escudriñar las razones de esto. Si se está de acuerdo con ellos, el hecho de que las necesidades metafísicas y nómicas no puedan unificarse tampoco podría verse fácilmente como de menor relevancia: una vez que aceptamos que, en todo caso, no hay una necesidad fundamental, ¿qué tan preocupados deberíamos estar si hay tres necesidades fundamentales? ¿y de que haya dos de ellas?
Segundo, sabemos que los amigos de las modalidades (reducidas) relativizadas tienen la unificación como uno de sus mayores puntos de interés. En la Sección 2.5 exploramos la estrategia relativista pero, nuevamente, solo nos enfocamos en las modalidades aléticas. Pero centrar nuestra atención en las modalidades epistémicas y normativas podría revelar que la unificación lograda, dentro de las modalidades aléticas, es un punto de interés menos importante de lo que se pensó inicialmente. Porque, si resulta que las familias epistémica y deóntica no pueden subsumirse bajo la estrategia de relativización, ¿cuánta unificación logra realmente esta estrategia? Este valor (potencialmente) reducido del enfoque relativista se sumaría a la característica de proliferación barata de las modalidades aléticas, consideradas por muchos (como hemos visto) como problemáticas, aunque dialécticamente inertes.
Entonces, aún queda mucho por examinar sobre la agenda de unificación. Por ahora, basta, como acabamos de hacer, identificar la relevancia dialéctica de estos temas restantes. Hasta la fecha, Leech (2020) ha avanzado un poco en la exploración de las perspectivas de extender el relativismo reductivo a otras familias de modalidad, como la epistémica y la normativa, proporcionando así algunas razones para el optimismo (aunque moderado por sus propias luces) de que una unificación más amplia podría ser factible.
Las aspiraciones unificadoras de algunos teóricos volverán a ser destacadas más adelante (en la Sección 3), cuando nos centremos en la metafísica de la modalidad metafísica. De hecho, las agendas de unificación (o no unificación) no son neutrales en la metafísica de los diferentes tipos de modalidades. Lejos de ello, pueden verse como intentos de homogeneizar (o respectivamente dejar heterogénea) la metafísica de las aparentemente diferentes familias de modalidades. Como se insinúa aquí, la agenda de unificación de Leech va de la mano con un enfoque relativista reduccionista. Y, como veremos en la Sección 3.5, el normativismo modal de Amie Thomasson es, en primera instancia, el proyecto de entender la modalidad metafísica como un tipo de modalidad normativa (deóntica). Pero el proyecto de amplio alcance de Thomasson es mucho más ambicioso que esto: pretende unificar todas las modalidades aléticas entendiéndolas todas como normativas (Thomasson 2007, 136–7). Sin embargo, antes de pasar a la metafísica de la modalidad metafísica, hay dos cuestiones adicionales a considerar (Secciones 2.7 y 2.8), siempre bajo el fenómeno general de la modalidad.
2.7 Análisis de modalidades en término de mundos
Existe una práctica generalizada en filosofía de proporcionar condiciones de verdad para afirmaciones modales (o proposiciones) en términos de mundos posibles. Algunos autores que respaldan un análisis de la modalidad en términos de mundos posibles sostienen que el análisis es reduccionista, siendo David Lewis (1986) el principal ejemplo. Otros pueden estar contentos con el análisis como extensivo, pero no como definitorio. Y otros piensan que ninguna noción de mundo posible es adecuada para montar sobre ella ni siquiera un análisis extensionalmente adecuado de la modalidad y, sin embargo, podrían reconocer el valor heurístico de hablar de la modalidad en términos de mundos posibles; véase la práctica generalizada de hacer esto. En esta sección, consideraremos la línea principal del análisis y cómo se comporta en relación con los diversos tipos de modalidades que se distinguen en las secciones anteriores.
En términos máximamente generales, el análisis es el siguiente:
□p es verdadera si y solo si p es verdadera en todos los mundos posibles.
◊p es verdadera si y solo si p es verdadera en algún mundo posible.
Según el análisis –que es de hecho un esquema– “necesariamente” se comporta como un cuantificador universal sobre mundos posibles y “posiblemente” como uno existencial. En consecuencia, en la medida en que estemos comprometidos con al menos la adecuación extensional de tal análisis, y en la medida en que a su vez creamos que, por ejemplo, el sol podría brillar hoy en Stirling, estamos comprometidos con que haya un mundo posible donde hace sol hoy en Stirling. Aprobar el análisis (como más que una heurística), por lo tanto, incurre en un compromiso ontológico: a saber, con los mundos posibles.
Este compromiso ontológico ha generado mucha literatura durante muchos años. Entre las preguntas planteadas, está la cuestión de la naturaleza de los mundos posibles: ¿qué tipo de entidades serían (o son)? También está la cuestión de si serían aptos para reducir la modalidad (o ciertos tipos al menos) a ellos. Si lo fueran, nuestra teoría general del mundo podría prescindir de las nociones modales primitivas (al menos de ese tipo), ya que seríamos capaces de analizarlas en términos no modales. Y también está la cuestión de si el conjunto (o clase) de mundos posibles que uno acepta en su ontología es lo suficientemente grande para sus propósitos teóricos.
Cuando se trata de analizar la modalidad de forma reductiva, David Lewis (1986) utiliza mundos posibles para analizar, en primera instancia, lo que llamaré “modalidad combinatoria”, y luego analiza derivativamente otras modalidades. La modalidad combinatoria debe entenderse como aquella modalidad que rastrea las formas en que la materia y las propiedades fundamentales pueden ocupar (estar distribuidas en) un sistema de espacio-tiempo. Es importante que esto guarde silencio sobre cuestiones de re (más sobre esto en la Sección 3.1) y, como tal, será conveniente entender la modalidad combinatoria, por ahora, tal como se define solo para proposiciones puramente generales. Para cualquier p puramente general:
□p es verdadera si y solo si p es verdadera en todos los mundos posibles.
◊p es verdadera si y solo si p es verdadera en algún mundo posible.
Para Lewis, los mundos posibles son concretos en el mismo sentido en que nuestro mundo (el mundo actual) es concreto. Están unificados espacio-temporalmente, y también aislados espacio-temporalmente unos de otros. Y hay una plenitud de ellos: hay al menos tantos como (cualitativamente) formas podría ser nuestro mundo (y cualquier otro mundo concreto). Esta plenitud es una condición necesaria para la adecuación al menos extensional de la explicación: si no todas las posibilidades de nuestro mundo fueran atestiguadas por algún mundo, la dirección de izquierda a derecha del análisis ◊ anterior fallaría. (Por ejemplo, si pudiera haber burros parlantes pero ningún mundo contuviera burros parlantes.) Lewis también considera que cada manera (cualitativa) de un mundo es una manera posible de que nuestro mundo sea, con lo cual también asegura la dirección de derecha a izquierda de la cuenta. Una vez que se garantiza la adecuación extensional, Lewis argumenta que su concretismo es la única forma en que uno puede esperar que el análisis de los mundos posibles de la modalidad (combinatoria) sea reductivo.
¿Son estos mundos (lewisianos), sin embargo, suficientes para nuestros objetivos teóricos? ¿No necesitamos además mundos imposibles? La respuesta depende de cuáles sean exactamente nuestros objetivos teóricos y cuánta unidad teórica esperamos. Lewis puede recorrer un largo camino con sus mundos concretos. Ciertamente no puede permitirse ningún mundo combinatoriamente imposible (la adecuación extensional de la explicación, o de lo contrario su reduccionismo, estaría en peligro si hubiera alguno). Y, sin embargo, algunos de sus mundos serán imposibles en otros sentidos del término. Por ejemplo, el nómico: si, como muchos piensan, las leyes naturales de nuestro mundo son (combinatoriamente) contingentes, entonces hay mundos lewisianos donde son falsas. Cualquier mundo así sería (en relación con nosotros) nómicamente imposible. Como tal, un análisis de la modalidad nómica (en términos de mundos) está disponible para Lewis por restricción:
□N p es verdadero si y solo si p es verdadero en todos los mundos que comparten las leyes de la naturaleza de los mundos reales.
◊N p es verdadero si y solo si p es verdadero en algún mundo que comparte las leyes de la naturaleza de los mundos reales.
Generalizando, Lewis podría usar sus mundos concretos para analizar directamente, por restricción, aquellas modalidades, i, tales que el conjunto de i-mundos posibles se incluye (adecuadamente o no) en el conjunto de sus mundos posibles. Con la ayuda de la teoría de la contraparte (como veremos más extensamente en Sección 3.1), Lewis también puede, aunque de manera menos directa, brindar un análisis de lo que él llama modalidad de re (una modalidad íntimamente ligada al esencialismo y, como tal, mucho más cercana a lo que denominamos en la Sección 2.4.2 como "modalidad metafísica" ).
Las complicaciones surgen cuando se trata de analizar modalidades, j, cuyo conjunto de mundos posibles supera, o superaría, el conjunto de mundos de Lewis.
Porque en ese caso, el análisis más directo que Lewis podría permitirse con sus mundos concretos fallaría. El análisis sería algo así:
□j p es verdadera si y solo si p es verdadera en todos los mundos posibles.
◊j p es verdadera si y solo si p es verdadera en algún mundo posible.
Y debido a que los mundos concretos de los que puede valerse el análisis son todos combinatoriamente posibles (los compromisos ontológicos de la teoría de Lewis no van más allá de ellos), habrá casos de p tales que p es (intuitivamente) j-posible y sin embargo no hay ningún mundo donde sea verdad. Por lo tanto, el análisis fallaría de izquierda a derecha para la j-posibilidad. Por el contrario, habrá casos de p tales que no-p sea cierto en todos los mundos concretos y, sin embargo, no-p deja de ser (intuitivamente) j-necesario. Por lo tanto, el análisis fallaría de derecha a izquierda por j-necesidad.
Dado que la modalidad combinatoria de Lewis ya es muy liberal (después de todo, cubre todas las formas en las que un posible sistema de espacio-tiempo podría completarse), no es fácil encontrar j-ejemplos naturales entre las modalidades aléticas. Las modalidades doxásticas, por otro lado, son una fuente de tales ejemplos. Se han encontrado ejemplos problemáticos para Lewis dado que un solo sujeto podría (quizás sin darse cuenta) creer tanto que p como que no-p. Estos casos doxásticos son problemáticos porque todos los mundos combinatoriamente posibles son lógicamente posibles: la lógica pone un límite a cómo se puede llenar el espacio-tiempo con la ontología disponible. Por ejemplo, como se ha sugerido, uno podría usar clases de mundos en lugar de mundos, o una mezcla entre mundos concretos y abstractos. La literatura, sin embargo, contiene dudas de que se pueda lograr la adecuación extensional.
