43. …UNO NUNCA GANA

Una comunicación del Padre Leo Herber nos da una idea general sobre lo que se podría esperar casi cualquier día en Chile:       El sábado tuve que salir a atender un llamado para visitar a un enfermo en un diluvio de agua. El jeep partió bien, caminó una cuadra y luego se echó. Caminé hacia la casa y quedé empapado. Después del desayuno, hubo otro llamado de otro enfermo, a sólo una cuadra de distancia del primero. Cuando volví de ese llamado, la lluvia paró y también los llamados. 

      “El domingo no teníamos jeep y tenía Misas programadas en dos misiones. El Padre Tom Sweeterman dijo la primera Misa aquí y luego empezó a buscar un medio de transporte. Lo hizo muy bien en un Ford convertible, 1930 -ya no es convertible, ya que perdió la capota-. Después de la segunda Misa, comencé a buscar algo en qué moverme y terminé  en un carrito con un caballo, con el caballo más porfiado que he visto. Tuvo que ser llevado, durante varios metros, antes que empezara a caminar. 

      “Dije la Misa a las 4.00 P.M. para unos 45 indígenas, más siete confesiones, cinco comuniones, y luego, me dirigí a casa. Esta vez el caballo se negó a partir. Mientras trataba de hacerlo andar, me invitaron a subir a un Ford 1929, ya  cargado. Entregué el caballo a los niños que habían venido conmigo. No habíamos avanzado más de 46 metros, cuando la manguera de la bencina se salió. Mientras el conductor la arreglaba, el carrito nos pasó. Pronto nos repusimos y lo pasamos, perdiéndolo de vista. Luego hubo  un gran ruido ¡bang! y todos miraron al conductor queriendo decir: ¡reventaste un neumático! Mientras trataba de poner el repuesto, nos pasó el carrito. Aposté por el caballo y me subí. Perdí. El antiguo vehículo nos pasó en las afueras de la ciudad.” (Precious Blood Messenger, diciembre 1956, págs.369-370-371-372-373,Vol.I).