Un día o dos antes que los Padres Kenneth Seberger y Joseph Silvester abordaran un avión para Chile, una gran multitud de miembros de la comunidad en la Casa Central en Carthagena, Ohio, Estados Unidos, se unió a los buenos deseos en la ceremonia de despedida, el domingo después de almuerzo, día 4 de marzo.
El Provincial, Padre John Byrne, estuvo presente para dirigir las ceremonias y para predicar el sermón para la ocasión. Parte de su charla es la siguiente:
“Un sentido de justo orgullo impregna toda la Provincia Norteamericana hoy día cuando nos reunimos aquí de nuevo para decir adiós a dos nuevos misioneros de la Preciosa Sangre que están por salir para Chile. Es hora de la súbita comprensión de las desesperadas necesidades de Latinoamérica (traída a nuestra atención tan enfáticamente, por la Santa Sede, nuestro gobierno y la prensa católica), que fortalece nuestro sentimiento de satisfacción al saber que hemos reconocido esta urgencia desde 1947. Periódicamente desde esa fecha, esta capilla de la Casa Madre ha sido escenario de muchas ceremonias de despedida, con el efecto de que ahora tenemos a 25 de nuestros miembros, trabajando fervientemente y con éxito en la República de Chile. No será ésta la última ceremonia de despedida. De hecho, el programa de enviar nuevos misioneros a Latinoamérica será acelerado.
“Al responder a la petición de la Santa Sede a los religiosos de los EE.UU. hecha en la Universidad de Notre Dame, en agosto pasado, de enviar el 10% del personal a Latinoamérica durante el período de los 10 próximos años, abriremos otro campo de misión, en Perú en septiembre próximo. Con campos de misión en Chile y en Perú, nos sentimos confiados de que nuestra Provincia puede y enviará el 10% de su personal a Latinoamérica para 1972.”
El Padre Provincial siguió diciendo que el concepto de misiología está cambiando. Anteriormente el énfasis se ponía en un mayor número de misioneros, pero hoy día, el énfasis se pone en la cualidad y en la necesidad de colocar misioneros en áreas estratégicas y en lugares de influencia. Además de la necesidad de instrucción religiosa y de la administración de los sacramentos, se pone énfasis también en el enfoque social de los problemas que existen en Chile.
El Padre Provincial dijo en un encuentro reciente, que asistió a una reunión en Washington, concerniente a la educación en Latinoamérica, que le ha dado al tópico social máxima prioridad. La interrogante era: ¿Cómo pueden las órdenes religiosas hacer la mayor contribución a Latinoamérica en el campo de la educación? Fue una revelación impaciente saber que los colegios tradicionales, no sólo eran intelectivos, sino que en algunos casos, estaban haciendo un contra efecto a la causa de Latinoamérica.
Puntualmente señaló el Padre Byrne el hecho de que por muchos años las órdenes religiosas han dirigido colegios privados para los ricos y la clase dominante. Sus contactos se han limitado a este pequeño círculo de influencia y desafortunadamente muchos de los religiosos le parecían a la gente común, que eran de la aristocracia.
Por la naturaleza de nuestros propios esfuerzos en Chile, el Padre Provincial mencionó que no se sintió muy avergonzado en la reunión de Washington. Nuestros misioneros siempre se han identificado con los pobres y algunos de nuestra área en Chile abarcan la zona de los peores barrios en toda Latinoamérica. Todas las parroquias que tenemos en Chile, tienen con la excepción de Riachuelo, un colegio gratuito y San José de Garín tiene cuatro. En verdad, tenemos un colegio privado, el Saint Gaspar College en Santiago, pero nadie puede acusar al colegio de estar dirigido a los ricos. Se cobra colegiatura, pero es moderada y está destinado a atender a la clase media de la parroquia Santo Domingo, que algún día emergerá como la clase dominante, y por lo tanto, merece atención.
Tampoco han sido descuidados los programas sociales. Hay por ejemplo un programa agrario en el sur y el Cuerpo de Paz ha sido alentado en Purranque. Además de esto, han existido colegios técnicos en beneficio de la gente.
Declaró que una revolución social ya ha comenzado entre las masas de Latinoamérica y los sacerdotes que mandamos allí deben ir con la convicción que la reforma social es un apostolado importante. A menos que lo hagan así, los comunistas les ganarán. “Porque la doctrina, los sacramentos, el catecismo”, dijo el Padre Byrne, “significará poco para las masas que tiene hambre y viven en una pobreza agobiante. Esta gente esclavizada socialmente, vivirá plenamente la vida cristiana, sólo después que hayan alcanzado el nivel de la dignidad humana”.
“Es nuestra esperanza y oración que nuestros misioneros más nuevos harán una generosa contribución a esta cruzada social, para que el continente católico más grande del mundo sea salvado para la Iglesia.” (The Gasparian, Vol.25, Nº3, 9 abril, 1962, págs.26-27)