Mateo 3:8

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Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

ποιήσατε οὖν καρπὸν ἄξιον τῆς μετανοίας

poiêsate oun karpon axion tês metanoias

haced[2] por lo tanto[1] fruto digno de arrepentimiento

Textus Receptus Stephanus 1550

ποιησατε ουν καρπους αξιους της μετανοιας

Vulgata

facite ergo fructum dignum paenitentiae

Almeida Revista e Atualizada

Produzi, pois, frutos dignos de arrependimento;

La Nuova Diodati

Fate dunque frutti degni di ravvedimento!

Luther Bibel 1545

Sehet zu, tut rechtschaffene Frucht der Buße!

Haced

ποιήσατε [poiêsate] Aoristo Imperativo Activo, 2ª pl. de ποιέω [poiéô] "hacer", "ejecutar", "realizar", "efectuar"; "producir"; "construir", "fabricar". El aoristo indica una acción definitiva, hecha de una vez. cf. vers. 3.

pues

οὖν [oun] conjunción que indica que un hecho o acontecimiento se sigue o resulta de otro: "entonces", "por esta razón", "consecuentemente", "de modo que", "así siendo". Nunca se halla al inicio de una oración.

frutos

καρπὸν [karpon] (sust. masc.) acus. sing. de

καρπός [karpós] "fruto".

El fruto que se da revela el carácter:

"¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?" (Mat. 7:9, 10).

"O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol." (Mat. 12:33).

La prueba de la conversión es una transformación de la vida. La prueba de la sinceridad de los fariseos y saduceos que vinieron al bautismo de Juan sería el cambio radical de parecer y de conducta que implica la palabra "arrepentimiento" (ver com. cap. 3:2). La mera profesión de fe nada vale.

"Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa en el fuego." (Lucas 3:9).

No por su nombre, sino por sus frutos, se determina el valor de un árbol. Si el fruto no tiene valor, el nombre no puede salvar al árbol de la destrucción. Juan declaró a los judíos que su situación delante de Dios había de ser decidida por su carácter y su vida. La profesión era inútil. Si su vida y su carácter no estaban en armonía con la ley de Dios, no eran su pueblo. El divino Hortelano espera pacientemente que madure el fruto del carácter en la vida de quienes profesan servirle:

"Dijo también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor, déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después." (Luc. 13:6-9).

digno

ἄξιον [axion] (adjetivo) acus. sing. masc. de

ἄξιος [áxios] "digno", "merecedor", "apropiado", "correspondiente", "adecuado", "conveniente", "conforme", "concorde".

Westcott-Hort 1881

ποιησατε ουν καρπον αξιον της μετανοιας

Reina-Valera 1960

Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento,

King James Version

Bring forth therefore fruits meet for repentance:

La Bible du Semeur

Montrez plutôt par vos actes que vous avez changé de vie.

Russian Synodal Version

сотворите же достойный плод покаяния

de

τῆς [tês] (artículo) gen. sing. fem. de [ho]

arrepentimiento

μετανοίας [metanoías] (sust. fem.) gen. sing. de

μετάνοια [metánoia] "cambio de opinión [mente, dirección]", "arrepentimiento", conversión". Como término teológico es el acto de abandonar el pecado, aceptar el gratuito don de Dios de la salvación e iniciar el compañerismo con Dios. Ver com. vers. 2.

Los "frutos dignos de arrepentimiento", es decir, los que corresponden con la profesión de arrepentimiento, son el fruto del Espíritu (Gál. 5:22-23; 1 Ped.1:5-7), y sin la presencia del Espíritu en la vida, no pueden producirse. Alejados de "la vid", nadie puede llevar fruto:

"Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer." (Juan 15: 4-5).

Dad, pues, fruto digno de conversión, (BJ)

Por tanto, dad frutos dignos de arrepentimiento;