Historia de España II

Protestó la nobleza contra estas medidas que venían en cierto modo a igualarla con el Estado llano, pero la actitud enérgica de los monarcas y la expectación agresiva del redimido pueblo la hicieron desistir de sus proyectos belicosos; que habían pasado aquellos tiempos en los cuales un grupo de malcontentos, pedían a mansalva trastornar el orden e imponerse al resto de la nación, con perjuicio de los comunes intereses y en des prestigio del principio de autoridad: con estas medidas

recibieron garantía bastante la seguridad personal y la propiedad, se limpiaron los caminos de los bandoleros que los infestaban, apareció el ejercito permanente para la defensa de los intereses comunales, se regularizó la administración de justicia, redactando nuevas Ordenanzas, se normalizáron los impuestos, y se dejó sentir, por fin, en todos los ramos del gobierno, la acción de un podcr robusto, inteligente y razonable.

Unidad religiosa : la Inquisición

La lucha sostenida contra los musulmanes, el odio de los cristianos a los judíos, la guerra de los albigenses en el país catalán y el fanatismo del ignorante vulgo que suponía la perpetración por parte de los infieles de toda clase de abominaciones e infamias, hicieron que se estableciese en España el Tribunal de la Inquisición (1480): bien hubiera podido conseguirse la unidad religiosa por otros medios, aunque más lentamente; pero la opinion pública así lo pidió, y hubo de comenzar sus funciones en la ciudad de Scvilla, a pesar de la resistencia que Isabel la Católica opuso siempre a su planteamiento.

Hay que juzgar de los hechos con relación a sus épocas, si se quiere ser justo: aquellas muchedumbres

fanáticas, ignorantes y rencorosas; aquella multitud que acudía a presenciar un auto de fé como si fuese a una fiesta; aquel pueblo que apagaba con gritos de júbilo los lamentos de los que agonizaban entre las llamas, cuando no con inmundas y procaces blasfemias; aquellos cristianos, sin distinción de categoría, condición ni clase, que se creían honrados con el vil oficio de los delatores y de los verdugos, merecía la Inquisición y la tuvo. El objeto de este Tribunal fue en su origen extirpar las herejías, pero pronto se bastardeó completamente, y en nombre de una Religión sublime y divina de paz, amor, y Caridad, se cometieron por quienes tenían interés en utilizarla como arma política, tantos y tan horribles crímenes, que ponen espanto en el corazón más duro.

Unidad nacional: conquista de Granada

Los Reyes Católicos consiguieron la unidad nacional mediante la conquista de Granada, epílogo brillante de esa epopeya cuyos primeros cantos esculpieron Pelayo y los suyos sobre los ríscos de las montañas asturianas.

El haberse apoderado Muley·Hassam de la ciudad de Zahara sin que mediara provocación de ninguna clase, y la respuesta arrogante que el monarca granadino dio a los embajadores que le reclamaban el tributo de vasallaje, fueron causa para que los Reyes Católicos declarasen la guerra a los musulmanes, ocupados desde tiempos atrás en sangrientas luchas interiores

Comienza la campaña con la toma de Alhama, por las tropas que mandaba Rodrigo Ponce dc León, y Sucesivamente caen en poder de las armas cristianas, Loja, en cuyo asalto se distinguió tanto Gonzalo de Córdoba; Málaga, que se defendió de un modo heroico; Baza, refugio de muchas familias zegríes del vencido partido de este nombre; y después Almcría y Guadix: aislada Granada, cuyo cerco empieza con la primavera del año 1491 , no puede resistirse más que nueve meses a pesar de la derrota de Zubia y el incendio del campamento cristiano. El cardenal Mendoza penetra en los arrabales, y acordada la capitulación, Mohamad entrega a Isabel la Católica las llaves de la ciudad, diciéndola: estas, Señora, son las llaves de este Paraiso. La obra está terminada, y la cruz vuelve a extender sus brazos de amor y esperanza sobre esta tierra de España.

El Nuevo Mundo: Cristóbal Colón.- Colón en la Rábida y ante los Reyes Católicos .- Colón en Salamanca: rasgo notabilísimo do Isabel.- Primer viaje: ¡Tierra!.-Segundo y tercer vlaje.- Cuarto viaje: muerte de Colón.

El Nuevo Mundo: Cristóbal Colón

En tiempo de los Reycs Católicos se vcrifica el notabilísimo descubrimicnto del Nuevo Mundo por Cristóbal Colón, nacido en Calvi, Cerdeña, cuando esta isla pertencía a los españoles. Hijo Colón de un pobre lanero. aprendió en su niñez a leer, escribir y los primeros elementos de la Aritmética; cardando lana con su hermano Bartolomé, estuvo después en Génova hasta los catorce años.

A esta. edad se dedicó a la navegación: de su correspondencia epistolar se deduce que recorrió la costa de Levante. En 1461, después de haber residido algún tiempo en Savona, fue capitan de un buque al servicio de Renato de Anjou, rey nominal de Nápoles, y luego en 1475, jefe de una armada de galeras genovesas contra la república de Venecia: su nombre consta registrado en el libro de averías del año 1476 El mal estado de la ciudad de Génova a consecuencia de las intrigas de Galcazo, duque de Milán, le hace trasladarse a Portugal donde se habían refugiado muchos compatriotas suyos, entre ellos, su hermano Bartolomé, hábil cosmógrafo que se ganaba la vida trazaudo mapas para el servicio de los navegantes en el Oecéano.

En Portugal realizó algunos viajes por Inglaterra y África, y sobre todos uno en Febrero de 1477 que le llevó cien leguas más allá de la Islandia, comprobando entonces en la práctica los numerosos conocimientos que en un insaciable deseo de saber había ido atesorando: naturalizado en Lisboa por su matrimonio con doña Felipa PeIestrcllo, y aprovechandose de las notas

y papeles que a su mujer había dejado su abuelo, Bartolomé Pclestrello, hábil navegante y explorador de la isla de Puerto Santo, concibió el proyecto de lanzarse al Océano para ver si encontraba nuevas tierras o si rodeando el globo llegaba hasta las costas orientales del Asia,

Este proyecto habla sido acometido dos siglos antes por los genoveses Doria y Vivaldi, que perecieron absorbidos

por las olas,

Trabajado su plan maduramente en fuerza de asidua meditación, discutidos algunos pormenores con su hermano

Bartolomé y el famoso matemático Foscanelli, conociendo los viajes realizados por los exploradores anteriores, calculados los grados de meridiano entre Grocnlandia y China, y alentado por las narraciones de Pedro Correa, el cual afirmaba haber visto en las Azores objetos desconocidos en Europa, empujados hasta allí por los vientos del Oeste, de tal manera arraigaron en el ánimo de Colón la existencia de un Mundo desconocido, que desde entonces se ocupó esclusivamente de

su atrevido proyecto, sin descansar hasta verse en condiciones de poder realizarlo.

Necesitaba una nación que le proporcionara elementos, es decir, naves, gentes y dinero, y al efecto se dirige a Génova en demanda de ello, sin que consiga su intento: igual suerte corrieran sus pretensiones en Venecia, Francia e Inglaterra. En Portugal hicieron más, quisieron robarle su proyecto, aunque sin resultado a pesar de las sugestiones de Calzadiglia: entonces es cuando Colón, muerta su primera esposa, toma de la mano al pequeño Diego, y después de un largo viaje a

pie, fatigado, cubierto de sudor, se presenta a las puertas del monasterio de la Rábida, en demanda de un

poco de pan y agua para aquel niño, y descanso para él (1485).

Colón en la Rábida y ante los Reyes Católicos

Fr. Juan Pérez de Marchena, abad de la Rábida, adivina el genio de Colón, y convencido por aquella lógica sencilla, natural y expontánea que brotaba a raudales de sus labios, le insta para que se aviste con los Reyes Católicos, y les proponga la realización de tan gigantesca empresa: había sido Marchena confesor de la reina y tenia muy buenos amigos en la Corte así es que pudo darle recomendaciones valiosas para el cardenal Mendoza y Fray Hernando dc Talavcra, los cuales le recibieron cariñosamcnte.

Era a la sazón cuando el asedio de Granada, por manera que toda la atención se hallaba fija en aquella empresa

que iba a terminar la obra de siete siglos de combates; y aunque fue Colón presentado a los monarcas, y estos le escucharon con benevolencia, nada definitivo se decidió hasta terminar la campaña.

Colón en Salamanca: rasgo notabilísimo de Isabel I

Sometido entre tanto el problema a la Universidad de Salamanca, encargada de redactar el oportuno informe, los teólogos declararon irrealizable su proyecto, y esto después de muchos meses de vacilaciones, discursos y dudas: la existencia de las antípodas no cupo en la cabeza de aquellos sabios. Abatido con esta resolución, vencido por el tiempo trascurrido, excesivamente largo para su impaciencia, y desconfiando del éxito, resuelve marchara Francia de nuevo, cuando el P. Marchena consigue hacerle volver al campamento y arreglar las capitulaciones definitivas.

Fernando V se negó a todo, pero Isabel, en un arranque de entusiasmo, toma la empresa a cargo de su corona de Castilla, y dice: cuando las rentas no basten, empeñaré mis alhajas para ocurrir a los gastos. Al fin se firmaba el convenio después de siete años de súplicas y sufrimientos (17 de Abril de 1492).

Primer viaje: ¡Tierra!

El viernes 3 de Agosto de 1492 zarpó Colón del puerto de Palos con tres pequeñas carabelas; le acampanaban ciento veinte individuos de tripulación, entre ellos, en concepto de jefes, los hermanos Alfonso y Francisco Pinzón, ricos comerciantes de Huelva.

El d ía 9 de Setiembre perdieron de vista la isla de Hierro, que muchos abandonaban con lágrimas de miedo: después de correr una tempestad horrible que puso sus vidas en peligro, de murmurar casi todos de la expedición pretendiendo volver la proa hacia Europa o arrojar al agua al Almirante, caso de oponerse, descubrieron la tan suspirada tierra al amanecer del 12 deOctubre.

Si el Nuevo Mundo no hubiera existido, Dios le habría hecho brotar del fondo de los mares para premiar

la fé de aquel hombre incomparable.

Posesionado Colón del territorio a nombre de los Reyes Católicos, denominó San Salvador a la isla de su arribo, que los indígenas llamaban Guanahani, y sucesivamente descubrió las Isabela, Fcrnandina (Lucayas,) Española (Cuba) y Haití: de regreso a España fue recibido en Barcelona por los reyes que le agasajaron en extremo; sus enemigos de antes se convirtieron en aduladores serviles, y hasta los sabios salmantinos enmudecieron de vergüenza.

Segundo y tercer viaje.

En el segundo viaje (1493) descubrió las islas Caribcs, Dominica, Guaadalupe, Puerto-Rico y Jamaica, teniendo que volver a España para contestar a las calumnias fraguadas por sus envidiosos enemigos.

En el tercero (1498), después de explorar la isla Trinidad, se lanzó por la corriente del Orinoco, pero cuando recorría las costas del Nuevo Mundo, es traído a la península por Bobadilla, cargado de cadenas y encerrado en la sentina del buque como si fuera un facineroso.

Los monarcas le rehabilitaron, mas el daño estaba ya hecho,

Cuarto viaje: muerte de Colón

Su cuarto viaje (1502), dio por resultado el descubrimiento de la costa de Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Darien:

rechazado de aquel suelo por los mismos a quienes condujo al Nuevo Mundo con peligro de su vida, vuelve a

España, donde muerta Isabcl la Católica, espíritu superior que acertó a comprenderle, arrastra Colón una vida

pobre y miserable hasta su fallecimiento, ocurrido en una casucha mal sana de Valladolid, sobre un mísero

camastro de paja , el día 20 de Mayo de 1506.

Su cuerpo fue sepultado con gran pompa en Sevilla: los restos se trasladaron (1556) a Santo Domingo, y

desde allí a la Habana (1796). en cuya Catedral reposan actualmente.

Ni siquiera ha tenido Colón el derecho de legar su nombre al mundo por él descubierto: se le llamó América de un joven florentino, Américo Vcspucio, que trazó su primer mapa (1512). Lo extraño es que la Historia haya sancionado injusticia tan enorme.

Guerra de Nápoles. - Convenio entre Luis XII y Fernando V: su rompimiento. - Trlunfos del Gran Capitán: sus famosas cuentas.- Muerte de lsabel la Católica: su testamento.-Regencia de Fernando V: proyectos de Felipe el Hermoso. -Exposición al África.- Conquista de Navarra.-Testamento y muerte de Fernando el Católico.-Regencia del Cardenal Cisneros.

G u erra de Nápoles. Al ser proclamado rey de Nápolcs Fernando II (1495), de la Casa de Arag6n, renuevan los franceses sus pretensiones en favor de los Angevinos, dando lugar a una liga que formaron los príncipes italianos por iniciativa del Rey Católico: Gonzalo de Córdoba, enviado para dirigir la guerra, consigue ganar el título de Gran Capitán a causa de sus triunfos; y como más tarde se renovaran las hostilidades por parte de los napolitanos contra Francia, pues a Fernando

II había sucedido don Fadriquc, éste comete la indignidad de aliarse con los turcos: los reyes de Francia y Aragón, Luis XII y Fernando V, acuerdan repartirse entonces el reino de Nápolcs. Don Fadrique se retira a la isla de Ischia.

Convenio entre Luis XII y Fernaudo V: su rompimiento

El Pontífice, con cuyo acuerdo se había hecho el anterior reparto, no pudo evitar la guerra que estalló entre Aragón y Francia con motivo de la posesión de la Basilicata y Capitanata, de cuyos territorios querían los dos reyes apoderarse, Se rompen las hostilidades: los ejércitos franceses penetran en Cataluña, donde son vencidos con graves pérdidas, mientras

que el Gran Capitán resiste heróicamentc a las tropas enemigas que, mandadas por el duque de Nemurs,

caen con gran fuerza sobre él.

Alcanzados los españoles junto al pueblecito de Ceriñola, se traba el combate, mortífero y tenaz, pero los franceses son rechazados hasta más allá de su campamento, del cual se apodera Gonzalo de Córdoba: en esta gloriosa jornada, donde el enemigo hizo más uso de las espuelas que de las espadas, sucedió que por un descuido se prende fuego al polvorín español, y cuando el desaliento empieza a cundir entre los soldados, mejor amigos, exclama el Gran Capitán: esas son las luminarias

por la victoria que nos espera.

Triunfos del Gran Capitan: sus famosas cuentas

La victoria volvió repetirse junto al río Garellano, a cuyo hecho de armas sigue la conquista de Gaeta, después de la cual Luis XlI solicita una tregua, que le fue concedida: el reino de Nápoles pasa entonces íntegro al dominio de España (1504).

La liberalidad que Gonzalo de Córdoba empleó para premiar a los valientes que le habían secundado en sus campañas, hirió el carácter avaro del rey, el cual se atreve a pedirle cuentas de los fondos gastados; y aseguran que las presentó aquél tan buenas y completas, que Fernando V, avergonzado de su tacañería, dio por terminado este asunto.

Muerte de Isabel la Católica: su testamento

La salud de Isabel la Católica, bastante quebrantada desde la guerra contra los granadinos, fue poco a poco destruyéndose bajo la acción de las terribles desgracias que sobre el ánimo de esta señora pesaron con motivo de la muerte de sus hijos don Juan y doña Isabel, la demencia de doña Juana, casada con Felipe archiduque de Austria, y el descabellado matrimonio de doña Catalina con el rey de Inglaterra, Enrique VIII.

No pudiendo soportar tanto dolor fallece en Medina del Campo (1504) , la que: había sido espejo de todas las virtudes, escudo de todos los inocentes, freno de todos los malvados, protectora de todos los hombres eminentes de su tiempo, y la mejor de las reinas. En su testamennto dejaba la corona de Castilla a doña Juana la Loca, y en defecto de esta a don Carlos, su nieto: quedó como Regente del reino su esposo Fernando V.

Regencia de Fernando V: proyectos de Felipe el Hermoso

Graves disgustos surgieron desdeel principio entre los nobles castellanos, enemigos del rey de Aragón, por una parte, y de la otra entre el Regente y su yerno, el cual tuvo la pretensión de gobernar solo, a pesar del testamento de Isabel I, y de

los deseos de su esposa doña Juana, única y legítima reina: el rompimiento entre Fernando V y don Felipe se hizo inevitable, y el aragonés, dejándose llevar de su carácter violento, contrajo segundas nupcias con doña

Germana de Foix, sobrina del rey de Francia.

Por fortuna para todos, este segundo matrimonio fue estéril.

Encargado del gobierno don Felipe, malamente llamado el primero de este nombre por no haber sido nunca tal rey, intentó incapacitar a su esposa para dirigir a su antojo los negocios públicos, pero a pesar de que en sus absurdas pretensiones le auxiliaba la nobleza, pesaron más en la balanza de la justicia las Cortes del rcino, y legalmcnte no pudo conseguir su ob·

jeto: en cambio, de propia autoridad removió gobernadores y magistrados, colocó a los flamencos en los puestos de mayor confianza, y hasta consintió que se hiciese con las vacantes naturales un trafico tan indigno como escandaloso.

Cuando los pueblos se disponían a manifestar de mala manera su descontento por semejante conducta, murió don Felipe de una enfermedad aguda, a los nueve meses de su permanencia en España.

Expedición al África

Encargado Fernando V

de la regencia realizó, entre otras empresas menos notables, una brillante expedición contra el África, debida a la iniciativa del cardenal Jiménez de Cisneros: los españoles que ya antes se habían apoderado de Mazalquivir y del Peñón de la Gomera, conquistaron a Orán (1509) e hicieron tributarios suyos a los reyes de Túnez, Tremecén y Argel. El desealabro de los Gelves, y la participación que el Regente quiso tomar en los revueltos asuntos de Italia, hieieron gue terminara esta

expedición sin otras consecuencias.

Conquista de Navarra

A los pocos meses, y como consecuencia de las guerras anteriores contra franceses e italianos, penetraba el rey Católico en Navarra para tomar posesión de ella (1512) al frente de un poderoso ejército, previa una bula de excomuniónen la cual el Pontífice relajaba el juramento de fidelidad que los naturales tenían prestado a Juan de Albrit y a su esposa doña Catalina.

Testamento y muerte de Fernando el Católico . Aquejado de grave enfermedad, cuando preparaba nuevas conquistas a costa de los tantas veces derrotados franceses, murió Fernando V el 23 de enero de 1516, dejando a dona Juana por heredera de todos sus estados; y después de esta, al príncipe don Carlos: al propio tiempo encargaba la Regencia de Aragón al

Arzobispo de Zaragoza, su hijo natural, y la de Castilla, al Cardenal Cisneros.

Regencia del Cardenal Cisneros

Subleváronse los nobles castellanos al saber que el octogcnario Cisneros habia tomado posesión del gobierno, y como

notase el Regente que aquellos, lejos de aquietarse de buena voluntad, le exigían sus poderes, ahí los tenéis, les contestó, señalando con el dedo los cañones que montaban las guardias del palacio: este rasgo revela su carácter.

