Cuentos de Fray Mocho

Tierna Despedida

–Ya te lo he dicho, Natalia, y no me obligués a que te lo repita... ¡Vos estabas buena pa mujer de cuartiador, no digo que no, pero pa mujer de vigilante te falta laya!... ¡Suponé que te tenga que presentar al sargento e mi cuarto, u al oficial, u a alguno de los compañeros!... ¡Ponete en el caso y contestame! ¿Qué pensarían de un agente que trompezaba tan fiero!... Tal ves lo tomarían por zanagoria de algún circo e pruebas u por organisto e la calle... ¡No, no!... ¡Convencete!... ¡Devolveme mis pilchas y hoy u mañana si necesitás protección no te olvidés de que Pedro Gorosito supo quererte y de que no se marea ni cuando lo hagan cabo primero!

–¡Mirá el discurso!... ¿Quién había e figurarse, roñoso, que llegarías a creerte gente?...

–Mirá, Natalia... respetá a la polecía... ¿sabés? Y no subás la prima porque la vas embarrar...

–¿Yo?... ¡Vaya!... Mirá... te lo digo con franqueza, ¿entendés?... Podés dirte cuando se te antoje y llevarte tus murriñas... Cuidao no me vayas a dejar en lo oscuro... Veanlón al roñoso que porque se priende un machete y se pone guantes los domingos, ya se cree igual a don Bartolo... ¡Miren qué traza!...

–¡Che, che!... ¡Pará el carro y no arrugués, que no hay quien planche! ¿No te olvidés que estás hablando conmigo, eh?...

–¡Buena tripa pa chorizo!... Mirá... llévate tus cosas de una vez y mándate mudar: ahí al lado de la tina están tus chancletas y abajo e la cama tu chapona y la única camisa que tenés...

–¡Ah!¡Ah!... Aura salimos con esas... ¿eh? ¿Con que no tenés prendas mías, no?...

Mirá, Natalia, no seas chiflada y atendé la razón... No me tomes pa cadenero; ya sabés que yo soy de esos que no se estira; ¡no me hagas que dentre ande no quiero dentrar!...

Devolveme mis pilchas y sigamos de amigos, ¡qué diablos!... Tal vez, mi hija, todavía te sirva de algo... ser amiga de un agente, che, no es cosa de tragar así no más... ¡sin mascar!

–¿ Y qué prendas tenés aquí ni en ninguna parte?... ¿Si estarás soñando que sos tendero?... Atendeme y entendé: en este cuarto ni tus puchos pa recuerdo... ¡ni tu sombra!... Y no creas que no me alegro, porque al fin pa tener pulgas y no sentir comezón, vale más sacudirse la pollera... ¡Con que así, mi hijito, anda, acerca tu miseria a otra más necesitada!...

–¿Y mi pañuelo de seda?

–¿Pañuelo e seda tuyo? ¿Diande vas a sacar?... Ese que usabas era mío ¿no te acordás?... ¡Bueno! ¡era mío!... ¿ Y sabés quién me lo dio?...¡Bueno!... Uno que vale más que vos ¿sabés?... ¡Don Santiago el botellero, que anda como pichicho por mí!

–¡Güen gringo chancho!... Mirá, ni me nombrés a ese gringo, Natalia, si no querés que haga una barbaridá... Y aura escuchame lo que viá decirte, ¿sabés?... Yo me voy de tu lao, pero si llego a saber que el botellero dentra a llevarte el apunte, vengo un día y ni aunque me den de baja...

–¿Qué vas a venir roñoso?... ¡Aura cuando salgás de aquí, te tragás el machete y comenzás a caminar solo como el eléctrico!... Hasta Roca te va a parecer enano... ¡cuanti más el botellero!...