El Padre Joseph Herod, misionero veterano del Vicariato chileno de los Padres de la Preciosa Sangre, está ahora pasando las semanas finales de un permiso sabático de seis meses en los Estados Unidos. Mientras espera con ansias regresar a los campos de misión en Chile, a comienzos del próximo mes, el Padre recuerda sus ansiosas expectativas durante aquellos días a fines del verano de 1949, cuando zarpaba, vía Grace Lines, a su primer puesto sacerdotal con los chilenos. Luego, poco después de su llegada a Santiago, el Padre Herod supo que su puesto de misión sería la capellanía de ese gran hospital de la ciudad de Santiago – el Hospital del Salvador.
Al asumir su nuevo puesto en septiembre de ese año, el Padre pronto se dio cuenta que le esperaban muchos desafíos misioneros en su nuevo rol. Y se dio cuenta que no era menor que esos desafíos, el problema que había con la instrucción religiosa básica para los muchos pobres y enfermos que llegaban al Hospital del Salvador de todas partes de Chile.
El Padre Joe al mirar atrás hacia algunas de esas primeras experiencias, recuerda sonriente el siguiente incidente:
“Poco después de llegar a Chile, fui asignado al Hospital del Salvador y fui a visitar a los enfermos. Me di cuenta que uno de los recién llegados se veía ‘como que no iba a estar mucho tiempo en este mundo’.
“Después que me aseguró que era católico, procedí a ayudarle a hacer su confesión. Luego cuando le ponía el escapulario de Nuestra Señora en su cuello, le pregunté si podía tragar sin mucha dificultad, porque ahora le iba a traer la Santa Comunión.
“El paciente me informó que tanto su garganta como su estómago estaban en buenas condiciones y que podía tragar tan bien como cualquier otro paciente del hospital. De manera que fui a la capilla a buscar los Santos Óleos, oré con él, y finalmente, le impartí la Bendición Apostólica.
“Cuando ya me iba de la pieza del enfermo, me di cuenta que el escapulario que le había dado al paciente no estaba en su cuello. Me devolví hacia su cama y le pregunté: “¿Qué pasó con el escapulario que le di recién?”
“Me sorprendí realmente, cuando el enfermo me susurró: “Ah, Padre. ¡Me lo tragué!”
Las instrucciones a los enfermos, pueden estar seguros, ahora incluyen una corta explicación del verdadero propósito y lugar del escapulario en la vida católica. De hecho, como han señalado estas “Páginas de Misión”, el sistema de la instrucción religiosa establecido por el Padre Herod y los vicarios que lo han ayudado en los pasados diez años es bastante minucioso y completo.
Un completo curso de Doctrina Cristiana – impartido con la ayuda de modernos equipos mecánicos, tales como grabaciones y filmes – se ha convertido en una fase regular y casi básica en la atención religiosa de los pacientes en el Hospital del Salvador (Precious Blood Messenger, noviembre, 1960, págs.337-338-339-340-341, Vol.II).
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