Nacido de pobre familia en Torrclaguna; estudioso como el que más, lo mismo en Salamanca que en Alcalá; humilde y animoso siempre del espíritu evangélico, tanto cuando fue arcipreste de Uceda, capellán mayor de Sigüenza, pobre franciscano de San Juan delos Reyes, guardián del monasterio del Castañar, confesor de Isabel la Católica, arzobispo de Toledo, o Regente del reino, de severidad ejemplar y de una rigideza toda prueba, de claro talento no menos que de una

voluntad indomable y enérgica cuando se trataba del cumplimiento de su deber, tal era Cisneros.

Arregladas las dificultades que surgieron con motivo de haber enviado el príncipe don Carlos a su preceptor

Addano para que se encargase del gobierno, tuvo que sostener Cisneros dos guerras, la primera, contra los franceses que pretendían recobrar la Navarra para entregarla a Juan Albrit , y la segunda contra el pirata Barbarroja. La última costó un descalabro, si bien sirvió al Regente para entretener a la revoltosa nobleza, la cual no cesaba de conspirar en contra suya.

El 19 de setiembre de 1517 desembarca don Carlos en España, y su primer acto político es la redacción de una carta contestando otra que el Regente le había dirigido cumplimentándole por su venida carta que precipita la muerte de Cisneros, de ese hombre incomparable que, además de su carácter, virtudes, talento político, y actividad, harán siempre célebre los recuerdos de las campanas en la costa africana, la restauración de los estudios en ambos cleros, la edición

de la Biblia Políglota Complutense, la fundación del Colegio de San Ildefonso, y la reforma de la constitución de las congregaciones religiosas.

Civilización hispano-cristiana

Organización política y social.- Agrlcultura, Industria y Comercio.-Cultura Inlelectual. - Cultura artistica.

Organización política. y social

La organización política y social de los reinos de Asturias, León y Castilla, como ramas de un mismo tronco, ofrece idéntico carácter a la consideración del historiador.

Cimentados sobre la base de las tradiciones góticas, el soberano es en ellos la fuente de todo poder y de todo derecho, por anterior a las leyes o constituciones que pudieran limitar su autoridad; y esto tanto más, cuanto que la exaltación religiosa, base de aquellas nacionalidades, predomina sobre todo otro sentimiento: la Religión se encuentra en todas partes; la Sociedad, en ninguna.

De aquí la preponderancia del Clero, aliado natural de la monarquía, habiendo contribuido no poco a su pública consideración la caridad de los sacerdotes, la benignidad del señorío eclesiástico y las ocupaciones de los monjes, los cuales así rezaban sus oraciones en el coro, como se dedicaban a las rudas y penosas faenas del campo o se entregaban a la meditación y el estudio.

La cruz que extiende sus amorosos brazos desde la cima del Templo, aparece denominándolo todo, individuo,familia,aldea, patria; y la campana, cuyo eco desparraman los aires por la llanura y el valle, lo mismo sirve para llamar los fieles a la oración que para reunir el concejo o convocar los soldados a la guerra contra los infieles.

Al lado del Clero, la Nobleza aparece poblando territorios, concediendo fueros, fundando templos, y ejerciendo su jurisdicción como verdadera soberana, pues así lo exigieron las necesidades de la guerra, y el pasado ejemplo de la constitución visigoda.

Del general naufragio que sumió a la antigüedad en el caos de las invasiones, se salva al comenzar la Edad Media el Municipio, glorioso recuerdo de la civilización romana que los visigodos respetan, y pasa a formar parte de las nacionalidades que surgen de la Reconquista cristiana: no es el municipio romano, avaro de sus privilegios locales, no; es el colonizador y guerrero, que defiende la frontera contra las hordas musulmanas; el que consigue inmunidades y franquicias a costa de su sangre generosa, derramada en cien combates; el mantenedor de la autoridad real, contra las tendencias feudales de la ambiciosa nobleza; el que envía sus hijos al combate para que luchen como héroes, al claustro para que recen como frailes y al monasterio para que trabajen como sabios; es el municipio, en fin, que simboliza la libertad humana conseguida por la igualdad de todos los derechos y de todos los deberes.

Las monarquías navarra y aragonesa difieren notablemente de las anteriores por su origen constitucional: primero la patria, después la ley, y por último el rey.

El espíritu independiente de esta raza discute el trono antes de otorgar la autoridad, y el rey encuentra en el Fuero de Sobrarbe la norma a que debe ceñir sus decisiones soberanas en tiempo de paz como en tiempo de guerra, limitando su poder el derecho electivo, el justiciazgo, multitud de prerrogativas populares y nobiliarias, y hasta el derecho de insurrección.

Con razón se ha creido que en estos estados, principalmente en Aragón, el soberano era como un monarca de reyes, pues no otra cosa significa la fórmula empleada

para otorgar el poder: nos que somos tanto como vos e que juntos valemos más que vos, os facemos rey si guardáis nuestros fueros y libertades, e si non , non.

Verdad es que el régimen municipal tuvo al principio menos desarrollo que en León y Castilla. pero como la alianza se verificó aquí entre los nobles y el pueblo frente al poder real, no son los fueros y prerrogativas a la manera de privilegios exclusivos de una localidad o de una clase, sino universales, es decir que afectan por igual a todos, como puede verse en el Privilegio general, en el de la Unión, &.ª en cambio le alcanzó después onmnímodo en el orden económico, como sucedió a Zaragoza por ejemplo, donde el jurado popular llamado de los Veinte ejercía una autoridad soberana y hasta dictatorial.

Pero entre todas las instituciones, la que brilla más la del Justicia, vengador de las injurias, presidio contra la violencia, puerto de los que peligran, alcázar de la libertad, refugio de los oprimidos, defensor de las franquicias populares, protector de los menesterosos, padre de la república, fiscal y juez de los actos del monarca de quien era superior, tribunal de alzada contra todo desafuero, y verdadero poder legislativo, pues que sus decisiones lo mismo que las sentencias del actual

Tribunal supremo, tenían toda la fuerza de una ley votada en Cortes,

El Condado de Barcelona refleja en sus instituciones el modo de ser de los pueblos que sobre él influyeron sucesivamente, hispano·romanos , visigodos y franco: eminentemente feudal en su origen y mientras dependió de los reyes francos, fue modificando poco a poco su carácter hasta hacer del jefe del Estado un verdadero soberano con sucesión hereditaria, pero sin que nunca adquiriera desarrollo sensible el Estado llano.

Entre las instituciones que merecen citarse, hallamos:

la de los Conccllercs, jurado que ilustraba al Conde en el ejercicio de su autoridad; el Consejo de los Ciento,con jurisdicción propia, y que tenía por objeto conocer judicialmente de todos los abusos cometidos contra los intereses de la comunidad; y la Diputación del Principado que velaba por el cumplimiento de las leyes y la exacción de los tributos legales acordados por las Cortes.

La institución de las Cortes del Reino, donde se hallan representadas todas las clases sociales por medio del rey, los nobles , el clero y el pueblo, se encuentra igualmente, aunque más o menos tarde, lo mismo en León y Castilla, que en Navarra, Aragón y Cataluña.

Agricultura, Industria y Comercio

Lasnecesidades de los tiempos hicieron que la agricultura arrastrase vida penosa y lánguida desde los comienzos

de la Reconquista cristiana, pues los brazos hacían más falta para manejar la espada que el arado, y las algaras

de los musulmanes talaban los campos con excesiva frecuencia: conforme la liberación del territorio se iba

consiguiendo, conseguíase a la par el desarrollo de la producción nacional agrícola, que vino por fin a tener

alguna vida y pudo hasta servir de base a pequeñas;industrias, motivo a su vez de algún comercio.

En los países que como Navarra, Aragón y Cataluña se vieron pronto libres de la presión de la morisma, la agricultura, la industria y el comercio alcanzaron vida mejor y mayor actividad, debido también a su posición topográfica, a la naturaleza de su clima y de su suelo, y al carácter de los habitantes.

Cultura intelectual

La cultura intelectual, y más la literaria, dio pruebas cn Castilla de exhuberancia y riqueza bien cumplidas: desde los comienzos del siglo XIII en que se supone redactado el Poema del Cid, hasta el tiempo de los Reyes Católicos, aparecen sucesivamente, Gonzalo de Berceo, con su vida de Santo Domingo de Silos y los Milagros de la Virgen; Juan

Lorenzo Segura , que compuso el Poema de Alejandro (siglo Xlll); el Arcipreste de Hita, con el poema de su

mismo nombre; el infante don Juan Manuel, que nos legó sus preciosos apólogos en el Conde de Lucanor;

don Pedro López de Ayala, autor de la Crónica de Cuatro reyes, y del Rimado de Palacio (siglo XIV); Juan

de Mena , el poeta de fácil versificación que supo componer su alegórico Laberinto; el Marqués de Santillana,

tan celebrado por las Serranillas; Jorge Manrique, cuya elegía a la muerte de su padre es de todos conocida;

el bachiller Cibdarreal, autor del Centón epistolario; y otros (siglo xv).

Igual desarrollo alcanzaron las letras en Aragón y Cataluña, donde se dejó sentir además el influjo de la literatura provenzal, a la cual hicieron famosa sus Cortes de amor, sus juegos florales y sus consistorios de la gaya ciencia. En todas partes, los claustros de los monasterios y los atrios de las catedrales fueron centro del saber y asilo de la ciencia, hasta que aparecen las Universidades en cuyas aulas se estudiaron por una juventud ansiosa de saber , la teología, que afirma el dogma; la jurisprudencia, que tiende a universalizar el derecho; y las ciencias exactas y naturales, que aplican el cálculo

y nos relacionan con el mundo exterior.

Cultura artística

Ni las artes útiles, ni las llamadas bellas alcanzaron hasta el siglo XII considerable desarrollo: entonces aparece la arquitectura ojival ocupando el puesto que dejaba la románica o latino-bizantina, dando lugar a esos templos suntuosos que, como las catedrales de León, Toledo y Burgos, ofrecen un prodigio de bellezas: a la sombra de la arquitectura y del templo surgieron, a modo de auxiliares, la escultura , la imaginería en cristal, la pintura al fresco y estofada, la caligrafía e iluminación de lujo y otras.

Así como los Reyes Católicos simbolizan las unidades nacional, religiosa y política. y su grandeza prestó alas al genio de Colón para que descubriese el Nuevo Mundo, así también significa un desarrollo científico y literario

nada escaso, como se demuestra por el deseo de saber que aguijoneaba a las mismas clases nobiliarias, el impulso

que las Universidades recibieron , la introducción de la imprenta cuyos primeros ensayos se verificaron en Valcncia , y los nombres ilustres de Pablo de Santa María, el Burguense, Alfonso Tostado, Antonio de Nebrija, Hernando del Pulgar, Gonzalo de Ayora, y el Cura de los Palacios. Pero qué más, hasta las señoras se hicieron doctas imitando las aficiones de Isabel la Católica y consiguieron legar su nombre a la posteridad, entre ellas, Beatriz Galindo, llamada por antonomasia

la Latina; Lucía de Mcdrano, que desempeñó en Salamanca la cátedra de Literatura clásica; y Catalina de Nebrija, profesora de Retórica en la. Universidad de Alcalá.

EDAD MODERNA.

(1506- 1888)

EDAD MODERNA

LA MONARQUÍA ABSOLUTA.

(1506-1808)

Casa de Austria: Carlos I. - Cortes de Valladolid, Zaragoza y Barcelona.-Carlos Emperador de Alemania: Cortes de Santiago y Coruña.- Guerra de las Comunldades: desastre de VilIalar.-Las Germanías

en Valencia.

Casa de Austria: Carlos l. La Casa de Austria inaugura su dominación en España con Carlos I (1516), hijo de doña Juana la Loca y de Felipe el Hermoso.

Educado este príncipe en Gante, donde había nacido, se presenta a recibir la herencia de los Reyes Católicos sin conocer nuestra historia, nuestras costumbres, nuestras leyes , ni siquiera nuestro idioma, y para colmo de contrariedades , su primer acto político es una ingratitud que precipita la muerte del octogenario Cisneros.

Impetuoso y joven, de tenacidad tan grande como su inexperiencia, de natural altivo y dominante y acostumbrado

a verse rodeado de personas para las cuales el más ligero de sus gestos era una orden, ciudadano de un Estado en el cual las libertades a la usanza española no habían tomado carta de naturaleza, y creyendo que sus derechos de soberano le autorizaban para todo, hasta para prescindir del testamento que le instituía heredero, habrá de sufrir desde el comienzo de su reinado algunos tristes desengaños, que pudieron evitarse fácilmente.

Cortes de Valladolid , Zaragoza y Barcelona

Surgió el primer conflicto en las Cortes de Valladolid, reunidas para que don Carlos prestara juramento a los fueros castellanos, pues ademas de la repugnancia que demostró en someterse a esta fórmula, tuvo que oir de los procuradores algunas censuras, sobrado justificadas, tales como la de que no podía ni debía titularse rey mientras viviera su madre, que los destinos fueran desempeñados por españoles, que los extranjeros no tomaran asiento en las Cortes, y que en

lo sucesivo se expresara en el idioma nacional.

Con la misma respetuosa energía le recibieron en Zaragoza y Barcelona, y aquel altivo carácter se vioprecisado, a ceder a unas exigencias que le contrariaban tanto; pero la suerte estaba echada, y la lucha iba a entablarse tenaz, sin tregua, entre el monarca nuevo ylas antiguas tradiciones, hasta que uno de los contendientes se declarara vencido: en definitiva, yaveremos

corno sobre este pavoroso problema se levanta imponente el edificio de la monarquía absoluta, cuya primera

piedra había sido puesta por el cardenal Cisneros.

Carlos Emperador de Alemania: Cortes de Santiago y Coruña

La muerte de su abuelo Maximiliano de Alemania le llamó al trono imperial de este país, y como necesitara recursos para atender a los gastos de su viaje y coronación, convoca Cortes en la ciudad de Santiago (1520); cosa contraria a las costumbres del reino y hasta entonces nunca vista: comienzan las sesiones sin que don Carlos consiga su deseo, porque

se opusieron tenazmente a cuanto pedía los representantes de Burgos, Zamora, Córdoba, Sevilla y Toledo ; y cuando todos esperaban que cediese, les llama de nuevo para tres meses después en la Coruña, sin prestar atención a cuanto le decían sobre la provisión de los destinos públicos en extranjeros, y demás particulares.

Empleando con unos el soborno, las promesas con otros, y hasta las amenazas con algunos, consigue el subsidio de doscientos millones de maravedís pagaderos en tres años, insistiendo los procuradores en todas sus reclamaciones anteriores, y muy particularmente en la de que durante su ausencia fueran españoles los que continua sen encargados del gobierno; mas nada promete, y lejos de eso, como si se complaciera en contrariar la voluntad de las ciudades, nombra gobernador de Castilla y León al extranjero cardenal Adriano. De Valencia lo fue don Diego de Mendoza y de Aragón

don Juan de Lanuza: una nube de flamencos invade los destinos públicos y se apodera dc la administración

oficial, en tanto que por todas partes se levantan quejas y recriminaciones, y el Emperador electo, sin dar

oidos a nadie, se embarca para Alemania seguido de un ostentoso acompañamiento,

Guerra de las Comunidades: desastre de Villalar

La indignación popular estalló entonces formidable: comienzan los de Segovia ahorcando a su procurador Tordesillas por haber transigido en las Cortes de la Coruña con los deseos de don Carlos, en tanto que el feroz alcalde Ronquillo prende fuego a la ciudad de Medina del Campo, por resistirse a entregar las armas, las milicias concejiles derrotan a las tropas del

Regente, y la sublevación castellana se hace general.

Así comienza la guerra de las comunidades, iniciada simultáneamente por Segovia, Toledo , Salamanca y Ávila, cuyos principales jefes lo fueron, Padilla, Bravo, Maldonado y el obispo Acuña, este último al frente de su batallón de clérigos.

Otorgada en la Junta de Ávila la dirección de los negocios a don Juan de Padilla, trasladáronse los Comuneros

a Tordesillas, residencia de Juana I, y la reina en un momento de lucidez pone su firma en cuantos decretos le presentan, marchando victoriosos luego a Valladolid, de donde los enemigos huyen en precipitada fuga. Desvanecida con esta primera victoria, se contentó la Junta con enviar a don Carlos un mensaje en el cual le hacían presente los deseos tantas veces

repetidos sin éxito en las Cortes de Valladolid, Santiago y Coruña, dando lugar con esto a que el Emperador consiga separar de la rebelión a los nobles, y que la cizaña penetre en el partido popular, cuyo nuevo jefe, don Pedro Girón, consuma la más deshonrosa de todas las traiciones: de nada sirvió que los Comuneros derrotaran a sus enemigos en Torrelobatón, pues atacados con fuerzas superiores junto a Villalar (1521), perecieron en el combate casi todos, y fueron hechos

prisioneros los jefes principales , cuyas cabezas rodaron sobre el patíbulo a los pocos días. Solo salvó su vida

el obispo Acuña, colgado algo más tarde de una almena del castillo de Simancas.

Entre los lodazales de VilIalar quedaron enterrados para siempre los fueros castellanos.

Las Germanías en Valencia

También se organizaron en Valencia las germanías o hermandades populares contra la nobleza, partidaria del Regente,

pero los excesos á que las turbas capitaneadas por los tejedores Lorenzo y Sorolla se entregaron, embriagados con el éxito de sus primeras asonadas, hicieron que la opinión pública se retrajera de este movimiento, en realidad socialista, y que aquellas fueran derrotadas hasta su total exterminio. En Valencia, lo mismo que en Castilla, oleadas de sangre terminaron este primer estallido del sentimiento popular, indignado contra la injusticia de un monarca, el cual sin duda se había

propuesto demoler piedra a piedra el edificio sacrosanto de las libertades patrias.

Rivalidad entre Carlos I y Francisco I. - Primera guerra: tratado de Madrid.-liga Clementina: saqueo de Roma. - Segunda guerra: paz de las Damas.-Tercera guerra: tregua de Niza.-Cuarta guerra: paz de Crespl.

Rivalidad entre Carlos I y Francisco I

Rara vez acontecerá, como en el siglo XVI, que se disputen la supremacia en los asuntos europeos tantos ni tan notables soberanos: al mismo tiempo que Carlos I reinaba en España, reglan los destinos, de Francia,

Francisco I; de Inglaterra, Enrique VIII,. del Pontificado, León X; y del Imperio turco, Solimán el Magnífico,cada uno de los cuales reunía condiciones bastantes para imponer su nombre a tan afortunado siglo.

Bajo el punto de vista. político y militar descuella sobre todos Carlos I de España y V de Alemania, a quien Francisco I quería humillar por haber sido pretendiente desairado a la corona imperial de Alemania; no tardando se buscará un pretexto cualquiera que legitime la lucha.

Primera guerra: tratado de Madrid

Para este efecto sirvió el hecho de negarse Carlos I : a pagar al rey de Navarra la indemnización que le fue prometida

al desposeerle de aquel reino: los franceses penetran por la frontera con un poderoso ejército, al cual acompañaba Juan Albrit, en tanto que alemanes y españoles se internan en Francia y la guerra se hace general.

