9:21

"y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda."

LXX:

και επιεν εκ του οινου και εμεθυσθη και εγυμνωθη εν τω οικω αυτου

Vulgata:

bibensque vinum inebriatus est et nudatus in tabernaculo suo

Vino.

Heb. yayin, el jugo de la uva. En la mayoría, si no en todos los casos, el contexto de las Escrituras indica una bebida fermentada y por lo tanto embriagante. Al tomar Noé esta bebida, "se embriagó". Puesto que la embriaguez había sido uno de los pecados de la era antediluviana, debemos suponer que Noé estaba familiarizado con los efectos perjudiciales de la ingestión de bebidas alcohólicas.

El registro del pecado de Noé da testimonio de la imparcialidad de las Escrituras, que consignan las faltas de los grandes hombres tanto como sus virtudes.

La edad o las victorias espirituales previas no son una garantía contra la derrota en la hora de la tentación. ¿Quién hubiera pensado que un hombre que había caminado con Dios durante siglos y que había resistido las tentaciones de multitudes, caería solo? Una hora de descuido puede manchar la vida más pura y deshacer mucho del bien que ha sido hecho en el curso de los años.

Estaba descubierto.

"El vino es escarnecedor" (Prov. 20: 1) y puede engañar a los hombres más sabios si no son vigilantes. La embriaguez deforma y degrada el templo del Espíritu Santo que somos nosotros, debilita los principios morales y así expone al hombre a incontables males. Pierde el dominio tanto de las facultades físicas como mentales. La intemperancia de Noé trajo vergüenza a un anciano

respetable, y sometió al ludibrio y a la burla a uno que era sabio y bueno.

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