14:7

"Y volvieron y vinieron a En-mispat, que es Cades, y devastaron todo el país de los amalecitas, y también al amorreo que habitaba en Hazezontamar."

וישבו ויבאו אל־עין משפט הוא קדש ויכו את־כל־שדה העמלקי וגם

את־האמרי הישב בחצצן תמר

וַיָּשֻׁבוּ וַיָּבֹאוּ אֶל-עֵין מִשְׁפָּט, הִוא קָדֵשׁ, וַיַּכּוּ, אֶת-כָּל-שְׂדֵה הָעֲמָלֵקִי--וְגַם, אֶת-הָאֱמֹרִי, הַיֹּשֵׁב, בְּחַצְצֹן תָּמָר

LXX:

και αναστρεψαντες ηλθοσαν επι την πηγην της κρισεως αυτη εστιν καδης και κατεκοψαν παντας τους αρχοντας αμαληκ και τους αμορραιους τους κατοικουντας εν ασασανθαμαρ

Vulgata:

reversique sunt et venerunt ad fontem Mesfat ipsa est Cades et percusserunt omnem regionem Amalechitarum et Amorreum qui habitabat in Asasonthamar

En-mispat

עין משפט

'yn mshpht "fuente de juicio". Por primera vez se menciona un oasis del desierto destinado a jugar un papel importante en la historia de los israelitas durante sus 40 años de peregrinación.

Cades.

קדש

qdsh [Qâdêsh], "lugar santo [sagrado, consagrado]"). Forma abreviada de Cades-barnea (Núm. 32: 8).

Los amalecitas

עמלקי

'mlqy ['amâlêqî, 'Amâlêq].

Descendientes de Amalec (heb. 'Amâlêq, "belicoso". Hijo de Elifaz y Timna, la concubina de Elifaz; por tanto, nieto de Esaú (Gén. 36: 12, 16; 1 Crón. 1: 36). La palabra también, en sentido colectivo, significa amalecitas. (Éx. 17: 8; Núm. 13: 29). La referencia a "todo el país de los amalecitas" - devastado por Quedorlaomer y sus aliados - no significa que ya existiera en ese tiempo, sino que designa el territorio con el nombre que el autor de la narración y sus lectores conocían.

El territorio principal de los amalecitas era el desierto entre el Sinaí y el sur de Palestina, pero parece que algunos también vivieron en el área que más tarde se conoció como el monte de Efraín, el que retuvo su nombre por un tiempo (Jueces 5: 14; 12: 15).

A lo largo de toda su historia pelearon contra Israel. El primer encuentro ocurrió poco después del éxodo, cuando los amalecitas atacaron la retaguardia de Israel, pero fueron derrotados por Josué en Refidim (Éx. 17: 8-13; Deut. 25:17, 18). Luego fueron maldecidos, y predijeron su aniquilación Moisés (Ex. 17:14; Dt. 25:19) y Balaam (Núm. 24: 20). Oprimieron a Israel dos veces en tiempo de los jueces: una vez junto con los moabitas (Jueces 3:12, 13), y otra vez con los madianitas (Jueces 6: 3; 7: 12). Saúl llevó a cabo una campaña militar sistemática contra ellos y capturó a su rey, quien fue muerto por Samuel (1 Samuel 15). Sin embargo, quedaron algunos poderosos grupos de amalecitas, contra quienes David luchó repetidamente (1 Samuel 27: 8; 30: 1, 17, 18). El último encuentro de David con ellos parece que quebró su poder; con una sola excepción, no se los menciona más. Los últimos restos de amalecitas fueron aniquilados por los simeonitas en tiempos del rey Ezequías (1 Crón. 4: 42, 43).

Amorreo.

אמרי

'mry ['emôrî], "montañeses", "alpinistas".

Este pueblo es mencionado con frecuencia en los primeros libros de la Biblia. La historia de los amorreos es algo oscura, puesto que no nos dejaron registros históricos en su propio idioma, y lo que nos han legado en acadio sólo cubre breves períodos, como los reinados de unos pocos gobernantes individuales: Hamurabi de Babilonia o Zimri-Lim de Mari. La primera mención de los amorreos procede de la Mesopotamia, donde Shu-Sin, uno de los últimos reyes de la 3ª dinastía de Ur, dice que construyó un muro contra los amorreos. Esto indica que una migración de este pueblo constituía una amenaza para la Mesopotamia. En ese tiempo, los babilonios llamaban Amurru a toda Siria y Palestina, lo que indicaría que el invasor procedía de allí al ir a Mesopotamia.