El grueso de las tropas francesas, mandado por FranciscoI, se dirige hacia Italia donde los tercios españoles eran menores en número y se hallaban comprometidos por la falta de recursos, pero cuando se creyó seguro del triunfo por haber encerrado en la plaza de Pavía a las fuerzas que mandaba don Antonio dc Leiva, aparece el condestable de Borbón al frente de un improvisado ejército de doce mil hombres, y picando su

retaguardia permite que los sitiados ataquen de frente y cojan entre dos fuegos a los sitiadores (1525): lucharon con igual bravura ambos ejércitos, mas la victoria se decide por los españoles, que hacen prisionero al rey francés, el cual entrega su espada al general Lannoy, virrey de Nápoles.

Cuentan que Francisco I participó esta derrota a su madre en una carta, tan lacónica como caballeresca, que decía: señora, todo se ha perdido menos el honor;pero los que esto afirman no saben que añadía: y la vida que se ha salvado.

Francisco I vino preso a Madrid, en cuya ciudad, después de prevenirse con un documento en el cual declaraba sin ningún valor cuanto pactara, se firmó un tratado por virtud del que renunciaba el francés sus derechos sobre Borgoña, Nápolcs, Milán, Navarra y Flandes: sus hijos quedaron en España como prenda de una lealtad que, ciertamente, duró muy poco.

Liga Clementina: saqueo de Roma

Los príncipes italianos temieron que la preponderancia española en su país pudiera perjudicarles como en tiempo

no remoto, y para contrarrestarla entraron en una liga trabajada por el Papa Clemcnle VII, del cual tomó el

nombre de Clementina, y que formaron los reyes de Inglaterra y Francia, este último, a pesar del tratado de

Madrid.

Las tropas imperiales que mandaba el condestable de Borbón y recorrían hambrientas las campiñas de Italia, cercan a Roma y la toman por asalto (1527), la ciudad de los Pontífices es saqueada, los soldados vivaquean en los templos, haciendo copas de los cálices, los cardenales son objeto de los más brutales atropellos, ni los conventos de monjas se respetan por la furia de aquellos desalmados, y durante muchos días se cometen tantos y tantos horrores que llevan el espanto al ánimo. La

noticia de este suceso llegó a Valladolid cuando Carlos I celebraba con públicos festejos nacimiento de su primer hijo, y ordenó que en lugar de las preparadas alegrias se hiciesen rogativas por la libertad del sucesor de San Pedro, encerrado en la fortaleza de Saint·Angelo.

Segunda guerra: paz de las Damas

Reunidos los de la Liga en Cognac acuerdan rescatar al Pontífice, mas; éste consigue fugarse precisamente cuando se

cerraban las capitulaciones de un convenio por el cual renunciaba en favor de Carlos I la soberanía sobre los ducados de Parma, Módcna y Plasencia, y se comprometía a entregar cuatrocientos mil florines de oro a título de indemnización. ,

Continuaron las operaciones militares con igual calor por ambas partes, principalmente por la de Francisco I; pero como las tropas francesas e italianas sufrieron un descalabro bajo los muros de Anversa ( 1531). Y la peste se cebase entre los soldados con indecible ensañamiento, se ajusta la paz de Cambray, llamada de las Damas por haberla convenido Margarita, tia del Emperador, y Luisa de Saboya, madre de Francisco I: sus principales cláusulas eran las no cumplidas del tratado

de Madrid.

Tercera guerra: tregua de Niza

Estalló de nuevo el conflicto a la muerte de Sforcia, el cual dejaba vacante el trono de Milán, del que sin previo aviso se

apodera Carlos I bajo pretexto de constituir uno de sus feudos imperiales: como Francisco I tomara a usurpación esta soberanía, las hostilidades se renuevan; invaden los franco·italianos el Piamonte, los españoles y alemanes en cambio se apoderan de la Provenza, y la guerra continúa hasta que, por mediación de Paulo III, aceptan ambos contendientes la tregua de Niza (1538) y se suspende la campaña.

Cuarta. guerra: paz de Crespi

Y no fue por mucho tiempo, pues tomando Francisco I como pretexto para rasgar el convenio de Niza la muerte dada

a sus embajadores en Milán, vinieron otra vez a las manos los ejércitos enemigos, ofreciendo esta última fase

de la guerra la particularidad de aliarse el monarca francés con el emperador de los Turcos y el pirata Barbarroja,

alianza que le atrajo la enemistad de todos los reinos europeos y que Carlos I explotó en la Dieta del Imperio para presentarle como indigno de regir los destinos de un Estado católico: si bien los franceses vencieron en la jornada de Cerisoles (1544), las tropas españolas que avanzaban sobre París, sin que nadie lo impidiera, obligaron a Francisco I la aceptación de la paz de Crespi, en la cual, además dc la ratificación de los tratados anteriores, se convino el matrimonio del

duque de Orleáns, hijo del rey de Francia, con una hija del monarca español, a condición de que se entregaría

en dote a los esposos el territorio del Milanesado.

Guerra contra los Berberiscos: expediciones de Tunez y ArgeI.- Carlos I, los Reformadores alemanes.- Conquistas en Amé rica: Hernán Cortés y FrancIsco Pizarro. - Los asuntos interiores en la Península. - Abdicacl6n de Carlos l: su muerte.

Guerra contra los Berberiscos: expediciones de Túnez y Argel

Solo en la guerra contra los berberiscos de África desarrolla Carlos I una política eminentemente nacional, siguiendo los proyectos del cardenal Cisneros y conste que aun entonces, mas que a nada atendió al peligro que cardan las posesiones

hispano-italianas, amenazadas por los piratas que infestaban el Mediterráneo.

Los famosos Aradín y Horuc, hijos de un alfarero de Lesbos, habían conseguido reunir una pequeña escuadra, con la cual se apoderan poco a poco de la Berbería, hasta conquistar los reinos de Argel y Tremecen

los cuales ponen bajo la protección de Solimán el Magnífico, Emperador de Constantinopla. Muerto en lucha contra los españoles de Orán el sanguinario Horuc, cmprende su hermano Aradin, más conocido por Barbarroja, la conquista del territorio de Túnez, del cual se apodera: entonces proyecta, juntamente con el Emperndor turco, una formidable expedición contra la península italiana, y pone en alarma a todos los estados europeos e hizo que estos volvieran los ojos hacia España por ser el único país capaz de oponerse a tan atrevido corsario.

Una brillante flota con treinta mil hombres de armas sale del puerto de Barcelona, penetra en las aguas de Túnez, se apodera del fuerte de la Goleta, y bloquea la capital del reino pirata, la cual después de un tenaz asedio cae en poder de los tercios españoles (1535) : los resultados de esta expedición fueron restaurar en Tunez la dinastía de Muley Hacen, destronada por Barbarroja, y libertar a veinte mil cristianos, cautivos en las mazmorras africanas.

La guerra se suspendió por entonces a causa de otras atenciones, pero seis años más tarde (1541), las hostilidades

se renuevan con motivo de la alianza que hicieron contra España, Francisco I y Barbarroja, proponiéndose conquistar don Carlos el reino de Argel, único que los piratas conservaban: lo peligroso de la estación hizo que se desgraciara esta empresa, pues las lluvias torrenciales y los vientos imposibilitaron el ataque, y los ejércitos españoles tuvieron que retirarse de mala manera hasta las playas españolas, sin haber conseguido su objeto.

Carlos I y los Reformadores alemanes

Carlos I heredó la corona de Alemania precisamente cuando la Reforma plantea en aquel país su doble problema

religioso y político: católico de corazón y defensor de sus derechos de soberano, en lugar de ponerse al frente del movimiento, como le aconsejaron los alemanes, se declara enemigo de la herejía, y se presenta en la Dieta de Worms para obtener la retractación de Lutero. No pudo el Emperador conseguirlo; y como los asuntos de España y Francia reclamaron su presencia convoca la asamblea de Spira (1529). aunque sin resultado también, porque aunque en ella se ratificaron los

acuerdos tomados en la anterior, protestaron los reformadores contra ellos, de cuyo Suceso les vino el calificativo de protestantes.

Presente Carlos en la nueva conferencia de Augsburgo (1530) , donde Melanctón redacta una Confesión que el Emperador rechaza, el asunto termina por ventilarse en el terreno de la fuerza: convocado el Concilio de Trento, en que los reformadores no quieren acudir, haccnse la guerra los coaligados de Smakalda y el Emperador, siendo aquellos derrotados, entre otras, en la batalla de Mulbcrg, donde cae prisionero el Elector de Sajonia, El aspecto de las cosas varía con motivo de

pasarse al bando protestante el duque Mauricio, aliado antes de Carlos I; y de tal manera supo este jefe levantar el espíritu del país y ganarse el concurso de los enemigos de don Carlos, que en poco tiempo se hace dueño de gran parte del territorio, y amenaza la ciudadela dc Inspruck, residencia del emperador.

El tratado de Passau (1542) pone término a la guerra reconociendo la libertad de conciencia y la igualdad política de católicos y protestantes, a pesar de los deseos de don Carlos.

Conquistas en América: Hernán Cortés y Francisco Pizarro

En tanto que los tercios españoles se baten simultáneamentc en Francia, Italia, África y Alemania, y el Emperador marcha de una parte a otra con aquella febril actividad que causaba la desesperación de sus enemigos, el Nuevo·Mundo era teatro

de inconcebibles hazañas: continuando el derrotero señalado por el genio de Colón, Vasco Nuñez de Balboa funda sobre el istmo de Panamá a Santa María de Darién; Ponce de León, el conquistador de Puerto-Rico, descubre la Florida; Juan Díaz Solís, penetra en el territorio del Yucatán; y Juan de Grijalva pone su planta en el fantástico Imperio mejicano.

El estremeño Hernán Cortés , emulo de aquellos héroes cantados por la musa de Homero, se propone la conquista de Méjico: se interna en la isla de Cozumel,

al frente dc un ejército que componían seiscientos hombrcs, diez y seis caballos y diez cañones, con el cual derrota al enemigo, fuerte de mas de mil hombres, y se apodera de la ciudad de Tabasco. La primera dificultad estaba vencida, y después que sus tropas hubieron pasado al territorio mejicano, quema las naves para imposibilitar la retirada, conquista la república de Tlascala, y el emperador Motectezuma , no atreviéndose a resistirle, le recibe como soberano en la capital de su imperio.

La rivalidad de Velázqucz, de una parte, y de otra la conducta de Alvarado, jefe de la guarnición española en Méjico, crearon a Hcrnán Cortés un conflicto que trajo como consecuencia la Noche triste (1520), Y costó la vida a muchos españoles, que pelearon en la sombra, rodeados por muchedumbre de enemigos, en país desconocido, y envueltos en un mar de agua. Al siguiente día, vencido el peligro, atraviesan los españoles el valle de Otumba por entre cuarenta mil guerreros indígcnas

que les cerraban el paso, toman por asalto la ciudad de Méjico, y todo aquel hermoso imperio viene a formar parte de la monarquía española.

Hernán Cortes murió pobre y olvidado de todos, tiempo andando, en una miserable casucha de Castilleja de la Cuesta.

Al mismo tiempo que Cortés realizaba la conquista de Méjico, otro estremeño, Francisco Pizarro, se apodera del imperio del Perú: la guerra civil en que los peruanos se hallaban envueltos facilitó las aspiraciones de este aventurero, el cual por traición se apodera del rey Atahualpa, y después de recibir a cambio de su rescate fabulosas cantidades de oro, le manda agarrotar tomando por pretexto que había pretendido sublevarse. Desavenidos los jefes españoles, cegados por la avaricia, luchan unos contra otros: Almagro es condenado a muerte por Pizarro, pero éste es asesinado en su mismo aposento por un hijo de aquél.

Los asuntos interiores en la Península. La política militar y aventurera de Carlos I, si bien entusiasmó a la juventud que fue a cubrirse de laureles en los campos de batalla, disgustó sobremanera a las ciudades, a la nobleza y al clero; tanto más, cuanto que el monarca residía en todas partes menos en España, y se consumían en estas empresas enormes sumas que

apenas bastaban a sufragar los tributos ordinarios, aún añadidos a las fabulosas cantidades de oro traidas desde América.

Reunidas las Cortes en Toledo (1539) para arbitrar recursos, propone el rey un nuevo impuesto llamado de las Sisas que afectaba por igual a todos los ciudadanos sin distinción de categoría ni de clase, pero la nobleza hasta entonces exenta de tributación, se opone tenazmente a ello aleccionado don Carlos , no vuelve a convocarlas de nuevo con asistencia de los magnates ni del clero. Justo castigo que los traidores de Villalar reciben de aquel a quien ellos mismos habían alentado en su obra demoledora y antinacional: en lo sucesivo, las Cortes no serán más que un recuerdo histórico, valioso sí, pero sin iniciativa.

Abdicación de Carlos I: su muerte

El tratado de Passau hizo ver a Carlos I que su estrella comenzaba a eclipsarse: achacoso y viejo, perdida la actividad que constituyó el fondo de su carácter, se decide a renunciar (1556) la corona de España en su hijo Felipe, y dos años más tarde abdica en su hermano Fernando los estados que la Casa de Austria poseía en Alemania.

Después de esto se retira al monasterio de Yuste, a siete leguas de Plasencia , y allí , dividiendo su tiempo entre los negocios públicos y las prácticas piadosas, le sorprende la muerte el 21 de Setiembre de 1558. Su reinado fue todo alemán.

Felipe II: extcnsión de la monarquía española.- Guerra con Francia: paz de Chateau-Cambrcsis.- El Escorial. - Campañas contra los berberiscos. - Expulsión de los moriscos.- Guerra contra los Turcos: batalla de Lepanto. - Conquista de Portugal. - La Armada invencible.

Felipe II cxtensión de la monarquía española

Felipe II (1556) era el monarca más poderoso de su tiempo: la monarquía española poseía entonces a España , Nápoles , Sicilia , Cerdeña, el Milancsado, el Rosellón , el Franco·Condado, y después Portugal, en Europa; Tunez, Orán, las Canarias, Fernando Póo y Santa Elena, en África; las Antillas, Méjico , el Perú, y casi toda la Península meridional, en América; y los

archipiélagos descubiertos por Magallanes, en la Oceanía: también gobernó la poderosa monarquía británica a título de rey consorte, por haber contraido matrimonio con doña María de Inglaterra,

Guerra con Francia: paz de Chateau·Cambresis, Aunque repugnaba las empresas militares, se vio envuelto en una guerra contra Francia, cuyo rey, Enriquc II, concertó con el Papa Paulo IV un tratado secreto por virtud del cual ambos soberanos se comprometían a romper las hostilidades contra España a la primera coyuntura: una cuestión insignificante sirvió

para que cl Pontfice terminara sus buenas relaciones con el monarca español, y rotas las hostilidades por Enrique II , el cual se declara protector de la Iglesia, el ejército francés penetra en Italia a las órdenes del duque de Guisa, mientras que Felipe II, desde los países Bajos donde se hallaba, lanza sobre Francia sus tercios siempre vencedores, mandados por Filiberto de

Saboya.

En tanto que el duque de Alba derrota al enemigo en las campiñas italianas, los españoles ponen sitio a la plaza de San Quintin (Picardia), sin que fueran bastantes para levantarlo los dos ejércitos que acuden en socorro de la comprometida ciudad. Libráronse una serie de combates; el general Coligni rompe las filas españolas y penetra dentro de los fuertes, pero Montmorencí es derrotado y prisionero, dispersas sus tropas, y San Quintín cae en poder de Filiberto de Saboya (1557).

Después de algunas alternativas que duraron dos años, los franceses piden la paz que se firma en Chateau-Cambresis, y para garantia la cual se estipuló el matrimonio de Felipe II, ya viudo, con doña Isabel, hija del rey de Francia, llamada desde entonces Isabel de la Paz.

El Escorial. En memoria de haberse ganado la batalla de San Quintín el día que la Iglesia celebra la festividad de San Lorenzo, Felipe II hizo voto de erigir un templo bajo la advocación de este mártir español, y de aquí la construcción del suntuoso monasterio del Escorial, alzado sobre las estribaciones del Guadarrama; afecta su forma la de unas parrillas,

vueltas al revés; y sus compartimientos, frios, duros, rectos, inflexibles, y sus claustros sombríos, y su arquitectura severa, sin adornos, y su gigantesca mole de piedra que se alza majestuosa sobre la vecina pendiente, y aquel templo grande, inmenso, pero con grandeza que sobrecoje y aterra, y aquel panteón de reyes lóbrego, y oscuro, y las habitaciones mezquinas, tétricas, que Felipe II se reserva para vivir en medio de aquella amplitud ciclópea, todo, todo acusa el ca·

rácter de este monarca, gigantesco hasta en sus desaciertos, que fueron bastantes.

Campañas contra los Berberiscos

Las piraterías de los berberiscos hicieron que Felipe II enviase contra ellos hasta tres expediciones sucesivas: de éxito feliz, a medias, fue la de Trípoli (1559), si bien la derrota de los Gelves puso de manifiesto la necesidad de crear una marina de guerra; en la segunda, (1563) demostró tener España los primeros soldados del mundo en las defensas de Mazalquivir y Orán, contra los aliados berberiscos y turcos; y en la última, (1564) recobró el Penón de la Gomcra, que los musulmanes habían arrebatado a Carlos L

Expulsión de los moriscos

Los musulmanes que al amparo de las capitulaciones de Granada habían quedado en España con el nombre de moriscos, fueron obligados a bautizarse por la fuerza, siempre que de buen grado no quisieran, y transigieron, además, con todo, a trueque de continuar en este país, que al fin era su patria, y donde se guardaban las venerandas cenizas de sus antepasados: mahometanos en el fondo, afectaron las formas cristianas en el exterior, pero como vivían en la serranía, casi alejados de todo comercio con las poblaciones españolas, conservaron su idioma, sus tradiciones de familia y sus costumbres, hasta que Felipe II da la orden para que definitivamente renuncien a todo, y origina una sublevación que defenderán al abrigo de sus inaccesibles montanas.

Declarados independientes, proclaman rey al joven Aben-moâwiyyáh, descendiente de los príncipes cordobeses y cuyo nombre cristiano era don Fernando de Valor, y durante dos años resisten las batidas que contraellos trabajaron con suma pericia, aunque con mediana fortuna, el marqués de Mondéjar y el de los Vélez: solo don Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II, consiguió vencerlos (1570). Como consecuencia de estos sucesos fueron expulsados todos los moriscos

que vivían la región andaluza.

Guerra contra los Turcos: batalla de Lepanto

Selím II, Emperador de Constantinopla , heredó con el trono los ambiciosos proyectos de su padre: las conquistas de Chipre y Túnez, realizadas por el turco, hicieron que los Estados cristianos de la Europa meridional, acallando odios antiguos, escucharan en medio del general espanto la voz atribulada de Pío V, el cual trabaja para contenera á estos barbaras la alianza de italianos, genoveses y españoles.

Nombrado don Juan de Austria almirante de las fuerzas coligadas, zarparon del puerto de Mcsina las naves que conduelan al combate ochenta mil defensores de la Cruz, y en las aguas de Lepanto (1572) se libra la batalla naval mas celebrada de los tiempos antiguos y modernos, coronada con el éxito más completo. En ella perdió el brazo izquierdo un oscuro soldado, Miguel de Cervantes Saavedra, el cual años después había de asombrar al mundo con el más donoso y sublime de cuantos poemas se han escrito.

