HMS Serpent

El naufragio del HMS Serpent (El fatal desenlace)

125 años del naufragio del Serpent

El barco histórico más celebre caído en nuestra costa fue el torpedero inglés HMS Serpent. Este crucero ligero de la Royal Navy naufragado en 1890 hizo correr ríos de tinta en la prensa inglesa y española, ataques furibundos a autoridades por la lamentable señalización marítima y falta de medios de salvamento en las costas gallegas, también truculentas historias infundadas. Atribución del naufragio a luces, desviación del compás por el hierro de los montes, mafias de naufragadores organizadas con el objetivo de robar dos presuntas arcas de oro para pagar tropas coloniales.

Incluso hasta hace una década se mantenía en los libros y censos que era un buque escuela, y no todo un moderno y bien artillado barco de guerra, un crucero con torpedos, antecedente de los destroyers. Se habló en principio en la prensa de 300 muertos, de cadáveres de tres mujeres. La única mujer enterrada en su necrópolis es una joven novicia del Trinacria (1893). Estas incorrecciones de la prensa londinense llegaron a España y se reprodujeron en los primeros días, pero algunos habían de tener un largo recorrido. Aunque la prensa española ya cita en aquellos días que es un crucero de guerra, durante el siglo XX siguió nombrándose como buque escuela entre nosotros. Feroces críticas de la prensa de la época tachaban el naufragio a defectos en la construcción y a averías en las maniobras, pero estas no fueron las causas del siniestro.

En las maniobras de septiembre de 1890 había sido remolcado por el Camperdown, pero para ahorrar carbón, no por la existencia de problemas. Las autoridades ratificaron el día 23 su buen comportamiento y le dan el visto bueno a su misión africana. En la prensa madrileña se indicaba que llevaba guardia marinas, por ello se atribuyó como buque escuela. Esta presencia confirmaba el elevado número de marineros a bordo. De hecho al ser su primera misión el crucero había incorporado marinos de otros buques de la armada. Del Cambridge, Indus, del barco-escuela torpedero Defiance. Pero el último grupo lo formaban 36 marinos del cuartel de la Marina Real de Keyham, lo que hacia bajar bastante la edad del rol. Los primeros cadáveres llegados a la costa eran ciertamente de marineros muy jóvenes, la mayor parte de la tripulación. Estos alumnos de una escuela naval también son citados en la prensa madrileña.En principio debido al primer telegrama enviado desde Corcubión se cita al capitán F.J. Gondell al mando el día del siniestro, confusión con el nombre escrito en el cable, el del primer testigo del naufragio, el superviviente F. J. Gould, patrón de la lancha salvavidas. La prensa nacional tardaría en recoger datos precisos y algunos nombres llegaron confundidos a nuestro siglo. Su primer comandante fue Edward Needham. Desde el 28 de agosto de 1888, Harry Ross. La prensa inglesa achacaba el naufragio también al magnetismo de la costa gallega que desnortaba los aparatos de navegación. Un bulo recurrente y extendido sin base científica y que demostró de forma práctica el comandante del Lapwing en sus continuas entradas y salidas en nuestros puertos, derrotas de nuestras costas e incluso pasando varias veces por la zona del siniestro en cuestión, "y ni en un solo caso fueron afectadas las agujas en lo mas mínimo".

La prensa madrileña enseguida colocó el suceso en su primera página y empezó a lanzar los priemros rumores no verificados magnificando el accidente y atacando a las autoridades navales inglesas primero y a las españolas después. En el diario La Época del 13 de noviembre se daba la noticia del hundimiento del crucero de segunda clase de la Marina Real Inglesa Serpent, con 273 muertos y tres supervivientes. Se indica que la tripulación era de 156 hombres, pero según el periodista llevaba más rol "por venir dotado de algunas fuerzas de infantería de marina o por estar sirviendo en la escuela de marina de guerra". Se anotaba el siniestro el día 11 y que el 12 habían recibido en el Almirantazgo noticia de la pérdida.

En El Imparcial una crónica formada en A Coruña el día 13 a las 3,50 horas de la tarde por José Lombadero informa de la pérdida el día 11, según datos fiables, de 277 hombres y anota una fase que quedó como coletilla durante más de un siglo, "iban también a bordo del Serpent guardias marinas". Cita los nombres de los supevivientes, Burton, Gould y Castin; y que "dos de ellos probablemente fallezcan por sus graves heridas". También que los supervientes en su testimonio indicaron que "el Serpent a las nueve de la noche navegaba a toda máquina, creíase en mar libre, de repente dio un tremendo topetazo con los bajos de punta del Boy". Según el cronista había sufrido "hace pocos meses graves averías en Brest", refugiándose en esta ciudad francesa a reparar. Por ello el "capitán Gondell" había pedido reparaciones en el barco y no lo creia preparado aun para una misión.

