Hace algún tiempo, el Padre Bernard Mores, párroco de la parroquia de la Sagrada Familia en la ciudad de Río Negro en el sur de Chile, dio una mirada larga y cuidadosa al cementerio de la parroquia. Muy luego concluyó que necesitaba, y que se harían, más de algunos arreglos y reparaciones. La antigua reja de madera y las puertas estaban sueltas y podridas. El crucifijo grande en el centro del cementerio era un triste espectáculo. También hecho de madera, estaba muy dañado, y también estropeado y quemado por el humo y las llamas de las muchas velas que habían encendido los dolientes. El Padre Bernardo llamó a los hombres de la parroquia, y los instó a hermosear y renovar el “Campo Santo”.
Cuando se reunieron finalmente los materiales necesarios, los hombres se pusieron a trabajar. Las planchas de madera, antiguas y rotas, fueron echadas abajo y sacadas de ahí. En su lugar una nueva reja de alambre Cyclone se puso alrededor del perímetro del cementerio.
El camino hacia la entrada principal fue enanchado y nivelado. Ahora habría amplio espacio para que entrara el coche fúnebre tirado por caballos y pudiera dar la vuelta al frente de las puertas del cementerio. (Los pasillos interiores donde están las sepulturas son demasiado estrechos para permitir que la carroza entre hasta allí).
Puertas nuevas y resistentes, firmemente asentadas en pilares de cemento, se colocaron para resguardar la entrada principal hacia el cementerio. Y justo al otro lado de las puertas, hacia la derecha, se levantó un crucifijo nuevo; hecho de concreto reforzado, y fue estucado con granito pulido.
Finalmente se completó el proyecto. Los feligreses de la Sagrada Familia, mirando hacia abajo desde la cima de la ciudad de Río Negro, orgullosamente contemplaban un cementerio parroquial ordenado y limpio que descansaba en el valle profundo más abajo. La sepultura de sus seres queridos ahora tenía un aspecto que estaba mucho más de acuerdo con el nombre familiar de su cementerio – “Campo Santo”. El orgullo parroquial aumentó más todavía, cuando en el Día de Todos los Santos, el otoño pasado, el Obispo Francisco Valdés Subercaseaux hizo una visita pastoral a la parroquia rural y presidió una ceremonia de re-consagración, durante la cual bendijo el hermoso crucifijo nuevo que ahora miraba hacia abajo en el bien cuidado cementerio.
Pero entonces – sólo seis meses más tarde – a fines de mayo, Río Negro se tambaleó y casi se cayó desde la cima del cerro cuando los temblores sacudieron el sur de Chile. Más abajo del cerro, el cementerio compartió la suerte general de la planta parroquial de la Sagrada Familia. Por una carta reciente del Padre Mores supimos que el Campo Santo es un revoltijo. Tomará años, quizás, volver a ponerlo en forma nuevamente. Nuestro crucifijo nuevo fue derribado por la violencia de los temblores. Muchas tumbas se abrieron, exponiendo los cuerpos enterrados y las calaveras a la vista.”
El Padre Bernardo, junto con todos los otros Padres C.PP.S. en el sur de Chile, ha estado muy ocupados escribiendo cartas. Sin embargo, su carta “a la rápida” nos permite apreciar un cuadro gráfico de las condiciones que ahora enfrentan el sacerdote y la gente en muchos distritos del sur de Chile.
“Debido a los temblores”, escribe, “hemos estado demasiado ocupados, sólo en mantenernos vivos, de modo que no hemos tenido tiempo de escribir. Los temblores han parado; esto es los grandes. Hemos tenido de “los chicos” de vez en cuando – quizás tres o cuatro en la semana. Pero los efectos de esos grandes todavía los sentimos. Por más de tres meses era simplemente imposible salir de la ciudad. Los caminos estaban en tan malas condiciones que sólo los caballos podían pasar. Como los trenes no estaban corriendo, todo el transporte había que hacerlo por los caminos de barro. Con el tráfico tan pesado, los caminos estaban llenos de hoyos, hasta de un metro de profundidad. El comercio se paralizó. No podíamos ni siquiera comprar clavos para empezar a hacer las reparaciones. Luego, finalmente, los trenes volvieron a tener una especie de horario regular. Por ahora las cosas están volviendo a la normalidad lentamente.
“Después de una serie de cálculos, finalmente, decidimos que lo más rápido y lo más barato que hacer con la torre de nuestra iglesia era simplemente echarla abajo. Eso hicimos con un cable grande y un tractor. La suerte estaba con nosotros, porque la torre dañada fue sacada del frente de la iglesia sin causar más daño cuando cayó.”
(Nota – Posiblemente, cuando escribió esto, el Padre recordaba un trágico accidente que sucedió en Purranque. Allí, el portero parroquial estaba ayudando a un grupo que trabajaba en la demolición del frente dañado por el terremoto en la Iglesia de San Sebastián. Una pared de pronto cedió. El portero murió cuando la pared cayó sobre él).
“Manzanas enteras de casas cayeron aquí durante el terremoto. El gobierno ha puesto barracas de emergencia y la ciudad ha dejado pequeños terrenos para proyectos habitacionales de auto construcción. Éstos como ustedes sospecharán, no son más que ranchos. Algunas barracas han sido puestas cerca de nosotros, detrás de la iglesia. De manera que tenemos muchos vecinos nuevos. La mayoría de éstos son muy pobres, y no exactamente de vida ordenada y pacífica. De hecho, sólo anoche la policía tuvo que venir y meter preso a un borracho y reprimir una pelea que estaba provocando un desorden en las barracas.
“El Padre Emil Schuwey ha venido a Río Negro para ser mi nuevo vicario. Justo ahora salió con la misión rodante en su nuevo trailer. Pero sé que quiere unirse a mí – y a todos los Padres aquí en Chile – para desearles a todos nuestros amigos de las misiones en los EE.UU. una Feliz y Santa Navidad.” (Precious Blood Messenger, diciembre, 1960, págs.371-372)
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