Durante el período de las dinastías de Isin y Larsa, dos reyes de Larsa aparecen con nombres amorreos. Aunque el gobierno de estos reyes fue breve, constituyó un anticipo de las cosas que vendrían, y hacia el fin del s XIX a.C. encontramos a los amorreos establecidos como reyes y gobernantes por toda Mesopotamia. Por ejemplo, fundaron la 1ª dinastía de Babilonia, cuyo famoso rey, Hamurabi, edificó un imperio que se extendió desde el Golfo Pérsico hasta el Mar Mediterráneo. También de origen amorreo fue el poderoso reino de Mari. Excavaciones francesas descubrieron un gran archivo palaciego en la ciudad de este nombre. El reino fue conquistado por Hamurabi en el 33er, año de su reinado.

La hegemonía amorrea en Mesopotamia llegó a su fin, en parte, por la intervención de los hititas en el s XVI a.C. (cuando Mursilis I capturó y destruyó Babilonia), y en parte por la invasión de los casitas, quienes asumieron la administración de la mayor parte del país más o menos al mismo tiempo. Aún antes de invadir Mesopotamia, tal vez procedentes de los desiertos de Arabia o de Siria, los amorreos ya habían penetrado en Palestina y Siria; tal es así que, durante poderosa dinastía 12ª de Egipto, la mayoría de las ciudades de esas regiones estaba en manos de gobernantes amorreos. Muchos de sus nombres aparecen en los textos de execración que los egipcios usaban en su intento por frenar el poder de estos reyezuelos peligrosos. En el período de Amarna (s XIV a.C.), Amurru -un reino en el interior de Siria (Mapa III, C-4) y estado vasallo de los egipcios- aprovechó la debilidad de Egipto bajo el reinado de Amenhotep III e Iknatón para aliarse con los hititas y conquistar muchas ciudades sirias y fenicias, cuyos gobernantes, como los reyes de Amurru, eran vasallos de Egipto.

La mayor parte de nuestras informaciones acerca de los amorreos en Palestina nos viene de la Biblia. Aparentemente, estaban en posesión de una considerable región del país durante el tiempo de los patriarcas y antes de la invasión israelita. Se menciona que vivían en Hebrón y como confederados de Abrahán (Gén. 14: 13), y a veces se usaba su nombre para representar a toda la población del país (15: 16). Jacob dijo que había tomado cierta sección de Canaán de los amorreos con su espada y su arco (48: 22). También se los menciona generalmente en las listas de las naciones a quienes los israelitas debían destruir (Gén. 15: 21; Éx. 3:8; Deut. 7:1, 2; etc.). Durante el tiempo del éxodo todavía estaban en posesión de la región montañosa de Palestina occidental, y asimismo dominaban ciertas áreas de Transjordania (Núm. 13: 29; 21: 26-30; Deut. 1: 7, 19, 20, 44). Los israelitas los derrotaron en diversas ocasiones y tomaron mucho de su territorio (Núm. 21:25, 31, 32, Josué 10: 5, 6, 28-43); sin embargo, quedaron fuertes remanentes de este pueblo (Jueces 1: 35; 3:5). En tiempos de Samuel vivieron en paz con los israelitas y no se pusieron del lado de los filisteos hostiles (1 Samuel 7: 14). Salomón incorporó en los grupos de trabajos forzados de su reino a todos los amorreos que quedaban (1 Reyes 9: 20, 21; 2 Crón. 8: 7, 8).

Un problema más se debe mencionar, y tiene que ver con su afinidad racial. Poco se sabe de la lengua amorrea. Las pocas frases que se encuentran en los textos acadios y los nombres personales de esta gente muestran que hablaban una lengua semítica. En consecuencia, muchos eruditos los clasifican entre esta raza. Sin embargo, la Biblia incluye a los amorreos con los hititas y los fenicios, con respecto a los cuales existe el mismo problema, como si fueran descendientes de Cam mediante Canaán. La única solución razonable a este problema es suponer que los amorreos camitas adoptaron, en una etapa muy temprana de su historia, una lengua semítica por su relación estrecha con los semitas; y mediante casamientos mixtos frecuentes perdieron algunos de sus rasgos camíticos, y por tanto, llegaron a tener la apariencia y la lengua principalmente semíticas.

Hazezontamar (Hazezon-tamar).

חצצן תמר

jtstsn thmr [Jatsatsôn Tâmâr], "poda de la palmera" o "fila de palmeras". Nombre primitivo para En-gadi (2 Crón. 20: 2).

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