SUCESIONES
Historia de las matemáticas
(Leonardo Bigollo, llamado también Leonardo Fibonacci, Leonardo Pisano, Leonardo Bonacci o Fibonacci; Pisa, actual Italia, c. 1175 - id., c. 1240) Matemático italiano que difundió en Occidente los conocimientos científicos del mundo árabe, los cuales recopiló en el Liber Abaci (Libro del ábaco). Popularizó el uso de las cifras árabes y expuso los principios de la trigonometría en su obra Practica Geometriae (Práctica de la geometría).
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Ejemplo sucesión recurrente
Fibonacci
Considerado como el primer algebrista de Europa (cronológicamente hablando) y como el introductor del sistema numérico árabe, fue educado de niño en Argelia, donde su padre era funcionario de aduanas, y donde aprendió "el ábaco, al uso de los indios". Después tuvo manera, por razones de tipo comercial, de conocer todo lo que de esta ciencia se enseñaba en Egipto, en Siria, en Sicilia y en Provenza. Al material así reunido le dio un orden, una unidad de método y una claridad de enseñanza en el Liber Abaci (Libro del ábaco), que, como modelo de texto universitario, sirvió también, por su caudal de ejemplos, para la compilación de manuales de aritmética para uso de los comerciantes.
Escrita en 1202 y ampliada en una segunda redacción en 1228, la obra contiene quince capítulos; en el primero se expone la numeración de las nueve cifras que Fibonacci llama "indias" y que, en efecto, son diez, porque es necesario añadirles el cero "quod arabice zephirum apellatur"; en los capítulos siguientes Leonardo expone nociones suficientes sobre el cálculo digital, tablas de adición y multiplicación, mostrando su uso para realizar las cuatro operaciones con cifras de considerable extensión, y dando a conocer los criterios de divisibilidad por dos, por tres y hasta trece, reuniendo en tablitas a propósito los resultados de las divisiones por estos números de algunos enteros no superiores al 200.
En el sexto y el séptimo capítulos trata de las fracciones, del concepto y las aplicaciones del mínimo común múltiplo y de una "tabula disgregationis" que, enseñando la descomposición de buen número de fracciones ordinarias en fundamentales, revela la persistencia de la logística egipcia. La segunda parte del libro, "Regla de Álgebra", contiene las fórmulas para reconocer las ecuaciones de segundo grado, con las demostraciones según el modo antiguo, mediante construcciones geométricas, y numerosos problemas que se pueden resolver con ecuaciones o con sistemas de ecuaciones reducibles a las de segundo grado. Este libro, que debe considerarse como uno de los más importantes de aquella época por la influencia que tuvo sobre la entonces renaciente conciencia científica occidental, le procuró al autor vasta fama y llamó sobre él la atención del emperador Federico II, que le invitó a su corte.
En 1220 dio a luz Práctica de la geometría, donde figuran una introducción vinculada a las proposiciones fundamentales de Euclides, reglas para la medida de longitudes, áreas y volúmenes y la división de las figuras, y las demostraciones de tales normas, con aplicaciones concretas y desarrollos de cálculo que constituyen un útil complemento de la obra anterior. Siguiendo el ejemplo de los maestros griegos, Leonardo Pisano modeló esta obra al estilo de los Elementos de Euclides, y enseñando los procedimientos a seguir cuando se quiere medir una superficie o un volumen o dividir una figura dada en partes sujetas a condiciones propuestas, acompañó siempre su enseñanza con demostraciones y cálculos debidamente desarrollados, a fin de poner de relieve que habla realizado investigaciones semejantes a las contenidas en la Métrica de Herón de Alejandría.
Si bien esta obra de Fibonacci tenía un carácter exclusivamente didáctico, hay que convenir que constituye uno de los principales tratados geométricos de la Edad Media. Por otra parte se encuentra en la misma obra una parte intermedia dedicada a una teoría aritmética sobre los radicales cuadrados y cúbicos, aparte de un método para la extracción de las raíces cuadrada y cúbica de un número dado. Merece también destacarse en el libro de Fibonacci la exposición de los procedimientos ideados por Arquitas, Platón y Herón de Alejandría para duplicar el cubo, problema que junto con el de la cuadratura del círculo y la trisección del ángulo, sedujo vanamente a generaciones enteras de estudiosos.
Entre otros textos de Fibonacci conocidos figura un comentario al libro de los Elementos de Euclides. Se sabe también que compuso un Libro di merchatanti. Es asimismo célebre por el descubrimiento de la denominada serie de Fibonacci, entre cuyas propiedades cabe citar su recurrencia en numerosas formaciones orgánicas naturales.
Progresiones aritméticas
Progresiones geométricas
Rincón de curiosidades
La historia del ajedrez.
Divagaciones sobre las progresiones.
Es bien conocida la historia que cuenta George Gamow sobre el tablero de ajedrez.
El rey Sirham, de la India, quería premiar a su gran visir Sisa Ben Dahir por haber inventado el juego del ajedrez.
-“Majestad”, dijo, “dadme un grano de trigo para ponerlo en la primera casilla, dos para la segunda, cuatro para la tercera y así, oh rey, duplicando el número para cada casilla, dadme granos suficientes para cubrir todo el tablero”
- “No pides mucho, mi fiel servidor” contestó el rey y ordenó que se le trajese un saco de trigo como pago.
Cuando comenzó el recuento, la bolsa se acabó antes de llegar a la casilla número 20.
Trajeron mas sacos pero el numero de granos necesario aumentaba rápidamente y todo el trigo que producía el reino apenas era suficiente para cubrir la mitad del tablero!
Si hacemos el cálculo veremos que el número de granos necesario sería:
N = 1 + 2 + 2 ^2 + 2 ^3 + ··· + 2 ^63 = 18.344.674.420.737.091.551.615 que es aproximadamente 200 veces la producción mundial actual de trigo durante un año.
En un libro de Adrián Paenza se cuenta también esta vieja historia cambiando el trigo por arroz:
El Rey de un condado quería premiar a un súbdito que le había hecho un favor y le había salvado la vida.
Cuando éste le dice que lo único que quiere es que ponga en un tablero de ajedrez un granito de arroz en el primer cuadrado, dos en el segundo, cuatro en el tercero, ocho en el cuarto, dieciséis en el quinto, treinta y dos en el sexto, y así, duplicando cada vez hasta recorrer todos los cuadraditos del tablero, el Rey descubre que no alcanzan los granitos de arroz de todo su reino (ni los de todos los reinos de los alrededores) para poder satisfacer la demanda de su “salvador”.
¿Cuántos granos de arroz salen?
Exactamente 18.446.744.073.709.551.615.
El número es desde luego enorme, pero cuando nos encontramos con estas magnitudes la intuición nos falla.
Todo nos parece igualmente “enorme”. Lo que me ha gustado de Paenza es una idea para hacer más tangible el número: pensar en el peso de ese arroz. Como él no hace la cuenta, la voy a hacer yo.
Cada grano de arroz pesa unos 30 miligramos, así que tendríamos sobre el tablero 550 miles de millones de toneladas de arroz. La cosecha mundial del año 2004 fue de 600 millones de toneladas. Redondeando, para poder pagar a su súbdito, el rey necesitaría todo el arroz que produce el mundo durante mil años.