Cuentos de Fray Mocho

El café de la Recova

–¡Hombre!... Me venís como a un veintiocho un tres, jugando a la treinta y una –exclamó mi pariente don Emeterio al verme entrar al clásico café de la Recova en que hacen su tertulia desde 1874, varios criollos amigos, que después de darse una vuelta por la casa de gobierno y por la aduana, en busca de mentiras y embrollos o por el palacio del congreso, donde se saturan de oratoria parlamentaria, acostumbran echar su truquito, levemente interesado con un modesto coñac–. Casualmente les estaba queriendo probar a éstos, aura que no hay sesión en diputados por la consabida falta de número, que a est’italiano Barzini que nos ha pegao un felpiada desde su tierra, disparándose de aquí como perro que ha robao sebo, le debíamos levantar un’estatua o mandarle una pensión... ¿Qué te parece a vos... com’hombre del oficio?

–Eso no es argumentar, che... El señor, que puede ser muy buena persona...

–Permitime, che... El señor es sobrino mío... hijo de mi prima Margarita ¿te acordás?... que supo vivir frente a tu casa, en la plaza Monserrá...

–¡Perfectamente!... El señor, como decía, puede ser muy buena persona y más sobrino tuyo que los hijos de tu hermano, pero eso no quiere decir qu’ese gringuito esté autorizao pa cairnos como a’jenos, cuando ni siquiera nos conoce... ¿No le parece amigo?... Pues linda estaría la patria, si cada vapor que llegase nos trajese güespes d’esa clase, que sin saber bien ni ande tienen las narices nos agarrasen a guascazo... ¿Qué dirían en Italia si el señor... pinto el caso... llegase una mañana y a la tarde los pusiera mormosos al rey, al papa y a todos los jueces y magistraos? ¿No dirían en italiano lo que nosotros decimos en criollo?... ¿Es un macaniador que no tiene madre viva?... ¡Oh!... Lo qu’es razón es razón... che... ¡y no tiene vuelta!

–¿Ve?... ¡Por la tuya, cualquiera conoce la figura de todos los criollos, con mil demonios!... ¡Pura espuma como el chajá! ¿Me vas a decir que aquí tenemos justicia, ni administración, ni nada que valga un pito?... No embromés, hombre, y acordate de que todos nos conocemos... ¡Mirá!... La verdá no tiene patria, ¿sabés?... y todo eso que dicen de nosotros es verdá... ¡ni a’nque te pique!... Y aura venime con tu divorcio y tus leyes contra el juego... ¡Purito papel pintao!

–¿Y también vas a’tacar el divorcio y el proyeto de Varela?... ¡Bueno!... ¿Sabés?... ¡A’nque seás el tío del señor y todo lo que querás, yo te digo que tenés una lengua viperina y que si te mordés comiendo, van a cantar las lechuzas sobr’el techo de tu casa!

–¿Y quiénes son esos legisladores, que no han estudiao en ninguna parte, pa meters’en tales honduras, che?... ¡Claro que los v’y a’tacar!... Lo que quieren es nombrarlo tutor de los matrimonios y hasta de los gustos de uno, al presidente’e la república... ¡La gran perra!... Aura v’a resultar que uno ya no v’ha poder ni peliarse con la mujer si no es del partido e Roca y que pa jugar sus pesos v’haber que sacar permiso quizás en papel sellao y con firma de abogado... ¡La pucha con la libertá, que se nos va enflaqueciendo, che!... ¿Vos cres, tal vez, que las leyes se pueden andar haciendo como se hacen pelotillas... así nomás... por afición? ¡Mirá divorcio en esta tierra, a’nde a las doce del día lo agarran a Juan Demetrio Piñero en la misma esquina de Artes y Cangallo y le quitan la cartera y eso con ser qu’es nada menos qu’el hermano del médico e don Bartolo!... ¡no me embromés, che!... Mejor sería que arreglasen la policía ¿sabés? Y qu’hiciesen lo que pudieran por la riña, pa que los patos chilenos no nos limpien el comedero, ni los ladrones se metan a las iglesias a robarse hasta las velas...

–¡Pucha que sos arruinao, che! ¿Conque aura querés que la policía conozc’a los ladrones de las iglesias, cuando ni los mismos santos han podido conocerlos?... ¿Porqué no pedís también que te nombren senador en lugar de don Bartolo o que te manden a Roma en vez de mandarlo a Wilde p’acerlo rabiar al papa y que Roca se tenga por mozo diablo?... Vea, amigo, su parient’es como las butifarras, que cuanti más viejas son van siendo más indigestas... ¡Cuidenlón si lo quieren conservar y digalé a la familia que y’ha perdido la fuerza pa envidar el resto y que lo encierren porque tal vez la haga daño salir con tanta humedá!