Conquista de Portugal

La trágica muerte de don Scbastián de Portugal, ocurrida en la batalla de Alcazarquivir (1578), y la de su tía el cardenal Enrique, dos años más tarde, facilitaron la constitución de la nacionalidad ibérica bajo un mismo cetro, pues extinguidas

ambas lineas de varones, la corona portuguesa correspondía a Felipe II , hijo de doña Beatriz, nieta de Manuel I el Grande: los naturales del país proclaman en odio a Castilla al prior de Ocrato, don Antonio, hijo natural del infante don Luis; pero confiada la defensa del derecho a la fuerza de las armas, los tercios españoles derrotan en Alcántara ( 1580) al ejército del pretendiente y Felipe II es consagrado en Lisboa como rey de Portugal: dos meses bastaron para que el duque de Alba y el marqués de Santa Cruz redujeran todo el territorio.

La Armada invencible

Felipe II deseaba abatir la soberbia de lsabel de Inglaterra y buscaba un pretexto para declarar la guerra a esta nación, cuando los atropellos cometidos en Cádiz por Drake le facilita el motivo que tanto apetecía: equipase una escuadra de ciento cincuenta buques , con veinte mil hombres de abordaje, los cuales a pesar de la enfermedad del almirante marqués de Santa Cruz y de la borrasca que a la altura de Finisterre desarboló algunos barcos, ponen la proa con rumbo al canal de la Mancha, donde lessorprende de nuevo el temporal: como si esto fuese poco, de improviso se encuentran atacados por la armada británica que echa a pique no menos de treinta bajeles, con pérdida de unos diez mil hombres. Dominados por la tormenta perecieron otros buques , y el resto vuelve destrozado a las playas españolas: así vino a perderse la armada invencible.

Cuando Felipe II supo este desastre, tan espantoso como inesperado, dicen que se limitó a contestar ; No envié yo mis naves a luchar contra los elementos, sino contra los hombres. Lo peor de todo fue que, envalentonados los ingleses con el pasado triunfo, penetraron algunos meses después en Cádiz y saquearon la ciudad, se llevaron a remolque cuantos buques estaban en el puerto, y se retiraron tranquilamente sin que nadie pensara en atacarles.

Insurrección de los Países·Bajos; el compromiso de Breda.- Goblernos de Alba, Requesens, Juan da Austria y Farnesio.- Independencia de este país.- La Reforma en España.

Insurrección de los Países-Bajos : el compromiso de Brcda

La misma conducta que Carlos I observó en España al rodearse de flamencos y entregar los destinos públicos a estos extranjeros, observó Felipe II en Flandes: también allí se presentó este monarca con su corte de españoles, y a españoles

confió los principales destinos; y para que la analogía fuese mayor, también aquí se vieron atacadas las libertades

municipales y se fue operando poco a poco una transformación política antinacional.

Al regresar a España después de la jornada de San Quintín, dejaba Felipe II por gobernadora de los Paises-Bajos a Margarita dc Parma, de la cual era consejero el cardenal Granvela, aborrecido de los flamencos: la chispa que hizo brotar la rebelión fue el establecimiento en este país de un tribunal , semejante al de la Inquisición española, cuyo objeto era mantener la unidad religiosa mediante el exterminio de los reformadores protestantes, que habían llegado a ser bastante numerosos. De nada sirvieron las respetuosas exposiciones que, apoyadas algunas por la misma regente, se presentaron a Felipe II para conseguir la modificación de sus proyectos, pucs que sordo a todas ellas, lejos de suavizar, arreció más y más su política de resistencia hasta que el rompimiento se hizo inevitable.

Ocurrió éste con motivo de la publicación del Concilio de Trento, habiéndose mancomunado el pueblo todo para sostener sus privilegios , mediante el Compromiso de Breda (1566), a cuyo frente se puso el conde Guillermo de Orange, ardienle defensor de la Reforma: que el movimiento insurreccional era en sus orígenes más político que religioso , se demuestra sabiendo que formaron parte de la liga los príncipes de Horn y Egmont, católicos de siempre, y que todos indistintamente, calvinistas y romanos, recorrieron las poblaciones rurales excitándolas a la rebelión. Conocedora del país publicó Margarita de Parma un edicto pacífico que tranquilizó los ánimos algún tanto, mas como Felipe II persistiera en sus propósitos, y presumieran los flamencos que para reducirlos iban bien pronto a emplearse

el hierro y el fuego, se preparan a la lucha con la alianza de todos los estados alemanes, protestantes lo mismo que ellos, y la cuestión se hace de raza, es decir, de germánicos contra neolatinos, y las hostilidades comienzan por ambas partcs con igual ensañamiento.

Gobiernos de Alba, Requesens, Juan de Austria y Farnesio

El duque de Alba, don Fernando Alvarez de Toledo (1567), establece a poco de su llegada el célebre Tribunal de los Tumultos, o de la sangre como los flamencos le llamaron, el cual en sus terribles funciones mandó decapitar a diez y ocho mil personas que habían tomado parte en las anteriores revueltas, entre ellas, a los jefes Horn y Egmont; ante semejante espectáculo más de treinta mil familias emigran a otros países para evitar la suerte que les aguardaba, y los pueblos se levantan en masa para tomar las armas en defensa de su patria.

El príncipe de Orange recluta en Alemania un ejército de aventureros que se lanzan contra los españoles como fieras , y muchos emigrados vuelven a su país para aceptar su parte en la campaña: hasta Isabel de Inglaterra envía secretamente socorros a los sublevados.

En tanto que la guerra se hace por ambas partes con la mayor ferocidad, las cuatro provincias de Holanda, Zelanda, Frisia y Utrech, nombran Statouder o presidente de una improvisada república al de Orange, y cansado el duque de Alba de tanta matanza y exterminio pide su relevo.

Le sustituye don Luis de Rcquesens, que peca por el defecto contrario al del gobernador anterior, pues en el estado de tirantez y resistencia a que las cosas habían llegado, los rebeldes tradujeron como debilidad lo que sencillamente era buen deseo, y nada pudo por la dulzura conseguirse. Desesperado de no rcalizar su objeto muere Requesens y le sucede don Juan de Austria (1576), el vencedor de Lepanto, cuya firmeza y talento político hubieran terminado las negociaciones

pendientes en una forma para todos decorosa y aceptable, pero como Felipe II no aprobara las medidas empleadas por su hermano bastardo, y bien lejos de ello enviase órdenes de continuar la política del de Alba, consiguió que las provincias más pacíficas del Sur hicieran causa común con las sublevadas del Norte, mediante la unión de Bruselas, y se agravara más y

más este conflicto.

Don Juan de Austria mucre a poco tiempo, y Alejandro Farnesio, hijo de Margarita de Parma, se encarga de la continuación de la campaña: a las provincias emancipadas antes se unen ahora las de Güeldres, Groninga, Frisia y Over-Iscl, en virtud del convenio de Utrech (1579). Y los sublevados proclaman la independencia de la república de Holanda , francamente

calvinista.

Buscó asesinos Farnesio que quitaran la vida al presidente Guillermo de Orange , cuya muerte fue seguida de algunos triunfos importantes como el de Ambcrcs, pero ni la inexperiencia del joven Mauricio, nuevo statouder, no pudo evitar el predominio de España, los holandeses recibieron en cambio algunos socorros de Alemania, Inglaterra y Francia, y la muerte del gobernador malogra por último los triunfos obtenidos.

Independencia de este país

Con la desaparición de Alejandro Farncsio termina el dominio de los españoles sobre los Países-Bajos, pues Felipe II, a pesar de los triunfos obtenidos por el archiduque Ernesto y el conde de Fuentes (1594), abdica en el tratado de Vervins (1598) la soberanía de este reino en su hija Isabel Clara, casada con el archiduque Alberto de Austria, por

más que, descontentos los holandeses con los nuevos monarcas, recobrado bien pronto su completa autonomía.

A estos extremos, y aun a otros peores, conduce la política de resistencia cuando se la saca del cauce razonable.

La Reforma en España

A semejanza de lo sucedido en los pueblos de raza latina, el protestantismo germánico, que tenia por base el libre examen, no consiguió echar hondas raíces en España, donde sin embargo hallamos algunos defensores de la: reforma de Lutero: muchos hombres que al parecer del mundo hacían en letras y en virtud ventaja muy grande a otros poblaron a título de herejes las cárceles y las hogueras, empleándose para contener el mal, que avanzaba lento, los medios bárbaros del hierro y el fuego, cuando eminencias tan competentes y cristianas como Santa Teresa de Jesús, San José de Calasanz, San Juan de Dios, fray Luis de León, Arias Montano, el P. Mariana y tantos otros hacían propaganda para convertir á los extravia·

dos por medio de la tolerancia, la discusión, la enseñanza y las instituciones religiosas.

Los consejos de la Inquisición. y los de los aduladores palaciegos pudieron más en el ánimo de Felipe II que el sublime ejemplo de la caridad de una Santa, compadecida hasta del diablo por que al infeliz no le era permitido amar, y los autos de fé con sus patíbulos y hogueras, y los tormentos que trituraban el cuerpo de los reos, y los calabozos de las prisiones inquisitoriales, llevaron el terror a todas partes y la perturbación a todas las conciencias: como si esto fuese poco, se dictó

por el monarca español una pragmática prohibiendo que su vasallos salieran al extranjero a recibir una educación quc aquí no pudo dárseles.

Además del doctor Juan Gil, magistral de la Catedral hispalense, quemado en estátua; de Agustin Cazalla, predicador de Carlos I, agarrotado en la plaza pública: del emincnte jurisconsulto Herrezuelo quemado vivo; y de otros muchos eclesiásticos y seglares que pudiéramos citar, fue proccsado como hercje el arzobispo

de Toledo,fray Barlolomé de Carranza, por haber escrito unos comentarios al catecismo católico: después de algunos años de prisión, durante los cuales se defiende con brillantez de cuantos cargos se le hacían, consiguió merecer la absolución pontificia de todas las censuras que se le habían impuesto, castigándole en cambio con una sencilla penitencia que estaba cumpliendo cuando le sorprendió la muerte.

Realmente, bajo el punto de vista religioso, no hubo más: en el político, ya es cosa bien distinta.

Política interior de Felipe II.-Antonl0 Pérez su proccso.-Destrucción de las libertades aragonesas.- Proceso del Príncipe don Carlos.Muerte del rey: paralelo entre Carlos L y Felipe II.

Política interior de Felipe II

La política de aventuras iniciada por Carlos I, y que Felipe II se vio precisado a continuar, vino trabajando lentamente un

malestar económico muy grandc, el cual influyó pronto hasta en las clascs sociales mejor acomodadas; ya no bastaron los tributos ordinarios ni extraordinarios, ni las nuevas gabelas invcntadas por una aduministración que no pensaba más que en arbitrar recursos, sino que se lcgó al extremo de vender públicamente los grados del ejército, los títulos nobiliarios, las jurisdicciones perpétuas, y hasta los destinos más insignificantes.

Como si esto fuese poco, más de una vez se dio el caso de que los buques reales apresaran las llaves cargadas de frutos y dinero enviadas por los particulares desde América, haciendo cierto el dicho de que nada está más cerca de la escuela socialista que ciertos absolutismos incomprensibles.

Protestaron de este desafuero las Cortes de Valladolid (1558) y Tolcdo (1560) exponiendo a Felipe II que las leyes hechas por la representación de las ciudades no podían ser derogadas por el rey sin consulta previa y acuerdo afirmativo, pero este monarca sé limitó a contestar ambas veces que proveería lo más conveniente, y desde entonces prescindió de los códigos nacionales para gobernar a su antojo, sin tomarse siquiera

el trabajo de cubrir las apariencias.

Hasta mejores tiempos, las Cortes solo se reunirán con motivo de alguna guerra extranjera o para la jurade los Príncipes de Asturias, viniendo por modo tal aconsumarse la obra demoledora iniciada por Cisneros, continuada por Carlos I y a la cual Felipe II supo dar digno remate.

El poder absoluto de Felipe II encontró en Aragón algunas limitaciones imposibles de salvar dados sus fueros y privilegios regionales, pero no tardando habrá de conseguir la nivelación política de este país con Castilla, según sucedió con motivo del proceso incoado contra Antonio Pérez, Secretario del real despacho.

Antonio Pérez: su proceso

En tanto que don Juan de Austria procuraba ultimar la guerra de los Países·Bajos, seguiánse por conducto de Escobedo las

negociaciones secretas entabladas con el Pontífice y con Francia para el objeto de colocar a este ilustre bastardo sobre el trono de Inglaterra, a la sazón ocupado por una reina hereje; pero aunque se procuró ocultar estos planes a Fclipe lI, por temor de que los reprobase, cogido el hilo de la trama a consecuencia de ciertas preguntas hechas por el Nuncio de su Santidad, vino a descubrirse todo y resultaron concretos muchos extremos que formaban parte de un plan vastísimo, capaz de comprometer la tranquilidad europea, y más principalmente la de España.

El marqués de los Vélcz y Antonio Pércz, consultados por el rey acerca de lo que en situación tan complicada procedía, no encontraron para deshacer la intriga otro medio que la muerte de Escobedo: después de haberse intentado un envenamiento, infructuoso hasta por tercera vez, buscó Pérez algunos hombres capaces de ultimar tan enojoso asunto bien y pronto, como sucedió en la noche del 31 de Marzo de 1578. Escobedo murió de un golpe de estoque, y sus asesinos reciben

el nombramiento de alférez, mas la suma de veinte escudos de oro.

Pero la. verdadera causa de la muerte del favorito de don Juan de Austria debe buscarse en otra parte: esta en la conducta que Antonio Pérez y su amante, la princesa de Eboli, observaron con el rey, enamorado de esta mujer. Como Eseobedo conociera estas infamias y los amantes temiesen que este, por cualquier motivo, los delatara, de aquí el interés de Pércz en exagerar la importancia de las complicaciones políticas en el real Consejo y su proposición de emplear como medida salvadora el consumado asesinato.

En resumen: Antonio Pérez engaño a Escobedo, descubriendo sus secretos al rey, y engañó al rey presentando a Escobedo como merecedor de la muerte.

Cuando Felipe II se dio cuenta de que bajo las apariencias políticas había sido engañado por su favorito, deseó vengarse, venganza en la cual, además de su decoro de rey, estaban interesados el amor propio del hombre y los celos del amante ultrajado; solo así pueden comprenderse los incidentes que con este motivo surgieron, y la impebcablc saña del monarca español.

Comenzó Felipe II haciendo que un hijo de Eseobedo acusara a Perez del asesinato de su padre, por lo cual éste fue preso, si bien, después de sufrir la prueba del tormento hasta por dos veces, consigue refugiarse en Zaragoza al amparo del derecho de manifestación: en su virtud, inhibidos los jueces reales del conocimiento de esta causa, formuló el rey por medio de sus agentes otra nueva para ante la autoridad del Justicia.; pero como Antonio Pérez viese asegurada su persona con el

amparo de las leyes aragonesas, hizo saber a su amo y señor que entre sus papeles conservaba algunos que podían comprometerle y desde entonces deja Felipe II de mostrarse parte en el proceso. En cambio, si vencido en el terreno del derecho penal, apela a la Inquisición acusando de hereje a su enemigo, y Pérez es conducido por sorpresa a los calabozos del terrible Tribunal, de donde los Zaragozanos le sacan después de un motín que cuesta la vida al marqués de Almenara, representante de Felipe II en Zaragoza: a los pocos días traspasa la frontera de Francia.

Destrucción de las libertades aragonesas.

Felipe II, que deseaba acabar con las libertades aragonesas, toma pretexto del motín que salvó a Pérez para inaugurar la lucha; y a la vez que en Madrid recibe con dulzura a los comisionados que fueron a presentarle excusas por lo ocurrido, envía contra Aragón un ejército de diez mil infantes y mil quinientos caballos, al mando de don Alonso de Vargas: al saberlo, la diputación permancnte eseribe a Felipe II dándolc a entender que todos estaban dispuestos a repeler la fuerza

con la fuerza si se veían atacados, y que así lo harían lo demuestra la sentencia dictada conforme al Fuero de

1361 contra Vargas, sentencia que un notario le notificó en el campamento de Agreda.

Semejante actitud excita las iras de Felipc II, el cual escribe a su general la siguiente órden: en rescibiendo esta, prcndereys á D. Juan de Lamuza, Justicia de Aragón, y tan presto sepa yo de su muerte como de su prisión: hareysle luego cortar la cabeza, Y así vino a ejecutarse:Vargas penetra en Zaragoza, prende a Lanuza, y sin otro proceso que la precedente orden, le decapita por mano del verdugo el 19 de Diciembre de 1591.

Proceso del príncipe don Carlos

Otro de los hechos ruidosos de este reinado es el proceso de don Carlos, príncipe de Astúrias: de carácter díscolo, soberbio y orgulloso, habla demostrado desde su niñez el príncipe perversas inclinaciones, ya rompiendo cuantos objetos le ponían a su alcance, ya martirizando algunos animales vivos, o ya maltratando de palabra y de obra a las respetables personas encargadas de su educación.

Incapaces sus maestros para obligarle al estudio, fue llevado a la ciudad de Alcalá con el fin de ver si le aficionaba al trabajo su tío don Juan de Austria; y ocurrió, que bajando un día por la escalera de la: casa arzobispal, se cayó un gran golpe que le destrozó el cráneo y le puso a las puertas de la muerte: solo la arriesgada y dolorosa operación del trépano pudo salvarle, si bien desde entonces quedaron sus facultades perturbadas, y todo su cuerpo débil en extremo hasta el punto de que

no estuvo completamente restablecido jamás.

Puede juzgarse, pues, cual sería el estado de este príncipeen su juventud, malo por carácter, orgulloso por nacimiento, grosero por educación, brutal como todo ignorante, y perturbada la razón con motivo de su caida; debiendo añadir que, huérfano de madre a poco de nacer y ocupado su padre siempre en los negocios del gobierno, se crió sin que formaran su corazón esas caricias y consejos, tan indispensables a los niños.

Dominábale sobre todas la pasión de tomar parte en los negocios del Estado, lo cual nunca consintió su padre; de manera que, contrariado en ella, se dio a todo género de disipaciones y lo que es más, a conspirar contra el rey con motivo de los asuntos de Flandes: graves cosas debieron ocurrir entonces, comprobada como está su inteligencia con los condes de Horn y Egmont y el príncipe de Orange, pues sorprendido una noche en su mismo lecho, lo encierran en el cuarto más retirado de sus habitaciones, y se forma contra él un proceso del cual resultó merecía la muerte por hereje, como reo de lesa nación, y hasta por sus conatos de regicidio,

La sentencia no llegó a cumplirse, porque agravada su enfermedad en la prisión, le dejaron cometer disparates capaces de matar a un hombre sano y robusto, cuanto más a un enfermo; murió el día 24 de Julio de 1568.

Muerte del rey: paralelo entre Carlos I y Felipe II.

Treinta años después (1598) moría Felipe II.

