El aceite de girasol es un aceite vegetal que se obtiene de las semillas de la planta de girasol. Es bien conocido por contribuir a alisar la piel y a fortalecer la barrera cutánea. Se utiliza para ayudar a mejorar la tersura, la textura y la hidratación cutáneas.
Es un alimento nutricionalmente saludable y apto para la dieta mediterránea por su equilibrio entre grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas, y contiene además compuestos minoritarios de interés nutricional, en particular, Vitamina E y fitoesteroles en alta concentración.
Es uno de los aceites más saludables gracias a su alto contenido nutritivo. El elemento principal de este aceite es el aceite linoleico, una grasa que es rica en omega 6. La función del omega 6 es hidratar, proteger y reparar la piel.
En las variedades tradicionales, el aceite de girasol obtenido tiene, en promedio, un 10 % de ácidos grasos saturados y un 90% de insaturados. De estos últimos los más frecuentes son el ácido oleico (14-39%) y el acido linoléico (48-74%).
Es rico en vitamina E, por lo que es un excelente antioxidante, ayudando a prevenir enfermedades como el asma o la artritis reumática y protegiendo las células del organismo de la oxidación. Al estar compuesto por ácido linoleico, mejora la salud cardiovascular y posee efectos antiinflamatorios.
El consumo excesivo de este tipo de aceite puede causar obesidad, dolores en las articulaciones y diabetes. Igualmente puede provocar cáncer de próstata y en mujeres menopáusicas cáncer de seno.
El aceite más recomendado para las frituras es el Aceite de Oliva Virgen Extra. De hecho, los expertos de la salud lo recomiendan por encima de cualquier otro aceite vegetal, como puede ser el de girasol.
Contiene unas 884 calorias por cada 100 gr.
Elaboración del aceite de girasol