98. DE VUELTA A LOS LIBROS

DE VUELTA A LOS LIBROS 

MISIONERO CHILENO ESTUDIA ANTROPOLOGIA CULTURAL

EN LOS ESTADOS UNIDOS 

POR 

Edward Sullivan 

 

           Una incapacidad para comunicarse efectivamente con la gente es el mayor obstáculo del éxito pastoral en Latinoamérica, de acuerdo a un misionero de la Preciosa Sangre en Chile, que ha regresado a casa para hacer algo al respecto. 

           El Padre Edward Novotny, de vuelta a su país, después de trabajar 19 meses con los indígenas mapuches en Pitrufquén, Chile, dijo que el lenguaje es sólo una pequeña parte para llegar a los demás en las misiones de Latinoamérica. La tarea mayor es superar  la ancha brecha cultural – diferencias de modo de pensar, de costumbres, de actitudes sociales y educación – y ajustar todas las actividades a la mentalidad de la gente. 

           El sacerdote de la Preciosa Sangre ha trabajado en una zona rural de alrededor de 120 kilómetros de largo y 30 kilómetros de ancho, la que consta de alrededor de 17.000 personas. Aproximadamente la mitad de ellos son mapuches – lo que significa “gente de la tierra” – indígenas. Los mapuches fueron cristianizados por los franciscanos españoles y son los únicos indios en toda América que nunca han sido conquistados. 

           Han tratado de mantener su cultura a través de los años de co-existencia con otras nacionalidades, y cualquier esfuerzo por elevar sus estándares de vida y su educación religiosa, tendrá que hacerse en sus condiciones, dijo el Padre Novotny. 

           Un método que los misioneros han encontrado especialmente efectivo, dijo el Padre Novotny, es seleccionar a los líderes naturales en una comunidad y luego prepararlos para trabajar en áreas religiosas, sociales, económicas y educacionales. 

           La meta de largo alcance, dijo, es construir el tipo de comunidad religiosa que se encontraba entre los primeros cristianos, cuando cada comunidad, evangelizada por los Apóstoles, era dejada que madurara y se hiciera autosuficiente a través de sus propios miembros. 

           El Padre Novotny es uno de los 220 sacerdotes misioneros en Chile,  de  todo el mundo,  que envió una carta a la Conferencia Episcopal de Chile el año pasado, cuestionando su propia efectividad pastoral en ese país. (Ver febrero de 1968, Precious Blood Messenger). Señalaban la lentitud de las vocaciones y la esterilidad de gran parte del trabajo hecho. Lamentaban el hecho de que más de la mitad de los sacerdotes en Chile son de países extranjeros y que hay sólo un estudiante de teología por cada 135.000 habitantes. 

           Propusieron varias soluciones al problema, entre las cuales están abrir el sacerdocio a hombres casados, y la institución de un diaconado laico. 

           El Padre Novotny dijo que el sacerdocio es tenido en baja estima entre los jóvenes chilenos a causa del celibato. La virilidad y la hombría están asociadas con el matrimonio y con los hijos. Dijo que una vocación al sacerdocio que niega a un hombre el derecho a procrear hijos, no atraía a la juventud chilena. 

            En ciudades más grandes de Chile, dijo el Padre Novotny, hay iglesias elaboradas y costosas que dan la impresión de que la gente ha levantado símbolos perdurables de la fe. Sin embargo, en realidad, las iglesias fueron construidas por el estado que también contrata sacerdotes. 

           Hay algunos sacerdotes, dijo, que son terratenientes con la autoridad de los señores feudales, que tienen riqueza y trabajadores a su disposición. Esto contribuye a una separación entre la Iglesia y la gente. Los chilenos consideran la Iglesia no como propia sino como algo exterior a su sociedad. 

           Una de las preguntas hechas por los misioneros en su carta a la Conferencia Episcopal era por qué la Cristiandad no florecía más fuerte o no se arraigaba más profundamente. El Padre Novotny decía que una razón era la inadecuada preparación entre los muchos que fueron bautizados por los primeros misioneros.

      

           Muchos fueron bautizados con poca o nada de instrucción y fueron dejados a su suerte mientras los misioneros se movían hacia otras áreas. Esto resultó en un país católico pero con pocos católicos reales, dijo el Padre Novotny. 

           Y esto es por qué ha vuelto a los Estados Unidos. El misionero irá a la Universidad Católica de Washington, para comenzar a trabajar en un postgrado de antropología cultural. Cuando termine el programa de dos años, llamado oficialmente Antropología Cultural Misionera, regresará a Chile y a Perú para unirse a otro sacerdote que está estudiando sociología actualmente. Los dos, trabajando con hombres en parroquias sucesivas, harán estudios científicos de las condiciones culturales y determinarán lo que se debe hacer para elevar los estándares físicos, sociales e intelectuales de la gente.  Enfatizó “trabajar con la gente” y no sólo formular un plan científico y dejarlos solos. 

                 Su interés en la antropología cultural se remonta a sus días de misión en Puerto Rico, cuando como estudiante de idiomas, hizo un curso especial de ello.      Siguió leyendo sobre el asunto, habló con otros en ese campo, y vio cómo estos conocimientos le podrían servir para llevarles a los misioneros una mejor comprensión de los problemas que enfrentaban. Cuando la necesidad de métodos científicos en las misiones fue discutida en una conferencia de misioneros el año pasado, el Padre Novotny fue seleccionado para proseguir los estudios y llevar de vuelta sus conocimientos a las misiones. 

     Dijo: 

     “El título realmente no es importante. Lo que realmente importa es que puedo mejorar la comprensión y las habilidades en un área que necesita de un estudio científico. Creo que un misionero debiera ser aquel que ayuda a construir una comunidad religiosa con sus propios líderes, dejarla funcionando por sí sola y luego retirarse. Los estudios que hacemos ayudarán a elevar los estándares de nuestra gente y también llevarán a una comprensión más profunda de las culturas por ambos lados.” 

           El Padre Novotny entró a la Sociedad de la Preciosa Sangre en 1951 y fue ordenado en junio de 1961. Antes de su designación en las misiones, sirvió en la Parroquia de Our Lady of the Good Counsel, Cleveland, casi cuatro años. (Precious Blood Messenger, abril, 1968, págs.105-106-107, Vol.III)