Los historiadores llaman Siglo español al siglo XVI, y con justicia: Carlos I y F elipe II lo llenan por completo, pero le prestan una fisonomía distinta a causa de su opuesta manera de ser. Flamenco cl primero, implantó en España los ideales de la Casa de Austria que falsearon el carácter nacional, y convirtieron a los españoles en un pueblo de fanáticos

aventureros; Español el segundo, empleó toda su actividad y poderosos elementos en lanzar sobre Flandes y sobre la Europa protestante a toda esta nación de valientes, con objeto de ahogar el libre examen, al paso que consumaba en el interior la muerte de cuanto nos quedaba, que era ya poco, de nuestra gloriosa y anterior historia.

También difieren bajo el punto de vista de los medios, pues Carlos había gobernado el mundo hallándose presente en todas partes, y Felipe lo dominó desde su gabinete; aquél era incansable en el manejo de la espada, y éste en el de la pluma. Los dos fueron, sin embargo , representantes genuinos del catolicismo , de la intolerancia religiosa, y de la monarquía absoluta.

Felipe III: su carácter.-Prívanza del duque de Lerma.-Guerras exteriores.-Conjuración de Venecia.- Expulsión de los moriscos.-Conquistas en América y Asia.

Felipe III: su carácter

A la muerte de Felipe II hereda la monarquía española su hijo Felipe III (1598), a quien la historia conoce por el Piadoso.

Más a propósito para vivir en una celda entregado a la vida monástica, que no en palacio al frente de los negocios públicos, demostró pronto que no se había engañado su padre cuando al morir exclamaba: Dios que me ha dado tantos estados, me niega un hijo capaz de gobernarlos, pues aquel hombre, que indudablemente reunía todas las virtudes privadas y públicas apetecibles en un excelente cristiano, se hallaba destituido de los atributos que necesita un monarca. Incapaz de sostener el peso de la corona, entrega el gobierno en manos de un favorito, tan inepto como él, aunque más orgulloso y vano.

Privanza del duque de Lerma

Fue este don Francisco de Rojas y Sandoval , marqués de Dénia y duque de Lerma, el cual no pensó más que en aumentar sus riquezas, acaparar todos los honores, colocar a sus parientes y deudos, y mantener en política el desastroso principio de intervención en los asuntos de Europa, precisamente cuando la hacienda se encontraba arruinada, empobrecidos los pueblos, el tesoro exháusto, y el horizonte político preñado de formidabies tempestades.

Gobierna por ti oyendo a personas celosas y cntcndidas para no entregarte en manos de un privado que abuse del favor tal fue el último consejo que Felipe II moribundo dio a su hijo, pero éste no tuvo ni aún valor para practicarlo: y se vio bien castigado, pues los privados fueron dos. Llamábase el segundo don Rodrigo Calderón, hombre duro y ambicioso, el cual desde paje del duque de Lerma ascendió a confidente dc su amo, marqués de Siete Iglesias, consejero del rey y árbitro de

los destinos de la monarquía más poderosa del mundo.

Confiado el gobierno él tales eminencias, no busque mas en este reinado un solo proyecto noble, una idea grandiosa, un pensamiento político de alguna talla, porque si las cosas marchan, aunque mal, se debe al impulso recibido en los anteriores tiempos. gracias a los discípulos en armas y en política que todavía quedaban de los Alba y Santa Cruz.

Guerras exteriores

El primer acto de Felipe III fue confirmar al archiduque Alberto en la soberanía de los Paises·Bajos , con las condiciones de reversión a la corona de España, de manera que como los flamencos se sublevaran de nuevo, hubo necesidad de mantener aquella guerra, en la cual, siendo no más que patronos, España lo puso todo, generales, soldados, y hasta víveres: cierto que para atender a sus gastos se pidió un préstamo a los comerciantes de Cádiz, y cierto también que los tercios españoles, hambrientos y mal armados, conquistaron imarcesibles laureles en la toma de Ostende, pero no lo son menos , el descalabro de Netwport, el destrozo de la escuadra en Gibraltar, la humillante tregua de Amberes, la pérdida de Amboine, Tidor y Coromandcl en las Indias orientales, y la independencia definitiva de Holanda.

Émulo e imitador de Fclipc II, quiso el de Lerma eclipsar el recuerdo de la armada invencible enviando contra Inglaterra una escuadra de cincuenta naves, pero las tempestades, lo mismo que en 1588, hicieron imposible toda tentativa de arribo a las costas británicas, y las cosas quedaron como estaban, es decir, peor, por la razón sencilla de que los buques destrozados no pudieron reponerse.

Igual mala fortuna tuvo la expedición contra África, la cual tampoco llegó a su destino: en cambio, la de 1611 dio por resultado la preciosa conquista de tres mil libros árabes de poesía , ciencias y religión, trasladados a la biblioteca del monasterio de San Lorenzo del Escorial.

El único negocio donde Lerma demostró algún acierto fue el de la paz con Francia, y aún en este, el éxito se debió al buen deseo de la reina viuda doña María de Médicis, Regente por muerte de Enrique IV.

Conjuración de Venecia

El trabajo todo suyo, y como tal malísimo, es la Conjuración de Venecia.

Para conseguir la comunicación directa de España con Austria, a través de Venecia, los representantes de ambos países acordaron la destrucción de esta ciudad, gobernada en forma de república por el famoso Consejo de los Diez: previas las instrucciones secretas del favorito, comenzó a realizarse un plan que consistía en introducir secretamente en Venecia mil soldados disfrazados de campesinos italianos, los cuales recibirían sus armas del embajador español marqués de Bcdmar, en prender fuego al arsenal, sublevar la guarnición disgustada por la escasez ele sus pagas, y apoderarse del gobierno. Apercibidos los Consejeros venecianos de cuanto se fraguaba, cortaron el mal de raíz, y decapitaron, para escarmiento, a quinientas personas, las más comprometidas.

A semejantes medios apelaban, y aún así para no conseguir su intento, aquellos descendientes de los que en campo abierto, frente á frente, vencieron en San Quintín , en Pavía , en Alcántara y en GarelIano.

Expulsión de los moriscos

El acontecimiento más notable ele este reinado, y el más impolítico también, es la expulsión de los moriscos. No debe ocultarse que esta raza alimentaba todavía el deseo .de tomar venganza de sus opresores, ni que era hasta de temer

una invasión por parte de los africanos que acechaban las playas españolas desde sus buques piratas , pero así y todo, el peligro era tan remoto e insignificante que no merece discutirse. Se dirá que la unidad religiosa hada necesaria esta medida porque estas gentes continuaban adorando en su interior el dios del Islamismo, mas debe entcnderse que si el arzobispo de Valencia pedía el extrañamiento, opinaban por la tolerancia los prelados de Segorbe, Tortosa, Orihuc1a y el Pontífice Pío V, sobre todos, al cual se había hecho la oportuna consulta.

Sobre el de Lerma llovieron solicitudes en sentidos opuestos, y este, después de algunas vacilaciones, condición propia de todo hombre pequeño, aconseja a Felipe III la expulsión, cuyo decreto firma el monarca en 1609 sin tener en cuenta que condenaba a la miseria y a la muerte millares de indefensas familias, ciudadanos de sus reinos, en los cuales vivían al amparo de la ley y de la justicia.

En el término perentorio de tres días salieron de la península novecientos mil moriscos, que dejaban desiertos hasta cuatrocientos cincuenta pueblos, se llevaban incalculables cantidades de dinero, y lo que todavía es más sensible, dejaban yermas tras ellos las huertas de Valencia, las vegas de Múrcia, las llanuras de Castilla, y hasta los deliciosos cármenes de Granada: en cambio los más de estos infelices murieron asesinados, después de robarles, bien en las playas africanas por lo

que tenían de cristianos, o en las costas de Francia e Italia por lo de musulmanes.

Conquistas en América y Asia

Como compensación a tanta desventura, Juan de Oñate conquistaba a Nueva-Méjico, Pedro de Navarrete sujetaba cl

valle de Arauco, y los hermanos García de Nadal descubrían el canal de San Vicente; en tanto, nuevas exploraciones

dirigidas por Acuña, Silva, Rivera y otros, aumentaban las posesiones españolas de la Oceanía a

lo largo del archipiélago melanesio.

Felipe IV:su carácter.- Privanza de Olivares: su pensamiento político.- Medidas de gobierno.-Guerra con Holanda. - Guerra con Francia.-Sublevación de Cataluña. - Levantamiento de Portugal. - insurrección de Nápoles y Sicilia.- Muerle de Felipe IV.

Felipe IV: su carácter

A la muerte de FeIipe III hereda la corona su hijo Felipe IV(1621).

Incapaz de dirigir el gobierno ni de ocuparse con fijeza en los problemas políticos, difíciles de suyo, gustaba el monarca vivir entre una corte numerosa de poetas o de cómicos, presidiendo bailes o dirigiendo cacerías, es decir, sacrificando siempre el deber de rey a los placeres de todo género, lícitos e ilicitos; que a todos tenia bien puesta su afición Felipe IV.

Privanza de Olivares: su pensamiento político

Si en el reinado anterior el de Lerma, el de Olivares será en este el árbitro de los destinos nacionales; y cuenta que don Gaspar de Guzmán solo se distinguía por su dureza de carácter, ambición de popularidad, ninguna previsión, escasas facultades políticas,orgullo desmedido, y esa tenacidad inconsciente, casi brutal, que constituye el triste privilegio de los ignorantes endiosados.

Desconocedor de la verdadera situación de España,cifra todo su ideal político en devolverla su anterior preponderancia: al efecto inaugura el sistema de guerras y conquistas que tantos ríos de sangre y oro hablan consumido, sin pararse a meditar las probabilidades de éxito que las nuevas empresas ofrecían, tanto más cuanto en ellas iban a consumirse las últimas fuerzas de esta pobre nación tan esquilmada.

Verdad es que la extensión de los dominios españoles, la conquista del Palatinado por los alemanes, la alianza del emperador Fernando II con el soberano de los Países-Bajos, el espíritu público que a toda costa pedía nuevas aventuras, y más que nada el poder de la Casa de Austria, formidable como nunca en estos tiempos, eran causas bastantes para volver el juicio a cualquier estadista, y más si era de la talla de Olivares; pero habían pasado para España aquellos tiempos en los cuales podía sonar con la monarquía universal, irrealizable proyecto que durante el siglo XVI fue el objetivo de Carlos I y de Felipe II.

El conde·duque de Olivares inicia su privanza aspirando a la plaza de administrador integro y celoso, para lo cual extrema su rigor contra don Rodrigo Calderón, procesado antes por delitos de cohecho; y como la causa terminara condenándole a la última pena, cuentan que el reo subió al cadalso tan entero y sereno, que su altivez ha llegado proverbial hasta nosotros.

Medidas de gobierno

Varias medidas de rigor tomó también el favorito contra otros, pero las esperanzas se desvanecieron pronto al ver que sus procedimientos rutinarios y gastados, lejos de contener, precipitaban la muerte de las pocas riquezas que existían todavía. Empréstitos ruinosos, cnajenación de bienes comunales, suscripciones voluntarias, los tesoros que de América venían, una tributación desordenada y egoista, el tráfico de los destinos eclesiásticos y civiles; tales fueron los ingresos de aquel presupuesto colosal, informe, capaz de arruinar a la nación más poderosa de la tierra.

Guerra con Holanda. Felipe IV inaugura su reinado con la guerra de Holanda, y al efecto dirige a las siete provincias unidas un mensaje invitándolas a juntarse con las otras diez para formar un solo cuerpo, es decir, que renunciasen a su soberanía; los holandeses se niegan, y las operaciones de la guerra dan comienzo.

Algunos triunfos consiguicron en Flandes los soldados españoles que mandaba Espinola, pero se ven eclipsados por las derrotas sufridas en el mar: armados en corso los ochocientos navíos mercantes de la Compañía de indias, se apoderan del litoral americano desde San Salvador hasta el río de las Amazonas, y en Oceanía. de Malaea, Ceilán y las Malucas. Al fin de tan desgraciada campaña, complicada con la guerra general de Treinta años, no solo renuncia Felipe IV la soberanía sobre Holanda, sino que voluntariamente cede a esta

república los territorios de Bravante, Flandes y Limburgo, con las plazas fuertes de Maestrieh, Bois-le-Duc, y Breda.

Tiempo era de que esto se hiciese, pues muerto el comercio español por la clausura del Escalda, los flamencos, reducidos a mendigar, emigraran a Inglaterra y Francia en busca de trabajo.

Guerra con Francia

El tratado de Wesfalia (1648) que momcntáneamente pacifica las disensiones entre holandeses, alemanes y españoles, no acaba con la rivalidad entre Francia y España, regida a la sazón aquella por el cardenal Richelieu, ministro de Luis XUI:

la posesión del Franco·Condado por elipe IV y la herencia del ducado de Mantua por fallecfmiento de Vicente Gonzaga, a cuya herencia querían imponer ambos soberanos distintos candidatos, fueron el pretexto de que Richelieu se vale para realizar su proyecto de abatir la casa de Austria en las dos ramas alemana y española; y mientras que los franceses derrotan los tercios españoles en Tornavento, Montbaldón, Avein, Irún, Pasajes, Fuenterrabía, Alsacia y Montbcliard, los españoles invaden la Picardía, plantan su bandera en Chapelle, penetran cn la Guyena, y avanzan sobre París hasta que los detiene el ejército que Luis XIII mandaba en persona.

Después de algunas batallas de éxito dudoso, sin contar la de Rocroi ( 1643), donde por primera ver. se declaró en completa derrota aquella famosa infantería española que fue terror de Europa, se firma la paz de los Pirineos (1659), complemento del tratado de Wesfalia, cediendo Felipe IV a Francia el Rosellón, Conflant y Artois, y conviniéndose el matrimonio de

Luis XIV con María Teresa, hija del soberano español.

Sublevación de Cataluña

Con motivo de los vejámenes que los catalanes sufrían en la guerra contra Francia, pues que, prescindiendo de sus fueros, el de Olivares los trataba sin consideración alguna, estalló la sublevación del Principado: ligero motín popular en su origen, pudo contenerse con el empleo de algunas medidas equitativas y justas; pero la soberbia del favorito empleó contra los catalanes la violencia y el terror, amenazándoles hasta con la pérdida de sus fueros (1640).

Sublevada la capital. pronto siguieron este ejemplo las ciudades de Lérida, Balaguer y Gerona, y la insurrección

fue completa: constituidos los catalanes en república, pusiéronse bajo la protección de Luis XlII de Francia el cual prometió socorrerles siempre que Felipe IV tratara de arrebatarles sus franquicias. En el siguiente año (1641) firmaba el monarca frances un convenio, por virtud del cual aceptaba la soberanía de Cataluña con los condados del Rosellón y Cerdaña, obligándose ,respetar los privilegios de sus nuevos vasallos, a conceder solo a catalanes los beneficios eclesiásticos y cmpleos militares y civiles, y a no percibir más tributos que los autorizados por los procuradores del principado.

Identificados de este modo los intereses de catalanes y franceses, duró la guerra once años con variedad de fortuna para los beligerantes, terminando con la rendición de Barcelona, después de un largo asedio (1652); respetáronse a los sublevados todas las inmunidades, fueros y franquicias que desde tiempo inmemorial venían disfrutando.

Levantamiento de Portugal. Las mismas causas que la sublevación de Cataluña originaron el levantamiento de Portugal: la conducta de Olivares para con esta provincia, que vio su marina de guerra destruida por los holandeses, que perdió más de doscientos buques mercantes, que en menos de cuarenta años había tributado cien millones de escudos de oro, y cuyas

leyes habían sido holladas y sus habitantes tratados con desprecio, hicieron que la mal comprimida indignación estallase sañuda, alimentando más que nunca las tendencias separatistas de las cuales se mostraron siempre defensores.

Como una orden del favorito dispusiera que los tercios portugueses se trasladaran a Cataluña, precipitose la conjuración de Lisboa, alentada por Inglaterra y Francia, y el duque de Braganza es proclamado rey de Portugal con el nombre de Juan IV(1640), sin que en la guerra que siguió a este hecho pudieran obtener los españoles otra cosa sino descalabros: fue el más

notable el de Villaviciosa (1665). A los tres años quedaba este reino independiente de la corona de España,

después de una dominación nefasta que había durado casi un siglo.

Insurrección de Nápoles y Sicilia La política de don Luis de Haro, sucesor de Olivares en la privanza del rey. si más pacifica y prudente, no pudo evitar que las cosas continuaran obedeciendo al impulso recibido: por eso al mismo tiempo que se desarrollaban el levantamiento de Portugal y la guerra contra Cataluña, ocurre en Italia otra doble rebelión, la de Nápoles y Sicilia (1647).

El movimiento de Sicilia se terminó pronto; no así el de Nápoles, dirigido por el pescador Tomás Aniello,pues los sublevados se constituyen en república y ofrecen el poder ejecutivo al duque de Guisa, el cual se acerca a las aguas de la capital al frente de una escuadra francesa. Gracias que el virrey, duque de Arcos, y don Juan de Austria, bastardo de Felipe IV, encontraron en la nobleza napolitana apoyo bastante para dominar esta insurrección, que al fin terminó sin ulteriores consecuencias.

Muerte de Felipe IV

En tanto que los enemigos brotan por todas partes contra Espalia y se hace cada vez más ostensible la decadencia nacional, y los tercios antes invencibles son derrotados en los campos de batalla, y se entregan sin defensa al enemigo los girones del mapa peninsular y americano, rasgado por el convenio de los Pirineos, y la nación pierde, tal vez para siempre, el puesto de honor; entre las potencias

europeas, Felipe IV continúa entregado a sus frívolas o criminales diversiones de siempre. Sin embargo, cuando a pesar de su escaso talento comprende lo ridículo del calificativo de Grande con que sus cortesanos le adulaban, y logra ver el abismo de perdición en el cual había sumido a la poderosa España, se siente acometido

de una melancolía tan profunda que le conduce al sepulcro (1665).

Carlos II: su menor edad.·-Guerra con Porluga l.-Mayor edad del rey.Guerracon Francia .- Tratados de la Haya y de Londres.-lntrigas diplomáticas.- Testamento y muerte de Carlos II.

Carlos II: su menor edad

El estado , aflictivo de España la muerte de FelipeIV puede calcularse teniendo en cuenta el entusiasmo que produjo la proclamación de su hijo Carlos II (1665) , eso que solo tenía cuatro años, y era raquítico, enfermizo y débil Según el

testamento de Felipe IV encargóse del gobierno la reina madre, Ana de Austria, mujer altanera y orgullosa, instrumento dócil en manos de su confesor, el jesuita Everardo Nitltard, cuya presunción corría pareja con su mediano talento y escasas facultades administrativas.

Este favorito, odiado del pueblo a causa de su origen alemán, y de los nobles porque se creían rebajados ante su omnipotencia, hizo viables los planes del astuto don Juan de Austria, hijo natural de Felipe IV, el cual intentaba dominar a la Regente, y descmpeñar el virreinato de Aragón: para conseguirlo se presenta el bastardo en las cercanías de Madrid al frente de la sublevada muchedumbre, y la reina madre, atemorizada, firma la expulsión de su confesor y el tan suspirado

nombramiento.