A pesar de los beneficios teóricos del concretismo lewisiano (ver Lewis (1986, cap. 1)), su concretismo ha sido un severo no-no para la mayoría de los metafísicos contemporáneos de la modalidad. Otras razones relacionadas pueden resumirse con la frase 'la modalidad combinatoria no debería ser la modalidad objetivo".
Alejándose del concretismo de Lewis, la alternativa más destacada en relación con la naturaleza de los mundos posibles es el abstraccionismo, la familia de puntos de vista que Lewis denominó, con menos simpatía, "sucedáneos". Esta familia se unifica, como su nombre lo revela, al tomar los mundos posibles como entidades abstractas. Y si bien esta abstracción acordada aún permite el desacuerdo sobre su naturaleza específica, se puede decir que el abstraccionismo lingüístico es la opción predominante. A la hora de analizar la modalidad metafísica (entendida como se introduce en la Sección 2.4.2), un mundo lingüístico posible, w, sería un conjunto de oraciones o proposiciones tales que:
(i) es consistente;
(ii) para cualquier oración o proposición, p, ya sea p o su negación, pero no ambas, pertenece a w; y
(iii) todos los elementos que pertenecen a LM -los axiomas metafísicos- pertenecen a w.
Lewis (1986) argumenta con mucha fuerza que cualquier explicación abstracta tendría que sacrificar las aspiraciones reduccionistas: con tal explicación, la modalidad primitiva se colará en la teoría en alguna parte. Por ejemplo, la noción indispensable de consistencia en (i) anterior es modal, y tal modalidad no es analizable por definición (sin circularidad) por medio de (i)–(iii).
Con respecto a esto, algunos han entendido que el divorcio ontológico de Fine (1994) entre lo esencial y lo modal le da al abstraccionista lingüístico suficiente poder reductor; un excelente ejemplo aquí es Peacocke (1999). Pero incluso si uno estuviera de acuerdo con Lewis acerca de las malas perspectivas del abstraccionismo reductivo, los metafísicos modales a menudo estarían dispuestos a sacrificar la reduccionismo, si es necesario, en aras de otras virtudes como la credibilidad (en su adecuación).
En este contexto, las siguientes observaciones son pertinentes. Daniel Nolan (1997, 2013) se destaca como una fuente de razones teóricas por las que uno podría querer respaldar una ontología de mundos imposibles (metafísica o combinatoriamente). Muchas de estas razones se refieren a beneficios teóricos que no están disponibles cuando se admiten solo mundos (combinatoriamente) posibles. Ahora, si nosotros, por estas u otras razones, somos realistas acerca de los mundos (combinatoriamente) imposibles, entonces podría decirse que el abstraccionismo sobre ellos es el enfoque más natural. (¿Qué tipo de entidad sería un mundo concreto, pero combinatoriamente imposible?) Y una vez que somos abstractos acerca de los mundos (combinatoriamente) imposibles, entonces, presumiblemente, por razones de paridad, el abstraccionismo también acerca de los mundos posibles es el enfoque más natural. Esta es la razón para el 'abstractismo generalizado' se sumaría a las razones independientes que uno podría tener para mantenerse alejado del concretismo lewisiano.
Aquellos que se inclinan hacia el abstraccionismo, independientemente del razonamiento anterior, aún podrían desear adaptarse a la recomendación de Nolan sobre aceptar una ontología de mundos imposibles. Debería ser una buena noticia para ellos que puedan hacerlo lejos de manera extravagante. Por ejemplo, si se entiende que los mundos abstractos (metafísicamente) posibles están regulados por (i)-(iii) arriba, entonces cualquier conjunto de oraciones (o proposiciones) que no satisfaga algunas de estas tres condiciones puede tomarse como un mundo metafísicamente imposible. Ontológicamente, un mundo posible y uno imposible estarían a la par: ambos serían conjuntos de oraciones o proposiciones. La extensión no solo no necesita implicar una extravagancia ontológica, sino que tampoco implicaría una inflación ontológica. Independientemente de si decidimos darles un uso teórico o no, ya hay conjuntos de oraciones (o proposiciones) que no satisfacen algunos de (i)-(iii); o, en todo caso, los hay a la luz de cualquiera que ya acepte una ontología de mundos posibles así entendida, y por tanto la extensión a mundos imposibles no implica inflación.
Tal plenitud de mundos permite un análisis directo de los mundos posibles de cualquier modalidad alética o deóntica, es decir. El esquema es el familiar:
□i p es verdadera si y sólo si p es verdadera en todos los mundos i-posibles.
◊i p es verdadera si y solo si p es verdadera en algún mundo i-posible.
En el caso de las modalidades epistémicas (y doxásticas), los análisis serían análogos, pero con mención explícita del sujeto o sujetos a los que se relativizan. Volviendo a algo que discutimos en la Sección 2.5, concluiré esta sección con un comentario sobre las perspectivas de analizar reductivamente las modalidades objetivo en términos de mundos posibles abstractos: es precisamente el uso de la noción i en el lado derecho. lado del análisis (es decir, del analizante) que amenazaría, a menos que tal mención sea eliminable, la reduccionismo de estos análisis.
2.8 Modalidad De Dicto y Modalidad De Re
Para finalizar esta primera parte del Elemento, paso ahora a una distinción que simplemente he usado hasta ahora (principalmente en la Sección 2.5), pero que merece una atención más destacada. Esta es la distinción entre modalidad de dicto y modalidad de re. Permítanme comenzar citando un pasaje de Fine (2005, 243):
“Todas las formas de necesidad de re (y de esencia) serán fundamentalmente metafísicas, aunque algunas formas de necesidad de dicto pueden no serlo”.
Un objetivo rector de esta sección es llegar a comprender, mejor que lo que hicimos en la Sección 2.5, las razones para sostener esta afirmación y sacar a la luz, hasta cierto punto, su verdad. La tarea no es sencilla. Una dificultad previa es la de caracterizar la diferencia entre modalidad de re y modalidad de dicto, para que tengamos claro lo que dice la demanda en primer lugar. Esto es difícil porque la literatura contiene varias formas de entender la distinción que no siempre son equivalentes. Nos enfrentamos así a dos tareas diferentes que, sin embargo, deben llevarse a cabo en tándem: queremos
(i) encontrar un acuerdo con la afirmación de Fine, pero en
(ii) una comprensión de la distinción entre modalidad de re y modalidad de dicto que no está demasiado alejada de nuestra comprensión intuitiva de la misma.
Lo que no queremos es que la verdad de la afirmación descanse en un sentido artificial de la distinción. La etimológica es quizás la forma estándar de caracterizar informalmente la distinción, y es la que usaré para medir mi éxito en relación con la tarea (ii). En esta caracterización, la modalidad de dicto se refiere al fenómeno de que las proposiciones u oraciones son necesariamente, posiblemente o contingentemente verdaderas o falsas. Los portadores de la modalidad de dicto son, por lo tanto, entidades aptas para la verdad, y esta característica da a la modalidad de dicto su nombre, que proviene del latín dictum, para oraciones o proposiciones (o, más generalmente, entidades aptas para la verdad). Así, un ejemplo de modalidad de dicto resulta de aplicar la noción de necesidad (o posibilidad, o contingencia) a, por ejemplo, la proposición de que los leones no vuelan, siendo el resultado la proposición de que necesariamente los leones no vuelan.
Por el contrario, en la misma caracterización, la modalidad de re se refiere al fenómeno de entidades portadoras de propiedades en diferentes modos: necesariamente, posiblemente o continuamente. Sabemos, por ejemplo, que Sócrates tiene (es decir, instancia, ejemplifica) la propiedad de ser humano. El pensamiento de que Sócrates tiene esta propiedad como una cuestión de necesidad, es decir, que Sócrates es necesariamente humano, sería por lo tanto un pensamiento de re modal, que se refiere al hecho de que ser humano es necesario de Sócrates.
Hay algo de esta comprensión intuitiva de la distinción, sin embargo, que crea ruido y necesita aclaración. Considere la proposición de que Sócrates es humano. Esta es una entidad tan apta para la verdad como la proposición de que los leones no vuelan. Si ahora le aplicamos necesariamente, obtenemos Necesariamente, Sócrates es humano, y nos inclinaríamos, según lo anterior, a contar esta modalidad como de dicto. ¿Pero es?
La afirmación 'Necesariamente, Sócrates es humano' no parece diferir en condiciones de verdad, y difícilmente en significado, de 'Sócrates es necesariamente humano', y sin embargo, se considera que este último (como también lo anterior) implica la modalidad de re. ¿Cómo pueden (o debería decir 'eso') involucrar diferentes tipos de modalidades?
Para aclarar esto, permítanme señalar que esta caracterización intuitiva a menudo se captura en términos sintácticos. La forma de Roy de hacer esto es particularmente útil aquí para adelantarse al ruido que acabamos de identificar:
[E]sta distinción corresponde a una distinción formal según la cual una oración (es de re y) expresa una proposición que es de re si tiene un nombre propio dentro del ámbito de un operador modal, o una variable en el ámbito de un operador modal. operador modal no sujeto a un cuantificador en el ámbito del operador; y una oración (es de dicto y) expresa una proposición que es de dicto si no es de re. Sobre esta base, 'Posiblemente Quine es una roca' y 'Hay un hombre tal que posiblemente sea una roca' con sus simbolizaciones naturales, '◊Rq' y '∃x(Mx & '◊Rx)' son de re. ‘Necesariamente todo lo que es verde es coloreado’ con su simbolización natural, ‘□∀x(Gx ->Cx)’ es de dicto. (Roy 2000, 60)
Hay dos cosas a destacar de esto:
Primero, la distinción intuitiva entre modalidad de re y modalidad de dicto es excluyente y, en consecuencia, no queremos que 'Necesariamente, Sócrates es humano' se tome como tanto de dicto como de re.
En segundo lugar, esta proposición se toma como de re (únicamente) y así debería ser cuando se precisa la comprensión intuitiva de la distinción. De hecho, muy en línea con la sospecha de que 'Necesariamente, Sócrates es humano' no difiere en significado de 'Sócrates es necesariamente humano', las dos afirmaciones se simbolizan exactamente de la misma manera; a saber, □Hs (donde 'H' significa ser humano y 's' es una constante para Sócrates).
