El Padre John Hoorman nos relata las condiciones de la “vida de campo”, en la Parroquia Sagrada Familia de Río Negro:
“Debido al verano excepcionalmente seco que hemos tenido, hace unas semanas pudimos ir a los lugares más apartados, o como dicen los chilenos, 'a donde el diablo perdió su poncho'. Los caminos, en el invierno son sólo senderos de lodo, en donde a menudo el caballo se cae en un hoyo, quedando embarrado hasta arriba, y tiene que arrastrarse como una culebra para lograr salir adelante por el camino. Los únicos cercos que encontramos fueron unos inmensos troncos que habían apilado a la orilla del camino. El campo se ve muy parecido a lo que tiene que haber sido Ohio, (Estados Unidos) hace unos cien años atrás, y la vida de la gente es también muy parecida, a excepción de unas pocas maquinarias modernas para la labor del campo que existen. Primero que todo están las casas de los dueños de fundo, generalmente, estos últimos son hombres de mediana edad, que han ahorrado dinero y han venido aquí para ordenar los campos y trabajarlos.
Los agricultores están cansados con la zarzamora alemana, que cubre los campos. Esta fue importada hace unos cien años. Ahora crece con tal profusión, que es realmente una peste. Nada parece acabar con ella, y a no ser que cada año se tomen medidas extremas, se desparrama por todos los campos y praderas.
Partamos con la casa del dueño de fundo. Generalmente es grande, construida a suficiente altura sobre el nivel del suelo, debido a las continuas lluvias y humedad. Se construye en madera y generalmente es bonita en su interior, ya que las mujeres son muy hacendosas y han sido educadas en el arte de mantener una casa, en algún colegio de monjas. Cuando no están atareadas en sus labores habituales, las señoras y las niñas ocupan su tiempo hilando lana, o arreglando calcetines y chombas. En el patio Uds. verán todo tipo de aves, incluyendo los famosos loros silvestres, tan celebrados en el humor chileno. Pero estos últimos no son bienvenidos en los campos cultivados, ya que caen con tanta fuerza que si llegan por ejemplo a un manzanal, el agricultor tendrá que decirle adiós a la cosecha de ese año. Generalmente el granero es pequeño, ya que los inviernos son muy suaves. Cada fundo tiene un caballo para cada miembro de la familia. Sé de un lugar en el Sur de Chile, en donde los caballos se usan para trabajar el campo. Para esto hay también yuntas de bueyes, en distinto número, dependiendo en el tamaño del fundo. El yugo se amarra con correas sobre las cabezas de los bueyes y no alrededor del cuello. Hay tractores y camiones sólo en los fundos muy grandes. Los agricultores no pueden comprar cosechadoras para el trigo y avena, debido a su costo. El gobierno es el propietario de esta maquinaria y las arrienda a los agricultores para que puedan cosechar sus granos antes de que la lluvia los arruine. Así Uds. pueden ver de nuevo el contraste que se da en Chile.
La maquinaria agrícola más moderna se usa al lado de una carreta tirada por bueyes. Las casas de los trabajadores de los campos también presentan un contraste en comparaci6n a las de los dueños del fundo. Debido a que la maquinaria agrícola es cara y la mano de obra es bastante barata, los agricultores contratan trabajadores. Estos últimos viven con sus familias, en ranchos repartidos a lo largo de todo el gran fundo. No tienen piso, ni vidrios en las ventanas, prácticamente sin muebles, sin cocina, y el fuego para calentarse y cocinar se hace al medio de la casa, como los indígenas de antaño. Esta gente se ve muy miserable, pero parecen contentos, ya que no sabrían qué hacer si no tuvieran esta posibilidad al menos. Esta es, en breve, una mirada al paisaje del Sur de Chile, en donde la parroquia de Riachuelo va desde las montañas hasta el mar, que queda a unos sesenta y cinco kilómetros de distancia. Pero toda esta gente nos recibe como si fuéramos uno de los pocos momentos de felicidad en sus vidas. El Padre William Frantz visita a esta gente continuamente, y les da el consuelo de participar en la Santa Misa y recibir los Sacramentos. Estas son las personas que necesitan las oraciones y ayuda de todos nuestros amigos" (The Precious Blood Messenger, mayo de 1952, pp. 144 - 145).