Cuentos de Fray Mocho


En la comisaría

El Marchante más antiguo

–¡Ah! ¡Ah!... ¿Otra vez?... ¡Pero hombre!... ¿Para que andás con cumplimientos?...

¿Porqué no te alquilás un calabocito?... Te lo daremos barato...

–Ya veo... ¡hum!... por lo diablo debes ser el comisario el que habla... ¡hum! ¡Yo ni aunque esté mas chupao que caramelo, conozco al gobierno!...¡Mirá!... Pa ser bicho y tener dentrada hasta en las confiterías, basta ser autoridá... ¡Y los comisarios cómo se ponen de vivos en cuanto les cuelgan la medalla!

–¡Che! ¡Che!... ¡Mirá!... No te pasés de pato a ganso y aunque estés borracho, acordate de que tenés madre ¿no?

–¡Orst!... ¡Y si es verdá! ¡Vea!... Yo me llamo Agapito Jiménez y me he criao frente a lo del coronel Dantas... ¿Sabe?... En la parroquia de la Consesión y al lado de casa vivía un muchacho que se llamaba Aniceto, que era brutísimo y sonso y comilón de manises y además ahijado del coronel... Todos decían en el barrio quíiba ser de los de la Convalescencia porque era golpiau de la cuna... ¡y les pegó un chasco de órdago!... Se metió en política y ¡que se yo! Y un redepente ¡zas! Lo nombraron comisario del Tuyú... ¡Si viera lo diablo que se puso!... Lo que tenía güen sueldo, le brotaban las gracias como granos... sin hacer ruido... ¡Prueba con el Agapito!... Me sabía contar mi compadre don Ruperto, que se jué de cabo con él, que daba gusto ver las travesuras qu'idiaba todos los días y cómo hacía perecer de risa a los emplias y de rabia a los vigilantes, pues con tres hacía el servicio de veinticinco y se guardaba los sueldos... ¡Era diablísimo!

–¡A ver... a ver!... Metan dentro al loco éste... que si no lo vamos a tener que convidar.

–¡Gracias, comisario!... ¡Yo tomo sin soda!... Así no más... ¡hum! ¡ginebrita pelada!...

- ¡Orst!... ¡No arrempuje, vigilante... espere!... ¿Qué?... ¿no ve que estamos conversando con su jefe?... Aprienda a respetar... ¡Caramba con la gentecita esta!

–Bueno... ¡Siga pa dentro!...

–¡Qué bárbaro!... ¿Te crees que viá dir pa'juera?... Mirá; por esta cruz, ¿ves?... no te vas a dejar dar de baja... vos estás destinao pa manate... Vea, comisario... ¿y cuándo me va a largar Yo estoy conchabao con un pianisto pa’arrempujarle el istrumento y si me dejan aquí viá perder el acomodo...

–Luego... ¡si pagás la multa!

–Cómo no... ¡si fían!... ¡No tengo más que cinco pesos!... ¿Porqué no me hace una rebajita, comisario?

–¡Bueno!... ¡Siga pa dentro!

–¡Esperate, hombre!... ¡Permita Dios que por apurao se te caigan los dientes... de comer queso!... Mire, comisario, ya sabe que soy chupador pero güen hombre... Tenga consideración... ¿l’oye?... ¡Piense que soy el marchante más viejo e la sesión!...