Según el periodista en Inglaterra "acusan al primer lord del Almirantazgo por haber enviado en La Época más brava en el Cantábrico al Serpent". Y dice que en el día anterior (12) la Lloyd y el Almirantazgo habían reconocido la pérdida. Otra crónica en el mismo medio fechada en Ferrol el 13, unas horas después, y firmada por Dafonte, aporta nueva infomacion dada por la Capitanía General del departamento de Ferrol en la que ya se citan 175 tripulantes y tres supervivientes. Que el barco procedía de Brest y se dirigía a África, o que el capitán se llamaba Fredrich J. Gondell.

El Serpent iba en ruta a Sierra Leona, y era un nuevo modelo de barco de guerra, el crucero torpedero. Suficientemente grande para acompañar a la flota, con poderosa artillería, pero además económico y veloz. Un coloso sin rival en las estaciones coloniales africanas de destino.

En medio de su linea destacaba una enorme chimenea. Con buen rumbo, el capitán creyó pasar a diez millas del viejo faro de cabo Vilán, pero ni siquiera llegó a ver la luz del pobre faro del promontorio, ya que dio en los temibles bajos de Punta do Boi, uno de los mayores cementerios marinos gallegos. 172 muertos, entre ellos el noble capitán escocés Harry Ross, y solo tres supervivientes. Burton, Luxon y Gould. Las causas están escritas en los papeles del Almirantazgo: hubo desacuerdo e incertidumbre entre los oficiales sobre el rumbo a seguir. No se hicieron las correcciones precisas, con la cerrazón no se pudieron fijar marcas, tomar rumbos, y por último no se sondeó. Nada de luces extrañas ni mafias de raqueo. De hecho, en esas jornadas unos barcos se perdieron y otros entraron maltrechos en nuestros puertos. El comandante Galloway en la cañonera HMS Lapwing el día 11 describe el temporal que sufrieron y que acabó con el Serpent. Con la noche dobló las vigías, estuvo en cubierta permanentemente junto a sus oficiales y ordenó lanzar la sonda de alta mar cada hora, luego cada media hora, cada cuarto de hora hasta ser lanzada tan rápido como podía ser dispuesta, pues la escasa profundidad de la marca avisaba de la cercanía de la costa. Los vigías avistaron tierra a seis millas y se puso proa al mar abierto. Precauciones que no adoptó el capitán Ross. Galloway pudo ver la luz del Vilán y aportar a Vigo.

El HMS Serpent, el 24 de junio de 1890, a pesar de encontrarse en situación de reserva fue asignado para prestar servicio. Zarpó del puerto inglés de Plymouth el sábado 8 de noviembre de 1890. Su destino es bordear el cabo de Buena Esperanza y enlazar con la Estación de la Costa Oeste Africana en las islas de Madeira y Acra (Sierra Leona), al mando de los siguientes oficiales: Comandante Harry Leith Ross, un oficial veterano de la Marina Real a la que se unió en 1862. Había recibido el mando del Serpent en el verano de 1890. Primer Teniente Guy Alnwic John Greville, Teniente desde 1884 con varias acciones de guerra en su historial. Oficial de Derrota, Teniente Peter N. Richards, ascendido a teniente en 1886, sin experiencia de guerra. Sin embargo, conocía la costa gallega al haber formado parte de la escolta de Alfredo, duque de Edimburgo y segundo hijo de la Reina Victoria de Inglaterra. Fue el sexto de la serie Archer, siendo botado en 1887 y entregado en marzo de 1888, con un coste de 121.000 libras.

