14. EN LA PARROQUIA SAN JOSÉ DE GARIN

El Padre John Kostik, apóstol de gran celo y hombre de acción, parece estar trabajando día y noche en sus numerosas tareas, además de la construcción de una nueva escuela. Hasta el momento, esta última tarea le está dando muchos dolores de cabeza, pero también muchas satisfacciones. Escribe: "Ayer mi corazón latió de gozo. Los trabajadores levantaron la primera viga encima de los muros de nuestra escuela. Al estilo chileno, clavaron un palo en el tejado, y con orgullo pusieron allí la bandera nacional. Para el sábado todas las vigas estarán puestas, y luego será la 'Fiesta de los tijerales’. Desafortunadamente el dueño, en este caso, el párroco, paga los gastos. Dos cabritos, un par de damajuanas de vino, una cantidad de cebollas y pan se prepararán para la fiesta. Este dinero podría usarse con un mejor propósito, pero sería como traicionar a esta gente. Aunque todavía falta el techo, ya están trabajando los estucadores. Esto se puede hacer ahora, ya que no llueve entre los meses de octubre a mayo.         Los meses de noviembre y diciembre son los meses de Primera Comunión en Chile. En noviembre tuvimos un curso de 214, muchos de ellos adultos. El curso del 4 de diciembre fue incluso más numeroso. Ustedes se estarán preguntando por qué no hacemos todo en un día. Deben conocer las circunstancias para darse cuenta de nuestras dificultades. En un sábado por la tarde puede darse que tengamos a 600 jóvenes revoloteando por todas partes. La próxima vez habrá sólo la mitad de este número. Así, es difícil determinar cuándo están preparados para el Sacramento. Durante el año pasado tuvimos tres cursos de Confirmación. 

           Aquí les entrego algunos detalles consoladores. En el tercer domingo del mes de noviembre, celebramos el Día de la Madre, y más de 500, recibieron la Santa Comunión. Aquí en noviembre es el Mes de María, siendo lo mismo que en mayo al norte del Ecuador. Antes de la Misa de las siete, un grupo de mujeres reza el rosario en común, y cerca de sesenta reciben la Santa Comunión diariamente. En la tarde tenemos dos liturgias, una para los niños y otra para los adultos. El año pasado si teníamos una docena de comuniones, nos sentíamos afortunados. Nuestra colecta subió de dos dólares a veinte, el día domingo. Pero con todo, sólo estamos rasguñando la superficie. Dentro de la misma manzana en que vivimos hay docenas que no ven el interior de la iglesia más que una vez al año. 

           Ayer tuve una visita muy particular a un enfermo. Estaba en el frontis de la iglesia tratando de convencer a los que pasaban, para que asistieran a las liturgias de la tarde, cuando una anciana vino a decirme: 'Padre, mejor será que venga conmigo, porque hay un hombre muy enfermo al lado'. Le hice a1gunas preguntas, pero no sabía los detalles de la situación, ya que los vecinos se habían recién cambiado a esa casa. Llevé conmigo el maletín con las cosas para atender a los enfermos  y seguí a la señora. Cuando iba en camino me saludaron los niños que estaban jugando en la calle, luego de un día de calor sofocante.  La casa estaba construida al lado de la vereda y la puerta se abría dando directamente a la pieza en donde se encontraba el hombre enfermo.  Adentro estaba en penumbras, ya que en las ventanas sólo había papel. El vidrio es muy caro para esta pobre gente. Encendí la vela que siempre llevo conmigo y observé la habitación. Había dos sillas con ropa, platos y utensilios apilados hasta arriba, y también en una esquina había un montón de trapos en el piso de tierra.  El enfermo estaba en medio de todo esto. Dos ojos, de una cara sucia y sin afeitar, me miraron fijos. Luego de bendecir la casa me arrodillé para hablarle al hombre, pero no hubo respuesta. Pronto me di cuenta que estaba totalmente paralizado. Después de preguntarle a la señora, supe que ellos habían vivido juntos por más de veinte años. Estas gentes nunca saben las fechas exactas. No, nunca se habían casado debido a 'pura dejación'. Hice el acto de contrición por el hombre y le administré la Extremaunción. Esperamos que alguien nos informe cuando este hombre muera, para que sea enterrado por la iglesia". 

      (The Gasparian, Número 1, 18 de Enero de 1950, p. 8)