VISITA DEL PROVINCIAL A CHILE
Carta del Padre Byrne, CPPS Provincial de la Provincia de Cincinnati de la Congregación de Misioneros de la Preciosa Sangre, mientras estuvo de gira por Chile.
SALUDOS A TODOS:
Mi visita a Chile ha terminado. Voy camino a casa. Acabo de despegar del Aeropuerto Internacional de Santiago en Cerrillos. Todos nuestros Padres que trabajan en Santiago me fueron a ver. Un gran grupo. Sentí dejarlos. Tuve un grato momento.
He estado en Santiago cinco veces. En cada visita noto progreso. Incluso más esta vez. La ciudad parece más próspera, las casas de los pobres son mejores y más ordenadas, la gente se viste mejor. Es la única ciudad que conozco que divide a los pobres de los ricos tan abruptamente mediante el Centro (cívico-comercial). Vayan al oeste y desde el Centro, verán pobreza todo el tiempo hasta la montaña; vayan al este e irán por anchas avenidas, pasarán por casas elegantes, por parques bien tenidos y cuidados, coquetos vecindarios.
La mayoría de nuestros hombres trabajan en la parroquia de San José – una de las más pobres de Santiago. Es inmensa. Es como una diócesis, con alrededor de 120.000 habitantes. Uno de sus sectores, Roosevelt (nombrado por Franklin Délano Roosevelt) tenía especial interés para mí. Cuando visité esa población en 1957, era un horrible conjunto de callampas. Hoy día, las casas modestas de concreto y ladrillos han reemplazado a los ranchos. Las calles están pavimentadas, hay atractivas murallas y rejas que guardan las pequeñas casas, hay alcantarillado en las casas. Fue un progreso lento pero sostenido. Las casas fueron construidas pieza por pieza, según lo permitía el presupuesto, en un período de diez años. Todavía muy pobre de acuerdo a nuestros estándares, pero al menos la gente está viviendo ahora – no sólo sobreviviendo. Roosevelt me dijo mucho. Los pobres de Santiago están emprendiendo, están decididos y no aceptarán la pobreza como inevitable. Todavía, ahora hay aquí un rayo de esperanza.
La renovación de Vaticano II en Chile está muy adelantada en lo que he visto hasta ahora. Algo que uno nota en las calles, en la vestimenta de los sacerdotes y de las monjas. Rara vez vi un cuello clerical. Sólo unos pocos de los archi conservadores todavía usan sotana. Realmente, no hay ningún intento de uniformidad. Aunque el Cardenal Raúl Silva Henríquez recomienda el terno negro o el gris con una camisa abotonada oscura, uno tiene la impresión que los sacerdotes están usando lo que tienen y en la medida que sea cómodo. Hasta ahora no se usan las corbatas. De manera que no se puede distinguir un sacerdote de un laico. Prácticamente todos están convencidos que el cuello clerical es una barrera.
Me encontré con el Obispo Fernando Aristía que está a cargo de una parte de la Arquidiócesis de Santiago, incluyendo el área de San José. Se lo podía tomar por un trabajador, a menos que se lo mirara con ojo crítico. Entonces uno descubría que usaba un modesto anillo episcopal, una cruz pectoral con una cadena barata en el bolsillo de su camisa, de otro modo, se vería como un trabajador. Los sacerdotes le idolatran. Los pobres le aman.
Tan obsesionado está con identificarse con los pobres que se ha cambiado al barrio. Su casa no es mejor que la de sus pobres vecinos. Si el Obispo Fernando logra lo que quiere, los seminaristas de Santiago vivirán en el barrio también, en pequeños grupos. El seminario mayor ya ha cerrado. Hasta ahora, los seminaristas han sido asignados a distintas casas parroquiales, en donde realizan tareas apostólicas cuando no asisten a la Universidad. La mayoría predice que el Obispo Fernando los llevará finalmente a los barrios. Si eso sucede, nuestros seminaristas CPPS deberían cambiarse también.
Aquí nadie habla de éxito en el apostolado. Nuestros hombres han probado al menos 10 programas desde 1947 y han descartado muchos. Si no resulta, traten otra cosa, parece ser la política chilena. Justo ahora, formar pequeñas comunidades de barrio parece excelente. No se preocupen por los números. Sólo comiencen con unos pocos y esperen poder imbuir algo de interés en Cristo. Es todo muy básico y pre-evangélico. El Cardenal de Santiago admite categóricamente que los chilenos no están listos para el catolicismo sacramental. Eso vendrá más tarde, mucho más tarde.
Lo que más me asombró cuando dejé Chile fue el indomable espíritu de nuestros misioneros frente a resultados tan escasos. Ni trazas de desánimo detecté. Ni falta de celo. Sólo intentar, intentar e intentar.
Todo lo que piden es más ayuda. Y cuando regreso a mi cómodo Estados Unidos, me gustaría poder prometerles la ayuda que quieren y necesitan.
John Byrne, CPPS.
(Precious Blood Messenger, marzo, 1968, págs.75-76, Vol.III