El barco estaba armado con tres mástiles y una alargada chimenea en el centro. Fue construido con la última tecnología en acero galvanizado. 68,58 metros de eslora, 10,97 m manga, 4,42 calado, y 1.770 toneladas. 2.500 hp, 17,5 nudos, 2 máquinas vapor doble expansión, 4 calderas, 2 hélices. 6 cañones de 151 mm, 8 de 3 libras, 5 tubos lanzatorpedos 350 mm. Los seis montajes de 6" se apretujaban a bordo con ocho piezas de tiro rápido, dos ametralladoras, tres tubos lanzatorpedos (inicialmente se preveían 10), dos salas de calderas, otras dos de máquinas, 475 tn de carbón, 175 tripulantes.El Serpent y el Racoon, construidos en un astillero diferente, tenían algo más de potencia (4.500 H.P.) que sus compañeros, a los que aventajaban en un nudo con una velocidad máxima de dieciocho, pero, a pesar de sus cuatro calderas, dos máquinas de vapor horizontales y dos ejes, toda la serie aparejaba de pailebote de tres palos. El Serpent participó al menos en tres maniobras de verano entre 1888 y 1890, pero, finalizadas lo pintaron de blanco para rebajar dos grados el calor en el rumbo tropical. Precisamente dispongo de fotos del barco en su botadura, de azul y rojo, y varias tomas de unos días antes de partir en su ultimo viaje, ya de blanco.

Juan Campos menciona que las pruebas del Serpent consistieron en no menos de diez fallos consecutivos de ejes, válvulas y hasta una tapa fláccida en el cilindro de alta de la máquina de babor, pero, superado el habitual rodaje, los buques de esta serie se demostraron fiables a pesar de su atípica concentración de potencia en un espacio muy reducido. En varias de las fotografías del Serpent se aprecian algunas de sus características. Además de dos de los tres tubos lanzatorpedos (uno en la roda y otro bajo el pescante de gata), resulta visible el montaje de 6" (152 mm) de proa/babor, ubicación audaz para un buque medio.

El naufragio del Serpent

El naufragio del Serpent -En el Cementerio de los Ingleses de Camariñas reposan los capitanes Murray y Ross del Trinacria y del HMS Serpent. Harry Leith Ross, comandante del Serpent, estaba soltero. Su madre había muerto y su madre tenía 81 años. Se había vuelto a casar con una mujer 43 años más joven y a esa fortuna añadía el ser el Quinto Señor de Arnage y propietario de un castillo en Escocia. Con dos hermanos vivos mayores que él, había tenido que buscar la vida del hidalgo segundón en la Royal Navy y en septiembre de 1890 acumulaba 41 años de edad, 21 de servicio, 4 en el empleo y tres meses en el Serpent.Ya había mandado durante cuatro años un cañonero en Australia, y tenía fama de buen hombre. El más antiguo de sus tres mandos cercanos era el primer teniente Greville, de 29 años de edad, noble e hijo del contralmirante Greville. Le seguían el teniente MacLeod, de 26 años, que como el comandante también era hijo segundón de un noble escocés con castillo (el Quinto Señor de Cadboll) y el teniente Richards, compañero de promoción de MacLeod y oficial de derrota, sobrino del almirante Richards. Completaban la oficialidad un médico, un sobrecargo, tres maquinistas, un contramaestre y un artillero de torpedos.En las jornadas de preparación del buque para salir a la mar un fogonero fue detenido tras montar bronca cuando la policía "taken his sister into custody for disorderly conduct". Multado con diez chelines optó hábilmente por prisión sustitutiva, pero el juez no quiso que perdiera el barco, porque había falta de brazos en la Marina y aquel destino no era precisamente muy reclamado. Tampoco lo perdió otro fogonero que pasó casi directamente de la mazmorra a la mar, ni un mecánico que no pudo desembarcar pese a haber pagado las doce libras del "desenganche". Otros tuvieron mejor suerte, hubo quien no regresó de permiso y un par de marinos que consiguieron condenas de suficiente entidad. Cinco de los seis involucrados en maniobras de fuga trabajaban en máquinas o con el carbón, destinos realmente complicados en las latitudes tropicales y oficios para los más bajos del escalafón social.

El buque tras haber emprendido la travesía del Canal se encontró con el inicio de esa borrasca nacida en el Mar de Irlanda y que lo acompañó hasta precipitarlo contra los fatídicos bajos de O Boi. Así leemos en los Annals of Liverpool que el 7 de noviembre de 1890 sucede en las costas occidentales inglesas un gran temporal, con viento duro, que provoca la inundación de los canales marítimos de Manchester en una radio de seis millas en los sectores de Thelwall y Eastham. La crónica habla de grandes pérdidas para armadores y comerciantes, "heavy gale, great damage done to shipping and property, the Manchester ship canal flooded for about six miles, Thelwall and Eastham sections". El transporte de tropas himalaya arrivó el jueves 13 a porttsmouyth procedente de gibraltar dandon parte de que le dia 10 dfurio una galerna y fuertes corrientes por su amura de baor que lo acercaban a tierra, viendose obligado a variar el rumbo y poner proa a las olas a pelna potencia.Estamos pues ante una borrasca formada en el Mar de Irlanda, que unos días después llega a nuestras costas en donde rompe en una sucesión de ciclones.

