Origen

El primitivo calendario hebreo tal como aparece en la Biblia, estaba admirablemente bien adaptado a las necesidades de un pueblo que carecía de relojes, calendarios impresos y, hasta donde lo sepamos, de astronomía.

Se basaba en principios sencillos:

- el comienzo del día era a la puesta del sol,

- las semanas se contaban en forma continuada con siete días cada una,

- el mes comenzaba con la luna nueva,

- y el año era regulado por la cosecha.

Por supuesto que tal calendario debía ajustarse para que el año se mantuviese en la debida relación con las estaciones, pero lo mismo puede decirse de nuestro calendario solar, usado hoy en la mayor parte del mundo. La diferencia es que nuestro año tiene sólo aproximadamente un cuarto de día menos que el verdadero año de las estaciones determinado por el Sol, mientras que el año lunar corriente de 12 meses "lunares" tiene 10 u 11 días menos que el verdadero año solar.

Nosotros ajustamos nuestro calendario solar dejando acumular el error durante 4 años para luego agregar el 29 de febrero en el año bisiesto. En el calendario lunar ese error de 10 u 11 días sigue hasta acumularse todo un mes, que se corrige agregando un 13er. mes, cosa que ocurre cada dos o tres años (7 veces en 19 años).

LOS ISRAELITAS no poseían el conocimiento astronómico necesario para elaborar un calendario solar como el que hoy usamos, con sus ajustes de año bisiesto; pero en ocasión del éxodo Dios instituyó un método sencillo y eficiente para que el año del calendario no estuviera permanentemente fuera de relación con las estaciones del año natural.

LOS HEBREOS heredaron los elementos del calendario de sus antepasados semíticos, quienes desde tiempos inmemoriales habían calculado sus meses según la Luna. Suponemos que para Abrahán, como también para sus vecinos mesopotámicos de Ur, cada nuevo mes, y en consecuencia el primer día del mes, comenzaba con la aparición de la luna nueva al atardecer, y sus descendientes no tendrían por qué cambiar su práctica.

Aun mientras estuvieron en Egipto, no hubo necesidad de que abandonasen su día, que computaban de atardecer a atardecer, ni su mes lunar, para adoptar el calendario solar egipcio de 365 días, porque estos barbudos pastores semitas, que eran abominación para los egipcios, vivían aparte en Gosén siguiendo sus propias costumbres. Aunque en buena medida habían descuidado el sábado , indudablemente conservaban el conocimiento de este día santo semanal y del mes lunar, porque aun un esclavo fabricante de ladrillos podía contar siete días y observar la aparición de la luna nueva.

Pero también es posible que se hubieran confundido en cuanto a cuál de las lunas nuevas debía marcar el comienzo del año calendario. Si acaso habían retenido el método de añadir periódicamente un mes, como lo hacían en Mesopotamia los babilonios y los asirios, no tenemos de ello registro. En verdad, esta práctica no se menciona en la Biblia, aunque es evidente que está implicada en el calendario mosaico.

Ya sea porque no sabían cuándo debía comenzar el año, o para apartarlos del culto pagano relacionado con el año cananeo que comenzaba en otoño [del hemisferio norte], Dios les señaló definidamente el mes de primavera cuando debían comenzar a computar el año. Poco antes del éxodo le dijo a Moisés:

"Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero de los meses del año" (Éxodo 12:2).

No hubo ninguna codificación sistemática del calendario, pero las leyes civiles y ceremoniales dadas mediante Moisés contienen referencias ocasionales a los elementos del calendario.

Origen del Calendario Hebreo

Los Elementos del Calendario Hebreo

Las Fiestas Religiosas

El Cómputo de los Años

El Calendario Después del Exilio

La Arqueología y el Calendario Postexílico

Los meses, las fiestas y las estaciones de los hebreos