Por Edgar Jutte
“Estimado Edgar:
¡Qué bien recuerdo el campo alrededor de Purranque y Crucero! Una vez, por ejemplo, a principio de los años 1950, estábamos trabajando muy duro en hacer que la gente fuera a Misa. Luego un domingo, estaba con el Padre George Fey, y divisamos una gran cantidad de gente que venía por el camino hacia la capilla de Crucero. George estaba encantado pensando: “Al fin va a venir algo de gente más”. Pero cuando la gente llegó al cruce doblaron a la derecha, hacia Freire. Iban a un partido de fútbol en una cancha más allá de Crucero. Nadie fue a Misa ese día. ¡Oh, Dios, George estaba tan deprimido!
Mirando hacia atrás, diría que tienen un período interesante por delante...los inviernos largos pueden ser deprimentes...Consigan una buena radio y algunos libros...y recen a morir. Resumiría mi trabajo en Riachuelo así: “Hagan lo que puedan, y eso siempre será poco”. El día que me despedí del lugar, fue sólo un individuo a decirme adiós, venía de Cheuquemo. Al resto no podía haberles importado menos.
Era joven e inexperto, entonces, pero incluso ahora que soy de la tercera edad, todavía no sé en qué podría haber mejorado lo que hice. Posiblemente debía haber sido un poco más paciente. Al menos me habría sentido mejor conmigo mismo.
Rezaré por ustedes y vuestro trabajo en el campo.
...Algún día marchará a todo vapor...quizás no del modo que desearíamos, pero, Dios va a realizar su obra allí. Los Melillancas, Paillamanques, los Huilitraros y los Juan Bautistas y los Don Panchos – se las arreglarán para llegar al cielo.
Feliz Pascua de Resurrección, William Frantz”
“Bajo el árbol del castaño, el herrero del pueblo está, es un hombre fuerte este herrero, sus manos grandes y sinuosas son...” Me recuerdo del poema de Longfellow, aunque hace muchos años que tuve que aprenderlo de memoria. Aquí en Purranque, hay herreros verdaderos, no soldadores. Uno puede escuchar el sonido del yunque ayudando a fabricar otro azadón para trabajar en los campos o hacer una nueva llanta de carreta para adaptarla a una rueda que se salió.
Más bien, lo que me recordó el poema es que esta es la época de las castañas. La gente nos regala castañas. Son tan ricos en generosidad. Son el tipo de cosas que comemos en esos largos inviernos a que se refería el Padre Frantz.
La gente todavía rozando los campos para limpiar la tierra. En mi sector del campo paso por al menos seis molinos todas las semanas. Uno siempre se encuentra con camiones cargados con troncos de árboles. Lo que me impresiona es que la madera que veo no tiene nudos. Los árboles nativos son los más grandes que he visto. El eucalipto aquí, que no es nativo, sino importado de Europa, es más grande que el eucalipto que vi en Perú. A causa de la abundancia de lluvias, algunas cosas crecen mejor aquí que en otras partes de la creación de Dios.
Los campesinos cultivan alrededor de los troncos secos, incluso alrededor de árboles aislados en el medio de un campo. De lo que he observado hasta ahora, muchos de los grandes árboles terminan en troncos huecos. La gente cuenta haber encontrado miel dentro de los troncos cuando caen. Grandes pájaros llenan los campos. Durante la semana santa, cuando estaba en el campo, una bandada de loros salió volando. ¡Qué hermoso espectáculo, la súbita aparición de esta sombra verde sobre el campo recién sembrado! Uno puede ver a los pájaros siguiendo al arado.
Todo aquí se hace con madera. Cuando voy al sector de “el Palomar” para estudiar la Biblia, o al culto, o a la Misa mensual, la gente se reúne en una típica casa de campo sureña. Vigas de madera, paredes de madera por dentro y por fuera, escalones de madera, bisagras de cuero en las puertas, madera para combustible, las bisagras de las puertas de las cercas están hechas de madera. Las cercas son todas de madera. El alambre púa está recién comenzando a reemplazar los palos partidos. Aquí en Purranque se usan bodegas de madera sólida, y guardan muy bien las cosas dentro, al igual que las murallas de adobe en Perú. Tom Sawyer y Huck Finn habrían estado en su apogeo pintando esas maderas, siempre que las lluvias hubieran cesado en algún momento.
Los caminos que usamos están todos bien mantenidos con ripio de los ríos. Y están bien cuidados por hombres contratados con el salario mínimo. Los puentes están hechos también de madera y están en buen estado. No tengo relatos de caballos accidentados o de jeeps en el barro, pero hay mucho barro y polvo cuando salimos en nuestro automóvil Renault.
Creo que así deben haber sido Ohio e Indiana durante los primeros tiempos de Max Walz y Raphael Schmaus. O en el recuerdo de nuestros miembros más antiguos de la comunidad.