A bordo del Serpent había al menos un negro y trece irlandeses, pero la mayoría de la dotación era de la zona de Devon/Cornualles, principalmente Devonport (Plymouth), donde había sido construido el buque y probablemente tenía su base. En buena parte eran veinteañeros y un tercio ya estaban casados. Las relaciones indican que buena parte de la dotación llevaba tiempo desembarcada o procedía de "Escuelas de Especialidad". Al ser el primer destino de buque todos sus hombres procedían de otros barcos o de la escuela naval. Tras cinco semanas de preparativos, la salida a la mar estaba prevista para el 8 de noviembre, pero dos días antes empezó a gestarse uno de esos bravos temporales del SW de cuyas citas están llenos los anales ingleses. Hubiera sido lógico demorar la salida del crucero, y en ello confiaba su oficialidad, pero ante la perspectiva de que el temporal durase semanas se decidió la salida a la mar. A las 13.30 del sábado 8 de noviembre de 1890 el Serpent largó amarras según lo previsto y parece que durante la maniobra el comandante y sus oficiales manifestaron su malestar por la decisión de partir en nave de tan poca estabilidad en aquellas condiciones.El estudio de la climatología en las orillas del mar celta en estas fechas nos permite concluir que estamos ante la primera ciclogénesis explosiva documentada en nuestras costas.Porque algo parecido ocurrió cuando sucedió el naufragio del acorazado de guerra inglés Serpent el 10 de noviembre de 1890. Los partes de la época hablan de fuerte viento, mar de fondo en el Canal y en el golfo de Vizcaya. De las borrascas que se originan en el Atlántico norte, empujadas por la corriente, que rompen en nuestras costa en donde logran sus picos de fuerza y destrucción. Así se constata en la prensa gallega y nacional. Pero también en los informes del Almirantazgo inglés de la época y otros documentos recientes.

Siguiendo la misma fuente inglesa vemos como en estas fechas del fin del verano son frecuentes los temporales que se inician en aquellas costas y llegan a las nuestras, y así se corroboran los datos británicos con los siniestros documentados en la Costa da Morte con evidentes coincidencias. En octubre del mismo año1890 la flota inglesa del Canal de la Mancha estaba refugiada en Liverpool, al mando del vicealmirante Michael C. Seymour y el almirante Loftus Mersey. El encargado precisamente de presidir la corte marcial del caso Serpent el 16 de diciembre de 1890 a bordo del Black Prince. El 19 de julio ya se avisaba de una fuerte tempestad en el Canal. Y en el transcurso de la temible borrasca nacida el 7 de noviembre en Irlanda, el día 12, 30 horas después del Serpent, se hunde en Corcubión el vapor inglés Derwenwater. Las mayores tormentas que citan las fuentes británicas a las que he tenido acceso recientemente suceden el 15 de marzo de 1905, y el 27 de febrero de 1903. Esta última calificada de "terrific gale" tendrá como consecuencia en la costa de Ferrol del siniestro del acorazado inglés Prince George.En aquella segunda semana de noviembre las costas gallegas sufrieron una sucesión de galernas y medias galernas que llevaron a numerosos barcos a buscar refugio en nuestros puertos. Algunos de estos barcos, mercantes o de guerra, se vieron involucrados en la tragedia del Serpent, como testimonios de juicio o en las faenas de ayuda tras el desastre. El viernes 14, el pequeño cañonero inglés Sandfly arribó a a A Coruña con serias averías tras pasar riesgo de naufragio el día 10. Con gran cantidad de agua embarcada, un fallo en las máquinas causaría su perdición, por lo que su capitán Paul W. Bush ordenó aligerar el barco de provisiones, pólvora, una cañón. El transporte de tropas Tyne hizo lo propio al sufrir un temporal en Finisterre subiendo de Gibraltar. El 14 se le había roto uno de los estrobos de alambre que sujetaban el minador que remolcaba.