Ahora podemos ver que, en consecuencia, la modalidad de dicto se aplica a los dictados de tipo puramente general; es decir, a oraciones o proposiciones sin referencia a individuos particulares. Lo que esto significa es que la modalidad de dicto rastrea las relaciones necesarias (o contingentes o imposibles) entre la distribución de propiedades y relaciones, mientras que la modalidad de re rastrea los modos en los que las entidades tienen propiedades (o están en relación con otras entidades).
Con esto, considero que he logrado la tarea (ii) anterior; es decir, haber llegado a una comprensión de la distinción entre modalidad de re y modalidad de dicto que no se sustrae a nuestra comprensión intuitiva. Este es de hecho, creo, el entendimiento prevaleciente. Como veremos en la Sección 3, este es también el entendimiento que guía la clasificación de Wang de las diferentes explicaciones de la modalidad metafísica como de dicto primero o de re primero. (Más sobre esto muy pronto).
Pero antes de llegar a eso, ¿qué pasa con la tarea (i)? ¿Es esta comprensión de la distinción primera (entre modalidad de re y modalidad de dicto) con la que debemos entender mejor las razones detrás de la cita de apertura de Fine (Todas las formas de necesidad de re (y de esencia) serán fundamentalmente metafísicas, aunque algunas formas de necesidad de dicto pueden no serlo”), así como sacar a relucir su verdad? Eso creo. La cita se puede dividir en tres sub-reivindicaciones.
Primero, dentro de la modalidad metafísica uno encuentra necesidades fundamentales tanto de re como fundamentales de dicto.
Segundo, uno puede encontrar necesidades fundamentales de dicto fuera de la modalidad metafísica.
Y tercero, uno no encontrará necesidades fundamentales de re fuera de la modalidad metafísica.
Sabemos por la Sección 2.5 que Fine se conforma con una explicación de tres niveles de las modalidades fundamentales: normativa, natural (nómica) y metafísica. Como hicimos allí, dejaré de lado la normativa (por ahora) y me concentraré en las modalidades aléticas: la nómica y la metafísica. Tomo las tres sub-afirmaciones a su vez.
Primero, sabemos que la modalidad metafísica se origina para Fine (y según nuestra concepción de trabajo desde la Sección 2.4.2) en las esencias de las cosas. Algunas de estas cosas son individuos particulares y, por tanto, sus esencias generarán necesidades de re que, al fluir directamente de las propiedades esenciales de las cosas, serán fundamentalmente metafísicas. Sócrates siendo esencialmente humano, por ejemplo, resulta en la necesidad fundamental de re de que él sea necesariamente humano. De manera similar, que todos los humanos sean esencialmente humanos genera el principio modal de re (y también fundamental) de que todos los humanos son necesariamente humanos (en símbolos, de modo que uno puede comparar esta afirmación con la cita anterior de Roy, ∀x(Hx -> □Hx)). Pero igualmente, algunas de estas cosas son propiedades, y (NKE) – El esencialismo de tipo natural, para recordar la Sección 2.4.2, es una rica fuente de ejemplos aquí: por ejemplo, necesariamente, todos los gatos son mamíferos (lo que difiere de todos los gatos son necesariamente mamíferos); en símbolos, □∀x(Cx ->Mx), donde 'C' y 'M' representan, respectivamente, ser un gato y un mamífero.
Los ejemplos proporcionados por (NKE), permítanme comentar, serán necesidades de dicto independientemente de su estatus (epistémico) como analítico o sintético. Las definiciones explícitas son otra rica fuente de ejemplos (ver Hale (2013, Secc. 11.2)): por ejemplo, necesariamente, todos los cuadrados tienen cuatro lados rectos. En este caso, las necesidades de dicto resultantes serán analíticas. Ya sean analíticas o sintéticas, estas modalidades de dicto son también (muy parecidas a las de re) fundamentalmente metafísicas: se siguen directamente (y únicamente) de propiedades esenciales. Con esto concluyen las razones de la primera sub-demanda.
En segundo lugar, el hecho de que las leyes naturales sean todas generalizaciones sin mención de individuos particulares hace que su necesidad sea de dicto. De la cita de Fine, ahora podemos entender lo que significa "algunas formas de necesidad de dicto pueden no ser [fundamentalmente metafísicas]". De hecho, puede haber algunas necesidades nómicas de dicto fundamentales; las habrá mientras algunas leyes naturales sean metafísicamente contingentes. Porque, si las hay, su necesidad nómica, por la naturaleza del caso, no se origina en las esencias.
Por último, el caso de la tercera subdemanda es básicamente el punto planteado en Sección 2.5 en contra de que sea económicamente necesario que Sócrates sea humano. Las leyes de la naturaleza no prescriben la humanidad de Sócrates, como no prescriben ninguna propiedad de ningún objeto. Roy hace esencialmente el mismo punto aquí:
En la medida en que los principios son necesarios de dicto, no tienen nada que ver con las propiedades de los individuos particulares. Entonces no se sigue de los principios que si ‘□¬Rq‘, entonces, en la cuenta sugerida, '◊Rq'. Tal vez consigamos que necesariamente ninguna persona es una roca, que no hay un mundo en el que algo sea tanto una persona como una roca. Pero de eso no se sigue que una cosa que es una persona en un mundo, no sea una roca en otro. (Roy 2000, 61)
El contexto de la cita de Roy es la modalidad metafísica, pero el punto es exactamente el mismo: uno no obtiene necesidades de re (o imposibilidades) solo de necesidades de dicto. (El lector recordará que, allá en la Sección 2.4.2, este punto nos hizo incluir proposiciones particulares en el conjunto de axiomas metafísicos; porque, en el caso metafísico, abrazando la posibilidad de que Sócrates (o cualquier otra entidad, para el caso) podría ser cualquier cosa era una opción a descartar). De hecho, una modalidad que está restringida exclusivamente por las necesidades de dicto será muy liberal cuando se trata de posibilidades de re.
Ahora comprendemos mejor la cita inicial de esta sección (así como el pasaje completo citado en la Sección 2.5). Además, pretendo que lo anterior sea razón suficiente para afirmar que, en lo que se refiere a las modalidades aléticas, las necesidades fundamentales, de re, se encuentran solo dentro de lo metafísico.
Sin embargo, dejé de lado la modalidad normativa. Para concluir esta sección, permítanme decir en relación con esto que, si la modalidad normativa también está, como la nómica, restringida por generalizaciones, los mismos resultados también se aplican a ella. Los particularistas morales, sin embargo, podrían quejarse aquí, y esto debería ser analizado (algo que dejo al lector). Para los propósitos actuales, que el caso se mantenga al menos con la generalidad (limitada) que he logrado, en relación con las modalidades aléticas, es suficiente.
Ahora estamos dejando atrás el tema de las variedades de modalidades (y sus relaciones entre sí) para centrarnos, más profundamente que antes, en la modalidad metafísica. Hasta hace poco, no era raro caracterizar la modalidad metafísica como la modalidad absoluta entre las aléticas: aquella modalidad tal que (i) su necesidad es la menos restrictiva y (ii) su posibilidad, la más inclusiva. Y, sin embargo, varios sentidos de absolutismo, no obviamente equivalentes (si es que son equivalentes), podrían acomodar (i) y (ii), demostrando que esta noción es demasiado oscura para ser utilizada como una primera aproximación a la modalidad metafísica.
Por ejemplo, en la Sección 2.4.2 caracterizamos la modalidad metafísica como un tipo de modalidad íntimamente relacionada con el esencialismo. El carácter absoluto de la modalidad metafísica así entendida deriva (como se vio en la Sección 2.5) de considerar la necesidad metafísica como aquello que es verdadero en virtud de la naturaleza de (absolutamente) todas las cosas, sin restricción. Sin embargo, en un sentido diferente, la modalidad objetivo de Lewis, a la que nos referimos anteriormente como modalidad combinatoria, también tiene la pretensión de ser absoluta. Porque los límites de la modalidad combinatoria (se puede argumentar) los proporciona la lógica. Como resultado (con ciertas condiciones establecidas, descartando la verdad de las contradicciones), la posibilidad combinatoria es máximamente inclusiva: no hay sentido de posibilidad, x, en el que algo p sea x-posible sin ser también combinatoriamente posible.
Ahora bien, se podría sugerir que estas dos modalidades son equivalentes y, de ser así, no debería ser problemático que resulte absoluto en esos dos sentidos. Pero, primero, es muy controvertido que sean equivalentes. Y segundo, independientemente, la observación importante para los propósitos actuales es que los sentidos de absolutidad sobre la base de los cuales se puede decir que las modalidades metafísicas y combinatorias son absolutas, aunque están relacionadas , no es exactamente lo mismo. Esta disparidad de sentido es suficiente para evidenciar la falta de claridad acerca de lo que significa lo absoluto. Como una noción con la que introducir (incluso iluminar) la modalidad metafísica, es por lo tanto inadecuada.
Clarke-Doane (2021, Sect. 1861) va incluso más allá: “asumiendo que la tesis [del carácter absoluto] no es meramente terminológica y carente de cualquier interés metafísico, es un artículo de fe”. Sin necesidad de ir tan lejos como Clark-Doane en esto, estaré de acuerdo en que es mejor no apelar al absoluto para proporcionar una primera introducción a la modalidad metafísica.
En lugar de tener lo absoluto como eje de esta sección, por lo tanto, me centraré en la (también) muy controvertida pregunta sobre el origen de la modalidad metafísica. La pregunta objetivo es esta: ¿en virtud de qué (si acaso) son verdaderas las afirmaciones modales metafísicas? Y abordaré también varias cuestiones más en su vecindad. ¿De dónde surge la modalidad metafísica? ¿Es fundamental la modalidad o puede reducirse a algo no modal? ¿Es real la modalidad metafísica y, si lo es, es un fenómeno independiente de la mente? Exploraremos algunas respuestas rivales a estas preguntas, de las que hemos tenido una muestra dispersa en la sección anterior. Mis propias preferencias teóricas se harán evidentes, pero el objetivo principal de la sección no es argumentar a favor de ninguna de las respuestas sino, más bien, hacernos apreciar el paisaje de opciones.
Inevitablemente, no tenemos espacio para considerar todos los puntos de vista, pero la selección a continuación es lo suficientemente representativa.
3.1 Concretismo lewisiano
Podría decirse que el concretismo lewisiano es la visión reduccionista de la modalidad por excelencia. Como se vio en la Sección 2.7, Lewis analiza su modalidad objetivo (que llamamos combinatoria) en términos de mundos posibles. Para recordar, para todas las proposiciones puramente generales,
p:
□p es verdadera si y solo si p es verdadera en todos los mundos posibles.
◊p es verdadera si y solo si p es verdadera en algún mundo posible.
