1947 - 1967, VEINTE AÑOS DE MISIÓN EN CHILE: RECORDANDO LOS INICIOS
Por
Robert Conway, C.PP.S.
La caída de Bataan en manos del ejército de los japoneses, en abril de 1942, significó muchas cosas a mucha gente. Al Padre de la Preciosa Sangre, John Wilson, luego capellán del ejército, significó la prueba de la Marcha de la Muerte, y tres años y medio como prisionero de guerra. El 10 de septiembre de 1945, fue liberado y regresó al control militar de los EE.UU. Estos detalles, y muchos más, están contenidos en las publicaciones intercomunitarias de los Padres de la Preciosa Sangre, el Gasparian.
Trece meses más tarde, en octubre de 1946, el nombre del Padre Wilson aparece de nuevo en el Gasparian. El Padre Joseph M.Marling, CPPS (entonces Provincial de la Provincia Norteamericana de la Congregación de la Preciosa Sangre, y ahora Obispo de Jefferson City, Missouri) en una carta a sus hermanos CPPS escribió: “El voto unánime en el Capítulo a favor de nuestra entrada a Sudamérica exige para ese proyecto nuestra atención inmediata. El primer movimiento debiera ser consagrarlo a Nuestra Madre Santísima y colocarlo bajo su cuidado. No debemos dejar de orarle constantemente, y a nuestro Beato Fundador, de manera que podamos diseñar y realizar el plan que sea mejor para las almas. Hemos pensado nombrar un superior para esa empresa inmediatamente, para darle una voz desde el comienzo, al que finalmente deba guiar la nueva fundación.
“La elección del Consejo provincial ha recaído sobre el Padre John Wilson. Él será el Director del nuevo Vicariato. Que Dios le bendiga en todas sus deliberaciones. Sé que muchos pensarán, como lo hemos hecho nosotros, que el Padre Wilson fue salvado del peligro y conducido casi milagrosamente a través de las pruebas y sufrimientos con un gran propósito. Es una gran responsabilidad que se coloca en sus hombros, pero él ha sido favorecido por la experiencia que muestra claramente la Mano de la Providencia.
“Esperamos comenzar los trabajos en Sudamérica en el otoño de 1947. Debe escogerse un lugar, pronto. Con este fin, debiera partir una expedición antes del invierno. Se han recibido muchas invitaciones, la más promisoria de todas será estudiada y evaluada. Mantendremos informados a los Padres de cada paso que se dé, comprendiendo el agudo interés en este esfuerzo, que causará que nuestra Congregación eche raíces en una nueva tierra.”
El viernes 13 de diciembre de 1946, el Provincial junto con el Padre Wilson y el Padre George Spaeth volaron de Miami a Barranquilla, Colombia. Aquí el Vicario General de esa húmeda y calurosa diócesis se demostró como un anfitrión genial. Hizo todos los esfuerzos para impresionar a los Padres de la necesidad y de la ventaja de emprender el trabajo en esa diócesis.
Luego comenzaron unas ocupadas cinco semanas que llevaron a los tres sacerdotes a otra ciudad colombiana, Cali. Luego a Lima, Perú; Santiago de Chile; Buenos Aires, Argentina. Hubo detenciones en Sao Paulo y Río de Janeiro, Brasil, antes de llegar a Belén. Esta es la puerta de entrada al Amazonas y a la región del Xingú. Aquí los Padres de la Preciosa Sangre de Austria ya estaban comprometidos en el trabajo misionero en Latinoamérica.
A su regreso a los Estados Unidos, el Padre Marling escribió un informe oficial a los Padres de la Provincia Norteamericana. Decía francamente que “las cinco semanas que pasamos visitando Colombia, Perú, Chile, Argentina y Brasil no son las adecuadas para un acabado estudio del catolicismo en el continente sureño. Pero sentimos que hemos cumplido con nuestra misión.
“Varios factores compensan los obstáculos que surgieron de la rapidez de nuestro viaje. Lo hicimos sólo por avión y así pudimos recorrer 16 mil millas en un tiempo récord. Luego nuevamente, llevamos cartas de prelados sobresalientes de nuestro propio país que nos guiaron directamente hacia las personas correctas y atrajeron de inmediato la atención hacia nuestra misión. Tuvimos extensas entrevistas con los seis Cardenales sudamericanos, con dos Nuncios y con otros Arzobispos y Obispos. En gran medida esto significó que no exploráramos las áreas interiores, porque estos prelados podían hablar con autoridad sobre las regiones remotas también."
Interesantemente este informe enfatizó que todos los obispos sudamericanos entrevistados recibieron la misma respuesta: el propósito de este viaje era hacer una encuesta, reunir datos, formarse una impresión. Sólo después de regresar a los Estados Unidos y de hacer un detallado análisis escogería la Provincia Norteamericana un campo de misiones en Sudamérica.
Sin embargo uno podía detectar de este informe que Chile parecía tener la mayor ventaja en las futuras deliberaciones.
