22.  PARROQUIA SANTO DOMINGO DE GUZMÁN: EL POLICLÍNICO

El Padre John Wilson nos informa sobre la Parroquia Santo Domingo de Guzmán. "El hecho de que hace más de un año que oyeron hablar de nosotros, se debe principalmente a dos hechos; hemos estado dentro de un programa de construcción, que ha tomado mucho de nuestro tiempo y segundo, uno se contamina con el espíritu del 'mañana' en Latinoamérica, que tiende a dejar para el día siguiente las cosas que estima que no son tan necesarias. 

     Unas pocas palabras para poner a nuestros lectores al día sobre la Parroquia Santo Domingo. No es una parroquia grande, para los parámetros chilenos; tiene cerca de doce mil almas; está ubicada en la parte sur oeste de esta gran metrópolis, que está creciendo cada día. Debido a las condiciones sociales que existen en este país, de hecho, son dos parroquias en una. Contrariamente a la casi pobreza universal que tiene el resto de nuestras parroquias, esta parroquia está ubicada en uno de los mejores barrios residenciales de la ciudad, llamado Ñuñoa. Se puede decir con toda seguridad, que más o menos la mitad de los feligreses, son de una clase más acomodada y la otra mitad está dentro de los más pobres entre los pobres. Estos últimos no sólo carecen de algunas de las necesidades básicas para vivir, sino que además han estado desatendidos dramáticamente en el pasado, tanto religiosa como materialmente. Nos tomó cerca de un año y medio  hacer un plan para el futuro. 

     El Padre John Hoorman, con una admirable visión de futuro, se empeñó en la idea de un policlínico, que servirá un doble propósito, el de ayudar a los enfermos pobres, y con la ayuda de las clases más ricas, mostrarles a estos últimos, de primera fuente, las miserias y dificultades que experimentan los pobres. Pudimos iniciar el policlínico con la ayuda de algunos doctores que hay en nuestra parroquia y también de señoras y señoritas. Comenzamos con una pieza, aquí en la casa parroquial, pero pronto resultó ser inapropiada, debido al gran número de personas enfermas y pobres que venían solicitando ayuda. Desde que hemos probado esta idea y su funcionamiento, nos  hemos arreglado para ir encontrando formas de cooperación, para lograr construir un espacio más grande. 

     En este momento, no puedo decir que hemos tenido éxito porque sólo con la ayuda de Dios podremos salir adelante. Accidentalmente conocí a una señora norteamericana, no católica, que ha vivido en Santiago por algunos años y que es conocida por la ayuda que presta a instituciones de caridad. Vino a visitarnos y tuvo una muy buena impresión de la idea que tenemos. Me pidió que le presentara algún tipo de proyecto. El Padre Leonard Burghart recién llegó de los Estados Unidos y el Padre Carl Reikowsky también nos estuvo visitando últimamente. Los dos son jóvenes y llenos de ideas, así es que les sugerí que elaboraran algún tipo de esquema, con un proyecto para construir detrás de la iglesia. Atrás había un espacio de  sólo 17 metros de largo por 14 de ancho. Presentaron un plano bastante coherente, el que mostré a la amable señora. Unos pocos días después, ella me hizo una donación de un cheque por US$ 2.500. Esto fue el inicio de una gran actividad en Santo Domingo. En un par de semanas tuvimos a un arquitecto y constructor, y pronto se iniciaron las obras. Desde el principio fue muy fácil, pero esto no me hizo perder de vista los problemas que vendrían en el futuro. Yo sabía que la donación no era suficiente para poder terminar la obra, así es que en la parroquia, para juntar fondos, comenzamos la campaña del sobre semanalmente. Esto estuvo en contra de todas las recomendaciones que nos hicieron los chilenos. Pero nuestra gente demostró que estos profetas estaban equivocados. Los feligreses respondieron bien y los resultados fueron bastante gratificantes. Construir en Chile es bastante diferente a cualquier otra parte en la que he estado antes. No se firman contratos de ningún tipo. En vez de contratos se les llaman estimativos, con lo cual todo está sujeto a cambios. Si los materiales suben de precio, si los trabajadores no vienen el día lunes, debido a la farra del día domingo, si el nuevo equipo no funciona de inmediato después de ser instalado, la pérdida debe asumirla la persona que está pagando por la construcción. Estos son algunos de los dolores de cabeza. 