Este análisis no pretende ser meramente extensivo, sino también definitorio: lo que significa que tal p sea posible es que hay un mundo donde p; y lo que significa que tal p sea necesaria es que p es verdadera en todos los mundos que existen. Por ejemplo, lo que significa que la proposición (puramente general) de que hay burros parlantes sea posible es que haya un mundo posible donde haya burros parlantes.
Jennifer Wang (2015) ha introducido convenientemente una distinción que nos ayudará a clasificar los diferentes relatos de modalidad que se verán en esta sección. Esta es la distinción entre los primeros relatos de re y los primeros de dicto: “el primero fundamenta todos los hechos modales en la modalidad de re, el segundo en la modalidad de dicto” (Wang 2020, 189). Y podemos estar de acuerdo con Wang en que el relato de Lewis es un primer relato de dicto:
El bicondicional se cumple directamente para las afirmaciones modales de dicto, pero Lewis también necesita una forma de dar sentido a las afirmaciones modales de re, ya que, desde su punto de vista, los individuos están ligados al mundo. Su solución es la teoría de la contraparte.
De acuerdo con la teoría de la contraparte, una afirmación de re modal como 'Podría haber tenido una hermana' [es] verdadera en virtud de que tengo una contraparte en algún mundo que tiene una hermana. Esta contraparte es relevantemente similar a mí, donde lo que cuenta como relevantemente similar lo proporciona el contexto. La modalidad de re se reduce así a la modalidad de dicto en la visión de Lewis. (Wang 2020, 190)
Para muchos metafísicos modales contemporáneos, sería la modalidad combinatoria, una vez complementada con la teoría de la contraparte, la que tiene un serio reclamo para ser identificada como modalidad metafísica. Así complementado, el análisis se convierte en lo siguiente: para cualquier proposición p, puramente general o no:
□p es verdadera si y solo si p es verdadera de acuerdo con todos los mundos posibles
◊p es verdadera si y solo si p es verdadera de acuerdo con algún mundo posible,
donde la relación de contraparte aumenta el poder de representación de la pluralidad de mundos: el mundo donde la contraparte de Wang tiene una hermana es uno según el cual Wang (ella misma) tiene una hermana.
Siendo así, la modalidad metafísica así entendida todavía se reduce a la verdad en/según los mundos, y esta reducibilidad hace que la modalidad metafísica no sea fundamental: la fuente de la modalidad metafísica es la verdad simple, es decir, la verdad en (o según) los mundos. En la medida en que tal reducción no se vea como una deflación (y podría decirse que no debería verse como tal), el concretismo lewisiano es un enfoque realista y, por lo tanto, bastante directo, independiente de la mente: qué mundos haya es un asunto independiente de la mente y, en consecuencia, también lo es lo que es posible y lo que es necesario. El concretismo lewisiano ha sido muy discutido y, como se anticipó en Sección 2.7, no es una visión popular entre los metafísicos modales. Sin embargo, insto al lector a familiarizarse con el realismo modal cuántico de Wilson para una explicación de Lewis que (pendiente de escrutinio) está admirablemente bien situada, al menos en principio, para disipar algunas de las razones más fuertes para ser reacios al relato de Lewis. No obstante esto, en la literatura contemporánea la corriente predominante de pensamiento, en la que me he basado (en la Sección 2.4.2) para introducir la noción de modalidad metafísica, es analizarla (y definirla) en términos de esencia.
3.2. Teorías esencialistas
Las visiones esencialistas de modalidad metafísica constituyen una vasta familia y el espacio no me permite presentarlas individualmente. Incluso al presentarlas en conjunto, lo haré a grandes rasgos, inevitablemente sin hacerles la debida justicia.
Con esta advertencia en vigor, el rasgo común más destacado de estos relatos es, en palabras de Hale, la idea de que "las necesidades metafísicas tienen su fuente en las naturalezas [esencias] de las cosas, y [que] las posibilidades metafísicas son las que quedan abiertas dada la naturaleza de las cosas" (Hale 2013, 253). En términos de Wang, de nuevo, las visiones esencialistas de la modalidad metafísica son sin duda de re primero, muy en línea con la concepción de Fine (como se vio en las Secciones 2.5 y 2.8) de que la modalidad metafísica es la única que es fundamentalmente de re. Es precisamente la “Esencia y modalidad” de Fine (1994) la que inauguró esta familia de puntos de vista contemporáneos, en general neoaristotélicos. Aquí, Fine aboga por una explicación definicional de la esencia: las esencias son definiciones reales, es decir, definiciones de cosas (en oposición a las definiciones de tipo nominal, que son de palabras).
Esta explicación de la esencia de definición real se opone a la explicación modal tradicional de la esencia hasta entonces, que las analiza, reductivamente, en términos modales. Crudamente, de acuerdo con la explicación modal de la esencia, que una propiedad sea esencial para un objeto dado es que sea una propiedad necesaria de ese objeto. Si uno reduce la esencia a la modalidad, uno no puede a su vez (so pena de circularidad viciosa) identificar las esencias como la fuente de la modalidad. Así, es precisamente por su alejamiento de la explicación modal, que el Esencialismo Fineano, como podríamos llamarlo, abre la puerta a explicaciones que fundamentan la modalidad en la esencia. Y esta es una oportunidad teórica que ha sido aprovechada, como se indicó anteriormente, por una amplia familia de filósofos, que incluye a Correia y Skiles (2019, 2021), Hale (2002, 2013, 2018), Kment (2006b, 2014), Lowe (2008, 2012), Peacocke (1999, 2002), Tahko (2017, 2018) y otros.
Debido a que fundamentan la modalidad en las esencias, estructuralmente, la independencia mental (o la dependencia mental) de la modalidad será, según estas explicaciones, heredada por las opiniones de sus defensores sobre la independencia mental (o la dependencia mental) de la esencia; y hay espacio teórico para ir en cualquier dirección. Por lo general, sin embargo, estos teóricos comparten un marco ampliamente neoaristotélico y, por lo tanto, tienden a estar de acuerdo en ver los fenómenos como independientes de la mente.
Sin embargo, se encuentran más desacuerdos sobre el alcance de la reducción de la modalidad a la esencia. Sobre esto, Vaidya y Wallner preguntan lo siguiente:
¿[Es] la noción de 'esencia', en la que se basa la modalidad, en sí misma una noción modal? Con respecto a las dos posibles respuestas a esta pregunta, podemos distinguir dos posiciones, el Esencialismo Fineano Reductivo (RFE) y el Esencialismo Fineano No Reductivo (NRFE); ambos respaldados (FE), es decir, esa modalidad está basada en esencias (RFE) Las esencias son completamente no modales. (NRFE) Las esencias son, en cierto sentido, modales. Pertenecen a la familia más grande de modalidad. (Vaidya y Wallner 2021, Sección 1927)
Ha habido una tendencia a usar el esencialismo fineano para proporcionar una explicación reduccionista de la modalidad, mediante la cual la modalidad se reduce a la esencia y la esencia se convierte en algo primitivo. Pero Penelope Mackie, por ejemplo, ha argumentado en contra de “la viabilidad de una explicación de la esencia en términos de una definición real que no sea modal y, sin embargo, arroje el resultado de que las propiedades esenciales también son propiedades necesarias” (Mackie 2020, 262). En este espíritu, algunos autores se distancian conscientemente del reduccionismo. Hale (2013, 150 fn. 12), por ejemplo, piensa que
“una gran diferencia entre mi teoría y la de Fine [es que mientras] Fine se ve a sí mismo dando una explicación reduccionista de la modalidad en términos de esencia o naturaleza, yo no lo hago. Esto significa que las dos teorías incurren en obligaciones explicativas bastante diferentes.
Hale propone una teoría esencialista no reduccionista de la modalidad, según la cual las esencias son en sí mismas modales. Según él, podemos explicar la modalidad metafísica en general apelando a las esencias, logrando así identificar la fuente de la modalidad. Esto es así porque, a pesar del hecho de que las esencias son modales (ellas mismas son necesarias y, por lo tanto, tienen una importancia modal inexplicable), las explicaciones de la modalidad en términos de esencia no son transmisivas, lo que, en el contexto actual, debe entenderse como explicaciones. 'de la forma '□p porque q' en la que el explanans, q, sí es necesario... pero en el que lo que explica la necesidad del explanandum no es la necesidad de q, sino su verdad simpliciter' (Hale 2013, 131).
Para apreciar el punto de Hale, tenga en cuenta que tales explicaciones no transmisivas estarían igualmente disponibles (al menos en principio) para alguien que sostuviera que los hechos esenciales son contingentes. Todavía estaría disponible para tal filósofo explicar □p en términos de esencia (simpliciter), compatible con sostener que las esencias son contingentes (dando como resultado que algunas de esas necesidades sean ellas mismas contingentes: ¬□□p, es decir, no es necesario que p sea necesario). Más recientemente, y de manera similar a Hale, Wilsch (2017) planteó el Primitivismo modal sofisticado, una visión que, en los términos de la discusión actual, también debe recibirse como una forma de esencialismo no reduccionista. El movimiento clave de la visión de Wilsch es caracterizar las esencias como esencialmente modales, convirtiéndolas así en buenas candidatas como fuentes de la modalidad metafísica: el ser esencialmente modales equivale a codificar principios en el sentido de que la característica esencial de la que se tratan es necesaria del objeto.
A pesar de las diferencias sustanciales entre ellos, podemos reunir puntos de vista esencialistas de la modalidad metafísica bajo el lema "la esencia es la madre de la necesidad metafísica". Esta consigna conlleva un compromiso con un tipo específico de prioridad explicativa y ontológica: la esencia es anterior a la modalidad metafísica. Pero esta característica ha generado mucha literatura hostil. Algunos autores acusan a estos puntos de vista de incompletitud explicativa. De acuerdo con esta línea de objeción, la esencia no puede ser la madre única de la necesidad metafísica porque es incapaz de explicar todas las necesidades que (intuitivamente) hay, dejando así teóricamente abiertas más posibilidades de las que, intuitivamente, debería abrir la vista, resultando en insuficiencia extensional. ¿Cuál es, por ejemplo, la fuente de la necesidad de las esencias (para el esencialista no reduccionista)? En la medida en que estas necesidades intuitivas no se expliquen, ¿deberían renunciar a ellas los defensores de este punto de vista?
