El Padre Ambrose Lengerich relata desde la Parroquia San Sebastián de Purranque: “Es difícil poder expresarles totalmente el gran interés que esta gente tiene por su fe. Un ejemplo puede ayudar a comprender mejor este interés. El último Viernes Santo, avisé que pasaría en la iglesia mis filminas, sobre la Pasión y Muerte de Cristo, al término de la liturgia de la tarde. Me imaginé que vendrían unos veinte o treinta niños, pero, ¿qué pasó? Veinte minutos antes de que empezara la función, la iglesia estaba repleta de adultos, mujeres y niños. Así es que allí estaba yo mostrando en un telón, unas fotos artísticas sobre Cristo, y ni siquiera se sentía volar una mosca. Todo esto debemos agradecerlo al Padre Monter y a las Hermanas de la Parroquia San Bonifacio en Piqua, Ohio, Estados Unidos, quienes donaron el proyector y las películas. Incluso media hora después que todo había terminado, seguían viniendo personas a verla. También muestro éstas y otras películas a los pacientes del hospital y me he dado cuenta de que es la manera más simple y efectiva de ganar a la gente y convencerles de hacer su Primera Comunión y los demás Sacramentos”.
El Padre Alphonse Jungwirth está haciendo una labor maravillosa al hacerse cargo de las capillas del campo en el Sur. La mayor parte de su tiempo se lo pasa viajando hacia esos lugares y, naturalmente, encuentra muchas dificultades con su Jeep enfermizo. Cuando sale, lo hace solo con la esperanza de poder regresar con el mentado vehículo en una sola pieza. Una tarde estaba botado en el camino entre Purranque y Río Negro, con el motor sobre calentado. Cerca pudo encontrar una casita, y luego de llamar a gritos, pudo conseguir un balde de agua para enfriar el motor. El clima es siempre algo incierto y la condición de los senderos, que son llamados caminos, es materia de dudas.
(The Precious Blood Messenger, septiembre, 1951, pp. 27).