El queso feta es un queso blanco, salado y desmenuzable originario de Grecia. Se trata de un producto lácteo producido tradicionalmente con leche de oveja.
Es una variedad de queso blanco y fresco que tiene su punto diferencial en su proceso de elaboración. Partiendo de la leche de oveja, aunque en ocasiones también se emplea mezclada con leche procedente de cabra o vaca, esta se somete a un proceso de curación en salmuera.
El queso feta es reconocido como una gran fuente de vitaminas y minerales. Tiene alto contenido de fósforo, hierro, manganeso, selenio, zinc y potasio. También es rico en Vitamina A y B6. Además, el queso feta contiene probióticos, los cuales pueden ayudar a la salud del sistema digestivo y a reforzar tu inmunidad.
Por sus valores nutricionales, el feta entra en la categoría de quesos bajos en grasa: 100 gramos de producto equivalen a unas 260 calorías (más o menos lo mismo que una mozzarella).
La ración recomendada para el queso de untar en una tostada es de 30 g al día. En el caso de la mozzarella y el queso feta, su consumo diario podría oscilar entre 50-70 g.