3:13

"Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí."

ויאמר יהוה אלהים לאשה

מה־זאת עשית ותאמר האשה

הנחשהשיאני ואכל

,וַיֹּאמֶר יְהוָה אֱלֹהִים לָאִשָּׁה

,מַה-זֹּאת עָשִׂית; וַתֹּאמֶר, הָאִשָּׁה

הַנָּחָשׁ הִשִּׁיאַנִי, וָאֹכֵל

LXX:

και ειπεν κυριος ο θεος τη γυναικι τι τουτο εποιησας και ειπεν η γυνη ο οφις ηπατησεν με και εφαγον

Vulgata:

et dixit Dominus Deus ad mulierem quare hoc fecisti quae respondit serpens decepit me et comedi

La serpiente me engañó.

La mujer también tenía una respuesta lista al acusar a la serpiente de haberla engañado: "¿Por qué creaste la serpiente? ¿Por qué la dejaste entrar en Edén?" Estas eran las preguntas implícitas en sus disculpas por su pecado. Así como Adán, ella culpó a Dios por su caída.

El espíritu de auto justificación se originó en el padre de la mentira; lo manifestaron nuestros primeros padres tan pronto como se sometieron a la influencia de Satanás, y se ha visto en todos los hijos e hijas de Adán. En vez de confesar humildemente su pecado, tratan de justificarse culpando a otros, a las circunstancias, a Dios, y hasta murmuran contra las bendiciones divinas.

Ni Adán ni su mujer negaron los hechos sino que procuraron escapar acusando a otro. Tampoco dieron evidencias de contrición. Sin embargo, existe una notable diferencia entre sus confesiones. La mujer protestó que había sido engañada; Adán admitió tácitamente que su acto había sido deliberado, con pleno conocimiento de sus consecuencias.

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