     Bueno, para no aburrirles con más detalles, estábamos más o menos a la mitad del proyecto cuando se nos acabó el dinero. En ese momento, nuestra generosa amiga nos visitó. Estuvo muy contenta con la construcción, pero le dije que habría que sacar algo del proyecto original debido a la falta de recursos. Antes de retirarse ella me donó otro cheque con dinero suficiente como para terminar toda la obra. A fines de septiembre hicimos los preparativos para la solemne inauguración y bendición por Su Eminencia el Cardenal de Santiago. 

     Creo que aquí sería apropiada una palabra en torno a nuestro Cardenal. A pesar de provenir de una familia pobre, es el primer Cardenal que ha tenido Chile. Es lejos el hombre más querido en Chile.  De ricos y pobres sólo he escuchado hablar de él en la más alta estima.  A pesar de sus 85 años, está tan activo como cualquier joven, lleno de un jovial celo.  Su espíritu apostólico se hace evidente a cada momento.  Verdaderamente él es el espíritu que mueve a la Iglesia en Chile. 

     La bendición estuvo programada para el domingo 9 de octubre, después de la misa de 12 horas. El Padre Leonard Fullenkamp, nuestro superior, ofreció la Misa. El Cardenal llegó un poco tarde y se deshizo en excusas. La iglesia estaba repleta de gente, de pie en los pasillos. En la medida en que se iba acercando al trono que estaba preparado para él, se volvió hacia mí y me preguntó si acaso yo deseaba que él predicara.  Le respondí: 'Como Ud. quiera Eminencia'. Yo sé que él nunca deja pasar una ocasión con tanta cantidad de gente. Yo estaba más bien esperando un sermón que estuviera de acuerdo a la ocasión, en otras palabras, decir algo alabando la conclusión del proyecto de construcción, y un agradecimiento a los feligreses que ayudaron; pero como resultó ser, un sermón sobre el Santo Rosario -era el Domingo dedicado al Rosario-, fue una obra maestra, y a la gente le encantó. Después de la Misa, tuvimos la bendición solemne, luego de la cual, la gente se agrupó en torno a Su Eminencia de tal modo, que habríamos necesitado hacer uso de la fuerza policial para protegerlo. En esta ocasión alabó la generosidad de nuestra buena benefactora, la señora norteamericana, y también la ayuda proporcionada por los feligreses. Poco después el Cardenal se retiró, habiendo una vez más dejado encantados a sus anfitriones con su simpatía. Realmente hemos sido bendecidos al tener a un pastor como él. 

            En la tarde, regalamos helados y dulces a los niños pobres, y por la noche, con la ayuda de nuestro eficiente operador, el Padre Walter Junk, se presentó una proyección gratis de una película del Oeste. El día terminó cuando el Padre Leonard Burghart y yo dábamos gracias fervientemente porque este día ya había terminado y ambos habíamos podido sobrevivir. 

       Algunos datos sobre el funcionamiento del policlínico. Se atiende cada día de la semana, de 2:00 a 5:30 p.m., excepto el domingo. Los enfermos son atendidos por un total de cinco doctores jóvenes, que han completado sus estudios, pero que aún no están autorizados para ejercer.  A estos doctores, cada día les ayudan un grupo de señoras y jovencitas de la parroquia, que actúan como enfermeras o asistentes. Cobramos dinero a cualquiera que venga a comprar medicinas para los pacientes pobres. Se mantiene un registro completo de cada paciente.  También se hacen preguntas como por ejemplo: ¿Está Ud. casado por la Iglesia?, ¿están todos los niños bautizados?, ¿han hecho la Primera Comunión los niños mayores?  No olviden de informar al sacerdote si es que hay algún miembro de la familia enfermo.  De este modo se puede comprender la gran cantidad de bien que se puede hacer. También hemos comenzado un ropero que provee de ropa a aquellos que los necesitan. Demás está decir que estoy esperando la llegada del Padre Thomas Sweeterman, de los Estados Unidos, ya que mis buenos amigos de Celina y de otros lados, han recolectado un montón de ropa usada que ayudará en gran medida a nuestra causa. Durante en primer año de funcionamiento, hemos atendido a unos 2.500 pacientes; en este último año atendimos a más de 5.000. El bien que se ha logrado no se puede medir en dólares y centavos, pero aquellas donaciones de nuestros buenos amigos en los Estados Unidos, son enteramente responsables por los beneficios materiales que hemos podido compartir. Por esto, en nombre del Padre Burghart y de los pobres que estamos tratando de servir, de todo corazón les doy las gracias y que Dios les bendiga a todos" (The Precious Blood Messenger, abril, 1952, pp. 112 -114).