Cuentos de Fray Mocho

Callejera

–¿Conque resulta entonces que vos no sos colla sino una miserable falsificación?... ¡La gran perra!... Y pague unos impuestos y sacrifiquesé trabajando, pa que le sucedan estas cosas nada menos qu’en una ciudá civilizada... ¿Querés ver de que llamo al vigilante?...

–Orst... ¿Y sabe que es ocurrencia?... ¿Acaso yo l’he dicho que soy colla ni que no soy?... Usté me ha llamao pa que le venda polvitos p’al amor y l’he dicho que no tengo sino bálsamo católico, habas tongas y pepitas de quina-quina... ¿Qué más quiere?

–¡Hijo’e perra!... ¿Aura me venís con ésas, no?... Esperate... Ya te v’y a’cer ver que aquí no’stás entre gringos...

–Pero, digamé, señor...

–¡Nada!... ¿A ver?... ¿A’nde tenés la patente?...

–Patent’e colla... Esto sí qu’es lindo... ¡Mirá... en la que m’he metido!... ¡Vea... señor!... ¡Atienda! Yo soy criollo de aquí ¿sabe?... M’he criao en casa’e los Palmarini, en la call’e San José y siempr’he sabido trabajar d’elemento electoral... así... pa’asistir a las manifestaciones o pa fundar algunos clus... pero aur’ha cambiao la cosa y pa ver de remediarme le pedí el traje a un amigo que ha dentrao al cajoncito y aquí me tiene rodando...

–¿Qué ha dentrao al cajoncito, tu amigo?... ¿Y qué diablos es eso, che?... ¿Sabés que m’interesás?

–¿No sabe?... Pucha... ¿ve?... Eso sí que no le creo... ¡Si ustedes son más corsarios los de la municipalidá, que no se les va ni el aire sin que le metan el sello!... ¡Mire!... Mi amigo ha dentrao de turco y anda con el cajoncito vendiendo la merchería...

–¡Ah! ¡Ah!... ¿Es decir que aura hasta los turcos son criollos y que ustedes se le agachan a lo que caiga?

–¿Y sino, señor?... Antes, siquiera los pobres teníamos algún recurso con el cuento’e las eleciones y a veces hasta nos caían con alguna comilona... pero, aura, Roca, no precisa de nadies pa fabricar los pasteles y hasta se chupa los dedos pa no perder la grasita...

–A ver, che... bajá la prima y no te vas a pasar... Mirá que soy del partido...

–¡Orst!... ¿Y yo?... ¿Se cre que a’nque ande de colla no he sabido hacerme ver?... ¡Mire!... Busqu’en la lista’el comercio que le osequió una medalla cuando subió a presidente y, allá así como a la mitá, v’hallar que Antonio Carreño, que soy yo para servirle, figura con cinco pesos...

–Pucha qu’eras entusiasta...

–¿Yo?... ¡Ya lo creo!... Me recuerdo que una noche aquel dotor Igarzábal que formaba el comité, pues yo entonces me ocupaba de ausiliar de zanagoria, me mandó buscar al circo y alcanzándome un pesito, me dijo: “pa que bebás una copa y sepás que figurás en clase de comerciante...” Claro... ya se pued’imaginar el viva que largaría...

–¿Y nunca vas a lo’e Roca?... ¿Por qué no te le acercás?... ¡Mirá!... Si yo no fuese inspector ¿sabés? Y me hallas’en tu pellejo... yo le hacía un’atropellada...

–¿Sabe que tiene razón? Mañana me voy a verlo!... Tal vez que si necesita, me haga colla verdadero ¿no le parece, señor?... ¿Quién diablos v’a’cer aquí las cosas qu’él sabe hacer... así... sin rairse y mirando, como quien mira p’al cielo?