La preparación que reciben los seminaristas de la Preciosa Sangre en Estados Unidos es variada. Además del curso regular de estudios que se requiere para todos los postulantes al sacerdocio, los seminaristas C.PP.S. se ocupan de muchas pequeñas tareas necesarias para mantener a una institución grande funcionando apropiadamente. Algunos se convierten en expertos carpinteros, otros en pintores, mientras que otros aprenden el funcionamiento de intrincados artefactos y equipos eléctricos. El Padre Augustine Hanchak nos dice en una carta reciente cómo es esta preparación adicional en el seminario y su posterior desarrollo, como hobby, está siendo bien usada en el servicio de nuestro Señor en las misiones de Chile.
“Quizás esta carta será algo diferente de las anteriormente escritas, simplemente, porque soy un operador 'radioaficionado'. Y créanme, algunas personas dicen las peores cosas de los 'radioaficionados', aunque los gobiernos del mundo nos ponen por los cielos por nuestros descubrimientos y logros accidentales. Pero déjenme decir unas pocas palabras sobre cómo es aplicada la electrónica por los Padres de la Preciosa Sangre aquí en las misiones de Chile.
“Un mes o algo así después de mi llegada a Chile, visité la parroquia de San José de Quinta Normal en Santiago, en compañía de otros Padres para asistir a una fiesta parroquial a fines de agosto. Era una tarde helada de invierno, cuando me abrí camino por el oscuro patio del colegio hacia el Salón Parroquial(Gimnasio). Cuando abrí la puerta para entrar, me sorprendí de encontrarlo lleno; todos estaban esperando ansiosamente que comenzara el programa. Cuando me senté, me esperaba otra sorpresa: el súbito ruido del equipo electrónico que comenzaba a funcionar. Por sobre las vigas del gimnasio, pude ver los micrófonos que estaban conectados temporalmente, y bajo un rincón del escenario, el atractivo amplificador. La audiencia estaba tan asombrada como yo. ¿Electrónica en esta parroquia? ¿Qué se les ocurrirá después a estos Padres norteamericanos? Todos estaban muy contentos con el programa, porque por primera vez en la audiencia, todos escuchaban lo que se decía en el escenario.
“Luego llegó el día de mi llegada a San José, como vicario, dos días antes de Navidad. En el apuro de instalarme en mis nuevos cuarteles, no tuve mucho tiempo de mirar a mi alrededor. De manera que me esperaba otra ‘sorpresa electrónica’, mientras subía al púlpito el día de Navidad para predicar el sermón. Allí delante de mí, estaba el “mike” (micrófono), tan conocido en los púlpitos de nuestras parroquias más grandes en los EE.UU. Por un momento pensé que estaba soñando, pero allí estaba, y los ruidos iniciales demostraron que era genuino y no un adorno.
“Pienso que los Padres en la parroquia de San José estaban doblemente felices de ver que me iba a vivir con ellos. No sólo les ayudaría a hacerse cargo de esta enorme parroquia, sino que sabían que su precioso equipo electrónico, ahora estaría bien cuidado. Durante un mes después de mi llegada, pasé todos los momentos libres chequeando los cables, cambiando cosas aquí y allá, para obtener el mejor servicio de nuestros equipos.
“Y hay muchas cosas de las cuales preocuparme. Están los dos proyectores de películas de ocho milímetros operando todos los domingos y llevando entretención a nuestros poco privilegiados niños y a los adultos también. Están los amplificadores de la iglesia y del auditorio del colegio que llevan la palabra de Dios a más oídos. Y están los proyectores de diapositivas y las máquinas grabadoras, preparadas con anticipación para llevar las simples lecciones de catecismo de una manera atractiva a aquellos que se preparan para las Primeras Comuniones, como también para aquellos de los cursos superiores. Incluso cuando tomo tiempo libre por unos pocos días de vacaciones, me piden que vea el equipo electrónico porque los misioneros en el sur del país también usan estos medios para llegar a más gente y hacer más atractiva la Doctrina cristiana.
“Llegó el mes de noviembre y me encontré haciendo un nuevo tipo de trabajo. Era el ‘Mes de María’, desde el 8 de noviembre al 7 de diciembre, como preparación a la Fiesta de la Purísima, la Inmaculada Concepción. El Padre Samuel Homsey, el párroco anterior, reunió a los asistentes y trazó un programa: “Padre Augustine, usted y el Padre Pablo Aumen tomen el camión pick-up y el equipo electrónico y salgan al camino tres tardes a la semana.” Así lo hicimos.
“Poniendo nuestro equipo portátil al lado de la estatua de la virgen de tamaño natural sobre el arreglo de flores hecho en el camión, partimos hacia una calle distante de la parroquia, en donde nos detuvimos y comenzamos a tocar música por los altoparlantes. Sacando la electricidad de alguna casa cercana, o de la batería del camión, nuestro amplificador y el micrófono enviaban la música hasta las casas de algunas cuadras al alrededor, atrayendo a multitudes de gente a ver lo que iba a ocurrir. Así invitada, mucha gente tomó parte en el rezo del rosario y otras devociones marianas en su barrio. Para cuando terminaron las oraciones y el sermón, estaba lo suficientemente oscuro como para mostrar una película o diapositivas sobre los sacramentos, o los mandamientos, o algunas otras enseñanzas de la Iglesia. Así la electrónica nos ayudó mucho para atraer, tanto a los adultos, como a los niños, hacia la oración y la instrucción en Doctrina Cristiana.
“Como recordarán los lectores de las páginas del MESSENGER, las procesiones abundan mucho aquí en Chile, así como los días de compras en los EE.UU. Al menos uno de los Padres va encabezando la procesión, y el otro, al lado de la estatua de la Virgen, guía a la gente en las oraciones y canciones. Sin embargo, generalmente, la multitud es tan grande y la procesión tan larga, que ni siquiera las estentóreas voces que desarrollamos aquí en Chile pueden ser oídas por todos, y se produce una cierta cantidad de confusión. De manera que el año pasado, introdujimos un nuevo cambio en nuestras procesiones. Ahora el Padre camina al lado de nuestro pequeño camión, en donde llevamos un amplificador conectado a la batería del camión, de manera que la electrónica lleva su voz, no sólo a la multitud de la procesión, sino también a la gente que está en sus casas.
“A menudo pensamos en San Pablo y los otros grandes misioneros que acostumbraban a predicar a las multitudes que venían a escucharlos, y nos preguntamos cómo lo hacían. Pero sentimos que si hubieran sido inventadas cosas como los micrófonos y las proyectoras de diapositivas en los tiempos de los Apóstoles, seguramente los habrían usado. (Precious Blood Messenger, noviembre 1956, págs.335-336-337-338, Vol. I)