Mas no por esto prevalieron las aspiraciones de don Juan, ni tampoco las cosas cambiaron en sentido favorable, pues el capricho de la reina elevó hasta la privanza a don Fernando de Valenzuela, hombre inepto también, pero que había sabido elevarse desde su condición de humilde paje hasta los primeros puestos del gobierno.

Guerra. con Portugal. El hecho más notable de este tiempo, en el exterior, es la guerra contra Portugal, herencia del reinado anterior : no queriendo la Regente tratar como igual al duque de Braganza, los portugueses penetran impunemente hasta Seyilla, en tanto que el real Consejo decide la conveniencia de continuar las hostilidades o aceptal· la paz. Luis XIV

de Francia, interesado en debilitar a la nación española, pacta aparentes alianzas por mediación de Nithard, a la vez que auxilia en secreto a los portugueses; pero este general estado de cosas termina con el acomodamiento de Lisboa, en el cual se reconoce la independencia de Portugal, el cual, nos costó la pérdida de Tánger, las Azores, islas de la Madera y Cabo

verde, la Guinea, el Congo y la Costa de Mozambique, en África; los territorios de Mascate, Ganacor , Goa, Ceilán, Coromandel y las Molucas, en Ásia; y el Brasil , en América.

Mayor edad del rey

Declarado Carlos II de mayor edad (1675) cuando apenas contarla trece años, llama para encargarse del gobierno a don Juan de Austria , el cual, revestido de un poder absoluto y omnímodo, intenta remediar el desorden administrativo

y la miseria que por todas partes dominaban; pero sus reformas, rutinarias e incompletas, lejos de conseguir éxito alguno, demostraron la extensión de los males y la incapacidad del favorito para remediarlos.

Muerto el bastardo a los cuatro años , vuelve la reina madre a la corte, desde Toledo donde había permanecido como desterrada, y Carlos II vive hasta el término de su miserable existencia dominado por esta señora, y por su mujer, las cuales obedecían a su vez las instrucciones del confesor del monarca.

En tales manos había venido a parar el gobierno de esta nación, ante la cual se humillaron algún día los pueblos más grandes y poderosos de la tierra.

Guerra con Francia. Así como en anteriores tiempos la Casa de Austria, la de Borbón llega ahora al zénit de su grandeza y poderío: Luis XIV, su rey, se propone aniquilar esta nación, su rival de siempre, y al efecto busca un pretexto para comenzar las hostilidades.

Fundandose el rey francés en el derecho de devolución, exige de Carlos II la entrega del dote de su esposa, el cual no podía pagarse por falta de recursos, o en otro caso las provincias de Flandes y el Franco-Condado pertenecientes a María Teresa, su mujer, como hija primogénita de Felipé IV.

Apoyó su pretensión con tres ejércitos que simultáneamente invadieron Cataluña, el Franco-Condado y la Flandes, sin que los españoles pudieran, hacer más que volar las fortificaciones y declararse en precipitada fuga; y como esta guerra se complicara con la general europea a causa de la coalición de las potencias contra Francia , termina después de multiplicados descalabros para los españoles de la península, y mayores todavía para los de América, dándose el caso, por demás raro e imprevisto , de que Luis XIV devolviera graciosamente a España sus conquistas de Cataluña y Flandes.

La causa de esta paz no fue otra que las miras ulteriores de Francia sobre la corona de España, motivadas por la muerte probable de Carlos II, sin dejar hijos.

Tratados de la Haya y de Londres. Entre tanto, vergüenza causa decirlo, se dio el caso de que las Cortes extranjeras reunidas en la Haya ( 1698), acordaran repartirse la nación española como si fuera un país conquistado, otorgando un retazo del mapa a cada uno de cuantos se creían con derecho a ello, aunque la muerte del duque de Baviera, al cual se adjudicaban la península y sus Indias, echa por tierra este ignominioso concierto , repetido dos años más tarde en otro convenio celebrado en Londres.

Intrigas diplomáticas

No menos enojosa y pertinaz era la guerra diplomática que se hada en la Corte , donde se habían formado dos partidos poderosos y rivales ; el austriaco , sostenido por la reina, el conde de Oropesa y el barón de Harach, y el francés,

a cuyo frente estaban el cardenal Portocarrero, el inquisidor Rocaberti, y el conde de Harcourt: la salud del enfermizo monarca iba quebrantándose a pasos de gigante, y era preciso decidir en breve la cuestión de su herencia , la cual había de originar en definitiva una guerra formidable y sangrienta.

Testamento y muerte de Carlos II

Perplejo Carlos II y sin valor para decidirse por ninguno de los contendientes, hacía y deshacía su testamentos, designando

a un príncipe de la Casa de Baviera o a otro de la de Austria, hasta que por fin escoge a un nieto de Luis XIV , que será Felipe V de España, dando el triunfo a la política francesa.

Redactada su postrera voluntad de Carlos II el Hechizado marcha al monasterio del Escorial, donde manda exhumar los restos de Su padre, de su madre y de su primera mujer , besa aquellas queridas reliquias, y muere a los pocos días ( 1700), acabándose con él la dominación de los Austrias en España.

Al recordado, vienen sin quererlo a la memoria las expresivas frases que a esta dinastía dedica un escritor contemporáneo: Carlos I fue general y rey; Felipe II, sólo fue rey; Felipe III y Felipe IV, no fueron ni aún reyes; y Carlos II, no fue siquiera hombre ....... Otro erudito historiado!, contemporáneo también, afirma el mismo pensamiento, aunque en distinta forma : reconócese , dice, en Carlos I, la penetración fina, la actividad obstinada, la fuerza tranquila; en Felipe II la celosa suspicacia, la voluntad poderosa todavía , pero vengativa y astuta; en Felipe III , el conato de voluntad, pero incierto, insuficiente, el querer sin poder; en Felipe IV, la debilidad indolente; y en Carlos II , la imbecilidad más espantosa.

Casa de Borbón: Felipe V.-Guerra de sucesión: Tralado de Utrech.-Ley Sálica.-Política de Alberoni: la Cuádruple Alianza.-Abdicaclón del rey: Luis l.-El minlstro Riperdá. - Conqista de Sicilia y Nápoles.

Casa de Borbón: Felipe V

La Casa de Horbón comienza en España con Felipe V (1701), duque de Anjou, nieto de Luis XIV, e hijo segundo del príncipe heredero de la corona francesa: esta proclamación fue ratificada por las Cortes de Castilla, Aragón y Cataluña.

Descontenta el Austria por este nombramiento, y llevada de su ódio contra los franceses, protesta de él y consigue que algunas potencias, alarmadas por la frase de ya no hay Pirineos , organicen la Grande Alianza contra los Borbones, con objeto de evitar el rompimiento del equilibrio europeo. Tal es la causa de la guerra de Succsión, terminada después de once años en el tratado de Utrech ( 1702 - 1713).

Guerra de Sucesión: tratado de Utrech. Los coligados contra Francia y España principian la lucha, y numerosas huestes de portugueses , alemanes, ingleses, holandeses y saboyanos se dirigen simultáneamente sobre Italia, los Países·Bajos y las costas españolas, aunque ninguno de los contendientes pueda atribuirse la victoria en esta primera campana: si la

escuadra enemiga derrota a la nacional en Vigo, Fclipe V obtiene sobre los coligados los brillantes hechos de armas de Santa Victoria y Luzara.

No sucedió así en la siguiente (1704): como si la fortuna quisiera decidirse por el pretendiente don Carlos de Austria, apodéranse sus defensores de Gibraltar, el Milanesado, los Paisas-Bajos y Nápoles, en tanto se sublevan contra Felipe V algunas provincias españolas, entre ellas, Aragón, Cataluña y Valencia. La derrota del general francés Villars en la batalla

de Malplaquct ( 1709) hizo que Luis XIV pidiera la paz a los coligados , pero las inaceptables condiciones que se le exigían, la primera que él mismo arrojara del trono á Felipe V, le hicieron cobrar nuevos bríos y arrostrar las consecueucias de aquel trance apurado y angustioso.

Las cosas variaron por completo desde entonces: la venida á España del general Vandoma para dirigir las operaciones de la guerra, la victoria de Villaviciosa (1710) contra el austriaco, que había penetrado en Madrid, la batalla de Denain, en la cual los alemanes fueron completamente derrotados, y la muerte de José I que puso sobre el trono imperial al archiduque

don Carlos, hicieron desear la paz a todos, conviniéndose el tratado de Utrech ( 1713), en virtud del cual se estipulaba el reconocimiento de Felipe V como rey de España, y las cesiones de Milan y Nápoles al Austria, de Sicilia y Cerdeña al duque de Sabaya, y de Gibraltar a Inglaterra.

Ley Sálica

Felipe V había renunciado sus derechos eventuales a la corona de Francia por virtud del convenio anterior, pero queriendo indemnizarse de esta pérdida establece en España una ley de sucesión que asegure el trono español entre los individuos de su familia, y al efecto manda por el Auto acordado de 1713 que las hembras sean excluidas de la herencia, mientras haya en la familia varones por la línea directa o colateral; esta disposición es la llamada ley Sálica.

Como esta sucesión puramentc masculina contrariaba lo dispuesto en las leyes del Reino, opusiéronse a ella los Consejeros de Castilla, pero las Cortes concluyen por aprobarla.

Politica de Alberoni: la cuadruple Alianza

En los sucesos militares y políticos que tanto trabajaron el ánimo de Felipe V durante los doce primeros años de su azaroso reinado, una mujer había sido el alma de los destinos españoles , la princesa de los Ursinos, dotada de sumo talento y experiencia: a su sombra se levantó el astuto italiano Julio Alberoni, el cual había venido a España entre la servidumbre del duque de Vcndoma; y de tal modo supo captarse las simpatías de Felipe V sobre todo después del matrimonio de este monarca con Isabel de Farnesio, hija del duque de Parma, que eclipsa en poco tiempo a la de los Ursinos, y hace que se le confíe el ministerio de Estado.

Ya en su elemento, Albcroni da rienda suelta a una serie de planes y conciertos que habrán de perturbar la paz que a la sazón se disfrutaba, pues comienza pretendiendo para Felipe V la regencia de Francia durante la menor edad de Luis XV, cargo que desempeñaba el duque de Orleáns. Como si esto fuese poco, organiza una poderosa escuadra para deshacer por medio de la

fuerza el convenio de Utrceh, y sin miramiento alguno se apodera de Cerdeña y Sicilia: ante este inesperado ataque, Inglaterra, Holanda, Alemania y Francia forman la Cuádruple alianza, y España sin recursos, ni soldados, destrozados sus barcos, hace frente a los formidables ejércitos coligados que caen bruscamente sobre ella, y la ponen en gravísimo aprieto.

Bien es verdad que el fecundo ingenio del italiano encontró por el momento recursos para mantener a cierta altura los negocios, mientras trabajaba una conspiración contra el duque de Orleáns en su mismo palacio de París, y suscitaba la rivalidad de Suecia y Rusia contra Inglaterra y Austria, pero el conflicto toma tan serias proporciones que Felipe V se ve en la necesidad de aceptar la paz de la Haya ( 1720), cuyo primer capitulo exigía la caída de Albcroni y su extrañamiento del reino.

Abdicación del rey: Luis l

Cuatro años más tarde es acometido Felipe V de una melancolía tan profunda que le inutiliza completamente para la gobernación del Estado, y abdica la corona en el príncipe de Asturias, reconocido con el nombre de Luis I (1724).

Retirado se hallaba don Felipe en el real sitio de San Ildefonso, dividiendo su tiempo por aquellas frondosas arboledas y amenos vergeles entre la oración y el estudio, cuando la prematura muerte de su hijo, ocasionada por unas viruelas malignas, le obliga a encargarse de nuevo de una corona que voluntariamente había renunciado.

El ministro Riperdá

La lentitud de los plenipotenciarios de Cambray para ultimar las capitulaciones de la paz de la Haya, inspiró a Felipe V el pensamiento de entenderse directamente con el emperador de Alemania; encomienda al efecto los trabajos al astuto Riperdá, aventurero holandés que había sabido ganarse por su astucia política el afecto del monarca. y éste cnviado

consigue ajustar un tratado secreto por virtud del cual se conferrían al infante don Carlos, hijo de la Parmcsana, los ducados de Toscana, Plasencia y Parma; pero recelosas Prusia, Inglaterra y Francia, se coligan contra España y Austria, y las cosas vuelven al estado que tenían al principio.

Conquista de Sicilia y Napoles

Como antes Alberoni, Riperdá es ahora la victima de estas nuevas complicaciones. En cambio Felipe V (1734) se aprovecha

con oportunidad de las circunstancias azarosas por que atravesaba el Austria con motivo de la guerra de sucesión polaca, y en breve término conquista los reinos de Sicilia y Nápoles, los cuales se adjudican a su hijo don Carlos; esta adjudicación es sancionada por el tratado de Viena, previa renuncia del infante español a los ducados de Plasencia y Parma, que sc devolvieron al Emperador.

Cuando se hallaba Felipe V haciendo la gucrra de sucesión austriaca, en contra de María Teresa, le sorprendió la muerte (1746), sucediéndole su hijo Fcrnando VI, de carácter bondadoso y apacible.

Fernando VI; congreso de Aquisgrán. - Política de Fernando VI.-Muerte del rey.

Fernando VI: congreso de Aquisgrán

Conoce la historia a Fernando VI con los calificativos de prudente y padre de los pobres, lo cual hace su elogio. Amigo de la paz, pone término a las luchas que su padre había comenzado en ltalia, dando su asentimiento al convenio de Aquisgrán (1748) por virtud del cual queda España en posesión de los principales estados italianos, desde el momento en que se reconozca al in fante don Carlos como rey de las Dos Sicilias, y por soberano a, don Felipe de los ducados de Parma, PIasencia

y Guastala.

Inutil fue que Inglaterra y Francia trataran de interesarle en las guerras que ambas naciones sostenían, solicitando su alianza con tenaz empeño, pues firme en su pacífica actitud, hasta castigó con el destierro al marqués de la Ensenada por haber dado órdenes secretas a nuestras tropas de América para romper las hostilidades contra los ingleses.

Política de Fernando VI

Después de los tiempos anteriores, consuélase el ánimo al encontrar un monarca que desdeñando las falsas glorias militares,

ruinosas siempre, se dedica con empeño a fomentar los ricos tesoros de la agricultura, de la industria, del comercio,

de las ciencias y de las artes, las cuales solo florecen y dan fruto bajo el amparo de la paz.

Como ilustrado que era quiso rodearse de los hombres más notables de su época, Carvajal, Ensenada,Eslava, Valparaiso entre ellos, los cuales le inspiraron proyectos dignos de su celo y buen deseo; y tanto se esmeraron todos en aquella obra regeneradora, iniciada por el monarca anterior, que el nombre de Fernando VI merece escribirse con letras de oro en los anales de España. Si fue buena su administración y su gobierno excelente, lo prueba el hecho de habcr alimentado

las rentas, a pesar de la rebaja en los tributos y el pago de la deuda nacional, contraida antes.

Muerte del rey. Atacado de melancolía, lo mismo que su padre, bajó al sepulcro este modelo de reyes, (1759) Y los espaciales honraron su memoria colocando sobre la tumba este epitafio, tan lacónico como cxpresivo: yace aquí el rey Fernando VI, óptimo príncipe, que murió sin hijos pero con numerosa prole de virtudes pátrias.

LECCIÓN LXII.

Carlos III: el Pacto de familia.-Guerra contra los Inglcses. - Renovación de las hostilidades.-Gobierno interior; reformas y mejoras.-Motín contra Esquilache.-Expulsión de los Jesuitas.- Renacimiento de los intereses morales y materiales .- Muerte del rey.

Carlos III: el Pacto de familia

La muerte de Fernando VI ocupa el trono su hermano Carlos III (1759) previa renuncia de la corona de las Dos Sicilias

en su hijo don Femando.

El odio de Carlos III contra Inglaterra, no menor ciertamente que su cariño hacia el Reino francés, le movieron en mal hora a dejar el sistema pacífico que tan felices resultados había producido en el reinado anterior, y toma parte activa en la encarnizada lucha que ambos países venían sosteniendo con motivo de los límites

señalados a sus posesiones americanas : lo peor de todo fue que , sin meditarlo bastante, firma el Pacto de familia (1762), por virtud del cual queda hecha la alianza ofensiva y defensiva entre los Borbones de Francia y España, causa directa de repetidos descalabros y disgustos.

Guerra contra los ingleses

Iniciada la política de aventuras Cilla guerra contra los ingleses, invaden las tropas nacionales el reino de Portugal, aliado

constante de Inglaterra, y se apoderan de la colonia del Sacramento en América, en tanto que el enemigo toma posesión tranquila de la Habana y Manila, y los franceses abandonan a España en lo más difícil de la lucha: en su vista Carlos III acepta las capitulaciones de Fontainebleau (I763), y la paz se hace cediendo España a los ingleses la Florida occidental a cambio

de la Habana y Manila, y devolviendo los españoles a Portugal la colonia del Sacramento.

Renovación de las hostilidades, Once meses más tarde (1778) reclama de nuevo el rey de Francia el concurso de los españoles para luchar contra Inglaterra, y Carlos III tiene que aceptar la guerra, obligado por el Pacto de familia, aunque con la interesada mira, en este caso, de recobrar la plaza de Gibraltar y las islas de Menorca y la Florida, Los principales hechos

de armas en esta campaña fueron la destrucción de la armada española en el golfo de Cádiz por el almirante Rodney (1780), la conquista de Menorca por los francohispanos (1782), y el formidable sitio de Gibraltar,en el cual rivalizaron en arrojo y valor sitiadores y sitiados.

Como la peor parte de la guerra en América correspondiera a los ingleses, aceptaron estos el convenio de París (1783), el más ventajoso desde los tiempos de Felipe II, pues por él adquiere España Menorca y las dos Floridas.

Gobierno interior: reformas y mejoras

Aunque belicoso como su padre, era también Carlos III amante de las artes y las ciencias como su hermano: además de conservar a su lado aquellos inteligentes consejeros del reinado anterior , por cuya influencia dictó repelidas disposiciones encaminadas al fomento de la agricultura, la industria y el ornato público, trajo desde Sicilia a dos hombres notables,

Esquilache y Grimaldi, los cuales iniciaron una seric de convenientes reformas que transformaron pronto la fisonomía general del Reino, especialmente de la capital: se inspeccionó la administración, se organizaron los tributos, se construyeron soberbios edificios, se moralizaron las costumbres, se abrieron nuevas vías de comunicación y trasporte, y se ennobleció el trabajo hasta en sus manifestaciones más humildes.

Motín contra Esquilache

Las circunstancias de ser Esquilache extranjero y reformista y el habérselc tachado de ambicioso, hicieron que la opinión

general se pronunciara en contra suya originando algunos disgustos, sobre todos, el motín que estalló con motivo de la publicación de un edicto prohibiendo el uso de las capas largas y de los sombreros chambergos, el cual hizo que Carlos III destituyese y desterrara a este ministro.