Otros atacan la adecuación explicativa de las teorías. Muy a menudo, esta queja se remonta a una insatisfacción con la desviación de Fine de la explicación modal de la esencia, lo que, a su vez, resulta en el cierre de la opción teórica que abrió el esencialismo de Fine: a saber, la de fundamentar la modalidad en la esencia completamente. Un desafío relacionado pero diferente para las teorías esencialistas de la modalidad es el de dar cuenta de los hechos modales de las meras posibilidades; es decir, entidades que podrían exsitir pero no existen. Peacocke (2002) ha asumido este desafío muy en serio, de manera que pone de manifiesto que podría ser un requisito para cualquier visión esencialista de la modalidad que aspire a la adecuación extensional y explicativa para trabajar no solo con esencias (y propiedades esenciales) sino también con esencias individuales (y propiedades de suficiencia).
En este desafío particular, los necesitistas entre los esencialistas son una excepción: su manera específica de negar la existencia de meras posibilidades les permite acomodar las intuiciones sobre “ellos” mientras aseguran la adecuación extensiva. El problema para ellos, en la otra cara de la moneda, es de compromiso ontológico y credibilidad: para ellos, existe un posible hijo de Wittgenstein, y es no concreto pero es esencialmente humano.
3.3 Disposicionalismo
En este contexto, es muy pertinente volver al Potencialismo de Barbara Vetter, un tipo de Disposicionalismo en la modalidad que, sin duda, también es una primera explicación de re de la modalidad metafísica. Hay otras teorías disposicionalistas completas de la modalidad, pero lo que hace que la de Vetter sea especialmente destacada para nuestros propósitos no es solo la visión positiva per se, desarrollada en Vetter (2015) y refinada en Vetter (2021), sino también la crítica comparativa contra los puntos de vista esencialistas del último apartado.
Dado que una diferencia central entre esencialismo y disposicionalismo es estructural, podemos comenzar identificándola desde el principio para luego desarrollar, aunque sea brevemente, el disposicionalismo de Vetter. La principal diferencia es de prioridad explicativa, y esta diferencia se aprecia mejor habiendo identificado algunos puntos de vista compartidos. En primer lugar, como se señaló en la Sección 3.2, un esencialista fineano típico será realista e independiente de la mente en cuanto a la modalidad, al igual que un disposicionalista. Además, ambos tipos de puntos de vista dan cuenta de la modalidad de una primera manera de re o, como Vetter lo llama acertadamente, de una "manera localizada": el esencialista localiza la fuente de la modalidad en las esencias de las cosas, y el potencialista, en su potencialidades. En este contexto de similitudes, las diferencias son, claramente, las siguientes:
El esencialismo da una explicación directa sólo de la necesidad: es necesario que p en el caso de que p sea verdadero en virtud de la esencia de todos los objetos tomados juntos tales que p... Las posibilidades, desde este punto de vista, no requieren una explicación positiva: lo posible es simplemente lo que no es necesario que no sea el caso. La posibilidad marca lo que queda abierto, lo que no se resuelve por las esencias de las cosas. [ ... ]
El potencialismo, por el contrario, da una explicación directa solo de la posibilidad: es posible que p en caso de que haya algunos objetos X que tengan, hayan tenido o tendrán una potencialidad iterada para p, donde una potencialidad iterada es, aproximadamente, una potencialidad para más potencialidades. Las necesidades, desde este punto de vista, no requieren una explicación positiva: lo necesario es simplemente lo que no es posible que no sea el caso. La necesidad marca los límites de la potencialidad; surge donde las potencialidades se agotan. (Vetter 2021, 834)
Con la diferencia clave identificada, veamos cómo se desarrolla la historia potencialista de Vetter. Para Vetter, la modalidad se basa en potencialidades. La concepción de potencialidad es una generalización teórica de la de disposición. Vetter (2015, cap. 3) ofrece el núcleo de su explicación positiva de las disposiciones que, como nos dice, es una concepción de posibilidad de las disposiciones, distanciándose así de la concepción estándar, condicional. Según ella, una disposición (p. ej., fragilidad) es una potencialidad (p. ej., la potencialidad de romperse); pero no siempre es el caso de que una potencialidad sea una disposición (por ejemplo, las cosas no necesitan ser frágiles para que tengan la potencialidad de romperse). Porque las potencialidades vienen en grados y, siempre que un objeto dado, x, tiene la potencialidad de ϕ – entendido como x puede ϕ – decimos que x tiene (también) la disposición a ϕ sólo si puede fácilmente ϕ – es decir, sólo si el grado de su potencialidad está por encima de cierto umbral, generalmente determinado por el contexto. Así, partiendo de la noción de disposición, Vetter llega a la de potencialidad, donde “la potencialidad ahora puede ser reconocida como el género común de disposiciones y propiedades relacionadas como habilidades” (Vetter 2015, 102). Debido a la naturaleza modal de las potencialidades, no es un tema en la agenda de Vetter reducir lo modal a lo no modal: “La descripción de la posibilidad que estoy ofreciendo es reduccionista en el sentido de que proporciona una definición directa del operador de posibilidad. No es reduccionista en el sentido de “reducir lo modal a lo no modal”. La noción de potencialidad es modal, si es que algo lo es” (Vetter 2015, 198).
Ahora bien, de acuerdo con la descripción localizada de la modalidad de este punto de vista, las potencialidades residen en las cosas. Una potencialidad es siempre una potencialidad para que algún objeto haga algo, o sufra algo, etc. Como resultado, nos dice Vetter, esto no encaja en la gramática de las posibilidades, que no están tan localizadas. Para obtener una definición de posibilidad basada en la potencialidad, necesitamos abstraer el objeto, y esto es lo que hace Vetter, presentando así esta definición:
POSIBILIDAD Es posible que p, por definición, si algo tiene una potencialidad iterada para que se dé el caso de que p. (Vetter 2015, 197)
En relación con la Sección 2.8 (sobre la distinción de dicto/de re), nótese que p aquí puede ser, en principio, puramente general o involucrar individuos particulares. Sin embargo, si ocurre lo primero (p. ej., los cerdos pueden correr más rápido que los humanos), la posibilidad general será así porque hay individuos que albergan las potencialidades relevantes (p. ej., los cerdos reales albergan la potencialidad de correr más rápido que los humanos reales).
Debemos entender qué significa la aparición de 'iterado' en esta definición (así como en la primera cita anterior). Para responder a esto, debemos notar que surge una pregunta preliminar sobre la adecuación extensional de la explicación:
¿Son nuestras potencialidades mundanas lo suficientemente ricas para ofrecer todas las posibilidades que intuitivamente pensamos que existen?
¿Qué hay de la posibilidad de que una nieta mía aterrice en Marte?
¿Qué pasa con la posibilidad de que el sistema solar desaparezca?
¿Qué objeto es el portador de las potencialidades correspondientes?
No entraremos en detalles aquí, pero la adecuación extensional es ciertamente algo que Vetter cuida concienzudamente (como los esencialistas fineanos). Para ello, la teoría incorpora una batería de diferentes tipos de potencialidades (extrínsecas, conjuntas e iteradas) que, juntas e interactuando entre sí, permiten a Vetter presentar al menos un caso prima facie a favor de la adecuación extensional de su punto de vista (ver especialmente Vetter (2015, Cap. 7)).
Y es en este contexto que la noción de una potencialidad iterada es vital. Una potencialidad iterada es, más o menos, la posibilidad de que algo tenga más potencialidades, de cualquier tipo: simple, extrínseca, conjunta o (ya) iterada. Al valerse de potencialidades iteradas, Vetter disminuye en gran medida el riesgo de quedarse sin potencialidades antes de haber tenido en cuenta todas las posibilidades (intuitivas), algo que pondría en peligro la adecuación extensional de la cuenta.
A pesar de este caso prima facie, Leech (2017) ha presentado una preocupación perspicaz que imita sorprendentemente la de la mera posibilidad para los esencialistas (marcada en la Sección 3.2). Según Leech, el relato de Vetter, por diseño, tendrá dificultades para dar cuenta de muchas posibilidades de re. Comienza su queja llamando la atención sobre la posibilidad (intuitiva) de que un objeto dado, x, nunca haya existido, y argumenta que, según Vetter, la potencialidad correspondiente debería estar alojada en el pasado de x por algún otro individuo. Leech luego argumenta además que no hay ningún lugar en el pasado de x donde se pueda encontrar esa potencialidad.
Después de exponer su caso sobre la posible inexistencia de individuos reales, Leech explica por qué el problema se intensifica rápidamente. Cualquier potencialidad relativa a un objeto futuro pero aún no presente se verá afectada. ... Hay, entonces, un problema general para dar cuenta de las posibilidades de re de cómo las cosas podrían haber sido de otro modo. En cualquier caso, cuando necesitamos mirar al pasado para fundamentar la posibilidad de un individuo, antes de que existiera ese individuo, no podemos garantizar una posibilidad para ese individuo en particular. (Leech 2017, 464)
Wang (2020) ofrece otra crítica. Ella argumenta que el potencialismo de Vetter no puede dar cuenta adecuadamente de la modalidad de dicto. Por ejemplo, para cualquier entidad cargada negativamente, x, el potencialismo está bien equipado para explicar la imposibilidad de x de estar cargado positivamente. Vetter puede hacerlo mediante la noción de una potencialidad máxima: una potencialidad que debe manifestarse.
Tomando la potencialidad de x para estar cargada negativamente como una disposición máxima, obtenemos que x debe estar cargada negativamente, por lo que no puede estar cargada positivamente. Generalizando a partir de aquí (después de todo, x es arbitrario), obtenemos que ningún objeto con carga negativa puede tener carga positiva. Sin embargo, Wang señala acertadamente que esta generalización sigue siendo una afirmación de re modal, que atribuye a todos los objetos con carga negativa existentes la imposibilidad de tener carga positiva. Como tal, no llega a la afirmación objetivo de dicto, "Necesariamente, ningún objeto con carga negativa tiene carga positiva" bajo el Potencialismo de Vetter. Dejo que el lector decida si uno debe dejarse persuadir por la preocupación de Wang. Sin embargo, en relación con las cosas que se han desarrollado en secciones anteriores de este Elemento (por ejemplo, la Sección 2.8), terminaré esta preocupación con una nota y una sugerencia. La nota es que los puntos de vista esencialistas, al asumir que las propiedades (y no solo los particulares) tienen esencias, fácilmente podrían explicar las necesidades de dicto sobre las que Wang plantea preocupaciones. El objetivo de la necesidad de dicto anterior, por ejemplo, tendría su origen en la "relación de incompatibilidad entre la propiedad de tener carga negativa y la propiedad de tener carga positiva" (Wang 2020, 193). En vista de esto, el potencialista podría querer retomar la sugerencia de Wang (2020, 196) y explorar la idea de que tanto los particulares como las propiedades albergan potencialidades.
