3:16

"A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor

darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti."

אל־האשה אמר הרבה ארבה עצבונך והרנך בעצב תלדי בנים ואל־אישך תשוקתך והוא ימשל־בך

אֶל-הָאִשָּׁה אָמַר, הַרְבָּה אַרְבֶּה עִצְּבוֹנֵךְ

,וְהֵרֹנֵךְ--בְּעֶצֶב, תֵּלְדִי בָנִים; וְאֶל-אִישֵׁךְ

תְּשׁוּקָתֵךְ, וְהוּא, יִמְשָׁל-בָּךְ

LXX:

και τη γυναικι ειπεν πληθυνων πληθυνω τας λυπας σου και τον στεναγμον σου εν λυπαις τεξη τεκνα και προς τον ανδρα σου η αποστροφη σου και αυτος σου κυριευσει

Vulgata:

mulieri quoque dixit multiplicabo aerumnas tuas et conceptus tuos in dolore paries filios et sub viri potestate eris et ipse dominabitur tui

Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces.

En el mismo principio se le había ordenado al hombre: "Fructificad y multiplicaos" (cap. 1: 28). De ahí que los embarazos tenían el propósito de ser una bendición y no una maldición. Pero la entrada del pecado significó que de allí en adelante la preñez sería acompañada por el dolor.

Con dolor.

Ciertamente, los dolores del parto iban a ser tan intensos que en las Escrituras son un símbolo de la más tremenda angustia corporal y mental:

"Ahora, ¿por qué gritas tanto? ¿No hay rey en ti? ¿Pereció tu consejero, que te ha tomado dolor como de mujer de parto? Duélete y gime, hija de Sion, como mujer que está de parto; porque ahora saldrás de la ciudad y morarás en el campo, y llegarás hasta Babilonia; allí serás librada, allí te redimirá Jehová de la mano de tus enemigos" (Miqueas 4: 9, 10).

"Que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina,

como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán" (1 Tes. 5: 3).

"La mujer cuando da a luz, tiene dolor, porque ha llegado su hora; pero después que ha dado

a luz un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que haya nacido un hombre en el mundo" (Juan 16: 21).

"Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del alumbramiento" (Apo. 12: 2).

Tu deseo será para tu marido.

La palabra hebrea shuq, "deseo", significa "ir en pos de algo", "tener un intenso anhelo de una cosa", lo que indica el más fuerte deseo posible por ella. Aunque oprimida por el hombre y torturada por los dolores del parto, la mujer todavía sentiría un intenso deseo por su esposo. Los comentadores están divididos en su opinión en cuanto a si ésta es una parte del castigo. Parece razonable concluir que este "deseo" fue dado para aliviar los dolores del sexo femenino y para unir aún más estrechamente el corazón de esposo y esposa.

El se enseñoreará de ti.

La mujer había quebrantado su relación con el hombre, divinamente señalada. En vez de ser una "ayuda idónea" para él, se había convertido en su seductora. Por eso perdió su condición de igualdad con el hombre; él iba a "enseñorearse" de ella como señor y amo. En las Escrituras, se describe a una esposa como que es "poseída" por su señor. Entre la mayoría de los pueblos que no son cristianos, la mujer ha estado sometida, a través de los siglos, a la degradación y a una esclavitud virtual. Sin embargo, entre los hebreos la condición de la mujer era de una clara subordinación aunque no de opresión ni esclavitud.

El cristianismo ha colocado a la mujer en la misma plataforma que el hombre en lo que atañe a las bendiciones del Evangelio: "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3: 28).

Aunque el esposo debe ser la cabeza del hogar, los principios cristianos llevarán al hombre y a su esposa a experimentar un verdadero compañerismo, donde cada uno está tan consagrado a la felicidad y bienestar del otro, que nunca ocurre que cualquiera de ellos trate de "enseñorearse" del otro: "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas" (Col. 3: 18-19).

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