El vino, tal como se conoce hoy en día, es una bebida alcohólica procedente de la fermentación del zumo de uva, la cual se produce gracias a la acción de las levaduras presentes en el hollejo de las uvas. El nombre vino procede del latín vinum , que se cree que procede del griego oinos e incluso del sánscrito vêna.
El vino es un líquido muy complejo. Contiene agua, alcohol, azúcares no fermentables, ácidos orgánicos, sales minerales y muy pocas vitaminas del grupo B; además de sustancias colorantes y taninos con potente capacidad antioxidante.
El consumo frecuente de vino en dosis elevadas ocasiona también lesiones tisulares (especialmente en el sistema nervioso central y el hígado) lo que constituye, como otras bebidas alcohólicas, un factor predisponente para la cirrosis y carcinomas.
Ayuda a prevenir el daño arterial causado por los altos niveles de colesterol de las lipoproteínas de baja densidad (LDL, por sus siglas en inglés) , que también se conoce como colesterol malo. Puede mejorar el funcionamiento de la capa de células que recubren los vasos sanguíneos.
Una copa de vino contiene aproximadamente 125 calorías. Es decir, el mismo aporte calórico que nos ofrecen dos manzanas, un vaso de leche o una lata de atún.