86. LA VISITA DEL PROVINCIAL VISLUMBRA CAMBIOS EN LA IGLESIA DE CHILE

LA VISITA DEL PROVINCIAL VISLUMBRA CAMBIOS EN LA IGLESIA DE CHILE

 Queridos Hermanos: 

      Ayer, (6 de abril), con la asistencia de todos nuestros Padres de la Preciosa Sangre de Santiago, consagramos y bendijimos nuestra recién adquirida Casa Central. Fue algo digno de verse. No se invitó gente de afuera. Debido a la distancia, no pudo asistir ningún Padre del sur a la ceremonia. Se piensa hacer más adelante, una celebración con toda solemnidad, con invitados de todos los estratos de la sociedad,  cuando la remodelación esté terminada. 

      Algo típico, el programa de trabajo de los Maestros no se regía por el calendario. Terminado o no, el Padre Paul Aumen insistió en la bendición de la casa antes de mi partida. Me voy esta tarde (abril 7). 

      La mayoría de ustedes se podrá preguntar: “La Casa Central, ¿qué es eso?” Es simplemente un nombre de marca entre los misioneros para el centro de operaciones de una comunidad religiosa que sirve en un país extranjero. Generalmente, el superior regional vive allí y se espera que la casa tenga amplio espacio para los misioneros cansados que están gozando de un permiso. 

      El propósito de la Casa Central CPPS en la ciudad de Santiago es algo diferente. 

      Por muchos años, la Escuela Apostólica en San Bernardo (seminario menor en un suburbio de Santiago) fue la “Casa Madre” del Vicariato – principalmente, porque era nuestra casa de formación para los postulantes chilenos a nuestra Congregación. El Director del Vicariato también vivía allí. Hace dos años atrás, cuando el Capítulo del Vicariato decidió aceptar los posibles postulantes a la Congregación, sólo después de terminada la educación media, la necesidad de cambiarse más cerca de la Universidad Católica fue evidente. Todo un año de prueba, horas perdidas para ir y volver de la Universidad, los costos de transporte, la lejanía de la biblioteca de la Universidad, en general, frustraciones demasiado numerosas de detallar, nos convencieron a todos que una Casa Central cerca de la Universidad era irrebatible. 

      La casa comprada en Santiago es ideal en tamaño, funciones y ubicación. Cerca del Hospital Salvador, está cerca de la Universidad Católica, en un barrio tranquilo, y muy accesible para todos nuestros Padres en Santiago. El cambio fue aplaudido por todos. 

      Nuestra propiedad en San Bernardo será mantenida para programas apostólicos tales como las jornadas y retiros. El Cardenal Silva está contento con este arreglo. Financieramente, es  una buena inversión, porque se  perciben rentas por los servicios apostólicos y por las cosechas de la “granja” (pequeña, pero muy productiva). Siempre y cuando, el número garantice un noviciado chileno, tendremos las instalaciones y el lugar hecho a la medida. 

      Al informar mis impresiones sobre el Vicariato chileno, hay pocas noticias nuevas que contarles sobre lo que nuestros Padres están haciendo y cuán bien lo hacen. Ustedes ya las saben. Más bien, déjenme divagar sobre un escenario más grande – el cambio de la Iglesia en Chile. 

      Aunque me habían prevenido, quedé asombrado e impresionado por lo que observé y aprendí. Probablemente en ninguna parte – fuera de la Iglesia “Transalpina” – encontrarán ustedes un clima de tanta libertad apostólica y de experimentación, como en la Iglesia chilena. 

  Todo esto, por supuesto, es perturbador para el visitante norteamericano. Después de un tiempo, sin embargo, se toma el ritmo y lo entiende mejor. 

      El clero chileno desencantado por los fracasos del esfuerzo apostólico misionero, con la sensibilidad herida por el frío anticlericalismo, temiendo “el momento de la verdad” entre el cristianismo y el comunismo, justifica sus acciones y actitudes por la iniciativa dada por el Concilio Vaticano II. Llegar a la gente se ha convertido en obsesión, y se manifiesta, ya sea en la simpatía por el movimiento sacerdotal obrero (hay cinco sacerdotes trabajadores autorizados en Santiago), o en un amplio rango de esfuerzos pre-evangélicos para identificarse con el hombre de barrio. 

      Nadie sabe cuánto resultará o cuánto durará. Pero no se puede negar la enorme esperanza que existe y el tremendo esfuerzo que significa. Lo que pretenden los sacerdotes en Chile está expresado acertadamente por un adolescente angustiado en la revista TIME en un artículo de Pascua de Resurrección:Amo a Dios, pero odio la Iglesia. 

 

            No se puede  vivir mucho aquí sin que a uno lo coja el espíritu. Se ha apoderado de nuestros Padres. Por supuesto que no de una manera radical. Están muy conscientes de que la situación es crítica, y más que convencidos, que deben abrirse ampliamente las ventanas en Chile. Con la jerarquía chilena y su avanzado clero, se están abriendo. 

      Fue una visita iluminadora. 

      Fraternalmente en la CPPS

         John E. Byrne, CPPS 

 

(The Gasparian, Vol.29, abril 27, 1966, Nº4, pág. 25 y pág.28)