Cuentos de Fray Mocho

Confidencias

–Tu padre no cre nada, che, sinó que sos sonso... ¡Y la gracia es que yo me voy convenciendo de lo mismo!... Mire que se necesita ser pavo pa preferir andar de atorrante a estar en la estancia cómodamente, trabajando en tus cosas dandolé gusto al viejo, que lo que quiere es tu bien y nada más... ¡qué diablos!... ¿A qué demonios te has ido a meter en puebladas, exponiéndote a que te dejen seco de un palo?... ¡Qué te va ni que te viene en que Roca lo achure a Pellegrini ayudao por don Bartolo, o en que don Bartolo lo estire a Roca, o en que los tres se hagan tiras dejando güérfano al país, aunque sea por diez minutos?... ¿Acaso vos vas a ser el tutor?...

–Dejat’e macanas Santiago y no te metás en lo que no entendés ni entenderá mi padre tampoco... ¿Qué saben ustedes, pobres bichos, de ciertas cosas que ni sospechan que existen?... Ustedes han nacido pa comer a gusto, che, pa trabajar a sus anchas, pa vivir sin pensar ni sentir, esperando que los negocios vayan adelante y que Dios les dé salud... Los dos son viejísimos, che, aunque no lo echen de ver y yo sería un loco si me metiese a convencerlos... Decime... ¿Vos jugarías plata’a mis manos si me vieras trair un mancarrón de la estancia, cuidarlo como un potrillo y anotarlo p’al premio grande?...

–¡Che... che... che! ¡Al fin veo la pata de que rengueás!... Vos estás enamorao com’un pichicho y sos romántico y te has llegao a convencer de que sos el único en el mundo que sabe lo qu’es querer... ¿Pa qué te ponés colorao?... No seas pipiolo, hombre, y cantá claro... ¡Mirá!... Yo soy tu tío, pero soy muy macho, che... y aunque vos lo dudés tengo más música en l’alma de la que tal vez necesito... ¡A ver, desembuchá!... Te has de estar atorando con alguna semillita que se te ha de hacer carozo...

–¡No arrugués que no hay quien planche!... P’cha que sos diablo... ¿Por qué no te metés a’divino?

–Mirá, chiquilín... Esto va en serio... Es una macana lo que hacés de alzarte contra tu padre y resistir su mandao... ¿Cres que por eso va a ser más grande tu amor ni tampoco el que te tengan?...

–¡Pero si todo es una locura, Santiago!... ¡Si yo mismo ni sé lo que ando queriendo!... Figurate que estoy enamorao... así... como se dice... de un sueño... Si ella no sabe nada...

–¿Pero por qué no se lo decís?... ¡Mirá!... En estas cosas hay que ser prácticos, che, y lo primero es lo primero...

–¡La facilidá!... ¡Si yo lo único que hago es irme frente a su casa para verla cuando sale y no me animo ni a seguirla! ¡Si cuando la veo, che, hasta las piernas me flaquean y... que me caiga muerto si miento!... hasta me dan ganas de irme por miedo de que vaya a conocerme el juego y se me ría en las narices...

–¿No digas?... ¿Pero vos no sos sonso, entonces, sino sonso y medio?... ¿De qué nido te habrás caído, sobrino?...

–¿Y qué querés, Santiago?... Así es la cosa... Y por eso no me animaba a decirte... ¿Ves?... Aura resulta que no m’entendés y que te burlás de mí y me vas a echar al medio...

–¡No, hombre!... Dejat’e macanas... Si yo sé lo qué es cantar sin tener quien acompañe... Mirá... A tus años se le perdona a cualquiera que pegue un tropezón y se rompa cualquier cosa... pero a la mía... ¿qué me decís? ¡Y si vieras cómo ando yo, che!.. Ni veo, ni oigo, y el día menos pensao hago una barbaridá... ¡Te garanto que vos estás a dos dedos de hallarte con una tía qu’es una divinidá!... ¡Casi, casi, estoy por decirte que serás sobrino’el cielo, che!... Bueno, pues... y aura que ya nos hemos entendido, escuchá lo que te digo... ¡No te metás en política y adelante con los faroles!...

–¡Qué política ni qué diablos, che!... Pero... te cres que teniendo como tengo un jardín dentro’el alma, me v’y a ocupar en ir a cavar sepulturas... Y... decime... ¿Cres aura que me puedo ir a la estancia y dejar así, mis asuntos, para entender los del viejo?...

–Mirá, m’hijito... Entr’el corazón y el bolsillo cabe una conciliación... ¡No muñequiés!... ¡El sistema ya está viejo y no hay que hacerse boliar cuando uno anda en libertá!