15:16

"Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún

no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí."

ודור רביעי ישובו הנה כי

לא־שלם עון האמרי עד־הנה

וְדוֹר רְבִיעִי, יָשׁוּבוּ הֵנָּה: כִּי

לֹא-שָׁלֵם עֲו‍ֹן הָאֱמֹרִי, עַד-הֵנָּה

LXX:

τεταρτη δε γενεα αποστραφησονται ωδε ουπω γαρ αναπεπληρωνται αι αμαρτιαι των αμορραιων εως του νυν

Vulgata:

generatione autem quarta revertentur huc necdum enim conpletae sunt iniquitates Amorreorum usque ad praesens tempus

En la cuarta generación.

Los que aplican los 400 años del vers. 13 al tiempo que realmente pasaron los hebreos en Egipto, encuentran aquí una grave dificultad. Deben suponer que las cuatro generaciones tuvieron un promedio exacto de 100 años cada una. Esto es contrario a la evidencia de que disponemos. Sin embargo, puesto que los 400 años del vers. 13 se deben referir al tiempo que va desde Abram hasta el éxodo (ver com. de vers. 13) y puesto que el tiempo que realmente pasó Israel en Egipto fue sólo de 215 años, no existe ninguna discrepancia entre esta predicción y su cumplimiento. Caleb perteneció a la cuarta generación contando desde Judá (1 Crón. 2: 3-5, 18) y Moisés desde Leví (Éxodo 6: 16-20).

Los intentos para determinar la duración de una "generación" sobre la base de Gén. 15: 13, 16 son injustificados, y los resultados son completamente engañosos. Sin embargo, esto podría significar que una "generación", o grupo de personas, entró en Egipto, dos moraron allí, y la cuarta salió del país.

La maldad del amorreo.

Hubo dos razones fundamentales para la indudable dilación en el cumplimiento de la promesa divina. En primer lugar, se necesitaría tiempo para que se multiplicara la descendencia de Abram hasta el punto de poder tomar el país. En segundo lugar, el amor y la justicia de Dios demandaban que hubiera una prolongación del tiempo de gracia de los amorreos para que ni ellos ni otros acusaran a Dios de injusticia y parcialidad cuando llegara el tiempo de destruirlos y tomar su territorio. En otras palabras, los hebreos no estaban listos para poseer la tierra ni Dios estaba listo para desposeer a los amorreos.

Hay un grado de iniquidad señalado más allá del cual no pueden ir las naciones sin enfrentarse con los castigos de Dios. La profundidad de la depravación y degeneración moral en que se habían sumido los habitantes de Canaán en el tiempo de Moisés queda de manifiesto por su literatura mitológica, posteriormente descubierta. Ellos describen a sus dioses como seres crueles y sedientos de sangre, que se matan y engañan mutuamente, y cuya inmoralidad sobrepasa toda imaginación. A semejanza de los antediluvianos y de los sodomitas los habitantes de Canaán, al igual que sus dioses, estaban movidos por las pasiones más viles. Los encontramos sacrificando a sus hijos, adorando serpientes y practicando rituales inmorales en sus templos. Sus santuarios

albergaban a prostitutas profesionales y a homosexuales. Los amorreos, la más poderosa de las diversas tribus cananeas, aquí representan a todos los habitantes de Canaán (ver Jos. 24: 15; Jueces 6: 10; etc.).

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