Una preocupación relacionada (y la última que se esbozará aquí) que uno podría expresar contra el Disposicionalismo de Vetter (o cualquier otro) es sobre el tipo de modalidad que ofrece. Dado que la visión comienza centrándose en las disposiciones y habilidades ordinarias, ¿está el disposicionalismo teorizando sobre la modalidad metafísica, o está teorizando sobre un tipo de modalidad más mundano, por ejemplo, una especie de modalidad práctica o circunstancial? Tal vez el relato teoriza sobre una familia de ellos (y el uso del plural por parte de Vetter al hablar de modalidades circunstanciales así lo sugiere), pero ¿se encuentra la modalidad metafísica alguna vez entre el tipo de modalidades que ofrece su potencialismo? La preocupación es que esas modalidades tienden a ser necesidades más amplias que la metafísica: tal vez no pueda cruzar una corriente determinada en la mayoría de los sentidos prácticos que alguna vez serán relevantes para mí, pero aún puedo saltarla en el sentido metafísico.
Este tema es dialécticamente relevante en el sentido de que podría pensarse que le da al esencialista una ventaja distintiva: vimos en la Sección 2.4.2 cómo se toma esencia para implicar modalidad metafísica y, como tal, no hay lugar para la preocupación análoga en el caso de los esencialistas. Las siguientes observaciones, sin embargo, deben dejar en claro que el disposicionalista tiene todos los ingredientes necesarios para poner fin a esta preocupación. El ingrediente principal es la localidad de modalidad inherente, como vimos anteriormente, al Disposicionalismo (así como al Esencialismo). Ya sea en sus esencias o en sus potencialidades, la modalidad objetivo, tanto para los esencialistas como para los disposicionalistas, nace en las cosas. En términos de Wang, nuevamente, los puntos de vista son del primer tipo de re. Como tales, la modalidad según Vetter es principalmente de re, y las necesidades que obtiene (recordemos su noción de potencialidad máxima) serán fundamentalmente de re. En este punto, uno solo necesita estar de acuerdo con la afirmación de Fine de que solo las necesidades metafísicas (entre las fundamentales) son fundamentalmente de re para contentarse con que la modalidad entregada por el disposicionalista es la deseada, la metafísica. (Y hemos visto razones en la Sección 2.8 para estar de acuerdo con esta afirmación).
¿Pero no acabo de decir que las diversas necesidades a partir de las cuales Vetter comienza a teorizar son más amplias que la metafísica? En este punto, recuerde también (de la Sección 2.5), que Fine sugiere que, a partir de la necesidad metafísica, podemos obtener necesidades más estrechas por restricción, y que "cada una de ellas puede considerarse como una especie de necesidad metafísica" (Fine 2005, 237). ). En una línea similar, uno puede
obtener necesidades más amplias mediante la relativización (¿no reductiva?) de la modalidad metafísica. Con esto en mente, se podría decir que el Disposicionalismo de Vetter da prioridad explicativa a (algunas de) estas necesidades más amplias (esto es algo que necesita escrutinio, pero no para esta ocasión). Esto (valga la analogía) no los haría menos metafísicos que la modalidad metafísica que Vetter encuentra con potencialidades máximas, ni siquiera (como debería quedar claro) a la luz de un esencialista fineano.
3.4. Puntos de vista dependientes de la mente
Las descripciones de la modalidad metafísica vistas hasta ahora, ya sean reduccionistas o no, todas comparten, en términos generales, la idea de que la modalidad es independiente de la mente de una manera muy robusta: según estas descripciones, la verdad modal no depende de nosotros, como pensadores, en modo alguno. Llegar a conocer una verdad modal metafísica (así entendida) es, según estas explicaciones, un éxito cognitivo notable: una señal de que estamos adecuadamente equipados cognitivamente para descubrir verdades modales independientes de la mente. Para varios autores, sin embargo, clasificar estos éxitos cognitivos como "notables" es subestimar el enigma al que dan lugar: sería un simple misterio si fuéramos capaces de conocer alguna modalidad metafísica, construida independientemente de la mente.
Dado que nuestro sistema perceptivo se limita a ser afectado por lo que es real, el conocimiento modal a posteriori sería desconcertante. Pero el conocimiento modal a priori también es desconcertante: ¿cómo podría la actividad mental humana estar tan bien alineada con la verdad extramental, que no depende de nosotros?
Este desconcierto ha fomentado tradicionalmente una familia de puntos de vista sobre la metafísica de la modalidad que, hasta cierto punto, reconcibe la verdad modal, y de una manera que haría que el conocimiento modal fuera algo menos misterioso. A pesar de ser muy diferentes, estos puntos de vista son referidos en la literatura por medio de etiquetas como 'mind-dependient', 'no cognitivista', 'realista ligero', 'pensador dependiente', 'antirrealista', etc. Sin embargo, ninguna de estas etiquetas es unívoca y debemos ser cautelosos al usarlas.
Con esta advertencia, me centraré en esta sección en tres tipos de puntos de vista que, creo, tienen derecho a ser vistos como explicaciones de la verdad modal dependientes de la mente. Como veremos, todos están, al menos en principio, en ventaja cuando se trata de explicar nuestro conocimiento de los hechos modales (metafísicos).
Nuestro primer tipo de visión es el Ficcionalismo Modal, especialmente de un tipo no tímido como lo caracteriza Rosen. El ficcionalismo no tímido pretende ser una teoría de la posibilidad, es decir, una explicación de las condiciones de verdad de los enunciados modales y, por tanto, de los hechos que hacen que los enunciados modales sean verdaderos (Rosen 1990, 354).
Un ficcionalista modal logra esto proporcionando una teoría de la verdad modal que es parásita de una teoría elegida de los mundos posibles, en el caso de Rosen, de Lewis. Sin embargo, en lugar de respaldar el análisis de modalidad de mundos posibles elegido, lo consideran una ficción y, en cambio, proporcionan el siguiente análisis alternativo. Para cualquier proposición modal, □p o ◊p,
□p si y solo si, de acuerdo con [el análisis de mundos posibles elegidos], □p; y
◊p si y solo si, de acuerdo con [el análisis de mundos posibles elegido], ◊p
donde el prefijo 'de acuerdo con...' cancela cualquier compromiso ontológico con los mundos posibles.
Es esta dependencia de una ficción creada lo que hace que el Ficcionalismo (de este tipo de pura sangre, o no tímido) sea un relato dependiente del pensador, como las condiciones de verdad ahora dependen de la existencia de una teoría, creada por un teórico. La explicación de Rosen también toma prestadas las (breves) observaciones epistemológicas de Lewis sobre el conocimiento modal en el sentido de que conocemos los hechos modales mediante el uso de la imaginación (Lewis 1986, Secc. 2.4). Pero mientras que esos comentarios difícilmente resuelven el desconcierto epistemológico en el caso del realismo de Lewis, por el contrario, ¿cómo se alinearían tan (convenientemente) la imaginación humana y la verdad modal independiente de la mente? – se adelantan en el caso del Ficcionalismo de Rosen:
cuando nos involucramos en [tales] experimentos imaginativos, lo mínimo que descubrimos es lo que es verdadero de acuerdo con [el análisis de mundos posibles elegido]. Pero para el ficcionalista, eso es suficiente. Los hechos modales no son más que hechos de este tipo. Por lo tanto, para el ficcionalista no existe un misterio especial en cuanto a por qué debemos confiar en nuestra imaginación como guía hacia la verdad modal. (Rosen 1990, 340)
Si bien estos comentarios epistemológicos son acertados, el ficcionalismo de Rosen sufre en el lado metafísico: que la verdad modal metafísica consiste en la verdad en una ficción no es plausible, y los méritos de la explicación no son suficientes para superar su inverosimilitud (ver Nolan 2020, Sects. 3–4).
Paso ahora al segundo y tercer tipo de visión: Convencionalismo y Cuasi-Realismo. Podemos agruparlos como una familia de puntos de vista diferentes que, sin embargo, convergen al considerar que lo inimaginable de no-p juega (en diversos grados) un papel constitutivo en la necesidad de p.
Convencionalismo
Consideremos, por ejemplo, un punto de vista según el cual lo que significa decir que una proposición p es imposible es simplemente que no podemos imaginar que p sea verdadera. Desde este punto de vista, lo inimaginable juega un papel constitutivo máximo en la necesidad (e imposibilidad) metafísica. Sin embargo, la relación, aunque sigue siendo constitutiva, puede ser menos estrecha que eso, como ayuda a ilustrar la siguiente presentación a grandes rasgos de una tríada clásica.
Los relatos dependientes del pensador clásico que se desarrollaron en la década de 1980 incluyen los convencionalismos no radicales de Craig (1985) y Wright (1980), y el cuasi-realismo no convencionalista de Blackburn (1986). De acuerdo con el primero, es una cuestión de convención considerar ciertos reclamos como necesarios (o posibles o contingentes). No profundizaremos mucho en esto, pero, brevemente, la no radicalidad de sus puntos de vista se basa en el hecho de que, mientras que el convencionalismo radical negaría cualquier posible axiomatización de la clase de afirmaciones necesarias, según el tipo no radical hay una clase de necesidades convencionales, C -cuyas negaciones no podemos imaginar- tales que cualquier otro reclamo necesario (convencionalmente) puede decirse que es una consecuencia de algún reclamo en C.
Cuasirealismo
El cuasi-realismo de Blackburn se diferencia de ellos en que su explicación no es enfáticamente convencionalista. Blackburn estaría de acuerdo en que juzgar que algo es necesario consiste en darse cuenta de que no se puede imaginar su negación. Sin embargo, según los puntos de vista de Wright y Craig, darse cuenta de que uno no puede imaginar ¬p no es suficiente para el juicio (por lo tanto, la verdad) de que necesariamente p. Será suficiente sólo bajo el tipo apropiado de convención de hacerlo así; de ahí el convencionalismo de estos relatos. Por el contrario, para Blackburn, no hay que dar ningún paso adicional: lo modal es simplemente el vocabulario en el que expresamos los estados de imaginabilidad. Para Blackburn, por lo tanto, el papel constitutivo que juega la imaginación en la modalidad es más íntimo que en las opiniones de Craig o Wright.
Dentro del convencionalismo, el convencionalismo modal de Alan Sidelle (1989) ofrece un influyente ejemplo contemporáneo. La escena pre-Kripkeana era en gran medida convencionalista, con la analiticidad entendida, por defecto, como la fuente de la necesidad y, la aprioricidad, como su defecto epistémico. Las necesidades a posteriori de Kripke (1972/1980), sin embargo, sacudieron esos valores predeterminados, generando una ola todavía duradera de esencialismo neoaristotélico (y de modalidad de re) que trajo consigo un nuevo valor predeterminado de independencia mental para la modalidad. Sin embargo, como se indicó anteriormente, esto conlleva la (presunta) desventaja del desconcierto epistemológico.
