Cuentos de Fray Mocho

Del Natural

–Buenos días, doña Francisca... Le manda decir mi mama que si quiere pasar un rato, vaya luego a la noche por casa, que la espera, y que si le puede emprestar la lámpara y dos sillas, que se las mande con don Bautista en alguna pasadita...

–¿Y qué hay? ¿Baile?...

–Yo no sé... Parece que van a dar unas vueltitas y que va’star Pérez, el meritorio e la comisaría y la hija de doña Inés... Es pa darle las gracias por lo que los hizo poner en libertá a los muchachos...

–¿A tus hermanos?...¿Y qu’estuvieron presos?... No sabía.

–Sí, señora... Guasintón y Julio César estaban bailando en la vereda y de repente vino Gútember y les hizo una zancadilla y se agarraron... En el bochinche los voltiaron a Mirabó y a Lucrecia y le quebraron un brazo a Napolioncito...

–¿Qué me decís, muchacho?

–Fue un bochinche grandísimo y los enderezaron a todos a la comisaría, menos a mí y a Colón, que habíamos ido a llevar una carta e tata a la imprenta en que trabaja...

–¡Bendito sea Dios!... ¿Y quién es la hija e doña Inés?

–Es esa que vive junto a las piezas nuestras. El padre es un napolitano tuerto que sabe andar por aquí buscando sillas pa componer...

–¡Ah!... Sí... ¿Y esa es la novia del meritorio?...

–Yo no sé... pero ella fue la que lo habló por mi mama y a más, siempre que voy pa la escuela, la suelo ver conversando con él en la esquina o sino en la puerta de La Cotorra, que es la mercería de la vuelta...

–Mirá... ¿Y quiénes más estarán?

–Yo no sé... pero han de’star también las hijas de un compañero de tata que aura saben ir a casa, y doña Nicolasa, la lavandera y esa otra señora que siempre anda con ella, la madre d’ese muchacho que le dicen Chinchulín...

–¡Ah! ¡Ah!... ¡L’adivina!... Y esas hijas del compañero de tu tata, ¿cuántas son?

–Son dos... La más grande la’stuvo ayudando a mama pa la enfermedad, cuando recién nos mudamos de aquí... ¿se acuerda?

–¿Una rubia, pecosa, que dice qu’es modista?

–La misma ha de ser, porque ella le v’a prestar a mi mama una pollera, que Guasintón tiene que ir a buscar lo que salgamos de clase...

–Bueno... m’hijito, dale las gracias a tu mama y decile que aunque a la lámpara se le ha roto el tubo, se la v’ia mandar, lo mismo que las sillas, y que yo he de ir aunque sea un ratito y de parada nomás...

–Bueno, adiós!...

–Mirá, ¡largar mi tubo pa qu’entre en danza!... ¡Cómo no!... Que baile en l’oscuro el meritorio si quiere... ¡y tal vez me dé las gracias!... ¿Pa qué quiere más luz que la hija de doña Inés?