Cuando visitamos a los enfermos en el hospital local, uno nota por el tamaño de las manos de los hombres, el fruto de empuñar el martillo o el hacha la mayor parte de sus vidas. Hace varias semanas atrás, una anciana, que se moría después de una dura vida en la frontera, me preguntó si sabía alemán. Le expliqué que no. Pero luego entoné “Vater unser...”, no más, porque no sabía más. En su agonía rezó el Padrenuestro y el Avemaría en alemán con un gran alivio.
A menudo se puede ver a hombres que llevan serruchos envueltos en un saco para no cortarse (como debe haberse visto en nuestra frontera hace años atrás), a veces uno también ve sierras de cadena que cuelgan en los postes de la entrada. Sin duda el Padre Francisco de Sales Brunner en Estados Unidos vio la sierra, pero no la sierra de cadena.
Al ser gente fronteriza, la gente llega al pueblo en todo tipo de medios. Lo más antiguo, seguro y sano, es caminar. Muchas familias vienen en carreta de bueyes o en carretelas con caballos. La esposa gorda sentada encima de los barriles cortados en dos se ve como una de las tantas posesiones del marido. Una escena salida de Éxodo 20, en donde la esposa es considerada propiedad del marido. El coche tirado por dos caballos, abierto, con dos ruedas, hace recordar las novelas de Tolstoi. Los buses corrientes de la gente pobre están en buen estado, no tan desvencijados como los de Perú.
El transporte en la carretera Panamericana a lo largo de norte y sur de este largo país, es excelente. Sin embargo, rara vez manejamos hasta Santiago; usamos el bus o el tren. El viaje es largo, generalmente, toda la noche y gran parte de la mañana siguiente, pero el servicio es de lujo y confiable.
Algunos de ustedes saben cómo me gustaba ir al Spa mientras estaba en los EE.UU. En medio de este sur agreste, hay muy pocas entretenciones de la civilización. Ayer el Padre Salvador Bautista y yo fuimos a la Clínica Alemana de Osorno, y aprovechamos el sauna que allí tienen.
Cuando era seminarista mayor, el Obispo Francisco Valdés de Osorno, visitó el Seminario St. Charles con ocasión de la Bodas de Plata del Padre Herbert Kramer (1958), y la Comunidad le dio una donación para la construcción de su catedral en Osorno. El Obispo está muy enfermo actualmente. Les ruego recordarlo generosamente en vuestras oraciones. Como un buen capuchino tiene una de las mejores barbas de estos lugares.
Mi trabajo marcha bien. Estoy seguro que es una cosecha y no una siembra. No me atribuyo el crédito por el éxito del trabajo. Lo que está sucediendo ahora se remonta claramente al Padre Frantz, y aún más lejos, al trabajo del sacerdote del Verbo Divino que precedió a nuestros Padres de la Preciosa Sangre en este sector.
El domingo pasado, ofrecí Misa en Crucero, el pequeño conjunto de casas rurales a que el Padre William hace mención. Esta fue una Misa ordinaria no una Misa de Difunto. La gente vino por el amor a Dios, no por un interés particular en un difunto. Hubo setenta fieles que participaron. Hubo un bautismo, y la madre había participado en la instrucción pre-bautismal dada por una vecina católica, todos miembros de la misma comunidad de base. Este centro es típico. Alrededor de una docena de los más sinceros de estos setenta, se encuentran semanalmente para discutir el Evangelio de San Lucas y las lecturas oficiales del domingo.
El Padre Leo Herber ha puesto un poco de tecnología en el trabajo de Dios aquí en la frontera. Los líderes laicos tienen cintas de cassettes con instrucciones Leoninas (referentes al Padre “Leo”) de pre-bautismo y prematrimoniales hechas en casa. E insistimos en la instrucción – si no hay instrucción, no hay sacramento. En los días precedentes al perro parlante de la RCA Victor, el Padre Brunner no tenía tantas ventajas como nosotros.
Es muy fácil explicar las parábolas a estos campesinos. Los ejemplos catequísticos de Cristo tienen un sentido absoluto. La gente está muy atenta. Tuvimos que predicar sobre las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa el Día Domingo del Buen Pastor al igual que ustedes. Mi gancho fue que tenían que producir sus propios sacerdotes nativos para que no tuvieran que lidiar más con este acento gringo – como el mío. Cuando les conté la historia de la vaca que cojeaba con la goma del jarro de conserva en su pezuña, todos se animaron y pusieron más atención. Tienen cariño por los animales al igual que el Buen Pastor. Compartí esta historia con ellos, no sólo por su contenido religioso, sino por su enseñanza práctica. Ellos preservan la fruta con el mismo tipo de materiales. De manera que no dejen que las gomas de los frascos de conserva estén repartidas por ahí.
Todas las tardes un laico y yo vamos a una de estas reuniones o a cultos de estas comunidades de base. El Padre Leo tiene algunos laicos entrenados que le ayudan con el apostolado varias horas a la semana. Los hombres están muy comprometidos y toman seriamente este privilegio… Nunca fallan o se excusan, como generalmente hacen los voluntarios. Unos siembran, otros cosechan, el Señor produce el crecimiento. (Cincinnati CPPS Newsletter, Nº98, junio 18, 1979, pág.751-752)
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