Cuentos de Fray Mocho

El ahijado del Comisario

- No, che; ¡eso sí que no! Ni como agente ¿sabés? Ni como amigo, puedo encontrarte a bien que seas ingrato con el comisario... ¡Como quiera que sea, él te ha criao ¿sabés? Y te ha hecho gente!

–¡Si te mamás... con soda!... ¡Ti ha criao!... ¡Diande... me hablás que no te oigo?... Yo, ¿sabés? Dentré ya grande a su casa... muchachito e servicio... que ya ganaba su bifecito... Y me han sacao el jugo con el cuento de era ahijao de confirmación... ¡Pucha con la crianza cara!...

Le he servido de mucamo, de cocinero, de caballerizo y del diablo, quince años... y aura salimos con que tuavía estoy enditao... ¡Estás loco, hermano... y tu mama no sabe nada!

–Mirá, Mamerto, vos tenés mucha letra menuda ¿sabés?... pero conmigo es al ñudo. Ni aunque te lambás el cogote me vas a hacer creer que sos pruebista. ¿Quién te ha enseñao lo que sabés, vamos a ver?

–¡Lo que sabés!... ¿Y te creés que si yo toco la guitarra u mi hago ver en el redoblante se lo debo a él ni a naides?... Es de óido m’hijito y de afición y más bien se lo debo al sargento Nemesio que m’hizo dentrar en “Los caminantes de Balvanera”. Yo ¿sabés? ¿querés que te lo confiese? No les tengo rabia ni al comisario ni a la señora... pero a la suegra, ¡que Dios permita la reviente un tranway, no la puedo aguantar, che!... ¡Si me tenía todo el día como mascada’e loco, de un lao para otro, buscándole tul de cinco centavos la vara pa remendar la pamela u frezadas di a peso u carreteles d’hilo di a vainte la docena!

–¡Bueno!... Pero esas son cosas nomás, hermano... En ninguna parte vas a estar como en lo del comisario... cremeló.

–¡No, che!... ¿qué querés?... aura vi’aver si puedo vivir solo un tiempito, enseñándole a mi loro a cantar el hino nacional y después veremos si me hago nombrar ispetor d’impuestos internos como lo han nombrao a Bachichín...

–¡Bah!... ¡bah!... ¡bah!... Mamerto, mirá, te lo digo endeveras ¿ l’ois? Por esta cruz ¿ves?... ¡Vas a dir a parar a la casa e locos!... ¡Che, che!... ¡Mirá, como el hijo e Bachichín!... Bien decía el comisario que a vos te daba por hablar solo y espantarte las moscas en l’oscuro...

–¿El hijo e Bachichín?... ¡Gran cosa!... ¡Un animal que no sabe ni acompañar un pasodoble!... ¡No embromés, hombre!... Dejá que yo dentre a la orquesta e la Opera y vas a saber cuántas son cinco...

Hasta me van a sacar en los diarios y tuavía lo via dejar al comisario con la boca abierta...

–Tu mama vendía alfajores... ¡Qué bárbaro!...

–¿Bárbaro?... ¿Y qué más que yo han sido muchos de esos que figuran?... ¿Vamos a ver?... ¿Qué ha sido el mismo comisario?... ¿O te crees que yo no lo conozco al gringo tuerto que lo tenía a pión en los Corrales? Mirá, hermano, vos nunca has de ser nada ¿sabés?... sos de los que se contentan con pitar un cigarro negro y se sienten orgullosos porque los saluda el oficial.

–¡Che, che!... ¡Mirenlón!... Y vos sos de los que corcovean con el chorro en el hospicio a juerza de ser diablos y advertidos... Bueno, pues, ya sabés mi opinión, hermano... Acordate de que el Comisario es tu padrino y de que mal que mal él te crió...

–¡Pucha con la crianza, más cantada que la milonga!... ¡Cualquiera creía que el comisario al criarme a mí lo hubiese criado a Liandro Alén!...

–¡Óigale!... ¡Pise juerte y no tenga asco!... ¡Pucha con el Mamerto!... ¡Pa pegarte no t’iguala ni la mugre!