El convencionalismo de Sidelle se desarrolló como una reacción explícita a las necesidades kripkeanas a posteriori. Por concepción, la teoría pone mucho énfasis en necesidades distintivamente metafísicas (y la tesis esencialista en su vecindad). Sidelle distingue entre necesidad real (más o menos, lo que entendemos aquí como necesidad independiente de la mente) y necesidad convencional, y agrega que “la necesidad real es algo que tendríamos que ser obligados a aceptar” (Siddle 1989, 83). En contra de la opinión recibida, argumenta que las necesidades kripkeanas a posteriori no tienen la fuerza necesaria para hacernos creer en necesidades reales.
Un ejemplo paradigmático de tales necesidades es necesariamente, el agua es H2O. Kripke argumentó que esta necesidad es sintética y a posteriori. Para
Sidelle, sin embargo, hay una manera de volver a acomodarlo en el convencionalismo sin descuidarlo. En líneas generales, la estrategia consiste en convertir esta necesidad en una afirmación a posteriori pero no modal (es decir, el agua es H2O) y un principio modal analítico en el sentido de que si el agua es H2O, entonces es necesariamente H2O: [nosotros] violamos una convención al negar que es necesario que el agua sea H2O mientras afirmamos que el agua es H2O' (Sidelle 1989, 99). El caso generaliza a otros principios con tradicional sabor esencialista, como la Necesidad de los Orígenes o la Necesidad de la Naturaleza. En cada caso, Sidelle llama al principio analítico correspondiente un principio de individuación; y son, para él, la única fuente de supuesta (de re) modalidad a admitir. En resumen,
“La modalidad no encuentra su hogar en el mundo independiente de la mente, sino en nosotros, en nuestras formas de hablar y pensar, y por lo tanto la necesidad no está más allá de la analiticidad” (Sidelle 1989, 2).
Si bien reconoce que la analiticidad es un fenómeno problemático, Sidelle piensa que hay dos problemas principales con una necesidad real que se suman a un problema más serio que la analiticidad. Uno es el problema epistemológico ya citado: ¿cómo podríamos conocer hechos modales independientes de la mente?; el otro, es metafísico: ¿cuáles serían los hechos modales independientes de la mente, en primer lugar? (ver, especialmente, Sidelle 1989, Ch. 4.) En general, piensa Sidelle, estamos lejos de ser forzados a la modalidad real.
Este tipo de consideraciones ontológicas y epistemológicas que preocupan a Sidelle y Rosen se han identificado durante mucho tiempo como preocupaciones que alimentan las explicaciones de la modalidad dependientes de la mente, y hemos sido testigos de esto aquí con el Ficcionalismo, el Convencionalismo y el Cuasi-Realismo. La siguiente sección está dedicada a una visión (la última que se verá en este Elemento) que, si bien comparte las motivaciones ontológicas y epistemológicas con las vistas aquí, se resiste a ser clasificada como dependiente de la mente.
3.5. Normativismo modal
En palabras de Amie Thomasson, “Las dificultades ontológicas y epistemológicas con las que se encuentran las visiones realistas lewisianas y de peso pesado de la modalidad son suficientes para motivar el desarrollo de una comprensión diferente del discurso modal” (Thomasson 2007, 136).
Thomasson aborda estas dificultades negando que el discurso modal tenga una función descriptiva. Como veremos en esta sección, la verdad modal aparece como independiente de la mente en su explicación, pero no del tipo que espera ser descubierta. Las primeras expresiones de no descriptivismo sobre el discurso modal (especialmente las de Ayer (1936/1952) y Wittgenstein (1922/1933)) ya tenían los ingredientes para evitar esas dificultades pero, para desconcierto de Thomasson, han sido malinterpretadas y prematuramente rechazadas, en gran parte como una resultado de este malentendido. Su normativismo modal es la contribución meticulosa y contemporánea de Thomasson que pretende reparar esta rareza histórica.
Según el normativismo modal, la función del discurso modal metafísico es normativa, más que descriptiva. Es decir, en lugar de usarse para referirse a propiedades modales (de peso pesado) en el mundo, que actuarían como generadores de verdad para afirmaciones modales, se afirma que el vocabulario modal se usa para marcar, dentro del lenguaje objeto (es decir, el lenguaje que usamos para hablar sobre el mundo), ciertas reglas. Por lo general, esas reglas se pueden expresar en un metalenguaje, un lenguaje que se usa para hablar sobre un lenguaje objeto dado. Pero, incluso cuando lo son, y por razones que explica Thomasson, es útil tener también los recursos para marcarlos en el lenguaje objeto (Thomasson 2013,
2020, cap. 2).
El principio central del normativismo modal es, por lo tanto, que nuestro vocabulario modal (metafísico) sirve para esos propósitos útiles, lo que explica por qué, según el normativista modal, el vocabulario modal metafísico no es descriptivo. Según este punto de vista, que he llamado “normativismo modal”, la función básica de hablar sobre lo que es “metafísicamente necesario” no es tratar de describir las características modales del mundo, sino proporcionar una forma particularmente útil de expresar la semántica constitutiva y reglas conceptuales en el lenguaje objeto' (Thomasson 2013, 145). Para un ejemplo común, considere 'Necesariamente, todos los solteros son hombres'. Según Thomasson, el término 'necesariamente' en esta declaración modal marca, como regla, el estado de la afirmación indicativa (y analítica) 'todos los solteros son hombres'. En el metalenguaje, la regla se puede expresar como algo así como "no aplicar "soltero" a aquellos a quienes no se aplica "hombres". Que sea útil que podamos marcar este tipo de imperativo en el lenguaje objeto se debe a una variedad de razones. Entre ellos, "la forma indicativa de expresión es mucho más fácil de usar que el imperativo al razonar con reglas, determinar lo que se sigue de las reglas y expresar relaciones condicionales entre reglas". (Thomasson 2007, 138).
Y, de los dos tipos de indicativos que distingue Thomasson que servirían para estos propósitos de facilitación, a saber, el indicativo simple (como en bachelors are men) y el indicativo modal (como en necesariamente, bachelors are men) – el modal tiene la ventaja añadida de no confundirse tan fácilmente con una descripción, además de permitirnos expresar permisos también (Thomasson 2020, Ch. 2).
Este tratamiento normativista también puede extenderse a las afirmaciones de dependencia ontológica, “tradicionalmente establecidas en la forma: necesariamente, si A existe, B existe” (Thomasson 2007, 143). Estas afirmaciones, como reconoce Thomasson, son centrales en las discusiones metafísicas y, por lo tanto, es importante, para la prominencia del normativismo modal, que también puedan subsumirse bajo la misma estrategia: como marcando ciertas reglas de nuestro lenguaje. “Estas reglas pueden tomar muchas formas diferentes y pueden ser mucho más complejas que la regla simple “. Aplicar ‘soltero’ solo donde se aplica ‘hombre’”, pero el patrón es, no obstante, el mismo’ (Thomasson 2007, 144).
¿Significa todo esto que, según el normativista modal, el vocabulario modal (metafísico) está desprovisto de significado? Estar en condiciones de responder negativamente a esta pregunta es muy importante para Thomasson. No entraremos en detalles aquí, pero ella (Thomasson) ofrece, a modo de respuesta negativa, reglas de introducción y eliminación para el vocabulario modal que considera constitutivas del significado (Thomasson 2020, 83-4). Estas reglas garantizan así que los enunciados modales (y el discurso modal en general) son aptos para la verdad, evitando así las preocupaciones de este sector, como el problema de Frege-Geach. Pero no solo esto. Como normativista modal y ontóloga sencilla (Thomasson 2015), Thomasson puede estar de acuerdo con el realista modal de peso pesado en que hay propiedades modales y hechos modales. Su desacuerdo no es sobre el valor de verdad de esta afirmación existencial, sino más bien sobre la dirección de la explicación:
Mientras que para el teórico fuerte de la independiencia de la mente estos hechos y propiedades modales son, antecedentemente, los hacedores de verdad de las afirmaciones modales y, por lo tanto, lo que explica la verdad modal, para el normativista modal la verdad modal (una vez garantizada por el significado del vocabulario modal) explica nuestro discurso sobre las propiedades modales y los hechos como puras 'hipostatizaciones a partir de verdades modales' (Thomasson 2009, 18).
En el resto de esta sección, me centraré en otras dos preocupaciones potenciales que pronto me vienen a la mente sobre esta metafísica de la modalidad: la primera es sobre las necesidades kripkeanas a posteriori; y el segundo trata sobre cómo el normativismo modal sobre la modalidad metafísica interactúa con otros tipos de modalidades aléticas.
Como se mencionó en la Sección 3.4 al considerar el convencionalismo modal, las necesidades kripkeanas (de re) a posteriori alimentaron la idea de que la modalidad metafísica no debía verse como nacida de la analiticidad. En los términos de Thomasson (2007, 144), “las afirmaciones modales de re otorgan mayor peso a los puntos de vista realistas pesados, ya que parecen describir los objetos como poseedores de propiedades modales genuinas”. La forma en que Thomasson los acomoda en su programa normativista no se distancia de la forma en que hemos visto que Sidelle los acomoda.
en su convencionalismo. Por ejemplo, Thomasson explica la necesidad de los orígenes genéticos de Hilary Clinton en términos de una regla que nos permite coaplicar el término 'Hilary Clinton' a xey solo cuando 'la misma persona' se aplica a ellos, donde, a su vez, , la regla que rige a 'misma persona' requiere trazabilidad hasta los mismos orígenes genéticos. De manera similar, el hecho de que el agua sea necesariamente H2O puede acomodarse apelando a la regla esquemática: 'Cualquiera que sea la composición química real de este material, aplique "agua" solo donde haya material de esa estructura química', más la contribución (empírica) del mundo sobre cómo llenar los espacios esquemáticos (Thomasson 2007, 144–5; véase también Thomasson 2020, Secc. 4.1). Uno podría preguntarse, sin embargo, si estas estrategias entregan un fenómeno de la fuerza apropiada (es decir, la fuerza esperada de la modalidad metafísica) en oposición a algo más débil, más acertadamente referido por 'siempre' que por 'necesariamente', similar. , por ejemplo, al hecho de que los orígenes genéticos son propiedades perennes y que el agua siendo H2O es una verdad universal. Aquí simplemente registro esta preocupación, sin escudriñarla.
