8:21

"Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la

tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su

juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho."

LXX:

και ωσφρανθη κυριος ο θεος οσμην ευωδιας και ειπεν κυριος ο θεος διανοηθεις ου προσθησω ετι του καταρασασθαι την γην δια τα εργα των ανθρωπων οτι εγκειται η διανοια του ανθρωπου επιμελως επι τα πονηρα εκ νεοτητος ου προσθησω ουν ετι παταξαι πασαν σαρκα ζωσαν καθως εποιησα

Vulgata:

odoratusque est Dominus odorem suavitatis et ait ad eum nequaquam ultra maledicam terrae propter homines sensus enim et cogitatio humani cordis in malum prona sunt ab adulescentia sua non igitur ultra percutiam omnem animantem sicut feci

Percibió Jehová olor grato.

La satisfacción de Dios por la conducta de Noé y la forma en que aceptó la ofrenda de Noé, se presentan en un lenguaje muy humano. La respuesta divina al ferviente culto de Noé fue la decisión de que la tierra nunca sería otra vez destruida por un diluvio. Esta promesa no fue comunicada a Noé sino un tiempo después (ver cap. 9: 8-17).

Las palabras "no volveré más a maldecir la tierra" no quitaron la maldición del cap. 3: 17. Simplemente se refieren a que una catástrofe universal, tal como el diluvio, no sobrevendría otra vez a la humanidad. Esto no incluye inundaciones locales.

El intento del corazón del hombre.

Algunos comentadores han visto una contradicción entre este versículo y el pasaje del cap. 6: 5-7. Dios había decretado el diluvio porque "todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal", y aquí, por la misma razón, promete que nunca más mandaría otro diluvio. Debe ser que en el primer caso "pensamientos" se refiere a una modalidad intencional de pensamiento pervertido que se traducía en acción (cap. 6: 5), y en cambio aquí se refiere a las tendencias inherentes del hombre.

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