120. Recordando a la Sister Mary John, CPPS.

Por Ambrose Lengerich

 

              A los primeros graduados del  St. Gaspar College les preguntarán sus hijos y nietos: ¿Dónde aprendiste inglés?” La respuesta inevitable será: “Cuando la Hermana Mary John Brandewie, CPPS, fue nuestra profesora y uno sólo podía decir “¡si o no en castellano!” Una y otra vez la gente me dice cuán agradecidos están de haber aprendido inglés del modo más exigente con la Hermana Mary John y sus compañeras las Hermanas Mary Amalia, Ignatius y Mary Geneva. A pesar de todas las dificultades que tuvieron los padres para entender las explicaciones de los informes de notas de básica, estas cuatro pioneras atrajeron a muchos interesados en matrícula para el St. Gaspar  College.

 

              En enero de 1957, poco después que las Hermanas llegaron a Chile, el Padre Leonard Fullenkamp me pidió llevar a las Hermanas al centro de la ciudad al edificio de registro civil para obtener sus tarjetas de identificación. En vez de sacar ventaja para hacer el trámite menos tedioso, yo decidí deliberadamente que las Hermanas debieran acostumbrarse a hacer las cosas a la chilena. Eso significó llegar a la oficina a las ocho, esperar hasta las nueve en una fila y luego obtener un número para estar luego entre quienes íban a ser atendidos esa mañana. Cuando terminamos poco antes de las doce, les sugerí que diéramos una mirada a la cárcel que quedaba al frente. Sin mucha formalidad el guardia nos dejó pasar. Debe haber sido esa primera impresión, junto con la gran hospitalidad de la gente, las que hicieron que la Hermana Mary John se entregara sin reservas a los chilenos.

 

              Su hábito gris atractivo, su entusiasmo y especialmente su identificación con la gente, produjeron para las Hermanas muchas vocaciones. Eran tan brillantes las perspectivas de postulantes que la Hermana Mary John, financió una Casa Madre para 20 o 30 Hermanas en la calle del frente del Colegio San Gaspar. Parecía que el colegio no iba a carecer nunca de profesoras religiosas.  En los años de la crisis religiosa, sin embargo, no sólo perdieron postulantes y hermanas chilenas profesadas; también tuvieron que vender la casa por la que la Hermana Mary John había sacrificado tanto.

 

              Sin embargo, el aparente fracaso de tan duro trabajo, trajo un nuevo apostolado para las hermanas. Desde 1967 hasta 1973  encontró el rostro de Cristo sufriente en los pobres de nuestras parroquias de San José en Santiago y San Sebastián en Purranque. La distancia y el tiempo no fueron nunca un obstáculo para su celo apostólico en llevar la Comunión a los enfermos y moribundos y en llevar la Palabra  a los grupos de adultos.

 

              Su recuerdo siempre estará vivo entre aquellos que la conocieron o fueron ayudados por ella. Murió el 11 de febrero de 1981, la Fiesta de Nuestra Señora de Lourdes. (Cincinnati CPPS. Newsletter Nº 123, abril 165, 1981, págs. 920-921)

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