15. FALLECE EL PRIMER MISIONERO A LOS 29 AÑOS DE EDAD

Con mucha pena, el 5 de abril, la Sociedad recibió la noticia desde Santiago, Chile, sobre la muerte del Padre Arthur Grevencamp, quien el día anterior, fue repentinamente afectado por la Poliomielitis. Su enfermedad fue breve y el ataque grave, por lo que pasó a su descanso eterno,  sólo después de treinta y tres horas de que se determinó la naturaleza de su enfermedad.           El Padre Arthur, quien estaba destinado en la parroquia Santo Domingo de Guzmán de Santiago, ofreció las dos primeras Misas del Domingo de Ramos y estuvo presente en las otras tres Misas que ofreció el Padre Wilson.  Después de la última Misa, indicó que no se estaba sintiendo muy bien. Comió algo al almuerzo, y luego de insistirle un poco, finalmente se fue a acostar. Se levantó el lunes por la mañana, pero no se sentía suficientemente bien como para hacer clases en la escuela.  El Padre Wilson le insistió en que debía regresar a la cama, o ir al Hospital en donde nuestros Padres trabajan como capellanes. Él hizo esto último por la tarde.  Se quejaba de dolor de cabeza y de mucha debilidad. Las enfermeras le urgieron para que se fuera a la cama.   Su dolor de cabeza pronto pasó, pero cada vez que intentó levantarse de la cama, tambaleaba debido a su debilidad. A pesar de esto pasó una tarde tranquila.

           El martes por la mañana, el Padre Leonard Fullenkamp, cuya habitación se encontraba justo al lado de la del Padre Arthur, se levantó a las cinco en punto y encontró  al Padre Arthur durmiendo profundamente. A las siete y cuarto, y  un cuarto para las nueve, el Padre Fullenkamp fue a su pieza, y cada vez, el Padre Arthur le señalaba que había descansado muy bien, que se sentía bien, y que esperaba que pronto viniese el doctor a examinarlo para que lo dejara salir del Hospital. Lo que ocurrió después puede ser descrito mejor con las palabras del propio Padre Fullenkamp: "A las 9:10 escuché que el Padre Art me llamaba. Fui a su pieza y lo encontré en el suelo sin poder moverse.  Él me dijo que había tratado de levantarse, pero que no había podido caminar. Lo ayudé a volver a la cama, y le prohibí estrictamente que intentara moverse nuevamente. Lo dejé, e inmediatamente fui a buscar a un especialista, ya que quedé muy preocupado al escuchar al Padre Art quien me dijo, la primera vez que le ayudé a moverse para volver a su cama, que había sentido un fuerte dolor en la base de su espina dorsal. Dentro de cinco minutos, vino nuestro mejor doctor, examinó al Padre, e inmediatamente llamó al Neurólogo. Este último vino inmediatamente y sólo un minuto después, me dijo que no había duda que se trataba de un caso de Poliomielitis. De inmediato el doctor hizo los arreglos para que lo trasladaran a otra habitación, hasta que pudieran poner al Padre en un pulmón de acero. Se notificó a los Padres Wilson y Kostik. En ese momento el Padre Arthur no se veía muy enfermo, pero por principio, los Padres Kostik y Wilson le administraron los últimos Sacramentos.  Fue alrededor de las cuatro de la tarde cuando pudieron ingresarlo en el pulmón de acero. En Chile solo hay dos de estos pulmones, y afortunadamente pudimos obtener uno. Sin embargo, uno de los doctores me dijo después, que esto no hizo mucha diferencia, incluso si hubiésemos obtenido el pulmón con uno o dos días de anticipación, ya que el Padre tenía el caso más grave de poliomielitis. Luego que el Padre fuera puesto en el pulmón de acero, descansó apaciblemente".

           Se hizo todo lo posible para detener el ataque. "Aquí hay dos enfermeras norteamericanas", escribe el Padre Wilson, “expertas en poliomielitis. Las llamé, e inmediatamente vinieron las dos al Hospital. Una de ellas, la señorita Sullivan de Boston, me reprendió por haber esperado tanto antes de llamarlas, pero se sorprendió cuando le dije que al Padre le había dado el ataque esa misma mañana. Vinieron un buen número de sacerdotes norteamericanos a verlo y dos de ellos se quedaron con él esa noche. Al día siguiente, el Padre se puso débil y más débil, y al fin pasó a su descanso eterno a las 5:50 de la tarde. Hubo dos doctores y cuatro enfermeras que lo atendieron, y dos sacerdotes que rezaron las últimas oraciones. Murió en paz, tratando de recitar las oraciones con nosotros”.

           Las leyes chilenas no permiten conservar el cuerpo por más de veinticuatro horas, pero se consiguió una extensión de tiempo, para que se pudiesen celebrar los ritos fúnebres el día de Viernes Santo a las diez de la mañana. Fueron muchos sacerdotes al funeral, la colonia norteamericana estuvo representada, e incluso el Embajador envió su auto con un representante, ya que él estaba en los Estados Unidos en ese momento.

           "El Padre Arthur era sin duda" escribe el Padre Wilson, "un misionero heroico, un incansable trabajador, piadoso, y ocupado a cada momento. Verdaderamente dio su vida por su trabajo. Su muerte, creo yo, demostrará ser una gran bendición para nosotros en muchas formas. Fue nuestra primera víctima, y como le dije a la gente, esta mañana en la Misa, espero que su vida será fuente de muchas vocaciones en esta parroquia y en este país".

           La Misa de Funeral fue ofrecida el miércoles 12 de abril en la iglesia de Santo Domingo, Chile, por el Padre Wilson, y el mismo día en el Seminario Saint Charles, de Carthagena, Ohio, por el Padre Raymond Grevencamp. En Santiago, el Cardenal presidió la Misa, hizo la prédica y dio la absolución final.

           Nacido el 16 de julio de 1920, en Fort Recovery, Ohio, el Padre Arthur ingresó al Seminario de Brunnerdale en Canton, Ohio, en septiembre de 1934. Fue ordenado sacerdote el 2 de febrero de 1946, en el Seminario Saint Charles, de Carthagena.

           Luego de su ordenación, el Padre Arthur fue nombrado Vicario de la parroquia Saint Anthony en Linton, North Dakota, en donde sirvió hasta el 29 de julio de 1949, cuando se embarcó para Chile, Sudamérica. Una vez allá, su primer nombramiento fue en la parroquia San Juan Evangelista, en Pitrufquén, y en febrero de ese año, fue trasladado a Santo Domingo, en Santiago. El hecho de que se ganó el corazón de sus feligreses en corto tiempo, se evidenció en que la iglesia estuvo repleta para su funeral.

           De acuerdo con el plan de la Divina Providencia, el ministerio del Padre Arthur en la viña del Señor fue breve, pero el bien que produjo con su vida y muerte sólo Dios lo sabe.  ¡Que su ministerio ante el trono de Dios nos obtenga muchas bendiciones para las misiones de Cristo aquí en la tierra!, y ¡que su alma descanse en paz por la eternidad! (The Precious Blood Messenger, Mayo de 1950)