Expulsión de los Jesuitas. Suponen algunos que los Jesuitas fueron los instigadores de esta asonada, conocida con el nombre de las capas y sombreros, y al menos así se hizo creer al rey por el conde de Aranda, sucesor de Esquilache en la dirección de los negocios: en definitiva resultó que, al poco tiempo, se tomó el acuerdo de expulsar del reino a estos sacerdotes, y así se verificó con el mayor sigilo, después de haberles arrestado cn sus conventos, durante la noche del 31 dc Marzo al 1.° de Abril de 1767 , Sin demora ninguna fueron embarcados para Civita-Vechia, y solo quedaron cn España los enfermos, y eso hasta su definitiva curación.

Aunque Carlos III, según afirma en su carta dirigida al Pontífice, hubiera tenido pruebas indestructibles y suficientes para extrañar a toda la orden, encontramos violenta la medida, cuando menos en la forma, pues no es justo condenar a instituciones ni personas sin forma legal de proceso, y sin consentirles la defensa: la libertad para que sea legítima, debe ser igual para todos; que de modo contrario se la convierte en irritante privilegio.

Con más cordura obró algo después el Papa Clemente XIV al redactar la Bula que decretaba la supresión de esta Orden.

Renacimiento de los intereses morales y materiales. Bien puede afirmarse que el reinado de Carlos III es verdaderamente admirable, pues además de recobrar la antes abatida España su influencia en los consejos europeos, consiguiósc reformar el carácter español cimentado sobre distintos ideales de los trabajados por los Austrias, alcanzando el país un grado tal de prosperidad y grandeza que asombran al historiador que las contempla.

Muerte del rey

A los setenta y dos años de edad y veintinueve de reinado (1783) moria Carlos lIT, dejando indelebles recuerdos en la historia: le sucede su hijo Carlos IV.

Carlos IV: la Revolución francesa y Godoy.- Tralado de San Ildefonso: Guerra contra los Ingleses.- Tratado de Fontainebleau: Invulución

francesa.- Motín de Aranjuoz: abdicación del rey.- Estado del país.- Los reyes en Francia.

Carlos IV: la Revolución francesa y Godoy

El bondadoso carácter de Carlos IV (1785) hizo esperar que su reinado sería continuación de los anteriores, tanto más cuanto que conservó a su lado al conde de Floridablanca una de las principales eminencias que habían ilustrado la Corte de Carlos III durante su último periodo.

Pero sucedió que la Revolución francesa vino a cambiar el rumbo de la política española; pues aunque aficionado Floridablanca a los nuevos ideales, se vio precisado a redactar enérgicas protestas contra la Asamblea revolucionaria del país Vecino ante el espectáculo horroroso que los exaltados ofrecían , ahogando entre sangre y horrores el antiguo sistema, ya caduco, pero cuya sustitución podía verificarse sin atentar a la vida de personas, hasta cierto punto irresponsables.

No estaba la nación española preparada para la guerra, y Aranda, más pacifico, viene a ocupar el puesto

de Floridablanca: a pesar de ' los deseos del nuevo ministro, que a toda costa pretendía establecer la armonía entre españoles y franceses, la insistencia de los república nos en conseguir que Carlos IV reconociese el destronamiento de Luis XVI, hizo que fracasaran cstos planes, y el conde de Aranda es sustituido por Godoy.

El nuevo ministro don Manuel de Godoy debió su elevación a las intrigas palaciegas, cuya alma era, gracias a su gallarda presencia y a la impresionabilidad de la reina María Luisa, la cual llegó a distinguirle de un modo que no siempre se contuvo dentro de los límites que el decoro propio señala a todas las mujeres, mucho más á las que por su posición deben servir constantemente de ejemplo: bastad decir que, en solo un año, ascendió Godoy desde guardia de corps él Teniente

general, cabal!ero gran cruz de Carlos III, duque de Alcudia y primer ministro. Su encumbramiento coincide (1793) con la ejecución de Luis XVI.

El pacto de familia, todavía vigente, había hecho que el gobierno español se distinguiera entre todos los de Europa por sus gestiones en favor del infortunado Luis XVI, y hasta amenazó con la guerra caso de estremarse la resistencia de los revolucionarios a un acomodamiento decoroso: así sucedió, pues a la noticia de la ejecución del rey, dos ejércitos penetran en Francia por el Rosellón y el Bidasoa, al mando de los generales Ricardos y Caro, en tanto que el almirante Lángara amenaza la costa del Mediterráneo con sus tres navíos de linea.

Hicieron In guerra los españoles con inteligencia y denuedo, pero los republicanos penetraron por la península hasta Mirandal de Ebro, amenazan las Castillas, y hay que pedir la paz, firmada en Basilea (1795), por la cual se pierde la parte española de la isla de Santo Domingo: en cambio, Godoy, el autor de tantos desastres, recibe el titulo de Príncipe de la Paz.

Tratado de San Ildefonso; guerra contra los Ingleses

Y bien cara costó a España la pueril satisfacción del orgulloso favorito, pues agradecido a los republicanos franceses, firma con la nación vecina el impolítico Tratado de San Ildefonso (1796), verdadero pacto de familia con el gobierno revolucionario, el cual costó a España una guerra contra los ofendidos inglcses:

destrozaron estos la escuadra enemiga en el cabo de San Vicente y se apoderaron de la isla Trinidad, pero el descalabro mayor se verifica frente al cabo de Trafalgar (1805), donde los mejores buques españoles fueron hechos prisioneros o echados a pique, a pesar del heroísmo con que fueron defendidos por los almirantes Churruca y Gravina.

Para entonces Napoleón se había proclamado Emperador de los franceses, y Godoy, bien por temor o por interés personales que de todo pudo haber, continúa prestando a Francia tesoros y soldados, precisamente cuando la nación atravesaba un período sobrado lastimoso y difícil.

Tratado de Fontainebleau: invasión Francesa

Engañado el favorito por Napoleón, el cual había prometido hacerle rey de los Algarbes si consentía en facilitar la entrada de Seis legiones en España para invadir el Portugal, firma el tratado de Fontainebleau (l807); en su consecuencia, franceses y españoles unidos penetran en el vecino reino, del cual se apoderan en breve teniendo los reyes que refugiarse en el Brasil. Terminada esta fácil empresa, los franceses, lejos de abandonar el suelo de España, reciben lluevas cuerpos de ejércitos y ocupan las principales posiciones estratégicasy fortalezas bajo pretexto de guarnecerse momentaneamente, sin quc Carlos IV, ni Godoy, ni el pueblo mismo, pudieran, tal era su ciega confianza, en darse cuenta de los arteros planes que con habilidad y

desvergüenza increibles iba trabajando Napoleón para encadenarlos á su carro de guerra; solo cuando desde París llegaron anuncios de tamaña felonía, es cuando se conoce la inminencia del peligro, y los asustados reyes se preparan para emprender la fuga hacia el continente americano.

Motín de Aranjuez: abdicación del rey.

Así las cosas estalla el furor popular, justamente indignado contra el favorito, culpable por traidor o por imbécil, y las masas asaltan en Aranjuez la casa de Godoy, el cual se salva por la intervención del príncipe de Asturias, don Fernando, a quien los españoles idolatraban entonces por tener fundadas en él las más risueñas esperanzas (1808).

Las principales consccucncias del motín de Aranjuez fueron, entre otras, la abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando VII.

Estado del país. Lastimoso en extremo era el cuadro que el estado interior del reino ofrecía al advenimiento del nuevo rey, tanto más de sentir cuanto que Fernando VII carecla dc las condiciones de inteligencia, carácter y valor, indispensables en situación tan difícil.

La omnipotencia del ridículo príncipe de la Paz, corría parejas con el general descontento; los dos únicos hombres capaces de encauzar los sucesos por su verdadero camino, Saavedra y Jovellanos, habían caido del ministerio bajo el peso de las intrigas palaciegas que dirigía la misma reina; los sucesos, lo mismo que los hombres, caminaban a ciegas, sin norte ni derrotcro, viviendo al día la tributación ordinaria, ya excesiva, se hallaba recargada con enormes impuestos eventuales, cuyos ingresos iban a consumirse en el mantenimiento de las tropas francesas, nuestras aliadas; todo el dinero que venía de América , mas lo producido por la venta de las Obras Pías, se gastó sin ventaja ninguna sensible para la trabajada. España; aquellos ejércitos tan numerosos e invencibles un día, se hallaban diezmados o peleando fuera de la patria, hasta el extremo de no haber un solo regimiento completo que defendiera las fortificaciones; la marina había desaparecido en Trafalgar y en Cádiz bajo el plomo de los cañones ingleses: y en medio de este general desconcierto, hasta se relajaron las costumbres y se pervirtieron las ideas, y se dividieron los ánimos de cuantos más o menos tomaban parte activa en la dirección de los públicos negocios.

Para colmo de tanta desventura, la astucia de Napoleón consigue apoderarse militarmente de España, confiada e indefensa.

El 23 de marzo hace su entrada en Madrid el general Murat y es recibido con júbilo por los españoles, los cuales creían ver en él al defensor de Fernando ViI el rey llegó a la Corte al siguiente día, siendo imposible describir los trasportes con que todas las clases sociales, especialmente la popular, demostraron la satisfacción que sentían al verle encargado del gobierno.

Los reyes en Francia

Cunde entretanto la noticia de que Napoleón se dirige haeia España para terminar a gusto de todos las diferencias que separaban a los individuos de la familia real, pero la impaciencia que Fernando tenía de ver sancionada su aclamación como soberano, y las promesas de Savary, hacen que el monarca se interne hasta Bayona, donde recibe la noticia de haber sido nuevamente reconocido como rey de España su padre Carlos IV, bajo la protección de Murat fundandose en que la abdicación anterior había sido conseguida por la fuerza.

Ilusionados los reyes, especialmente María Luisa, por este acto del general francés, acuden también a Bayona, para que Napoleón sancione su reconocimiento, y proporcionan con ello al Emperador el placer de ver prisionera suya a toda la familia.

Ya Napoleón ha conseguido realizar su plan, ocupada como se hallaba España militarmente por sus legiones, prisioneros en Francia los reyes, y confiado el gobierno a una Junta provisional en Madrid, desde donde la espía Murat; pero los pueblos dignos se bastan a sí mismos cuando llegan los momentos difíciles, y los españoles, Sin ejército, sin marina, sin recursos, abandonados de sus reyes, huérfanos de toda protección que no sean las propias fuerzas, cercados por todas partes de enemigos, escalonados en ventajosas posiciones, sin armamento ni disciplina, en las peores condiciones que puede imaginarse, sabrán reconquistar su amenazada independencia y demostrar al mundo que son dignos sucesores de aquellos héroes que vertieron su sangre en Numancia, Covadonga, las Navas, el Salado, Pavía, San Quintín y Ccriñola.

Civilización española. durante este periodo

Los Austrias: grandeza y decadencia. - las Bellas Artes. -·Ciencias y Literatura.- los Borbones: Renacimiento de los intereses materiales. - Instituciones científicas. - Celebridades del reinado de Carlos IIl.

Los Austrias: grandeza y decadencia La dominación de la Casa de Austria puede considerarse como un paréntesis en la Historia de España, y dentro de él encontramos a la vez los dos polos opuestos, es decir, la grandeza y la decadencia. Carlos I había heredado de los Reyes Católicos la primera nación del mundo en extensión, en grandeza agrícola, industrial y mercantil, en cultura y vida científica; Carlos II dejaba, en cambio, desmembrados los colosales territorios, yermos los campos, cerradas las fábricas, desiertos los puertos, empobrecidos los habitantes, y secas todas las fuentes de la riqueza material y moral.

Hasta cl valor propio de la raza, el sentimiento religioso, aquel genio nacional trabajado á tanta costa durante la epopeya de la Reconquista cristiana, hablanse trocado en fanfarronería, en fanatismo, en libertinaje y en espíritu servil y rastrero; y solo restos quedaban ya, miserables y carcomidos, de aquellos buques que recorrieron un día los mares en busca de lluevas mundos; y los valientes tercios, sombra nada más de lo que fueron, se velan en cuadro, sin armas, sin vestuario, sin

jefes, y viviendo de la depredación y del robo : la España que con Felipe II llegó a reunir setenta y dos millones de habitantes, se convirtió con el último de los Austrias en un montón informe de escombros, donde pululaban seis millones de seres miserables y harapientos, fantasmas mejor que hombres, corrompidos por el libertinaje, diezmados por los vicios y dominados por la más espantosa miseria. Pero qué más, si hasta el rico y sonoro idioma nacional llegó a convertirse en gcrigonza ridícula bajo el imperio del malhadado gongorismo.

Las Bellas Artes

En cambio las bellas artes florecieron, y eso merced al impulso recibido en tiempo de los Reyes Católicos, los cuales simbolizan realmente la grandeza nacional en todas las esferas.

Adoptó la arquitectura el estilo llamado del renacimiento o plateresco, y tuvo maestros· tan notables como Herrera, director de las obras del Escorial, Churiguera y Vignola; la escultura produjo admirables trabajos debidos a Berruguete, Vergara, Machuca, Becerra Delgado y Ayala; la pintura contiene tesoros inapreciables de belleza en los cuadros de Velázquez, el pintor del espíritu, Zurbarán, de la pureza, Rivera, de la castidad, Goya, de la esperanza, y Murillo, de la fé; y la música, antes tan elemental y sencilla, recuerda las majestuosas y brillantes composiciones de Gómez de Ortclls, de Monteverde y de Salinas.

Ciencias y Literatura. También las ciencias alcanzaron desarrollo notable, a pesar de que la Inquisición ejercía su censura hasta sobre los libros piadosos: citaremos los canonistas Antonio Agustín y Gómez; los teólogos, Melchor Cano y Juan de Soto; los filólogos, Arias Montano y Rivadeneira; los filósofos, Cobarrubias y Acosta; los ascéticos, San Juan de la Cruz y Santa

Teresa de Jesús; los oradores, fray Luis de León, Fray Luis de Granada, y el P. Yepes; y los historiadores, Hurtado de Mendoza, Francisco Mancada, Manuel de Mela, Antonio Salís, y el P. Mariana, autor de la primera historia general y particular de España.

Entre los novelistas Quevedo, Montemayor, y Hurtado de Mcndoza, descuella el génio de don Miguel de Cervantes y Saavedra, el cual, entre otras obras, escribe su ingenioso hidalgo don Quijote de la mancha, poema el mas acabado y hermoso de cuantos ilustran la literatura europea, y que vivira mientras los hombres amen lo sublime.

Pero en donde sirvió la nación española de tipo, llevando la rica sávia de su génio hasta el corazón mismo de los pueblos extranjeros , fue en la poesía: ilustran el siglo de oro, Garcilaso de la Vega, llamado el Petrarca español por la dulzura de sus églogas; Fray Luis de León, cultivador de la oda a la manera de Horacio Hernando de Herrera, celebrado por la valentía

de sus incomparables composiciones heroicas; Ercilla, que escribió el poema de la Araucana en los ratos de 0cio que la guerra le consentía; Quevedo y Villegas, gran poeta, teólogo y político, sin rival para el manejo de la acerada sátira; y Góngora, que dio su nombre al estilo laberíntico y al mal gusto dominantes en aquella época de la decadencia.

Los astros más hermosos, cuyos rayos jamás experimentarán eclipse, brillan en el cielo de la poesía dramática, entre ellos, Lope de Vega, verdadero mónstruo de fecundidad y a quien apellidaron el fénix de los ingenios; Calderón de la Barca, el venerable entre los venerables, padre del Teatro español moderno dentro y fuera de la nación Ibérica; Tirso de Molina, Morcto, Alarcón y Rojas.

Los Borbones : Renacimiento de los intereses materiales

Dos puntos de contacto ofrecen a la consideración del ' historiador las dinastías austriaca y borbónica:

1.° el deseo centralizador que hace acabar a Felipe V con los fueros catalanes; y

2 .° sus pretensiones conquistadoras y diplomáticas. Sin embargo,así como los Austrias no atendieron jamás al desarrollo

de los intereses materiales, sino que por el contrario se complacieron en consumir cuantas fuerzas vivas hablan

encontrado a su entronizamiento, Felipe V, por manera opuesta, se dedica a beneficiar las multiplicadas fuentes de riqueza que encontró agotadas, e inicia en este sentido un renacimiento poderoso.

Instituciones científicas y de beneficencia

Dignas son de aplauso las acertadas medidas encaminadas a este fin, sobre todo bajo la dirección del inteligente

Patiño, en virtud de las cuales salieron de la miseria en que de tiempo atrás yacían la agricultura y la industria; pero donde alcanzó mayor éxito el buen deseo de este monarca fue en las esferas científica y literaria, mediante el planteamiento de instituciones científicas a la usanza francesa, tales como la Biblioteca Nacional, las reales Academias de la Lengua. de la Historia, de Medicina y Cirugía, y la Universidad de Cervera.

Sensible es que este monarca no se inspirara siempre en los ideales tradicionales, olvidados por completo desde la muerte de los Reyes Católicos, sustituyéndolos en parte con los nuevos modelos de la influencia clásico-francesa, pero de todos modos, es preferible este influjo al aislamiento en que se encontraba España al terminar la dominación de la Casa. de Austria.

Entre los recuerdos que se deben a Fernando VI merecen citarse con preferencia: la Academia de San Fernando, tcmplo dedicado al culto de las Bellas artes; las de las Buenas Letras de Barcelona y Sevilla, la de los Sagrados Cánones y la Greco-Latina en Madrid; los Pósitos o almacenes de trigo para asegurar la subsistencia del pueblo en los años de penuria, establecidos a la vez en más de cinco mil poblaciones; los Montes de piedad, que en Madrid, Málaga, Valencia, Granada y Galicia, se dedicaron a procurar a los labradores pobres la semilla necesaria para cl sembrado de sus campos; la creación en muchas partes de fábricas y talleres de toda clase; los estudios de la abandonada marina en el Ferrol y Cádiz; el Jardín botánico y la construcción del Palacio nuevo las comunicaciones interiores, tan abandonadas antes; y para que nada faltara a su previsión política, el concordato de 1753 que dio fin a los altercados sobre patronato regio, y por virtud del cual se estipuló que los Breves o bulas pontificias no tendrían fuerza ejecutoria en España, sin que fuesen precedidos del regium exequatur.

Carlos III completa la obra progresiva iniciada por Felipe V y que Fernando VI continúa, originando en su tiempo un renacimiento poderoso. Ahí están para demostrarlo las Sociedades Económicas de Amigos del País, llamadas a secundar el sublime pensamiento de San José de Calasanz, pues ambas Instituciones se dedican a la enseñanza de los necesitados; la multitud de Seminarios, Colegios, Academias y Universidades establecidas en todas partes; los museos y gabinetes de Física,

e Historia natural y el Jardín, Botánico; el Museo de Pintura y Escultura; la colonización de Sierra Morena, Carolina y Almuradicl, que recuerdan el nombre del insigne Olavide; la Ley agraria del inmortal Jovellanos, y la supresión de los abusos de la Mesta; la creación de los Bancos agrícolas, y el fomento de los Montes de piedad; la Libertad del trabajo con aplicación a multiplicadas industrias, directamente protegidas por el gobierno; y multitud de asociaciones y preceptos legales que pudiéramos citar.

