Cuentos de Fray Mocho

Haciendo lobos del mar

El contramaestre, con la gorra sobre la oreja y las manos en los bolsillos, acaba de dar sus instrucciones al cabo de mar, con respecto a la instrucción de los conscriptos.

–Ya sabe, cabo... ¡nada de malas palabras ni de golpes!

–Mirá yo pa ser capaz de semejante barbaridá...

–¡No!... es qu’el teniente me ha dicho que les recomiende los modos... ¡y ya saben qu’el nunca se anda con chicas!... ¡Si llegase a’veriguar que le maltratan la gente, les arma una zafacoca que se oy’en Montevideo!...

–¡Qu’esperanza!... Le v’y sacar una hornada que v’a ser de dar calor... ¡Pucha con la muchachada!... ¡Cad’año viene más linda!

–¡Bueno!... Aura ya sabe... ¡Guante blanco y mucha miel!... ¡A ver!... ¡A embarcar todos los nombraos ayer pa la segunda lancha!... ¿Ha comprendido bien las instrucciones, cabo?... Enseñelés bien lo qu’es un bote y que apriendan a manejarlo como si fueran sus piernas...

–¡Ala, concritos, y abrir el ojo... que aquí se bañan de arriba los sonsos y los dormidos!... ¡Trote!... Todos s’embarcan por el tangó, qu’es ese puntal qu’está derecho al costado de babor... ¡Vivos!...

–¡Tenga cuidao, cabo!... ¡N’olvide lo que l’he dicho que me recomendó el teniente!...

–¡Cómo no!... ¡abre!... ¡Listo!... ¡Armar!... ¡Atiendan, ñanduces pichones!... ¡Atiendan!... ¡Miren que las cañas del timón saben bailar solitas y hasta levantar chichones!... ¡A ver!... ¡Las palas p’al lao de proa!... ¡Vos, che, nariz de garrón de mono!... ¡Poné bien el remo!... ¡Mire qué gente p’hacer lobos de mar con ella!... ¡A ver! Ese segundo proel de estribor, con mil demonios... ¡si pone las manos juntas en el guión y con las uñas p’abajo! ¡Y qu’esté creyendo la patria que la van a salvar estos gorgojos!... ¡Mirá, che!... ¡Vos!... ¡Cara e mocito abombao!... atendé las liciones o se me acaba la paciencia y te... ¡Mire que son animales!... Vea ese tercero e la bancada e popa... ¡todo despatarrao y que parece que se quiere tragar toda l’agua!... A ver si t’enderesás, che. Antes que yo t’enderiese... ¡Poné bien el luchadero del remo, qu’es ese pedazo e cuero que tiene en el medio!... ¡A ver... encajalo en la chumacera, cara e tamango patria!... ¡Y que me vengan a recomendar paciencia con estos salvajes!... La gran perra que cuestan caras las ginetas teniendo que lidiar con concritos!... ¡Vaya... hombre!... Al fin izaron la maldita P... ¡A ver, avestruces... a bordo!

–¡Suba la gente!... ¡A ver, contramaestre, aliste para izar el bote!... ¡Venga usted, conscripto!...

–¡Ordene, señor!

–¿No sabe que cuando se sube a bordo de un buque de guerra se saluda al oficial de guardia?... Maestro de armas... ¡póngale a este conscripto, por recluta, seis horas de plantón con el coy al hombro!... ¿Cómo anduvieron, cabo?

–Como una seda... mi teniente... y, después, como se les trata como a damitas y son muchachos de vergüenza... ¡Yo los trato como a los de la familia!...

–¡Iza bote!... ¡Arrima a las tiras!... ¡Cada brigada a su banda!... ¡Ala!... ¡Pio... pio!.. ¡Parejo..., a una!... ¡Pio... pio! ¡Aguanta!... ¡Listo!... ¡Qué macacos que me han hecho sudar!

–¡Al fin podemos dar por ganaos los centavitos del día y el jarro e mate cocido!... ¡Qué salvajes!... ¡Mir’el modo e caminar de los tales lobos marinos!... ¡Bueno!... Hay que contar que cuand’un recluta tiene hambre se olvid’hasta de la madre... ¡Pobre locro!... ¿Qué le darían de comer a los conscritos si n’hubiese maíz en el mundo?... ¿Si se tendrían que bandiar, alimentaos solamente por el cariño del jefe y de los oficiales?... ¡Pucha que es chancha la vida!