136. Cuadragésimo aniversario del Vicariato Chileno

Por Lawrence Eiting

 

Septiembre de 1987 marcará el cuadragésimo aniversario de la presencia CPPS en Chile. La partida misionera de los Padres John Kostik, John Wilson, y otros en 1947, marcaron un momento histórico en la Provincia Norteamericana de la Congregación y comenzó una nueva historia en Chile. Desde entonces, muchos de nuestros miembros han pasado por el Vicariato Chileno. Algunos de ellos, particularmente los Padres Ambrose Lengerich y Bernard Mores, han formado parte permanente de esta historia.

 

Pero mi intención no es ofrecer una relación histórica. Simplemente deseo compartir un par de pensamientos sobre el significado de la CPPS en Chile actualmente.

 

El Vicariato   en la actualidad consiste en 18 sacerdotes, un diácono y seis seminaristas profesados temporalmente. Tres sacerdotes y uno de los seminaristas, junto con el diácono están en la recientemente fundada Misión de Guatemala. Nueve de los dieciocho sacerdotes son originariamente de la Provincia Norteamericana. En Chile, mientras continuamos sirviendo los compromisos CPPS hechos hace años atrás, estamos definitivamente conscientes de un llamado a revisar nuestra “misión” y a renovar nuestros esfuerzos para seguir la línea del carisma de Gaspar.

 

¿Qué ha significado el Vicariato Chileno para la Provincia Norteamericana? Sólo puedo hablar de mi propia experiencia, pero recuerdo, que cuando fui al seminario, nuestras “misiones extranjeras” jugaban una parte importante en nuestra identidad como Congregación. Estábamos en permanente contacto con estos misioneros, que servían como una motivación especial en la realización de nuestra vocación. En ese momento, la Congregación estaba mandando nuevos hombres casi todos los años. Luego, hace 25 años atrás, este compromiso misionero se extendió a Perú.

 

Con los años este compromiso ha fallado. Hubo varias razones obvias para esto: La división de la Provincia Norteamericana (dejando el compromiso con Chile y Perú solamente a la Provincia de Cincinnati), la etapa post Vaticano II, la crisis sufrida en el Vicariato durante los años 60 y ahora la escasez de vocaciones en los Estados Unidos.

 

Podemos estar agradecidos  que el Vicariato (también de la misión en Guatemala) haya sido bendecido con vocaciones nativas, haciendo del trabajo de formación una parte importante de nuestra realidad actual. Estoy convencido que, en Chile,  “estamos en un proceso de “chilenización”. Los miembros del país no sólo están creciendo en número, sino también están asumiendo responsabilidades dentro de la organización, muy conscientes de que el futuro depende de ellos. Esto significa que nosotros los “gringos” como San Juan Bautista, debemos alentar este cambio.

 

Aprecio mucho el apoyo muy positivo y directo del Provincial John Kalicky. Sé también, que muchos miembros de la Provincia de Cincinnati están en estrecho contacto con diferentes miembros del Vicariato. No podríamos continuar sin el apoyo espiritual y financiero de muchos de nuestros amigos norteamericanos.

 

Sin embargo, siento que hay un peligro de desconexión progresiva. Aún cuando hemos estado celebrando ordenaciones chilenas y guatemaltecas en los dos últimos años, nosotros, en Chile, no estamos creciendo en número. Estoy seguro que hace veinte años atrás, el Vicariato tenía más gente que ahora. Al mismo tiempo, la población chilena continúa creciendo y las exigencias son mayores. Nuestra parroquia de San José, por ejemplo,  no era una parroquia tan extraordinaria hace 40 años atrás. Hoy día, es una parroquia con más de 200.000 habitantes, con grandes “poblaciones” que reciben una atención mínima.

 

      Las Provincias Norteamericanas están buscando soluciones a sus propios problemas de escasez de personal – lo que es lógico en vista de las necesidades apremiantes. Pero me pregunto si esto no sería parte del problema de vocaciones en los Estados Unidos. Cuando un grupo se preocupa principalmente de su propia sobrevivencia y pierde la perspectiva de llegar a otros (especialmente a los más necesitados), también pierde las posibilidades de nuevos crecimientos. Y, puede perder también, una cierta “mística” o identificación con una causa común. ¿No podría ser esto al menos parte de la razón de la escasez de vocaciones actual?

 

Cuando el Vicariato asumió la misión en Guatemala, estábamos un poco preocupados del peligro de ir más allá de nuestras posibilidades. Pero también nos dimos cuenta que, si íbamos desde “nuestra propia pobreza” a una Iglesia que es más necesitada que la nuestra, el Señor nos acompañaría en esta empresa. El número de vocaciones en Centroamérica habla por sí solo.

 

A medida que reflexiono en este cuadragésimo aniversario, me vienen dos puntos a la mente: Primero que todo, los sentimientos de admiración y gratitud a todos los hombres CPPS que han vivido y trabajado en Chile. Segundo, una invitación a las Provincias Norteamericanas (especialmente a la Provincia de Cincinnati) a reflexionar en lo que ha significado el compromiso con Latinoamérica en nuestros anales CPPS, y a considerar las posibilidades de fortificar nuestras misiones en Chile, Perú y Guatemala, como una manera de inyectar un espíritu renovado, dador de vida en las tres provincias norteamericanas.  (Cincinnati CPPS Newsletter, Nº 244, marzo 20, 1987, págs. 2037 y  2040-2041)