4:10

"Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra."

ויאמר מה עשית קול דמי אחיך

צעקים אלי מן־האדמה

,וַיֹּאמֶר, מֶה עָשִׂיתָ; קוֹל דְּמֵי אָחִיךָ

צֹעֲקִים אֵלַי מִן-הָאֲדָמָה

LXX:

και ειπεν ο θεος τι εποιησας φωνη αιματος του αδελφου σου βοα προς με εκ της γης

Vulgata:

dixitque ad eum quid fecisti vox sanguinis fratris tui clamat ad me de terra

Dios había dado a Caín una oportunidad para que confesara su pecado. Había tenido tiempo para reflexionar. Conocía la enormidad de la acción que había cometido y de la mentira de que se había valido para esconder su crimen; pero seguía aún en su rebeldía, y la sentencia no se hizo esperar. La voz divina que antes se había oído en tono de súplica y amonestación pronunció las terribles palabras:

¿Qué has hecho?

La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

El espantado asesino encontró que un Dios que todo lo ve y que todo lo sabe leía su alma desnuda. ¿Cómo podía Aquel que advierte la caída de un gorrión, Aquel que es el autor de la vida, quedar sordo ante el silencioso clamor del primer mártir?

"¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos." (Mat. 10: 29-31).

"Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus santos." (Sal. 116: 15).

La sangre es la vida, y como tal es preciosa para el gran Dador de la vida (Gén. 9: 4).

Contra todas las crueldades del hombre hacia sus prójimos, a lo largo de todos los siglos, el clamor de Abel asciende a Dios (Heb. 11: 4).

Abel fue muerto por un pariente cercano. También Cristo, al venir al mundo como "pariente" de la humanidad, fue rechazado y muerto por sus hermanos.

4:9 4:11