Cuentos de Fray Mocho

¡Cuatrerismo vivito!

–Pero si hasta parece’incréible, che, que un hombre como vos, joven, rico, ilustrao, que ha viajao por toda Europa y que se tiene por miembro de l’alta vida porteña, pueda ser tan lleno e preocupaciones y de sonseras... T’estoy mirando y t’encuentro igualito a mi tía Segunda, que cuando te quiere ponderar la distinción de alguna persona, te dice, frunciendo la boca y abriendo los ojos “¡habl’en francés, che, como si fues’en castilla!...” Esas ideas, hijito, eran como pa tu abuelo y a vos te quedan en el tiempo de aura como te quedarían los calzones de alzapón o la galera peluda.

–¿Pero, qu’es lo que querés, entonces?... ¿Que yo piense como la cocinera o como los piones de l’estancia?... ¡Pues no me faltaba más!... Y después, che, no te olvidés, que por algo tengo un título de abogado y que yo no puedo considerar las cuestiones, así, pedestremente, como vos las considerás... Ustedes aquí... y al decir ustedes me refiero a todos los como vos ¿sabés? Que son un’especi’e gauchos de levita, que no respetan nada y para quienes la vida intelectual es como la pampa de antes, cuando no había alambraos, que se podí’atravesar por donde quiera, teniendo caballos y asentaderas... ¡No tienen idea de las responsabilidades, ni se dan cuenta de lo que son las bases fundamentales de la sociedá y atropellan no más a ojos cerraos!...

Al pensamiento no le reconocen más límite que la fuerz’e la lengua y le pegan al razonamiento en criollo como sus antecesores le pegaban al pasajero en las boleadas de avestruces... ¡hasta reventarlo!... ¿Vamos a ver?... Quiénes son los congresales aura pa corregirle la plana nada menos que a Vélez Sarsfield, que cuando les dio a las mujeres los derechos que les dio, lo hizo pa que fuesen socialmente lo que son los árboles que el ingeniero Luiggi plant’aura en los médanos de Patagonia... una especie de reparo para evitar que los vientos se lleven pa otro lao las arenas que nos trajeron de todas partes del mundo.

–Mirá, hermano... dejá la sociología y vamos a lo qu’es razón... Aquí no estamos en Francia, ni en Inglaterra, ni en los Estados Unidos... ¿sabés?... sino en Buenos Aires, y entonces no tenemos pa qué pensar en francés, ni en yanqui, sino en criollo viejo... ¡d’ese que al pan le llaman pan y al vino, vino!

–¡Qué le v’a llamar, che... si es pura falsificación y cuatrerismo vivito!... ¡Se cuatrea en moral, en ilustración, en finanzas, en ideas... en el diablo!... ¡Se vive carniando ajeno y maquinando recursos pa desfigurar las marcas y poder vender los cueros! ¡Mirá! Fijate, no más, en lo que pas’en el tiatro con las damas distinguidas del alto mundo social y te convencerás de que todo es faramalla... No van a sus localidades de la Ópera cuando “Iris” sube a la escena, porque se ha dado en decir qu’es una obra zafada... pero van a la cazuela...

–¡Che!... Aura que hablás de tiatro... ¿sabés lo que le ha pasao al dandy doctor Pitanga?... ¡Hermanito!... ¡Si es una cosa divina!... Habiendo leído a “Afrodita”, que recién llegó a sus manos cuando Berutti la puso en música, le pareció distinguidísimo aquel bello Demetrios, conquistador de todas las mujeres de su tiempo, como se cre que lo es él con su fach’e tenedor para comer caracoles, y para imitarlo a conciencia llamó su barbero y se hizo dar un’afeitada de la que sólo escaparon, y eso por casualidá, la melena opulenta y el bigote aventurero... A los dos días estaba con una fiebre que volaba, che, y han tenido que acostarlo y envolverlo en algodones...

–¡Claro!... Pitanga es otro que tal, como los cuatreros del congreso y del ejército y de la política; solamente que él, inocente y petulante, lo es de la historia griega y nos llama l’atención porque rebalsa la medida y es un sonso que anda guacho... ¡pero ya verás de aquí a unos días, cuando se junte con los Bismarck y con los Edison y los Spencer como hasta vos aplaudís y t’encrespás indignao si me sentís un chiflido!

–¡Bueno, che, perfectamente! Convengo en que tengás razón, ¿pero serás capaz de decir qu’en Europa las cosas son de otro modo?... ¿Y qué gauchos hay allí, pa que hayan enseñao a cuatrerear a todos los habitantes?

–¡No creás lo que te cuentan, hermano!... Las gentes allí tienen conciencia y respetan de verdad todo lo qu’es respetable... Te cres que vas a encontrar hombres de tu condición o de tu clase social, que sean lo que sos vos... un’especie de anarquista... ¡en ideas, porque lo qu’es con los pesos más fe le tengo al mastuerzo!...

–¡Esto sí qu’es lindo, che!... ¡Yo creía y así se lo dije a éste, que t’iba a encontrar dispuesto pa cairle a la Europa entera, porque llegastes a ella y ni siquiera mosquió!...

–¿Y vos cres que mosquió más, al verlo llegar a Roca, o al alegre Pellegrini?... ¡Mirá!... Allí la gente de aquí no sirve sino pa dar propina y para comprar remedios y vestidos de señora... baratitos, pero que parezcan caros.