Para los propósitos actuales, estoy más interesado en el segundo tipo de preocupación. Esto tiene que ver con cómo Thomasson ve la relación entre la modalidad metafísica y otros tipos de modalidad alética, incluida la natural, así como el conjunto de modalidades que, como se vio en la Sección 2.5, el esencialista fineano puede construir por restricción en la modalidad metafísica. Como se anticipó al final de la Sección 2.6, la preocupación ahora nos llevará de vuelta a las perspectivas de unificar diferentes tipos de modalidades (alética y más allá).
Thomasson tiene claro desde el principio que su proyecto de gran alcance es el de unificar el tratamiento del vocabulario modal alético en términos de modalidad deóntica. Sin embargo, al desarrollar el proyecto, rápidamente reduce el enfoque a la modalidad metafísica:
“La esperanza es, en cambio, proporcionar una forma de entender la modalidad alética en términos de modalidad deóntica; más específicamente, dar sentido a las afirmaciones sobre la necesidad metafísica mediante la comprensión de las reglas normativas para el uso de nuestros términos” (Thomasson 2007, 136-7; cursivas mías).
La cita inicial de esta sección identificó las motivaciones de Thomasson para tratar la modalidad metafísica en términos normativistas; estas son las mismas dificultades metafísicas y epistemológicas que alimentaron los relatos dependientes de la mente (Sección 3.4). Mi preocupación aquí, expresada crudamente, es que la fuerza de esas motivaciones no es suficiente para permitir que Thomasson logre su objetivo final de amplio alcance. De hecho, la fuerza de estas preocupaciones es máxima cuando las evaluamos, como lo hace Thomasson , contra 'afirmaciones modales específicamente metafísicas'; reclamos de necesidad y posibilidad en la vecindad de reclamos esencialistas (Thomasson 2021, Sect. 2082). Disminuye rápidamente, sin embargo, cuando uno los evalúa frente a reclamos modales ordinarios.
Con respecto a las dificultades metafísicas –de proporcionar una explicación del origen de la modalidad metafísica–, el Potencialismo de Vetter (así como otras explicaciones disposicionalistas), por ejemplo, ofrece una metafísica de la posibilidad que tiene entre sus virtudes su falta de extravagancia científica. Es cierto que, como se vio al final de la Sección 3.3, su enfoque inicial son las disposiciones y habilidades ordinarias, que podría pensarse que conciernen a formas más restringidas de posibilidades aléticas. Pero también hemos visto allí cómo esto no hace que estas formas de posibilidad no sean metafísicas. Más bien, la sugerencia fue que, en su explicación, estas posibilidades restringidas son (ontológicamente) continuas con la posibilidad metafísica, el enfoque último de la teorización de Vetter. Siendo así, el Disposicionalismo ofrece una ilustración contemporánea de cómo disminuir el desconcierto sobre la metafísica de la modalidad metafísica: no debe exceder el (¿menor?) desconcierto sobre las habilidades o disposiciones.
Ahora, profundizar mucho en la epistemología de la modalidad (metafísica) no está entre los objetivos de este Elemento, pero diré lo suficiente, no obstante, para motivar el punto actual de que las preocupaciones epistemológicas de Thomasson no justifican un tratamiento unificado y normativista de las modalidades aléticas. Con respecto a estas preocupaciones, debemos señalar que, en gran parte simultáneamente con el surgimiento de explicaciones disposicionalistas de la modalidad, la literatura sobre la epistemología de la modalidad está experimentando lo que podríamos llamar “un giro no racionalista”.
Thomasson parece compartir (con muchos colaboradores) la idea de que el potencialismo en la metafísica de la modalidad va muy bien con el no racionalismo en la epistemología de la modalidad. Y aunque aparentemente otorga méritos explicativos a ambos campos, escribe que los puntos de vista que toman las propiedades modales como características de este mundo, que podemos llegar a conocer a través de medios ampliamente empíricos/científicos, ciertamente tienen el potencial de aliviar al menos algunos de los problemas de epistemología modal. Pero las disposiciones y los contrafactuales son las propiedades modales de interés para la ciencia más que para la metafísica, y son crucialmente diferentes de las afirmaciones modales típicamente en cuestión en debates metafísicos y otros estrictamente filosóficos.
Es mucho menos claro que cualquier cosa en la línea de una explicación empírica del conocimiento modal pueda ser útil para afirmaciones modales específicamente metafísicas. ... [Roca-Royes] argumenta directamente que el método empírico que ella defiende para llegar a conocer ciertas posibilidades no realizadas de re para entidades concretas no se extiende para darnos conocimiento de si las afirmaciones esencialistas ... son verdaderas. (Thomasson, 2021, Secta, 2082)
Lo que es importante notar de esta cita (para propósitos actuales) es que, en vista de los desarrollos recientes que ella menciona, la misma Thomasson no parece estar ni metafísica ni epistémicamente desconcertada acerca de las modalidades no específicamente metafísicas como lo está acerca de las modalidades específicamente metafísicas. En este punto, sería necesario hacer un poco de exégesis sobre la mejor manera de recibir la distinción específicamente/no específicamente en las afirmaciones modales metafísicas, pero el contexto de la cita deja en claro que las específicamente metafísicas incluyen afirmaciones centrales para filosofía, incluidas las afirmaciones esencialistas y, sin duda, muchas de las que (según las preocupaciones de Leech, como se ve en la Sección 3.2) el disposicionalismo de Vetter tendría dificultades (metafísicamente) para explicar.
Pero incluso si aceptamos los puntos de Leech y Thomasson, es decir, que persisten algunas dificultades metafísicas y epistemológicas, el hecho es que existen tipos restringidos (o relativizados) de modalidades que, en vista de los desarrollos actuales, no son metafísica ni epistemológicamente enigmáticos como específicamente metafísicos. Y, por las razones dadas en las Secciones 2.5 y 2.8, estas modalidades aún deben verse como metafísicas, aunque no específicamente (es decir, incluso si no son la absoluta). Ahora, hay un número creciente de explicaciones modales científicamente amigables que desmitifican algunas modalidades metafísicas (tanto su metafísica como su epistemología) mientras retienen la independencia mental en sentido fuerte. En vista de esto, un tratamiento normativista de ellos estaría desmotivado. Y si esto es así, la siguiente es una pregunta urgente para Thomasson: ¿no deberíamos aspirar a una explicación de las afirmaciones modales específicamente metafísicas que las trate como continuas con aquellas afirmaciones modales metafísicas más mundanas?
En este punto, Thomasson podría estar de acuerdo en que sería difícil tratarlos de forma discontinua. Y ella podría, en respuesta, recordarnos que su proyecto de amplio alcance es tratar todas las modalidades aléticas (metafísicas o no; específicamente así o no) bajo el modelo del normativismo modal. De hecho, en algunos lugares considera, con un espíritu marcadamente humeano que no debemos pasar por alto la idea de tratar las necesidades naturales también como normativas:
"'Si bien las modalidades metafísicas son reflejos de reglas semánticas o conceptuales constitutivas, la visión del correlato natural tomaría las necesidades físicas expresadas en leyes científicas para reflejar normas de razonamiento sobre la base de evidencia empírica, o algo por el estilo' (Thomasson 2020, 121) .
Pero en respuesta, mi preocupación es que la unificación que resulta de esto pueda ser diagnosticada, en vista de los acontecimientos recientes, como una reacción exagerada: unificación en la dirección equivocada. Epistémicamente, Thomasson tiene razón en que queda algo de perplejidad. Y es cierto que también se necesita hacer más en el frente metafísico. Y, sin embargo, los desarrollos recientes deberían hacernos tratar este enigma restante como lo que es (o como creo que es): un resto del inicial, lo suficientemente pequeño, se podría afirmar, como para no requerir una revisión metafísica. -concepción de las modalidades aléticas en todos los ámbitos.
El 'supuesto descriptivista' que Thomasson (2020, cap. 1) afirma correctamente que está presente en gran parte de la literatura sobre la modalidad es, sostengo, un valor predeterminado del que deberíamos ser forzados a salir. Y en vista del hecho de que lo metafísico y las dificultades epistemológicas no son particularmente contundentes para las modalidades restringidas (no específicamente metafísicas), no estamos forzados a salir de esta suposición en su caso. En este sentido, y aunque Williamson (2016, 462), podría tener razón en que
“Los argumentos a favor del escepticismo sobre la modalidad metafísica tienden a generalizarse a otras modalidades objetivas, independientemente de las intenciones del teórico”,
el punto presente es más bien que, en el caso de Thomasson, las razones de su normativismo no se generalizan, a pesar de sus intenciones. En la medida en que esto sea así, sería por la fuerza bruta que se podría lograr un normativismo unificado de amplio alcance. Es pertinente en este punto preguntarse cuáles son las opciones alternativas. Una opción es permanecer en el estándar descriptivista en todos los ámbitos y aprender a vivir con el déficit explicativo restante (quizás incluso reconociendo un escepticismo parcial, como un recordatorio de nuestras limitaciones). Otra opción es respaldar el normativismo modal solo para las afirmaciones modales distintivamente metafísicas, en detrimento del tratamiento unificado. De estos dos, mi preferencia es por el primero. El desarrollo de esta opción es algo que dejo para una futura ocasión, y termino este apartado simplemente señalando lo que considero su importante ventaja. El realismo en sentido fuerte sobre las modalidades metafísicas (todas ellas) es el punto de vista mejor situado para explicar lo que me parece ser una diferencia fundamental entre las necesidades metafísicas y normativas, a saber, que sólo las normativas pueden (en un sentido metafísico) ser transgredidas: debes cambiar el juego para hacer lo aléticamente imposible, pero haces trampa en el juego si haces lo normativamente imposible. Esta diferencia (que, como se vio en la Sección 2, gira en torno al principio (M): □p→p) se pierde, uno podría temer, con un tratamiento de cualquier modalidad metafísica en términos de modalidad normativa.
A primera vista, los enfoques de las Secciones 2 y 3 son bastante diferentes: la Sección 2 se dedicó a las variedades de modalidades y sus relaciones entre sí, mientras que la Sección 3 se centró en (la metafísica de) la modalidad metafísica. La discusión en este Elemento revela, sin embargo, que estas dos áreas de la disciplina están muy arraigadas entre sí. En efecto, como se observa, las agendas de unificación (o no unificación) no son neutras en la metafísica de los distintos tipos de modalidades, incluida la metafísica. A pesar de la transpiración de preferencias teóricas, nada de lo anterior pretende ser concluyente. Mi objetivo principal ha sido, en cambio, dialéctico: el de representar algunos de los debates que tienen lugar en parte de la literatura más reciente y proporcionar al lector los recursos para identificar su propia posición en ese panorama.