El día 11 la goleta cañonera HMS Lapwing padeció el temporal y la falta de visibilidad, al igual que el Serpent, pero su capitán, Galloway, ordenó lanzar el escandallo que le confirmó la escasa profundidad, la cercanía de la costa, ordenando un rumbo más al oeste que lo salvó. Tenía ocho cañones y 153 hombres de tripulación. El vapor de hélice español Benita dobló Finisterre el día 10 a las ocho de la noche y su capitán percibiendo la cercanía de la costa y las peligrosas corrientes ordenó mantener rumbos más al oeste hasta las once de la noche. El día 10, flota pesquera gallega permanecía amarrada e incluso el vapor de pasaje Hércules que hacía la travesía de A Coruña a Ferrol, suspendió su ruta.

El naufragio del Serpent- El desenlace

El mal tiempo, la falta de visibilidad y la corriente mortal del mar de Camellle a Vilán tumbaron el HMS Serpent en 1890. A pesar e que la corte marcial concluyó que el crucero se perdió por un error de navegación, culpando al teniente Richards y al capitán Ross, hubo críticas a esta conclusión, entendiendo desde distintos medios que los oficiales no pudieron verificar los datos precisos en unas circunstancias extraordinarias. En general los defensores de los mandos indicaban que las causas habían sido la imposibilidad de tomar marcas y las corrientes incontrolables del Finisterre, imposibles de medir y temidas desde antiguo. No fue el primero ni sería el último naufragio en la zona lamentablemente en parecidas circunstancias, incluso en lo mismos bajos.

Desde la partida de Inglaterra el Serpent sufrió las inclemencias de un temporal que fue creciendo. No pudieron avistar las costas de bretaña. En l´Ouessant el mar aumentó al extremo de obligarles a permanecer al pairo durante varias horas hasta que una relativa mejoría les permitió continuar a unos nueve nudos, y el comandante Ross hubo de buscarse la vida al rumbo y velocidad más cómodos posibles sin ningún beneficio para la precisión de su estima. Los oficiales pensaron en regresar. El Serpent se dirigía a Sierra Leona con escala en Madeira, probablemente para repostar carbón.

Al menos en teoría, este primer tramo podía hacerlo a un rumbo directo (207/vº), y tras unas cuarenta horas a velocidad económica (doce nudos), pasaría unas diez millas al oeste de cabo Vilán. Con semejante temporal, la derrota del crucero y lo impreciso de su posición complicaba la recalada al tiempo que la hacía muy conveniente. En condiciones normales la recalada en Vilán habría ocurrido en la madrugada del lunes 10 y, precisamente, a partir de la guardia de media. Pero aquello era peor que un temporal de "surada", con ráfagas de travesía. El consejo de guerra apunta "claros indicios de que hubo incertidumbre y desacuerdo entre los oficiales sobre su posición exacta y el rumbo a seguir".El día amaneció con el ya habitual temporal del SW que permitía al Serpent navegar a unos ocho nudos "a tombos" y calando al personal. Tras cruzarse con varios buques a las 15.30 lo hicieron con el Península de la P&O, que se dirigía a Portland, intercambiando saludos a la bandera. Probablemente unas 55 millas al NNE de Vilán. el Serpent siguió su camino con viento del WSW, olas de más de 10 metros y visibilidad reducida por la constante lluvia. A las 17.16 GMT (probablemente, la hora de a bordo) se produjo el ocaso y treinta minutos después ya era de noche, pero la luna se había puesto a las 16.32 y, con las estrellas ocultas tras las nubes, el Serpent quedó sumido en tinieblas. A las 20.00 entró de guardia el teniente Richards al que acompañaba en el puente el comandante que, a las 21.00, ordenó caer un poco más a estribor para abrirse de una costa que estimaba cercana. Según un superviviente, a mediodía algunos tripulantes creyeron ver tierra, algo improbable.

Cruzarse con los barcos citados a rumbo paralelo indicaba al comandante Ross que iba por buen camino, pero la mala visibilidad, la presencia de corriente y la omisión de sondar fueron huevos pesados en la cesta del infortunio. la visibilidad no superaba las tres millas, pero se había instruido a los serviolas para buscar una luz que aparecería por babor. En la situación del barco, el faro de Camariñas estaría a proa, no a babor. La imprevista fuerza de la corriente ya había marcado un nuevo ataúd flotante, ese curso que nuestros abuelos llamaban "costa da morte" y que atrae a los barcos a Camelle, a Reira. Para pasar a unas tres millas le hubiera bastado con mantenerse por fuera del veril de las cincuenta brazas, una profundidad excesiva para el escandallo pero accesible a un sondador mecánico. El paso por aquel punto, unas horas después, con marea alta hubiese evitado el bajo. Pero luego vendrían As Baleas, Lucín. Y antes Veo, que milagrosamente evitó el barco. Demasiados monstruos para un gato en un tejado de cinc caliente.