Celebridades del reinado de Carlos III

Notables eminencias brillaron también entonces, citando solo entre ellas, que son muchas, a Floridablanca, Campomanes

y Aranda, entre los diplomáticos y estadistas; Maella, Goya, Vergara y Acuña, entre los pintores; ViIlanueva, Ventura Ruiz y Vierpe, entre los arquitectos; Alvarez, Castro y Esteve, entre los escultores; y Masdeu, autor de la primera Historia crítica de España,

Casiri, eminente orientalista, Moratín, el reformador del teatro Español, Meléndcz, poeta de inspiración y elegante en el decir, Feijóo, cuyo talento abarcó multitud de conocimientos en diversos ramos del saber humano, Isla, teólogo y hablista, y Climcnt, orador sagrado denota, entre los literatos y sabios.

Guerra de la Independencia: el dos de Mayo.- Alzamiento de la Provincia.-Campaña de 1808: batalla de Bailén. - Campaña de 1809: rendición de Zaragoza y Gerona. - Campaña de 1810: apertura de las Cortes.- Campaña de 1811: batalla de Albuera.-Campaña de 1812: batalla de Arapiles.- Promulgación de la Constitución. - Campaña de 1813: batallas de Vitoria y San Marcial.

Guerra de la Independencia: el dos de Mayo

Eran las nueve de la mañana del día dos de Mayo numerosos grupos ocupaban en actitud alarmante la plaza del real palacio de Madrid, atraidos por la noticia de que iban a ser trasportados a Francia los infantes don Antonio y don Francisco, únicos que en España quedaban de esta familia, cuando el furor de la muchedumbre estalla ante la indignidad de los franceses, y con gritería espantosa arrolla las patrullas que se oponen a su paso.

La población entera se subleva, y con escopetas, espadas, chuzos, y cuantos instrumentos ofensivos encuentra, arremate contra el invasor: por un momento, la victoria parece asegurada, pero numerosas columnas francesas avanzan por el centro; el combate se empeñan con más saña; los madrileños son arrollados; la artillería deja desiertas las principales calles; la caballería acuchilla los grupos y por todas partes cunde la matanza, el saqueo y el asesinato.

Las tropas nacionales permanecen en sus cuarteles, extrañas al movimiento, excepción de los artilleros que, mandados por Daoiz y Velarde, rechazan en el parque . al enemigo; pero cercados por todas partes y muertos los jefes, saben sucumbir matando cuando la defensa se hace de todo punto imposible.

En la mañana siguiente publicósc por Murat un bando contra todos los que fueran sorprendidos llevando armas; y comenzaron las prisiones, y recibieron la muerte muchísimas personas indefensas, fusiladas a montón en el Pardo o en el Retiro, siendo no pocas enterradas cuando todavía palpitaban con el extertor de la agonia.

Tan bárbaro atentado es la señal del general levantamiento de la Península, que inaugura esta nueva epopeya

conocida con el nombre de guerra de la Independencia.

Alzamiento de las provincias

En tanto que Napoleón pretende hacerse dueño de España proclamando rey a su hermano José. la efervescencia popular

provoca algunos desórdenes contra los que se tenían como adictos a la política francesa, mereciendo citarse, por los sangrientos, el de Badajoz, contra el conde de Torrefresno; el de Cádiz, contra Solano; el de Sevilla, contra el barón de Albalat; el de Madrid, contra el marqués de Perales; el de la Mancha, contra el canónigo Duro; y el de Cartagena, contra el capitan general Borja.

La capital de Asturias se subleva el día 24 y nombra una Junta de gobierno que declara la guerra a la nación francesa; los gaditanos se apoderan de la escuadra enemiga surta en aquel puerto; la Junta de Sevilla con sus proclamas levanta el espíritu del país contra los invasores; Zaragoza rechaza con grandes pérdidas al ejército de Lefebre, enviado para someterla; el general Moncey es derrotado frente los muros de Valencia; y hasta el alcalde del pequeño lugarejo de Móstolcs declara

la guerra al emperador Bonaparte, coronado con los laureles de cien victorias.

Las Juntas provinciales rivalizan en actividad y patriotismo: en todas partes, sencillos labradores, modestos artesanos, acaudalados propietarios, todas las clases sociales sin distinción de fortuna ni edad, el pobre cómo el rico, el anciano lo mismo que el joven, el sacerdote y el seglar, armados de palos o de chuzos, se apresuran a medir sus fuerzas contra aquellos veteranos laureados en los campos de Jena, Austerliz y Marengo; tantas victoriosas legiones, cuya marcha a modo de

avasalIador torrente no pudieron contener 115 ejércitos aguerridos de toda la Europa central , habrán de verse

derrotadas por un puñado de valientes sin disciplina ni armamento.

Campaña de 1808: batalla de Bailén. El 9 de julio de I808 es día digno de imperecedera recordación: el ejército de Andalucía que mandaba en jefe el general don Francisco Javier Castaños, derrota en los campos de Bailén a las formidables legiones dirigidas por Dupónt. Dos mil trescientos muertos, cuatrocientos heridos y veinte mil prisioneros, demostraron al mundo que los hasta entonces invencibles podían al cabo ser vencidos.

El eco de este brillante hecho de armas reanimó la confianza nacional tanto como abatió la de los franceses; José Bonaparte abandona a Madrid, y se traslada al otro lado del Ebro.

La necesidad de unificar las operaciones militares hace imprescindible la creación de una Junta central, que se instala en Aranjucz el :!5 de Setiembre; la nación inglesa, acallando rivalidades recientes, envía al duque de Wellington al frente de un ejército, que derrota en Portugal a los invasores; el marqués de la Romana realiza desde Dinamarca su brillante repatriación por medio de sus enemigos, y viene a reforzar las banderas nacionales; y tal carácter iban insensiblemente tomando

los asuntos en España, que Napoleón se encuentra obligado a presentarse en ella al frente de 70.000 hombres, con los cuales, y con el ejército mandado por su hermano, forma un total de 120.000 infantes y 20.000 caballos, los cuales acampan en las afueras de Madrid.

Desde este momento, la invasión se hace general; vencedores los franceses en todas partes, hasta el ejército inglés tiene que replegarse hacia Galicia para ser vencido en la Coruña. La Junta central se traslada a Sevilla; pero cuando Napoleón prepara sus más atrevidos planes de dominación, abandona el campo y se marcha a París, donde le llamaban necesidades más

urgentes.

Campaña de 1809: rendición de Zaragoza y Gerona

La campaña siguiente (1809) vino a demostrar lo imposible de la conquista de España: a la vez que los españoles se burlaban del intruso José, cl Cual desde Madrid expedía innumerables decretos contradictorios y ridículos, la tenacidad de los Zaragozanos consumía la paciencia del invasor. El 21 de febrero capitula Zaragoza ante la muchedumbre de sus enemigos, después de cincuenta y dos días de cerco, cuando todas las obras exteriores se hablan desplomado, y las casas aplastaban a sus defensores, y los reductos eran informes montañas de cadáveres insepultos, y la peste diezmaba su población extenuada por el hambre, no sin haber empeñado antes de calle a calle, de casa a casa, de piso a piso, encarnizada refriega en la cual lucharon furiosos, a porfía, incapaces de cejar sino para morir en aquella epopeya de gigantes: cincuenta mil Zaragozanos perecieron al plomo, al cuchillo y a la peste; catorce mil estaban postrados en cama, y solos cuatro mil, enflaquecidos

y demacrados, podían sobrellevar las fatigas de la guerra.

Rival en heroismo se presenta Gerona a la consideración del historiador: trescientos defensores, que mandaba don Mariano Alvarez, resistieron un sitio de siete meses, durante los cuales hicieron numerosas salidas contra el enemigo, al que clavaron en el campamento sus propios cañones.Hambrientos y demacrados por la fiebre, derruida la población, capitularon honrosamente los gerundenses: el heróico Alvarez es asesinado por los enemigos en extranjero suelo.

Campana de 1810: apertura de las Cortes

A pesar de la escasez de recursos y de la desorganización en que se hallaba España, la Junta central encontró medio de improvisar numerosos cuerpos de ejército,entre los cuales citarcmos, el de la derecha, que operaba en Aragón y Cataluña; el de la izquierda, en León, Asturias, Galicia y Extrcmadura ; el del cntro, en Andalucía y las Castillas; el de reserva en las Vascongadas y Navarra; el expedicionario, compuesto de columnas volantes; y los de las tropas aliadas de Inglaterra, Portugal y Sicilia_

Las derrotas de Uclés, Valls, Medellin y Alcabón, lejos de entiviar, reanimaron el valor indomable de los españoles, los cuales tomaron la revancha en las gloriosa jornadas de Talavera y Tamames, por más que estas ventajas eclipsen con el desastre de OCaña (19 de noviembre) que inutilizó el ejército del centro, el mas brillante y completo.

Al comenzar el año 1810 los franceses se hacen dueños, al parecer, de toda la península, penetrando por Despeñaperros en el territorio de Andalucía, libre hasta entonces: la Junta de gobierno resigna sus poderes en un Consejo de Regencia, el cual convoca el país a Córtes para la isla de León, sitio que se tenía como más tranquilo y seguro. Allí, debajo del mismo cañón ene·

migo, comenzaron el día 24 de junio las sesiones de esta memorable Asamblea, compuesta de 104 diputados y 48 suplentcs por los países que el enemigo ocupaba.

Mientras que a la sombra de cada aldea, de cada roca o de cada árbol defendían los españoles palmo a palmo el territorio, hasta el extremo de que los invasores no fueran dueños de más terreno que el que pisaban, estos diputados, tranquilos y serenos, discuten las reformas políticas que cambiaran de raíz el modo de ser de la sociedad española.

Campana de 1811 : batalla de Albucra. Alentadas las naciones europeas que Napoleón había encadenado a su voluntad con la constancia de este pueblo de valientcs, se lanzan de nuevo al combate, asombradas

de que las Cortes españolas, aún cuando vieron desgarrada la patria y dominada por el invasor, declararon (10 de enero de 1811) no dejar las armas de la mano ni escuchar proposición alguna de convenio hasta la total expulsión de los franceses: si la fortuna les fue adversa en Lumbicr, Frcnegal, Ariza y otros puntos, les sonrió en cambio sobre los campos de Albuera (16

de mayo) donde los enemigos perdieron ocho mil muertos y cuatro mil heridos, entre ellos los generales Wcrlc, Pepín y Gazán.

Campana de 1812: batalla de Arapiles

La gloriosa jornada de Arapiles (29 de julio de 1812) cambia por completo el aspecto de la guerra: no solo perecieron

en ella quince mil combatientes, sin contar los prisioneros, sino que ocasionó la fuga de José Bonapartc hacia Valencia, y la retirada de los franceses hasta la ribera del Ebro.

La Promulgación de la Constitución

Cuatro meses antes (18 de marzo) se promulga en Cádiz la Constitucion elaborada por las Cortes, código inapreciable

que encierra en sus capítulos toda la organización del sistema representativo, desde las elecciones hasta las facultades de los poderes públicos, y según la cual, la soberanía reside esencialmente en la Nación, perteneciendo a esta el derecho exclusivo de establecer sus leyes fundamentales, la religión de la España es y habrá de ser perpetuamente la católica, apostólica romana,

única verdadera; se establece como forma de gobierno la monarquía moderada hereditaria; la reunión de las Cortes todos los años en la capital del reino, y la inviolabilidad e irresponsabilidad democrática, y se crean los secretarios del despacho (Ministros) en número de siete, y el Consejo de Estado, el cual, entre otras atribuciones, tiene la de informar al rey en los asuntos gubernativos y señaladamente. para dar o negar la sanción a las leyes, declarar la guerra y aceptar o proponer los tratados de paz y de comercio.

Campaña de 1813: batallas de Vitoria y San Marcial

Las victorias de los alemanes contra Napoleón obligan a éste a sacar algunas tropas de España durante los primeros meses del año 1813: componían entonces el ejército nacional 102.000 hombres, de ellos, 48.000 ingleses, 28.000 portugueses y españoles el resto, respetable número que rechaza a los invasores de sus posiciones del Pisuerga y del Duero.

Al huir era su intento fortalecerse en la divisoria del Ebro, pero obligados a marchar hacia Vitoria se encuentran con las tropas que mandaba Wellingtón, y tienen que aceptar la batalla (21 de junio) que para ellos se convierte en la más completa derrota: arrojadosde la ciudad, abandonáronlo todo; artillería, almacenes, bagajes, y hasta el carruaje del intruso José. Ocho

mil franceses quedaron sobre el campo entre muertos y

heridos.

A este siguieron otros triunfos, y más principalmente el de San Marcial (3 1 de Agosto) después del cual los invasores desalojan unos después de otros los territorios de Aragón, Valencia, Navarra, Vizcaya y Cataluña, hasta que el descalabro de Nieva. pone digno remate a tan laboriosa campaña, y los franceses son expulsados completamente de nuestro territorio. Como si esto fuese poco, los aliados penetran en Francia y derrotan sus ejércitos en las batallas de Orthez (28 de

febrero de 1814), de Aix (2 de marzo) y de Tolosa. (10 de Abril).

Así vino a terminarse esta lucha en la cual los españoles admiraron al mundo con su constancia y valor ejemplar, asegurando una independencia que sellaron con su sangre en quinientas acciones de guerra, sin contar los infinitos encuentros que no dejaron reposar en paz al invasor ni sobre el mismo terreno sobre que descansaban sus formidables legiones.

Fernando YII: reacción absolutista. - Segunda época constitucional: la Santa Alianza.-La Pragmática sanción.- Isabel II: guerra civiles,- Regencias.-Mayor edad de la reina: sucesos notables.-Revolución dn Septiembre: hechos principales hasta la Restauración. Alfonso XII: su premura muerte.

Fernando VII: reacción absolutista

A la caida de Napoleón vuelve Fernando VIl a España, y hace su entrada en Madrid el 13 de Mayo de 1814: su primer acto político es establecer la Monarquía absoluta, anulando lo hecho por la Regencia y por las Cortes.

Funcionó de nuevo el Consejo real con sus antiguas atribuciones y forma, Hacienda cayó en la confusión más espantosa, los Tribunales de Justicia volvieron a sus defectuosos procedimientos, la Administración municipal y provincial fue despojada de sus atribuciones, y renació el Tribunal de la Inquisición. Podía con razón decirse quc el gobierno del Estado, más que monárquico absoluto, revestía las formas de una terrible dictadura.

Este atavismo trajo como consecuencia la organización de las Sociedades secretas y la sublevación en las Cabezas de San Juan (1820) de las tropas que debían marchar a las Colonias americanas; y como el movimiento cundiese por todas partes, Fernando VII proclama la Constitución de 1812 y suprime la Inquisición.

Segunda época constitucional: la Santa Alianza

La segunda Epoca constitucional se distingue por la lucha entre los absolutistas y los liberales, dando lugar a que el Rey, según las circunstancias, emplease aquel maquiavelismo que tan célebre le ha hecho; pues unas veces alentaba secretamente a los

blancos contra los negros y en otras hacía alarde de proteger a los segundos contra los primeros: quería que se destrozasen todos,

Los monarcas que formaron la Santa Alianza acuerdan intervenir en los asuntos de España, y el duque de Angulema penetra al frente de sus 100.000 hombres (1823), toma a Cádiz por asalto, disuelve las Cortes, y pone en libertad al Rey, el cual, restablece el absolutismo al poco tiempo con Calomardc y deshace su obra luego para formar un ministerio bajo la presidencia de Zea Bcrmúdez

En tanto dejaron todos que las Colonias americanas se perdieran .

La Pragmática sanción Casa el Rey con Maria Cristina de Nápoles, y publica la Pragmática sanción (1830) abrogando la ley sálica que excluía del trono a las mujeres, con lo cual asegura la sucesión de su hija Isabel, nacida en aquel mismo año: este cambio desagradó en extremo a los absolutistas que tenían puesta la confianza en don Carlos, hermano menor de Fernando VII, cuyo advenimiento probable al trono esperaban.

Isabel II: guerra civil

Fernando VII muere

(1833) y le sucede Isabel II, de menor edad, bajo la tutela y regencia de la viuda María Cristina, al propio tiempo que los absolutistas proclaman rey a don Carlos en las Provincias Vascongadas, y estalla una guerra civil, formidable y sangrienta como todas, la cual termina en el Convenio de Vergara (1839) firmado por Espartero y Maroto generales en jefe de los ejércitos beligerantes.

Las Regencias

Los sucesos en el interior fueron bien contradictorios y agitados: citaremos como principales la promulgación del Estatuto Real, la matanza

de los Frailes, la supresión de las Órdenes religiosas y la incorporación al Estado de los Bienes de la Iglesia, la sublevación del Sargento García en la Granja, la redacción de una constitución nueva(1837), la caida de la regente María Cristina.(184o), el establecimiento de la regencia de Espartero y su término (1843) Y la mayor edad de la Reina (1844).

Mayor edad de la reina: sucesos notables.

Desde esta última fecha hasta la de 1868 tres partidos políticos han regido los destinos de España: el moderado, del que fueron jefes Bravo Murillo, Narvaez y González Bravo, el progrcsista, que mandaron Espartcro y Olázaga, y la unión liberal, fundada por O'Doncll.

Los moderados reforman la Constitución (1845), reprimen las insurrecciones de Alicante, Cartagena y Galicia y la Revolución de 1848, realizan importantes reformas en Hacienda, convienen el Concordato con la Santa Sede, intervienen en Portugal defendiendo los derechos de María de la Gloria y contribuyen a restablecer en Roma a Pio IX.

Los progresistas gobernaron un bienio gracias a la sublevación del Campo de Guardias; y la Unión liberal, desde 1858 a 1863, dio paz al Reino, desarrolló los intereses morales y materiales del país, realizó la gloriosa guerra, de Africa e intervino en los asuntos de Santo Domingo, Méjico y la Cochinchina.

Los sucesos de San Daniel(I865), la sublevación de los Artilleros en el Cuartel de San Gil (1866) Y la exagerada reacción del partido moderado en la últimaépoca de su mando, hacen estallar la Revolución de Septiembre (1868) sancionada por la batalla de Alcolea.

Revolución de Septiembre: hechos principales hasta la Restauración

Reunidas las Cortes Constituyentes (1869) redactan la nueva Constitución los trabajos del general Prim trajeron la dinastía de Saboya en la persona de Amadeo I el cual renuncia la corona (1873). Las cortes proclaman la República, que vivió apenas un año, agobiada por las tendencias de los federales, la intranquilidad del país, la guerra carlista, la sublevación cantonal de Cartagena, la guerra separatista de Cuba, la insubordinación del ejército y el estado de la Hacienda.

El general Pavía, después del golpe de 3 de Enero (1874) constituye un gobierno provisional, sustituido once meses después por la Restauración Borbónica en la persona de Alfonso XII.

Alfonso XII: su prematura muerte

Aceptado por la Nación y ratificado por las Cortes el levantamiento de Sagunto y la proclamación de Alfonso XH, se devuelve la tranquilidad al país, se restablece el orden, se terminan las guerras Carlista y de Cuba, y se promulga la Constitución de 1876 respetando en gran parte los principios de la Revolución de Septiembre.

En esta obra trabajaron los partidos conservador, constitucional y reformista. Alfonso XlI muere prematuramente (1885) Y hoy se halla al frente del Gobierno su viuda, María Cristina, como Regente del Reino á nombre de su hijo Alfonso Xlfl, de menor edad.