Por Robert Conway
En 1953 el Vicariato Chileno retomó la interrogante de establecer o no, un colegio dentro de los límites de la parroquia de Santo Domingo de Guzmán en Santiago. El 19 de mayo de 1948, los miembros aprobaron el plan del Padre John Wilson para comprar una propiedad adyacente a la Iglesia de Santo Domingo, para la construcción de un colegio. El terreno en cuestión contenía algunas construcciones de cemento parcialmente terminadas, que pertenecían a los laboratorios Beta. Aunque el negocio de la propiedad fracasó, los sacerdotes de Santo Domingo nunca perdieron el interés de adquirir esa propiedad. Su idea no era construir un colegio parroquial como tal, porque había varios colegios de niñas en el área. Más bien., el Padre Leonard Fullenkamp, Director del Vicariato y párroco de Santo Domingo, estaba interesado en promover un colegio básico y de educación media para niños varones.
Reunido el consejo del vicariato, el 15 de mayo de 1953, razonaron que “con la idea futura de un seminario, la utilidad de un colegio de varones como fuente de vocaciones es innegable. Por lo tanto el Padre Fullenkamp intenta continuar trabajando en este asunto.”
Menos de un mes después, al escribir al Provincial en los Estados Unidos, Padre Seraphin Oberhauser, el Director del Vicariato explicaba que era necesario, no construir un seminario preparatorio, sino un colegio diurno para niños de la clase media que crecía rápidamente. No era la intención del Vicariato duplicar el seminario menor de Brunnerdale, Ohio, de la Provincia Norteamericana, sino más bien desarrollar una institución por medio de la cual “dos sacerdotes supervisando un profesorado principalmente laico, pudieran dirigir un colegio para alrededor de 400 niños.”
En agosto el Padre Fullenkamp le dijo al Provincial que el objetivo actual del Vicariato era fundar un colegio para asegurar las vocaciones nativas al sacerdocio. El 12 de septiembre el Padre Leonard, continuó con su campaña para convencer a su superior estadounidense del mérito del tema del colegio. Sus argumentos eran muchos: la clase media no envía a sus hijos al colegio fiscal, sólo a los privados; todas las congregaciones religiosas tienen esos colegios… la eventual matrícula sería de alrededor de 800 alumnos.
Pero su principal argumento continuó siendo la necesidad de un colegio para favorecer las vocaciones. “Ahora tenemos que hacer algo....para tener para el futuro una sólida base, tanto espiritual como materialmente. Dijo además que creía que tener un colegio de esa clase no significaba abandonar a los pobres, que el área de Santo Domingo tenía muy pocos pobres, y que ellos ya estaban bien atendidos por los sacerdotes.
¿Cuánto éxito tuvieron los argumentos del Padre Fullenkamp al provincial? El 17 de noviembre estaba expresando su gratitud al consejo estadounidense por aprobar el proyecto del colegio y añadía: “Espero que con el tiempo podamos mostrarles la bondad y la sabiduría de su decisión.” Continuó diciendo que dentro de diez días sus abogados tendrían todo en orden para la transferencia de la propiedad de Beta al Vicariato, que él y el tesorero habían observado el fluctuante peso estrechamente y acaban de cambiar US$ 14.000, y que el Vicariato estaba por gastar US$ 23.300, para la compra de la propiedad y el pago de los derechos e impuestos legales.
Mientras tanto el Director del Vicariato estaba adelantándose con los planes para comenzar con el primer año básico para alrededor de ochenta niños en marzo. Para no perder todo el año esperando la construcción, la enseñanza tendría lugar en algunas salas de reunión construidas cerca del policlínico de parroquia Santo Domingo de Guzmán en Pedro de Valdivia.
En diciembre el esfuerzo cuidadosamente planificado para comprar la propiedad de Beta se estancó: no habría venta. Al último minuto, la gente de Beta añadió varios itemes inaceptables a todo el costo, principalmente que el Vicariato pagara todos los gastos de transferencia, impuestos, derechos, etc. A medida que el precio subía y subía, el Padre Fullenkamp se puso firme: no habría venta.
Casi tan pronto como colapsó la venta Beta, el Director del Vicariato puso sus ojos en otra propiedad, también en la avenida Pedro de Valdivia y cerca de una cuadra de la Iglesia. Una agencia de seguridad social del gobierno, el Servicio de Seguro Social era la propietaria de este buen pedazo de terreno; sin embargo, la propiedad no estaba urbanizada, ni estaban hechas las calles. La esposa del presidente chileno, la Señora Graciela Letelier de Ibáñez, miembro de la parroquia de Santo Domingo, prometió usar su influencia para obtener que el Seguro Social vendiera al vicariato los 10.000 metros cuadrados a un precio razonable.
Aparentemente su contacto demostró ser útil, porque mientras la propiedad en el área se vendía a $1.000 pesos el metro cuadrado, el Vicariato sólo pagó $600.- Sin embargo, las negociaciones se detuvieron cuando los ocupantes ilegales que vivían en la propiedad se resistieron a irse. Con la ayuda de algunos abogados inteligentes, esta gente probó que habían estado pagando impuestos por la propiedad durante algunos años y por lo tanto tenían cierto derecho sobre la tierra. Cuando el Padre Fullenkamp accedió a moverse de Pedro de Valdivia hacia atrás para contar los 10.000 metros por detrás de esas propiedades en disputa, el gobierno municipal entró a batallar. Decretó que el Servicio del Seguro Social no podría vender una propiedad que no estaba urbanizada, y tampoco estaba la ciudad interesada en trazar las calles en ese momento.
Pero los problemas del Padre Fullenkamp no se reducían sólo a Chile. La provincia norteamericana intervino, a su vez, y desahució todo el proyecto.
(Continuará…)
Extraído de Una Historia del Vicariato Chileno de los Padres de la Preciosa Sangre, 1947-1972, por Robert L.Conway, CPPS. (Cincinnati C.PP.S. Newsletter, Nº 193, noviembre 14, 1984, págs. 1525-1526)