Porque el informe dice: “La invitación más cordial vino del amable y gentil Cardenal de Santiago (José María Caro) y de cinco de sus jóvenes y activos Obispos sufragáneos. Pero los Cardenales de Lima, Rosario (Argentina) y Sao Paulo también estaban definitivamente interesados en nuestro plan y pidieron que nos quedáramos más tiempo con ellos para discutir los detalles y nos dieron una bienvenida a sus diócesis.
“Sólo un Obispo dejó de recibirnos cordialmente, pero esta sola excepción resaltó la amabilidad y el interés de los demás con marcado alivio... Pero si recibimos este dardo, debo repetir, el gran y antiguo Cardenal de Santiago y todos sus sufragáneos, con seguridad sacaron el dardo y pusieron bálsamo con generosa medida en la herida.”
El Provincial y su Consejo tuvieron una reunión el 30 de enero de 1947, en St. Joseph College, Rensselaer, Indiana. Se decidió someter un plan general a la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe en Roma, para su aprobación. Se haría un plan específico sólo después de la aprobación o consejo de esa entidad.
La respuesta de su Eminencia el Cardenal Fumasoni-Biondi no se demoró en llegar. Debía ser Chile. Ahora le correspondía al Padre Wilson comenzar a seleccionar a sus primeros misioneros. Todo el tiempo se le dijo que nadie sería considerado demasiado importante para ser relevado de su trabajo. Diez o doce Padres, a ser seleccionados pronto de una lista de cuarenta y cinco voluntarios, se enviarían a Chile tan pronto como el Padre Wilson los llamara.
Los primeros dos compañeros del Padre Wilson para la misión en Chile, fueron los Padres John Kostik y el Padre Paul Buehler.
Ordenado en 1944 el Padre Buehler tenía menos de tres años de experiencia parroquial en los Estados Unidos antes de salir para Chile. Pero sus cualidades especiales lo guiaron a convertirse en el tercer Director del Vicariato en Chile, y en 1962, el fundador y primer superior de las Misiones Peruanas de la Congregación.
Muy afortunado fue el Padre Wilson en obtener al Padre John Kostik. Nacido en Tavarna, Hungría, en 1894, ordenado en 1921, el Padre Kostik fue párroco de la parroquia de St. John, Whiting. En el momento de su designación en Chile, era el rector del seminario mayor de la Congregación en Carthagena, Ohio. En realidad la Provincia norteamericana estaba haciendo grandes esfuerzos en proveer de personal a su primer territorio al otro lado del mar.
Las dificultades de transporte demoraron al principio la apertura de la empresa misionera en Chile. Mientras tanto, en julio de 1947, tres padres más fueron seleccionados: los Padres John Hoorman, Alphonse Jungwirth y George Fey. Y todos ellos estuvieron muy ocupados. Los Padres Buehler y Hoorman estaban en Garden City, Kansas, estudiando español. Al mismo tiempo, los Padres Wilson, Jungwirth y Fey buscaron los servicios de un sacerdote español con el mismo propósito de estudio en Whiting, Indiana.
Finalmente en agosto, las cosas empezaron a salir. Los Padres Wilson y Kostik volarían a Chile a principios de septiembre. El viernes 24 de octubre, el Padre Paul Buehler y dos nuevos designados voluntarios, el Padre Ambrose Lengerich y el Padre Carl Reikowsky, zarparían en el barco de la Grace Line, el Santa Luisa. Un segundo grupo, compuesto por los Padres John Hoorman, Alphonse Jungwirth y George Fey saldría del mismo puerto en el Santa María, una semana más tarde.
DIA DE DESPEDIDA
El domingo 31 de agosto, de 1947, una ceremonia sin precedentes en la Provincia Norteamericana tuvo lugar en el Seminario St. Charles. Era la Ceremonia de Despedida para los dos primeros misioneros CPPS que iban a Chile: Los Padres John Wilson y John Kostik.
Esa mañana celebró una Misa Solemne el Provincial nuevo, el Reverendísimo Seraphin W. Oberhausser. Los Padres Wilson y Kostik fueron los diáconos y subdiácono respectivamente. En la Misa el Padre Wilson habló brevemente, explicando la necesidad de misioneros en Sudamérica y rogándoles que oraran en toda la Congregación por el éxito de esta nueva empresa.
A mediodía se hizo un almuerzo de despedida, en honor de los sacerdotes que se iban, en el comedor del seminario. Más tarde, se realizó una bendición solemne en la capilla. Esto fue seguido por una procesión hacia la Gruta de nuestra Madre Santísima. Aquí fueron invocadas las oraciones oficiales de la Iglesia para los viajeros. Aquí también el provincial dirigió palabras de despedida y una bendición en nombre de toda la Congregación.
Luego entre vivas y deseos de buena suerte, los Padres John Wilson y John Kostik dejaron el seminario para partir a Miami. El 12 de septiembre abordaron el avión para Santiago.
Este es el modo en que hace veinte años atrás los Padres de la Preciosa Sangre se fueron a Chile por primera vez. (Precious Blood Messenger, agosto, 1967, págs. 242-243-244-245-246, Vol.III).