A las 22.30 el viento era de unos 25/30 nudos y había dejado de llover, pero el crucero navegaba a otros nueve para castigo de los "duiros" sobre el pellejo de la guardia y los fatigados boys de proa. Frederick Gould (cabo 1º, 26 años y patrón de la lancha de salvamento) y Edwin Burton (marinero de 1ª de la dotación de la lancha) estaban tumbados en cubierta con dos de los 25 chalecos salvavidas existentes a bordo puestos, cuando, hacia las 11.00, Burton notó lo que le pareció un golpe de mar más fuerte que los demás y el barco se paró. El marinero Onesiphorous Luxon, franco de la misma guardia de bote y que dormía en interiores, siguió a lo suyo hasta el algareo tras la orden de alistar botes y cerrar puertas estancas; después se dirigió a su bote y pilló otro de los chalecos. Gould vio una peña por babor y "justo a proa una débil luz que le pareció inicialmente de un vapor"; en realidad era el faro Vilán, 2.5 millas al SW. Gould fue el único superviviente que pudo verlo. Aunque su marca no nos sirva para determinar el rumbo final del crucero a él le le ayudó a ganar tierra. El Serpent se había clavado en una roca situada unos 600 metros por fuera de Punta do Boi pero el trecho entre la punta y el buque consistía en un roquedal bajo sobre el que rompían unas olas enormes. El mar y los elementos de ensañaron con él.

El comandante Ross intentó dejar aquel fatídico lugar dando atrás, pero su barco vibró sin moverse del sitio, lo que, con aquella mar, significaba que estaba perdido a corto plazo. Al poco, una ola levantó el crucero estrellándolo contra el fondo rocoso con un crujido que se oyó por encima del temporal. Gould oyó como el teniente Richards ordenaba arriar uno de los botes de babor (había dos por banda) y allá fue pero, en plena faena y con su dotación ya a bordo, otra ola destrozó la embarcación contra el pescante arrastrando a todos menos a él, que consiguió encaramarse a cubierta durante dos minutos antes de que otra ola lo barriera definitivamente.

Luxon estaba destrincando un ancla en el castillo de proa cuando una ola tumbó completamente de costado al Serpent llevándoselo a él por la borda. En una oscuridad que le impedía ver sus propias manos, Luxon se agarró con fuerza a lo primero que pudo, con el resultado de que, cuando el buque volvió a adrizarse, surcó los cielos acabando agarrado en lo alto de un palo. No llegó a saber si estaba en el trinquete o el mayor. En una carta a sus padres, transcrita por Campos, Luxon dice que tras bajar del palo e intentar librar un bote "otra ola nos anegó e hizo pedazos el bote sobre nosotros. Pensé que no valía la pena, y golpeado de acá para allá de esta manera estaba casi muerto; así que fui al puente para guarecerme de los hierros que golpeaban por todas partes... no podíamos ver nada... hasta que la siguiente ola nos sacó limpiamente del barco". Por su parte, Burton recibió la orden de destrincar todo lo que flotara, pero su mejor aportación fueron unas declaraciones a la prensa: "Por entonces todos nos teníamos por perdidos, y la vista de tantos camaradas aguardando una muerte cierta era espantosa, como cabe suponer. Muchos de nosotros empezamos a acordarnos de seres queridos en casa, y a rezar por ellos y por nosotros también. Trepamos por la arboladura cuando el capitán dio la orden, y allí permanecimos esperando nuestro destino".

No habiéndoles sido posible otra actuación que disparar una bengala y un lanzacabo, cuando el comandante Ross, viendo todo perdido, ordenó el sálvese quien pueda sólo habría transcurrido una media hora desde el accidente. A Burton lo buscaron en su abrazo temible una serie de olas, tras arrancarlo de la jarcia y vapulearlo contra cubierta. Pasadas un par de horas en el agua, Burton consiguió ganar tierra en una de las calas de la ensenada de Trece sin nada más serio que un golpe en la rodilla, y enseguida encontró a Luxon renqueando con un pie destrozado y le ayudó a incorporarse y caminar. Ambos ascendieron malamente por una ladera. Tras dos kilómetros de caminata llegan a la aldea de Pescadoiras, en la parroquia camariñana de Xaviña, al amanecer. A Gould lo encontraría la primera partida salida de Camariñas al día siguiente en el camino.