12. LOS INICIOS EN LA PARROQUIA SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA RIACHUELO

En junio el Padre William Frantz fue designado párroco de la Iglesia San Joaquín y Santa Ana en Riachuelo. Sus primeros esfuerzos fueron conocer a la gente del pueblo y de los territorios adyacentes.  Se armó con regalos para los niños, especialmente, santitos. Sus observaciones son muy interesantes: “La mayoría de las casas en Riachuelo son ranchos como los que encontramos generalmente en las parcelas pobres y que se usan para guardar herramientas –no tienen piso y frecuentemente no tienen  ventanas. La calefacción en muchos casos consiste en una olla con pedazos de carbón. Las pertenencias de la familia están todas en una sola pieza que sirve como dormitorio, cocina, comedor, etc. Puede haber una silla o una banca y unas pocas tablas que sirven de mesa. Naturalmente no hay agua de cañerías y ningún esfuerzo por la limpieza. Los  techos generalmente gotean y no hay evidencia de pintura. A veces un pequeño pedazo de tierra con una cerca hechiza da evidencias de algún jardín.                   “Hasta el momento he sido recibido muy cordialmente. Como de costumbre, hay  muchos matrimonios mal constituidos, muchos adultos que no han recibido otro sacramento que el bautismo, y familias que viven en una pobreza horrible. La fe está aquí, pero la ignorancia y la flaqueza humana la han casi borrado. Consecuentemente en cada casa se necesita mucha instrucción, y en donde hay esperanzas que la familia regrese a la fe, se bendice el matrimonio y se inscribe a los niños en las clases de Catecismo, de acuerdo a la edad.

                  “Cada visita al campo montañoso consiste en la misma rutina. En un viaje reciente a Río Blanco a caballo, se    me informó que tres miembros de una familia murieron de tifus y que los cinco restantes también lo habían contraído. Y en este distrito eso significa la muerte. En consecuencia partí inmediatamente en busca de esta familia. Tuve que cruzar el Río Blanco cinco veces, nadando con mi caballo. Enseguida tuve que pasar por la jungla de senderos llenos de barro que estaba líquido, como un jabón líquido, y el  caballo se hundía hasta el pecho.   Y para cuando llegué, ya no me veía como un sacerdote, sino como un vagabundo. Al principio se me negó la entrada. Declararon de inmediato que eran católicos romanos y después de unas pocas palabras de explicación, fui admitido. Gracias a Dios no había evidencias de tifus. Di instrucciones de hervir el agua y comencé a limpiar el lugar porque estaba inmundo.

                  “Otro llamado para visitar un enfermo en esa región mostró una casa o rancho que consistía en tablas afirmadas contra la pared, sin piso, y dentro, había una mujer anciana con neumonía.

                  “Enseñar en los colegios del distrito es una tarea poco gratificante. Sin embargo, existen las excepciones y ocasionalmente dan aliento. Una de éstas es el colegio de Sajonia que queda a una hora y media a caballo por caminos que no pueden ser más malos. El segundo domingo del mes, después de dos Misas en Riachuelo, viajo a Río Blanco en Jeep, y luego media hora a caballo a un Fundo donde digo Misa a las  once y media. Poco después, llevo la Comunión a cualquiera que esté en peligro de muerte en el distrito. Luego, después de volver al Fundo  tengo bautismos, matrimonios y ceno. Durante la parte restante de la tarde, visito al resto de los enfermos. Después de una Misa temprano el lunes en la mañana en la Capilla de Río Blanco, voy a Sajonia a enseñar en el colegio público. Y finalmente regreso a Río Blanco al Jeep y a casa.

                  “Uno de estos viajes a Río Blanco me trajo una sorpresa. Un domingo la ‘profesora’ del colegio me pidió que dijera Misa un lunes en Sajonia en una bodega vacía. Acepté contento. Llegué y encontré una gran cantidad de adultos y alrededor de treinta niños esperándome. Muchos de ellos que  habían caminado tres horas, se confesaron y comulgaron. Después de Misa hubo bautismos y matrimonios. Fue ciertamente un viaje gratificante. Tuve aquí la Primera Comunión el 2 de octubre. Tenemos muy pocos domingos que sean fechas abiertas, ya que debemos planificar las Primeras Comuniones en los distintos colegios que están en regiones de difícil acceso.

                  “Dios les bendiga a todos ustedes y recuérdenme a mí y a esta gente maravillosa.”

                   (The Gasparian, Vol.XII, noviembre, 1949,  N°9, pág.5).